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COLUMNAS

Las nuevas tecnologías: ¿un nuevo paradigma para el hombre?

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Por: Gerardo Castillo Ceballos, profesor de la Facultad de Educación y Psicología.

La innovación tecnológica es muy importante para el progreso en todos los campos de la vida. Pensemos, por ejemplo, lo que supuso para el transporte la invención de la máquina de vapor, para la cultura la invención de la imprenta y para la salud el descubrimiento de la penicilina. No obstante, el mal uso y el abuso de las TIC tiene efectos negativos para personas de todas las edades y de modo especial para los adolescentes.

Cuando se olvida que la técnica es para el hombre (y no el hombre para la técnica); cuando los recursos tecnológicos dejan de verse como un medio para  convertirse en un fin, se crea una dependencia personal que suele acabar en adicción.

¿Quiénes son los adolescentes con más alto riesgo de adicción a las TIC?  Son “aquellos que demandan más afecto, que no saben rehacerse ante las dificultades y que presentan una actitud de baja autoestima ante los retos de la vida. Esta incapacidad  de superarse y esa necesidad de reconocimiento de sus iguales, les lleva a buscar pequeños éxitos y satisfacciones que les hagan olvidar sus dificultades en la vida real. Y así se entregarán sumisamente en brazos  de la realidad virtual, mucho más gratificante” (Castell, P. y Bofarull, I.: Enganchados a las pantallas).

Los padres suelen preguntar cómo prevenir el riesgo de que sus hijos adquieran conductas adictivas en el uso de las nuevas tecnologías. Sugiero las cinco  medidas que expongo a continuación.

  1. Limitar los lugares y  momentos para el uso de las TIC. Por ejemplo, no utilizar el móvil  durante la comida familiar.
  2. Supervisar los hábitos de uso de Internet; conocer a qué redes sociales acuden los hijos y para qué las utilizan.
  3. Sugerirles que sean muy prudentes en lo que publican en las redes, ya que cualquier persona puede acceder a esa información.
  4. Usar filtros de contenido que impidan el acceso a páginas inapropiadas.
  5. Utilizar  alarmas que indiquen al usuario que ha pasado su tiempo y que debe desconectarse.

Detrás del abuso de las nuevas tecnologías se esconde la influencia de un fenómeno sociocultural posmoderno: la idolatría del poder técnico, ligada al mito de la tecnología como factor clave del progreso indefinido.

El hombre contemporáneo tiende a buscar modelos que imitar tanto en las máquinas como en las personas. Este fenómeno no es nuevo del todo: el reloj apareció antes de que Newton imaginase el mundo como un gran mecanismo parecido a un reloj.

Actualmente, el ordenador está proponiendo ideas sobre el hombre: sobre su forma de aprender, de pensar y de tomar decisiones. Hay ordenadores que funcionan como redes neuronales, similares a las del cerebro humano.

La tecnología está dejando de verse como un instrumento para someter el mundo; ahora es presentada como un paradigma para el hombre, hasta el punto de otorgarle una dimensión salvadora. A través de la tecnología, algunos hombres pretenden zafarse de una existencia infeliz con el olvido de sí mismos, de su condición humana.

En la actual sociedad supertecnificada, el hombre está expuesto de modo constante a una tentación: actuar como lo hacen las máquinas (con la misma precisión, eficacia y rendimiento). Cuando sucumbe a esa tentación, el hombre se convierte en un animal técnico, en un autómata. El humanismo técnico, la soberbia técnica, es una de las causas del ateísmo moderno.

La técnica que intenta superar la naturaleza humana solo conduce al anonadamiento del hombre, a dejar de ser sujeto para transformarse en objeto útil.

La verdadera función de la técnica es liberar al hombre de algunas actividades materiales que le atan, para facilitar su desarrollo espiritual; es poner la mano sobre las cosas para poseerlas por el espíritu.

Para Gustave Thibon, “el hombre necesita la acción, pero debe hacerla compatible con la contemplación si quiere que haya armonía en su vida. Debe procurar que la acción no llegue hasta ese agotamiento interior en que el hombre, desposeído de lo que es, se convierte en esclavo de lo que hace”.

No se trata de desvalorizar la técnica, sino de integrarla en el marco de lo que el hombre es.

Unas palabras de Juan Pablo II dirigidas a los profesores y estudiantes universitarios de su tiempo, alertaban ya del peligro de caer en reduccionismos de la educación: “No basta especializar a los jóvenes para un oficio; no basta preparar técnicos, sino que, además, hay que formar personalidades. Se trata de formar hombres completos y de presentar el estudio y el trabajo profesional como medios para encontrarse a sí mismo y para realizar la vocación que corresponde a cada vida”.

