OPINIÓN CULTURA
DISNEY VERSUS LA CONTRACULTURA
En su primera aparición en la corte del distrito, Dan O’Neill salió del elevador vestido de vaquero, e hizo gesto de desenfundar. Un guardia brincó y sujetó al cowboy del cuello, levantándolo varios centímetros del suelo. Pero al abrirle la chaqueta para quitarle el arma, todos los presentes se dieron cuenta de que en la funda solo había… un banano.
Este tono absurdo e irreverente predominó en una de las más extrañas y significativas batallas legales de la industria de los cómics. Todo se había iniciado unos meses atrás, cuando O’Neill, un dibujante iconoclasta de San Francisco, convenció a sus colegas Bobby London, Gary Hallgren, Ted Richards y Shary Flenniken de publicar un cómic antológico que parodiara las historietas de Disney ilustradas por Floyd Gottfredson en los años 30. Llamaron a su agrupación Los Piratas del Aire, usando el nombre de unos antagonistas poco conocidos de Mickey Mouse.
Hecho eso, procedieron a crear historias impregnadas del espíritu contracultural de aquel entonces, con personajes de Disney hablando lenguaje obsceno, usando estupefacientes y deleitándose con abundante actividad sexual. Publicaron 2 números de Air Pirates Funnies en julio y agosto de 1971 y se sentaron a esperar la inevitable demanda legal de la compañía, pero esta no llegaba. O’Neill, quien ansiaba pelear contra el coloso del entretenimiento, reclutó al hijo de uno de los integrantes de la mesa de directores de Disney para que colocara ejemplares de los cómics en su sala de juntas.
La reacción de Disney fue contundente: en octubre de ese año sus abogados se presentaron ante los tribunales con media libra de documentos legales, alegando infracción de derechos de autor. Los Piratas respondieron que su material era parodia y que por eso estaba protegido por la libertad de expresión. La firma exigió una multa de US $200 mil (Q9 millones 260 mil 240 de la actualidad) y una prohibición para que los Piratas dejaran de usar sus personajes. El juez estuvo de acuerdo, por lo que los Piratas apelaron el veredicto.
El proceso legal se fue alargando y alargando. La mayoría de los Piratas capitularon y aceptaron un arreglo con Disney, pero O’Neill siguió en la lucha, dibujando más parodias con Mickey y desafiando las órdenes judiciales. Finalmente, en 1980 Disney hizo números y se dio cuenta de que era inútil proseguir. La multa exigida era incobrable, pues el rebelde dibujante no contaba con medios para pagar. Aparte, los gastos legales de la empresa ya estaban alcanzando los US $2 millones (Q48 millones 21 mil 600 de la actualidad). Así pues, firmaron un armisticio: si el artista no volvía a dibujar a Mickey, la compañía no le cobraría la sanción. Las consecuencias del juicio son debatidas hasta hoy, pero para O’Neill fue una victoria.
ARTES
BAZOOKA JOE, CHISTES CHICLOSOS
Alejandro Alonzo
https://linktr.ee/elcomicbuquero
Foto: Cortesía Fanatics, Inc.
Aunque los mini-cómics de Bazooka Joe cumplen 70 años en 2023 y han capturado los corazones de generaciones de lectores, no se consiguen en libros de historietas ni en periódicos, porque su forma de distribución principal es dentro de un paquete de chicle.
Wesley Morse, artista y escritor, creó el personaje en 1953, a petición de la fábrica de chicles Topps, como una forma de promoción para su línea de chicles Bazooka. Los mini-comics miden 3 centímetros de largo por 2 de alto, son impresos en papel plastificado y se insertan en el envoltorio de cada pieza de chicle.
Generalmente los cómics incluyen una serie de paneles, una fortuna (como las galletas chinas) y un anuncio promocional. A lo largo de los años, Topps ha creado más de 1500 mini-comics diferentes, los cuales han sido traducidos a varios idiomas como francés y hebreo.
