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COLUMNAS

Las maras: eterno problema

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Hay que rescatar a nuestros niños de las garras de las maras.

Ese fenómeno delincuencial se ha convertido en la peor enfermedad que nos azota y que en su avance mortal enrola a nuestra niñez y juventud, sin manifestar una pizca de compasión. La psicosis colectiva de desesperación, miedo, horror y zozobra que siembran esas organizaciones criminales a su paso por las calles del territorio nacional con los asesinatos, las extorsiones y los hechos de sicariato que a diario cometen no tiene parangón.

Hay que rescatar a nuestros niños de las garras de las maras. En tal sentido, es preciso tomar conciencia de que esas estructuras delincuenciales se forman circunstancialmente, es decir que sus integrantes llegan a pertenecer a esas bandas por falta de oportunidades, pobreza, violencia intrafamiliar, desintegración familiar, abuso sexual, uso de drogas y alcohol y un largo etcétera. Debe brindársele protección a la población infantil y juvenil vulnerable al mal del siglo que paulatinamente se expande y se adueña del recurso más preciado con el que cuenta el futuro de la nación. Vale recordar que el término mara tiene su origen en el nombre de las hormigas brasileñas denominado marabunta, quienes en su andar destruyen lo que encuentren en su camino. Toda vez que los objetivos de esos grupos generadores de terror están asociados a la expansión, la territorialidad, la criminalidad y a imponer su poderío sobre cualquier pandilla rival, sin importar si afectan a gente honrada y trabajadora en su intento. No hay que perder de vista que en la actualidad las maras suman integrantes desde edades muy tempranas a quienes todavía siendo niños utilizan para sus múltiples actividades delictivas que mantienen en estado de shock a la ciudadanía.

Las pandillas son un serio dolor de cabeza para el Estado y para las fuerzas de seguridad, pues el hecho de enganchar a la niñez y a la juventud en sus macabros planes hace más difícil enfrentarlas y contenerlas. Ello obliga a precisar políticas públicas en el contexto nacional que permitan generar oportunidades para que los infantes que estén en riesgo de involucrarse en esas organizaciones no caigan en los garfios del crimen, además de extremar medidas de urgencia para la implementación y la consolidación de un sistema carcelario que se ajuste a la realidad de ese fenómeno delincuencial, en el cual la población reclusa no tenga la ocasión de operar desde su centro correccional.

Las nuevas autoridades del Ministerio de Gobernación, se enfocan en la prevención del delito, la seguridad ciudadana, empresarial e internacional, para detener ese flagelo que tiene de rodillas a la sociedad y tratar de frenar a esas clicas. Es aquí donde se necesita un sólido sistema de justicia que no le tiemble la mano al imponer sentencias de conformidad con el debido proceso, así como el absoluto respaldo de la población para someter a esos parásitos sociales al imperio de la ley y recuperar la paz social, el bien común y salvaguardar a la niñez. En consecuencia, tipificar a las pandillas como grupos terroristas no es una idea tan descabellada por la forma sanguinaria de actuar.

Fernando Lucero
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COLUMNAS

Educación y aprendizaje, herramientas para la juventud

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Laura Díaz

[email protected]

La educación en la juventud es la base del futuro, ya que no solo ofrece conocimientos, sino también habilidades esenciales para enfrentar desafíos y es la clave para oportunidades laborales y desarrollo personal.

El reto en la actualidad es que se prepare a las juventudes para prosperar en una era globalizada del conocimiento y puedan adaptarse a un mundo en constante transformación. Actualmente se hace necesario equipar a la adolescencia y juventud con habilidades analíticas, comunicativas, resolutivas, creativas e iniciativas a través de una educación integral.

Estas destrezas no solo los prepararán para abordar los desafíos del mundo en constante cambio, sino que también los capacitarán para aplicar eficazmente estos conocimientos en su vida diaria y profesional.


Según el Instituto Nacional de Estadística, el nivel de escolaridad en el país es bajo, con un promedio de 2.3 años y en los departamentos en donde su población es mayoritariamente indígena el promedio es de 1.3 años. Un informe de la Unesco en 2021 detalla que Guatemala se sitúa por debajo del promedio regional de educación.