Redacción DCA
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COLUMNAS

La Red Q, una mancha más al tigre

Recorriendo el camino

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Rodolfo Zelada

Periodista

[email protected]

Otra gaveta se abrió y de nuevo saltaron las ratas. Abusos desmedidos y un abominable interés por saquear los recursos del Estado siguen siendo las características principales de la administración gubernamental de Alejandro Giammattei. La corrupción continúa siendo su mejor carta de presentación.

Resulta que tras la disolución de su afamado Centro de Gobierno, el exmandatario ordenó la creación de una plaza 022 en la Secretaría General de Planificación y Programación de la Presidencia (Segeplan) para el exintegrante de dicha entidad Melvin Quijivix Vega, proceso que en su momento fue declarado improcedente por la Oficina Nacional del Servicio Civil (Onsec), “por no cumplir las condiciones técnicas ni legales”. 

En fin, ojalá que esta sea la gota que derrame el vaso y que por fin sea investigado por todos los señalamientos que existen sobre su gestión.

No obstante, el entonces gobernante envió una carta ordenando tal situación y permitiéndole a Quijivix un salario de Q26 mil mensuales, aunque de acuerdo con los registros de la Segeplan, la persona nunca se presentó a sus labores. ¡Oh sorpresa! Giammattei ordenó la creación de una plaza fantasma.

Pero eso no es todo. Ya nombrado en el puesto y percibiendo un alto salario, sin presentarse a trabajar, asumió como representante en el Consejo Directivo del INDE y obtuvo la presidencia de esa instancia, a pesar de que regularmente ese puesto es para el ministro de Energía y Minas.

Usurpando dicho cargo, obviamente con el apoyo de las autoridades de turno, Quijivix realizó cambios en puestos clave e inició a contratar asesorías por montos millonarios a empresas que están vinculadas con él mismo y familiares cercanos a la esposa. Además de autorizar la contratación, en el renglón 029 de su cónyuge, según la denuncia pública planteada ayer por autoridades del actual gobierno.

La Red Q hizo fiesta con los fondos del Estado. Pero esta es solo una mancha más para el tigre, pues cabe recordar los negocios oscuros que se hicieron con la compra de las vacunas Sputnik, relacionados también con el caso de las alfombras rusas. O los casos de incumplimiento de contratos en cuanto a mejoras en infraestructura, aunque estos fueron pagados casi en su totalidad. Recepción de sobornos para operaciones mineras.

Menos mal que no quería ser recordado como “un hijo de puta más”, como lo dijo al cierre de su campaña. En fin, ojalá que esta sea la gota que derrame el vaso y que por fin sea investigado por todos los señalamientos de corrupción que existen sobre su gestión. Esperemos que se asome una luz de justicia.

Colaborador DCA
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COLUMNAS

Los vascones, el saltus y la inscripción de Lantz

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Javier Andreu
Catedrático de Historia Antigua y director del Diploma en Arqueología

Asumida de manera acrítica permanece anclada en el imaginario colectivo navarro la contraposición entre el ager y el saltus de los Vascones.

Según esa creencia, el ager sería el espacio cultivable y romanizado de estos -al sur de Navarra y el saltus su espacio montañoso, por sus condicionantes geomorfológicos poco permeable a la romanización y donde habrían subsistido las mal llamadas tribus vasconas conservando su lengua frente al avance del latín.

Para algunos eruditos de siglos pasados, el ager y el saltus eran la visualización, en las fuentes clásicas, de las dos Navarras, la mediterránea de la Ribera y la atlántica de la Montaña.

Para algunos eruditos de siglos pasados, el ager y el saltus eran la visualización, en las fuentes clásicas, de las dos Navarras.

La ciencia avanza y aunque sus conclusiones permean en la sociedad muy lentamente, hace décadas que está claro que no podemos contraponer el ager al saltus, entre otras cosas, porque la primera mención se debe a Tito Livio, que escribe hacia el cambio de Era, en época de Augusto, y la segunda, muy localizada, además, en torno a Oiasso -la actual Irún- y al Pirineo occidental, se debe a Plinio el Viejo, quien desempeñó un importante puesto en la administración económica provincial a finales del siglo I d. C., en época de Vespasiano.

Además, hace años que se sabe que saltus es el término con el que las fuentes oficiales romanas -como aquellas a las que tuvo acceso Plinio durante su prefectura en Astorga, en León- se refieren a los distritos mineros.

También desde hace décadas, y objeto ya de estudio por M. Unzu o por Mª Á. Mezquíriz, se conocía la presencia en Lantz de minas romanas que, acaso, pudieron formar parte de ese saltus minero. Su explotación debió comenzar en época de Augusto cuando, a raíz del mapa de todo el orbe romano que realizó su yerno Agripa, se acometió el primer inventario de los recursos económicos peninsulares.