Bazooka Joe es uno de los personajes más reconocidos a nivel mundial.
Los cómics muestran las humorosas andanzas de Bazooka Joe y a su pandilla, y presentan una imagen nostálgica de la vida estadounidense de los cincuenta. Cada cómic es independiente y no existe ninguna continuidad entre ellos. Debido a que es un producto orientado a niños, no sorprende que el humor de las tiras sea bastante sencillo y blando.
La estrella del espectáculo es, por supuesto, el propio Bazooka Joe. Con su característico parche en el ojo (una parodia del personaje creado por David Ogilvy para la marca de camisas Hathaway), Joe es el cabecilla de este heterogéneo grupo de amigos.
A él se unen sus amigos: Mort, el intelectual con gafas; Hungry Herman, que está perpetuamente hambriento; Jane, la novia de Joe; Tuffy, un tipo rudo, y el perrito Walkie Talkie, la mascota del barrio. Juntos, navegan por los altibajos de la adolescencia, sirviendo como personajes entrañables y con los que se puede identificar a lectores jóvenes y mayores.
A lo largo de los años, los cómics de Bazooka Joe han logrado seguir siendo relevantes gracias a su humor atemporal y el atractivo perdurable de los personajes. Si bien los cómics han sufrido ligeros ajustes en estilo y contenido para mantenerse al día con los tiempos cambiantes, han mantenido su esencia central: la del humor simple e inocente que evoca la risa sin la necesidad de tramas elaboradas o dispositivos de alta tecnología.
A pesar de que Topps dejó de incluir los mini-comics en el mercado norteamericano a partir de 2012, Bazooka Joe continuó presente en otros mercados, como el latinoamericano.
Ahora que Joe ha cumplido 70 años, sus cómics también han incursionado en la era digital, con presencia en línea y cuentas en redes sociales, permitiendo a los fanáticos disfrutar de sus personajes favoritos en varias plataformas, asegurando que su legado perdure en los medios modernos.
ARTES
TESOROS INVISIBLES
Guillermo Monsanto
Foto: Cortesía Guillermo Monsanto
Hay objetos que pasan desapercibidos para el ojo poco entrenado. Cosas que algunos consideran basura y que otros aprecian como verdaderos tesoros. Y no se trata de oro, gemas preciosas o arte culto, aunque algunas veces aparecen en los lugares menos esperados.
Son piezas que, descontextualizadas de su primer entorno, quedan atrapadas en un limbo que determina su incierto futuro. Por ejemplo, un puesto del mercado en donde venden baratijas apiladas de la mejor manera posible, pero sin orden ni concierto puede ser una buena opción para empezar. Entre chunches de peltre, vasijas de hojalata, cubiertos de metal, de pronto hay una salsera que sobresale sobre las demás porque nos está diciendo algo: “no pertenezco a este lugar”.
Es en situaciones como la descrita que la intuición juega su papel más importante. Si bien es cierto que algunas veces nos podemos equivocar, tarde o temprano se van encontrando tesoros que se ya se pueden percibir como el inicio de una incipiente colección. Y conforme esta crece, el ente del deseo toma de nuevo su valor.
Si el coleccionista tiene la oportunidad de viajar, también son importantes los mercados de pulgas.
En Guatemala hay especialistas en desmontar casas. No hablo de los ladrones, por supuesto, sino de profesionales cuya misión es vender a destajo el patrimonio acumulado por una persona a lo largo de su vida. Esta es la segunda manera de hallar costosos manteles hasta otros elementos que van desde baterías completas de cocina, fina porcelana y ¿por qué no?, cristalería de todo tipo a bajo costo. Sillas, armarios, cabeceras, alfombras son parte del premio.
Las desamortizaciones de hogares que se han quedado sin sus dueños encuentran un balance difícil de entender. Estas casas, que en su momento fueron el corazón de la familia, dejan de latir y con ellas, su universo pierde interés para sus herederos. Claro, algunas veces estos saben qué tienen entre manos y lo comercializan o reparten de manera equitativa. De este modo siguen en las familias por otra u otras generaciones. En una de estas ventas me encontré una escultura de pequeñas dimensiones que resultó ser en lapislázuli.
