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COLUMNAS

El lenguaje del silencio

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Por: Gerardo Castillo Ceballos, Profesor de la Facultad de Educación y Psicología de la Universidad de Navarra

En nuestra infancia aprendimos que para comunicar son imprescindibles las palabras. Más tarde descubrimos que los silencios también comunican y que no se limitan a ser el contrapunto de la palabra,  sino que son un elemento de comunicación  en sí mismos.

En descargo de los docentes que obviaron la comunicación de los silencios, hay que decir, que en el mundo occidental, desde la antigua Grecia, la palabra ha sido siempre la base de la comunicación y un factor de la cultura.  En cambio, el mundo oriental ha considerado el silencio y la contemplación no solo como factor cultural, sino también como una fuente de sabiduría y espiritualidad.

¿Por qué no solemos buscar el silencio? Porque estamos muy condicionados por  la agitación, la prisa y el ruido. Y si alguna vez encontramos silencios sin buscarlos no sabemos qué hacer con ellos. Además, vernos reflejados en el espejo del silencio nos asusta y desconcierta. Y en vez de afrontar esa realidad huimos de ella para  refugiarnos en el activismo o en Internet.

Un matrimonio con conflictos acude a un consultorio sentimental:

-El problema de ustedes es la falta de comunicación.

-¡¡Pero si tenemos cinco móviles, somos amigos de Facebook y nos seguimos por Twitter!!

-Esa no es la solución, sino la causa del problema.

Existe algo aún más preocupante que vivir en un ambiente de ruido ensordecedor: acostumbrarse  pasivamente a ese ruido e, incluso, necesitarlo  como sonido de fondo para todo lo que hacemos. Esa dependencia se observa, por ejemplo, en las personas que precisan el ruido del televisor para dormir la siesta; si alguien, apaga el aparato cuando ya están en brazos de Morfeo, se despiertan sobresaltadas: “¿quién me  ha apagado la tele?”

¿Cómo suelen reaccionar los jóvenes del “botellón” cuando por primera vez ascienden a una montaña? Es bien sabido que la soledad y el silencio les  descoloca y abruma.

Lo esencial del silencio no es la ausencia de sonido y de palabras. “El silencio no es una ausencia; es manifestación de una presencia, la presencia más intensa que existe. (…). En esta vida lo verdaderamente importante ocurre en silencio. La sangre corre por nuestras venas sin hacer ruido, y solo en el silencio somos capaces de escuchar los latidos del corazón”. (Robert Sarah).

Hay momentos en los que las palabras distraen y estorban, siendo más oportuna la comunicación basada en los silencios.

El amor se expresa tanto con palabras como con miradas y silencios, hasta llegar al nivel de la complicidad: a los enamorados les basta una mirada para entenderse.

Para Romano Guardini la base del diálogo es el binomio “silencio-escucha”. Concibe el silencio no solo como  una condición para el recogimiento, la introspección y el contacto con la voz interior, sino también como cierto aislamiento del mundo externo para  llegar a una comunicación más auténtica.

Las pausas o silencios que se intercalan a lo largo de una conversación no son mutismo ni ocultación; tampoco son lagunas de comunicación, ya que tienen funciones importantes dentro de ella.

Las pausas de expectativa son el silencio que se hace antes de destacar una idea; las pausas de énfasis se proponen enfatizar lo que se acaba de destacar; las pausas de cambio predisponen a cambiar de idea o de tema.

Esas pausas  posibilitan la reflexión personal  para tener algo valioso que comunicar y conceden tiempo al interlocutor, para que asimile la información y prepare la respuesta. Pero hay que aprender a interpretar cada uno de los silencios.

Actualmente, quienes más valoran el silencio creativo y la comunicación silenciosa son los músicos, los escritores y los poetas.

Miguel Delibes, tras el fallecimiento de su mujer,  escribió lo siguiente:

“En las sobremesas, solíamos sentarnos frente a frente y charlábamos. Pero las más de las veces, callábamos. Nos bastaba mirarnos y sabernos. Nada importaban los silencios y el tedio de las primeras horas de la tarde. Estábamos juntos y era suficiente. Cuando ella se fue todavía lo vi más claro: aquellas sobremesas sin palabras, aquellas miradas sin proyecto, sin esperar grandes cosas de la vida, eran sencillamente la felicidad.”