En una de sus cavidades, Aierdi VIII, un equipo de la Institución Príncipe de Viana ha descubierto tres signos en signario paleohispánico que reproducen la secuencia ikae o igae que, según se asegura, podría conectar con el término ik(h)ai de la lengua vasca del siglo XVII, atestiguado en el viejo estudioso de los vascones, Arnaldo de Ohienart.

De igual modo que hace treinta años, el hallazgo del bronce de Aranguren, cerca de Irulegi, a cuya célebre mano se parecía en términos de ejecución y donde comparecían varias líneas en escritura paleohispánica, se interpretó como una clara evidencia del multilingüismo de la región de los vascones sin alusión alguna al vascónico.

En la ciencia epigráfica posterior a Irulegi todo remite a dicha lengua y la conexión formulada por los expertos para esta inscripción rupestre de Lantz pasea ya como verdad histórica por la web social. Se sustenta, además, en que al haber aparecido en territorio vascón debería estar escrita en lengua vascónica, ecuación que no siempre funciona. Convendrá ser prudente.

También hace décadas, ni siquiera a esos vascones del viejo saltus se les consideraba romanizados y ahora, haciendo gala de un uso consolidado del medio epigráfico, incluso escribieron en una de las minas en que, acaso, trabajaron advirtiendo con su texto el tiempo dirá en qué lengua estuvo realmente compuesto de los propios condicionantes de la cueva y poniendo de relieve cómo, en la época del cénit de la expansión del modo de vida romano, entre Augusto y Vespasiano, en que pudo grabarse la inscripción, las lenguas vernáculas de Navarra -lenguas, en plural- gozaban, todavía, de una cierta vitalidad.

Colaborador DCA
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COLUMNAS

Dos premios Nobel para la IA

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Juan Carlos Eichholz

Máster en Políticas Públicas 

Dos premios Nobel para la lA ocio fundador de Adapsys y profesor UAI Nombrados ya los ganadores de los seis premios Nobel 2024, podríamos decir que, por primera vez en la historia, la inteligencia artificial se llevó dos de ellos, el de Física y el de Química. Es cierto que los laureados son seres humanos, pero en el corazón de ese reconocimiento está la IA. Veamos.

El de Física fue otorgado a John Hopfield y Geoffrey Hinton, que están entre los principales precursores de la IA por su trabajo en el desarrollo de las redes neuronales, que permiten a sistemas artificiales simular el funcionamiento del cerebro humano.

Hinton, de hecho, es reconocido como el padre del aprendizaje profundo, al agregarle capas a esas redes neuronales. El de Química lo obtuvieron David Baker, Demis Hassabis y John Jumper, por descifrar las sorprendentes estructuras de las proteínas. 

La ciencia avanzada ya no es patrimonio de las universidades y se está incubando en las grandes empresas tecnológicas.

Mientras que el primero construyó nuevas proteínas, los otros dos resolvieron un problema que ha ocupado a los biólogos por 50 años: predecir esas complejas estructuras proteicas. ¿Cómo lo hicieron? Desarrollando un modelo de lA que permitió analizar los millones de posibles conformaciones de una proteína.

Pero la historia va más allá de los titulares. Hassabis y Jumper tienen 48 y 39 años, respectivamente, y trabajan en DeepMind -el primero es su cofundador-, un laboratorio de investigación de IA creado en 2010 y adquirido por Google en 2014. Y ocurre que Hinton también trabajó para Google, desde donde apoyó el desarrollo del modelo de IA de aprendizaje profundo de DeepMind.

Él tiene 76 años y su carrera de investigador la hizo en la Universidad de Toronto, lo tradicional en un científico, pero no por nada estuvo en Google desde 2013 a 2023, cuando decidió retirarse y poder hablar más libremente sobre los riesgos y desafíos de la IA.

¿Qué nos están diciendo los premios Nobel de este año? Lo que todos sabemos, pero nos cuesta asimilar: el desarrollo tecnológico está acelerándose cada vez más, derribando uno tras otro los paradigmas sobre los que hemos construido nuestro modo de vida.

La ciencia avanzada ya no es patrimonio de las universidades y se está incubando hoy en las grandes empresas tecnológicas. Las carreras profesionales que están impulsando el progreso de la humanidad ya no son las de antaño, para lo que basta revisar lo que han estudiado estos tres galardonados: ciencias de la computación, ciencia cognitiva, psicología cognitiva, neurociencia, inteligencia artificial, además de física, química y matemáticas. 

Colaborador DCA
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