La tercera manera ya requiere un poco más de inversión. Hablo de los anticuarios que, dependiendo de su locación, pueden ofrecer obras a otro nivel. La 12 calle de la zona 1 y sus alrededores solían ser muy buenas alternativas. Muchas de las tiendas han desaparecido y varias de ellas ya no ofrecen, por lo general, algo de mayor valor. Lo rústico ha sustituido la elegancia victoriana: el peltre ocupa el lugar la porcelana alemana o la loza francesa. Aún así, con ojo de águila, todavía se pueden localizar una que otra maravilla.
Si el coleccionista tiene la oportunidad de viajar, también son importantes los mercados de pulgas. Los Estados Unidos, por ejemplo, ofrece los fines de semana ventas de garaje siempre con precios muy asequibles. Lo que en USA puede conseguirse casi por nada, es un poco más caro en Europa.
ARTES
El matador
Alejandro Alonzo
https://linktr.ee/elcomicbuquero
Foto: Cortesía Casterman
En el ámbito de la narración gráfica, Le Tueur (conocida en inglés como The Killer) se erige como una obra fundamental que combina a la perfección la novela noir con un impresionante arte visual. Creada por el escritor Matz (Alexis Nolent) y el artista Luc Jacamon, esta serie de cómics ha deslumbrado a los lectores con su apasionante narrativa, sus complejos personajes y su estilo artístico único. La adaptación cinematográfica, a cargo del director David Fincher, se estrenará en Netflix el próximo mes.
Todo se inició en 1998, cuando Le Tueur fue publicada por la reconocida editorial franco-belga de cómics Casterman. Esta publicación resultaría ser nada menos que una revelación en el ámbito de los cómics policiales.
En esencia, Le Tueur es la historia de un enigmático individuo conocido tan solo como El Asesino, que navega por el oscuro inframundo del asesinato por contrato. El personaje es un profesional frío y calculador que se encuentra cuestionando de forma muy erudita su propia existencia y la moralidad de sus acciones, citando a escritores como José Ortega y Gasset, Alexandre Dumas, Carlos Fuentes y Nikos Kazantzakis.
Este cómic combina a la perfección el oscuro mundo del crimen negro con un impresionante arte visual.
A lo largo de la serie, los lectores viajan a través de la psique del asesino mientras este lucha con sus demonios internos; todo ello, en un contexto de intrincados planes criminales, traiciones y acciones de alto riesgo.
El estilo artístico de Luc Jacamon en Le Tueur es cautivante. La serie se caracteriza por sus ilustraciones dinámicas y muy detalladas que dan vida al crudo mundo del crimen. El uso de marcados contrastes, líneas intrincadas y una iluminación evocadora crea una experiencia visual deslumbrante que complementa perfectamente la sombría narrativa.
La capacidad de Jacamon para transmitir las emociones de los personajes a través de sus expresiones y su lenguaje corporal añade profundidad y autenticidad a la historia.
Si bien el sicario titular es la figura central, la serie presenta un elenco de individuos moralmente ambiguos, como otros asesinos, jefes criminales y agentes del orden. Cada personaje está meticulosamente elaborado, con sus propias motivaciones y complejidades que contribuyen a la intrincada red de la historia.
A medida que los lectores profundizan en la serie, se involucran emocionalmente en el destino de estos personajes, sumergiéndose aún más en el mundo que Matz y Jacamon han creado.
Le Tueur ha recibido numerosos elogios de la crítica desde sus inicios, siendo reconocido por su excepcional narración, desarrollo de personajes y enfoque innovador del género criminal. La serie ha ganado varios premios, y fue nominada para el prestigioso premio Eisner, consolidando su lugar en el
panteón de los grandes cómics.
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