Pablo Neruda compuso el poema Silencio, del que selecciono un fragmento:

“Yo que crecí dentro de un árbol/ tendría mucho que decir,/ pero aprendí tanto silencio/ que tengo mucho que callar/ y eso se conoce creciendo/ sin otro goce que crecer,/ sin más pasión que la substancia,/ sin más acción que la inocencia.”

En la sociedad española actual se desacredita el silencio, mientras se elogia la verborrea y se tolera el alboroto. Para comprobarlo basta presenciar una sesión del Parlamento: sus miembros no escuchan,  se limitan a  parlar (hablar mucho y sin sustancia).

Universidad de Navarra
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Buenas prácticas para mejorar la gestión pública (II)

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En esta línea, en la era tecnológica presente, la complejidad del mundo actual ha llevado a expertos en las ramas más diversas a definir teorías, técnicas, métodos o conceptos que puedan llevar al éxito a la gestión pública. La idea preconcebida de que las políticas públicas corresponden a acciones decididas, llevadas a cabo y autorizadas por el Estado, representado por el Gobierno, de cara a proteger o promover un bien considerado como de interés público, ha dado paso a una sistemática evolutiva en que la administración pública se comporta como una empresa privada que busca satisfacer de la mejor manera las necesidades de sus clientes. 

Con ello, se busca que la gestión pública se aproxime a lo administrado, de forma que este se sienta parte de ella que permita aumentar la satisfacción percibida por la sociedad respecto de sus servicios públicos. 

Una sociedad sin una eficiente gestión pública es una sociedad desarticulada y sin capacidad de gestionar la voluntad de sus ciudadanos, sin instituciones públicas, un grupo humano no es una sociedad, es algo más parecido a una horda. Por lo que, parece más cierto es que es imprescindible y que lo que debe suceder es que paulatinamente mejore en la gestión que realiza y que es su razón de ser. 

Su valor estriba fundamentalmente en el conjunto de vivencias que tiene en el desarrollo de la sociedad y que son la materia prima para categorizarla como una de las modalidades de la acción gubernamental. En este sentido, el mundo de la administración pública son los hechos sociales, políticos y gubernamentales. Distante de ellos se convierte en una caja de pandora. Su organización y funcionamiento tienen justificación en las relaciones de sociabilidad que configuran a la comunidad civil y política.

Por tanto, el espacio y el tiempo que les corresponden determinan su modo de obrar en el cumplimiento de las tareas relacionadas con el orden, la seguridad, la promoción económica y el bienestar social. 

En el claro devenir del futuro, el desarrollo científico y tecnológico, la formación de la nueva economía, la vigencia de la sociedad del conocimiento y la democratización del poder son rubros que tienen elementos no convencionales, que están influyendo en el desempeño propio de la gestión
pública.

Colaborador DCA
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“No hay democracia sin justicia social…”

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El irrespeto a los derechos laborales, así como la malnutrición y la pobreza, son solo algunos de los males que afectan a la sociedad guatemalteca, aspectos ante los que el gobierno encabezado por el presidente Bernardo Arévalo y la vicegobernante Karin Herrera enfocó sus esfuerzos durante las útimas horas.

Ayer, en un inusual acto, Arévalo recibió, frente al Palacio Nacional de la Cultura, a los líderes de sindicatos que participaron en la marcha por la conmemoración del Día Internacional del Trabajo, de quienes recibió demandas de crear los mecanismos que permitan mejores condiciones laborales, protección social, seguridad ocupacional y respeto a las actividades sindicales. Ante ellos y miles de asistentes que se dieron cita en la Plaza de la Constitución, el mandatario renovó su compromiso con los valores fundamentaltes de la democracia y la justicia social.

“Nos seguimos enfrentando a la mezquindad de quienes quieren que todo permanezca igual, de quienes se enriquecen a costa del pueblo, satisfechos y temerosos de perder sus privilegios, esa élite político criminal corrupta que ha cooptado las distintas instituciones del Estado y que se resiste a abandonarlas, a pesar del veredicto del pueblo en las urnas”, refirió el jefe de Estado al dirigirse a la multitud.

Horas antes de refrendar su compromiso con la clase obrera, Arévalo y Herrera lanzaron una ofensiva contra la pobreza y la malnutrición en siete municipios, tres de Huehuetenango, así como uno en los departamentos de Totonicapán, Chimaltenango, Sololá y Quiché. El programa, en el que están involucradas nueve instituciones estatales y que busca llevar adelante “una nueva posiblidad para vivir mejor”, se ampliará progresivamente hasta alcanzar los 114 municipios priorizados por sus niveles de pobreza y desnutrición.