Es crucial dotar a la juventud guatemalteca con las herramientas adecuadas para un futuro prometedor.

La juventud está en constante transformación, es por esta razón que los procesos de aprendizaje, las prácticas educativas y los métodos de evaluación deben adaptarse para fomentar la proactividad y la responsabilidad hacia su propio crecimiento.

Esto implica un cambio de enfoque, de simplemente adquirir conocimientos y obtener calificaciones, a fomentar la creatividad y la colaboración entre los jóvenes.

Al poner esto en práctica, se les brinda la oportunidad de ser agentes activos en su educación, preparándolos mejor para los desafíos cambiantes del mundo moderno.

Los jóvenes son agentes activos en la construcción de su conocimiento; su capacidad de autoevaluación les permite desarrollar las habilidades necesarias para enfrentar los desafíos de esta era en constante cambio, reformulando sus metas y aspiraciones para adaptarse a las demandas actuales.

Conjuve reconoce la importancia de la educación en la juventud, por lo que este tema es uno de sus ejes estratégicos, a través de la promoción de acciones y vinculaciones con el Ministerio de Educación (Mineduc) y con el Comité de Alfabetización (Conalfa), entre otros.

Colaborador DCA
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COLUMNAS

Fotografías

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Karen Trajtemberg

Escuela de Comunicaciones y Periodismo

En la medida en que las actividades de las y los candidatos a alcaldes, concejales y gobernadores regionales en Chile se basen en fotografías momentáneas, percepciones ligadas al consumo de desinformación y casuística, la línea que limita la discriminación será cada vez más delgada y fácil de cruzar. Las contradicciones son parte del ser humano y, ciertamente, de la política. El problema es cuando esta hace su trabajo desde esas discrepancias y basa decisiones de largo plazo en percepciones del momento.

Es el clásico ejemplo de las encuestas sobre contenidos televisivos, donde los consultados critican la falta de programas culturales, pero cuando los canales agregan ese tipo de programas a la parrilla, el rating es bajísimo. Nadie los ve.

En política a ratos sucede lo mismo, con el agravante del alcance que tienen las opiniones disfrazadas de verdades y la caja de resonancia que constituyen las redes sociales, con libertad absoluta, pero sin responsabilidad frente a lo que se dice o se muestra (aun cuando sea mentira).

Lo anterior sazonado además con los contenidos de la TV y, en específico, la exposición de los chilenos a los matinales, que muchas veces define la agenda política y las percepciones ciudadanas.

La migración es una muestra patente de este escenario.

La migración es una muestra patente de este escenario, en el que se instalan conceptos como extranjeros y delincuencia, conjugándolos constantemente juntos. La encuesta Bicentenario dada a conocer esta semana por la Universidad Católica evidencia lo complejo de este tipo de asociaciones y del efecto que se puede generar a partir de la creación de realidades con el lenguaje y la imagen, en este caso, sobre quienes llegan a Chile.

Así, las contradicciones y paradojas se hacen patentes al revisar los datos. Entre ellos, por ejemplo, casi un 80 por ciento de los consultados dice “nunca” o “casi nunca” haber tenido malas experiencias con migrantes, pero un 86 por ciento cree que la cantidad de personas extranjeras en Chile es “exagerada” y, peor aún, el 91 por ciento asegura que aquello ha tenido un efecto en el aumento de la delincuencia.

Cuántas de estas percepciones están marcadas por los contenidos que la ciudadanía consume en televisión y redes sociales son materia de estudio, pero ya aparecen algunas luces, por ejemplo, en las mediciones del Consejo Nacional de Televisión, que a fines de 2023 mostró que el consumo de matinales es más alto en los segmentos sobre 35 años y de tercera edad, lo que coincide, en un análisis básico, al menos, con que los encuestados de esos mismos grupos etarios en la Bicentenario quienes consideran que la migración ha hecho de Chile un peor lugar para vivir.

Los matinales transmiten largas horas todos los días, poniendo énfasis en el fenómeno de la delincuencia y en las “nuevas formas” que esta va adquiriendo, con una preminencia de temas policiales y judiciales (que llega hasta al 40 por ciento de los contenidos en algunos canales) en los que se involucran migrantes, sea a nivel de organizaciones internacionales (como el Tren de Aragua) o de individuos. Y, además, con pocas menciones a los chilenos que también participan en estos hechos.

