Todos los pueblos han experimentado la fascinación por el entorno estelar que rodea luminosamente a nuestro planeta Tierra y se han esforzado por penetrar en sus enigmáticos misterios.

Los esfuerzos han conducido al conocimiento de la magnitud y profundidad del Universo, gracias a instrumentos cada vez más eficientes.

En ese proceso, el instrumento más importante ha sido el telescopio, utilizado por primera vez por Galileo. Ese aparato fue desarrollado hasta llegar al más impresionante: el telescopio espacial Hubble.

“El telescopio espacial Hubble revolucionó la astronomía”, asegura Edgar Castro Bathen, uno de los más entusiastas divulgadores de la astronomía. “Con él, los astrónomos tienen un instrumento que permite ver las estrellas sin el efecto distorsionador de la atmósfera terrestre”, anota.

Castro Bathen es ingeniero en sistemas, egresado de la Universidad Francisco Marroquín. Fue fundador de la Asociación Guatemalteca de Astronomía, de la que fue presidente durante 17 años.  El profesional considera importante incorporar la astronomía a los programas de estudio vigentes, por el valor formativo que tiene para los jóvenes.

Una de las disciplinas científicas más antiguas

Los orígenes de la astronomía se remontan a tiempos muy antiguos. Pero según Giorgio Abetti, los griegos le dieron a la disciplina “una verdadera importancia científica que se desarrolló con los físicos-astrónomos de Jonia, como Tales, Anaximandro y luego Pitágoras, Platón y Aristóteles”.

Los mayas hicieron grandes avances en el conocimiento del cielo y especialmente de los movimientos de los cuerpos pertenecientes al sistema planetario solar. Uno de los resultados sorprendentes fue el conocimiento del año solar, por sus implicaciones prácticas en el ejercicio de la agricultura.

“Los mayas observaron y registraron el movimiento de los cuerpos celestes, pero principalmente el movimiento del Sol, la Luna y del planeta Venus; y descubrieron notables fenómenos astronómicos cíclicos”, dice el filósofo guatemalteco  Luis Enrique Pérez. “Dotados de un preciso conocimiento de esos fenómenos pudieron calcular, con extraordinaria exactitud, la duración del año solar y la posición de los astros”, destaca.

La revolución copernicana

Antiguamente, se creía que la Tierra era el centro del sistema planetario. Nicolás Copérnico, con base en observaciones de Juan Kepler, establece que el centro del sistema planetario es el Sol y que alrededor de él giran los demás planetas, conforme a leyes determinadas.

Asentados en experiencias básicas, los astrónomos han avanzado en el conocimiento del Sol y de los planetas que lo circundan.

A partir de la ley de la gravitación universal, Isaac Newton logra deducir que las trayectorias de los planetas son elípticas y que se adaptan a las leyes establecidas por Kepler. 

Más recientemente, Albert Einstein formula una concepción innovadora del Universo, en la cual, tanto el espacio como el tiempo son tratados en forma relativista.

La nueva astronomía

Un momento culminante en el avance de la astronomía fue el desarrollo de los radiotelescopios, que ampliaron la capacidad de percepción del área visual a una zona mayor de radiaciones electromagnéticas.

Además, la tecnología del transporte espacial ha permitido situar telescopios como el Hubble en órbitas que evitan los problemas visuales, que produce el espesor de la atmósfera.

“El Hubble nos ha regalado las más exquisitas fotografías del Universo”, dice Castro Bathen. “Galaxias lejanas que antes era impensable ver de cerca se han fotografiado con toda clase de detalles”, concluye.

Adolfo Blanco