El Gobierno está consciente de la “misión trascendental” que tiene por delante, pero, pese a los obstáculos que debe afrontar producto del deterioro institucional que encontró el binomio presidencial al asumir funciones, impulsa acciones para combatir los flagelos que enfrenta la sociedad, pues se siente acompañado por el pueblo de Guatemala al que se debe, toda vez que “la mayoría de guatemaltecos se cansó de ser estafada por esa estirpe de políticos corruptos, esa gente que se sabe merecedora de un futuro mejor y que está dispuesta a participar activa y honradamente en su construcción”, como lo afirmó Arévalo.

Editor DCA
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Entorno laboral seguro

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Joseph Dotu

Asociado de inclusión de la juventud,

OCR Guatemala

[email protected]

La cuestión de la seguridad en el trabajo es un tema de salud pública que se presenta a nivel global. Cada año, los accidentes y enfermedades en el trabajo causan la muerte de cerca de 2.9 millones de trabajadores, y 402 millones de personas se quedan con lesiones. Este problema no genera solamente un costo humano, sino también económico, que está estimado en un 4 por ciento del producto interno bruto mundial anual, casi 3 billones de dólares, según informes de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

Frente a este reto, los Estados adoptaron compromisos internacionales con el fin de proteger la fuerza laboral en el mundo. Entre estos está el Pacto internacional de derechos económicos, sociales y culturales (1966) que en su Artículo 7b estipula que “los Estados Parte en el presente Pacto reconocen el derecho de toda persona al goce de condiciones de trabajo equitativas y satisfactorias que le aseguren en especial […] la seguridad y la higiene en el trabajo”.

En 2015, al adoptar la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, los Estados declararon que este tema seguía siendo una prioridad compartida, al enfocar el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) número 8 en el trabajo decente y las condiciones laborales. En la meta 8 de este ODS, los Estados miembros de la ONU resaltaron la importancia de “un entorno de trabajo seguro y sin riesgos para todos los trabajadores, incluidos los migrantes, en particular las mujeres y las personas con empleos precarios”. Para visibilizar estos temas, en 2003 la OIT declaró el 28 de abril como el Día Mundial de la Seguridad y la Salud en el Trabajo. Esta conmemoración sirve para sensibilizar sobre la seguridad en el ámbito profesional e impulsar medidas de prevención de los accidentes en el trabajo, así como las enfermedades relacionadas con las diferentes profesionales.

Sin embargo; actualmente, ningún Estado ha alcanzado condiciones de trabajo seguras y saludable, para toda su fuerza laboral. El camino para mejorar el entorno laboral sigue siendo largo para muchos países, entre ellos, Guatemala. Dentro de la sociedad guatemalteca, las personas jóvenes son muy vulnerables a los riesgos laborales, especialmente las mujeres y los pueblos indígenas. Entre enero y octubre de 2023, 1 mil 096 accidentes laborales fueron registrados en Guatemala, principalmente en los sectores de la agricultura y de la industria, según fuente del Ministerio de Trabajo. En 2022 la tasa de informalidad laboral era de 70.8 por ciento, superando la tasa promedio de Latinoamérica, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). Eso implica que las personas no siempre pueden cotizar a la seguridad social y tanto se quedan sin cobertura en caso de accidente. Además, se dificulta el control del cumplimiento de las normas laborales, generando un riesgo para la seguridad. La informalidad afecta particularmente a las personas jóvenes.  El 73.9 por ciento de las personas entre 13 y 30 años, ocupadas y asalariadas, reportaron trabajar sin el respaldo de un contrato, según fuentes oficiales en una encuesta publicada en 2020 por el Fondo de Población de las Naciones Unidas (Unfpa). Esta tendencia se agudiza para las personas jóvenes, de pueblos originarios, que tienen tres veces menor probabilidad de trabajar con contrato laboral, que las personas de otros grupos. Las mujeres enfrentan otro reto: el 68.7 por ciento de las jóvenes declaró encontrarse en situación de inactividad, en comparación con únicamente el 29.2 por ciento de los hombres jóvenes. Esta tendencia se explica, entre otros factores, debido a discriminaciones históricas que han sufrido estos grupos. Estos trabajos ayudan a millones de personas a no caer en la pobreza aguda. La fuerza laboral informal se distingue por salir adelante, a pesar de las barreras estructurales a las cuales se enfrenta. Es importante que esta dimensión sea incluida en el diseño de políticas públicas, para no dejar a nadie atrá

Colaborador DCA
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