Baja es también la cobertura a otros procesos en los que los extranjeros participan y que generan un aporte al país. De hecho, en el caso de Valparaíso, que se instala en el tercer lugar nacional respecto de la cantidad de población migrante (casi cien mil personas), un trabajo dado a conocer por la Unidad de Estudios del Parque Cultural de Valparaíso en marzo pasado tuvo poca masificación, pese a que se concentraba precisamente en dar a conocer la contribución cultural de estos grupos.

Lo interesante o complejo será verificar cómo todo lo anterior será traducido al lenguaje de las campañas para las elecciones de este año y el próximo. ¿Se masificarán los “creativos”? ¿Qué papel tendrá la conjunción artificial entre delincuencia y migración en la lucha por el voto?

En la medida en que las actividades de las y los candidatos se basen en fotografías momentáneas (como las encuestas), percepciones ligadas al consumo de desinformación y casuística, la línea que limita la discriminación será cada vez más delgada y fácil de cruzar, con la posibilidad de que el fenómeno de la migración se transforme en uno más grave, en el que esta realidad, muchas veces creada o agrandada, genere posiciones extremas e incluso violentas.

Colaborador DCA
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COLUMNAS

Gripe H5N1: ¿la próxima pandemia? (I)

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Ignacio López-Goñi

Miembro de la Sociedad Española de Microbiología 

Animales y humanos compartimos cerca de 300 enfermedades infecciosas, y cada año aparecen nuevas. Según datos de la Organización Mundial de Sanidad Animal, cerca del 75 por ciento de las nuevas infecciones emergentes humanas es de origen animal.

Entre los días 27 y 30 de abril se celebra en Barcelona el Congreso Mundial de la Sociedad Europea de Microbiología Clínica y Enfermedades Infecciosas (Escmid). Uno de los temas que se van a tratar es la amenaza de una nueva pandemia.

Nadie duda de que ocurrirá, el problema es que no sabemos qué la causará ni cuándo. Hace años, la OMS ya definió una enfermedad X como amenaza de salud global. El microorganismo causante sería probablemente un virus fácilmente trasmisible por el aire, muy virulento y “nuevo” para nuestro sistema inmunitario.

Hace años, la OMS ya definió una enfermedad X como amenaza de salud
global. 

La inmensa mayoría de los científicos pensábamos que el candidato más probable sería un nuevo virus de la gripe, pero el coronavirus SARS-CoV-2 nos adelantó por la derecha. Aunque la amenaza de un nuevo coronavirus sigue latente, el virus de la gripe es aún el candidato más probable para causar la próxima pandemia.

El virus de la gripe o influenza pertenece a la familia de los Orthomyxovirus. En realidad, existen cuatro tipos (A, B, C y D), genéticamente distintos. En humanos, la gripe A es la más frecuente; la B aparece cada 2-4 años y suele ser menos problemática; la C es más rara y suele causar infecciones leves, y los virus de tipo D afectan al ganado.

El virus está rodeado de una membrana o envoltura y tiene un genoma contenido en ocho fragmentos de ARN con información para diez proteínas. En el virus de la gripe A, dos de esas proteínas son las denominadas hemaglutinina (que se abrevia con la letra H) y neuraminidasa (N).

Hasta ahora se conocen 18 tipos distintos de H y 11 de N. El que lleva la H de tipo 1 y la N de tipo 1 se denomina H1N1; el que lleva la H de tipo 1 y la N de tipo 2, H1N2… y así hasta H18N11, según las combinaciones posibles.

Este virus varía de dos formas. Cuando replica su genoma puede sufrir errores o mutaciones en los genes de la H y de la N, lo cual origina subtipos o cepas que cambian con el tiempo. Son la causa de las epidemias de gripe estacionales y de que haya que renovar las vacunas cada uno o dos años. Por eso, estas se preparan con un cóctel de los virus que se trasmitieron en la población el año anterior.

                  Continuará… 

Colaborador DCA
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