EDITORIALES
Rompiendo todos los récords
Las cifras lo indican y, a la vez, son contundentes, como contundentes han sido los operativos y las diferentes estrategias, encabezados por el Ministerio de Gobernación, que como hilo conductor tienen el de la prevención de la criminalidad y el delito.
Además, sus ejes temáticos, como la seguridad ciudadana, empresarial e internacional a través de los elementos de la Policía Nacional Civil, han logrado reducir las estadísticas como nunca se había hecho antes.
No cabe duda de que el ciudadano que viaja en transporte colectivo o en su automóvil está más seguro que antes, debido a los múltiples operativos de control, acción y supervisión.
Los números lo dicen todo. Por ejemplo, seguramente recuerda la operación Tranquilidad, la cual consiste en el abordaje de buses urbanos y extraurbanos. Se registra y se identifica a los pasajeros. Su intención es prevenir delitos como asaltos o balaceras, que es a lo que más le temen los usuarios. En este operativo ya se identificó a 10 mil 812 pasajeros, se consignaron 10 licencias de conducir y se pusieron 24 remisiones, entre otros resultados que reportaron las autoridades.
También está la operación Harley, en la que las fuerzas de seguridad montaron operativos en distintos sectores de la ciudad, con el fin de combatir hechos delictivos infligidos por motoladrones o motosicarios.
Por otro lado, está el combate al narcotráfico, en el que se ha fortalecido la identificación, localización y erradicación de amapola.
Por ejemplo, en lo que va de este año el avalúo de lo incautado consiste en Q845 millones 824 mil 125, comparado con los Q441 millones 375 mil 375 del mismo perío de 2017. En el caso de la cocaína, en el mismo lapso del año pasado el avalúo de lo confiscado fue de Q243 millones 336 mil 612, mientras que a la fecha van Q458 millones 592 mil.
Las acciones de las fuerzas de seguridad han sido altamente efectivas. De continuar con esa buena racha, además de romper con todas las estadísticas, sin duda se logrará la plena seguridad que anhelan los guatemaltecos.
COLUMNAS
Destitución de Fiscal General es un asunto de principios y valores
La decisión del presidente de la República, Bernardo Arévalo, de dejar en manos del Organismo Legislativo la posibilidad de que la Fiscal General y jefa del Ministerio Público (MP), Consuelo Porras, pueda ser removida es una acción que permitirá terminar con uno de los períodos más
lamentables en la existencia del ente a cargo de defender el Estado de derecho y evitar el saqueo de los fondos públicos.
De hecho, durante su primera cadena de radio y televisión, en la que informó sobre el anteproyecto de reforma a la normativa que rige al MP, el mandatario anticipó que “el oscuro ciclo de Consuelo Porras debe terminar ya”, confiado en que los parlamentarios se unirán a la cruzada nacional que demanda el retiro inmediato de alguien que es vista como defensora a ultranza de políticos, exfuncionarios y empresarios corruptos y de perseguir, mediante casos simulados, a quienes critican y cuestionan su errado proceder.
Ignorada por la comunidad internacional (43 naciones le niegan el ingreso a su territorio) y vista como una paria en Guatemala, Porras se aferra al cargo valiéndose de argucias legales que han impedido que el jefe de Estado la cese de sus funciones, como clama la mayoría de ciudadanos, quienes no se explican por qué, habiendo tantas evidencias contra Alejandro Giammattei, Miguel Martínez, ministros y secretarios que integraron ese desgobierno, ella ha sido incapaz de avanzar en casos que evidencian el asalto al erario.
Como lo mencionó el mandatario, el cargo de Fiscal General es el único que no le rinde cuentas a nadie y su permanencia depende de sí mismo; sin embargo, es tiempo de que se corrijan los errores, con el fin de que los responsables de la investigación sean removidos cuando, como ocurre en este caso, su permanencia genera daños irreparables a la nación, bloquea la probidad y, sobre todo, ofrece respiro a los sinvergüenzas que se han enriquecido de manera ilícita, vil y despiadada.
EDITORIALES
La valiente tarea de abaratar las medicinas
«Entendemos la salud como un derecho humano y, por lo tanto, es una responsabilidad del Estado”, refiere el Plan de Gobierno 2024-2028 que rige el trabajo del presidente Bernardo Arévalo y la vicemandataria Karin Herrera.
En el citado documento se advierte que garantizar este derecho no depende de la capacidad económica de los guatemaltecos, porque pasa por transformar el sistema.
Para lograr la mencionada transformación, es inevitable enfrentar a las fuerzas oscuras y poderosas que, durante años, negocian con la salud de los ciudadanos al controlar los precios de los medicamentos en los centros asistenciales públicos. Estos mercaderes no solo han sangrado el erario, sino que también han impedido la libre competencia en el sector.
Lo anteriormente descrito dimensiona la importancia del convenio suscrito entre el Ministerio de Salud y la Oficina de Naciones Unidas de Servicios para Proyectos (Unops), el cual marcará un hito en la red hospitalaria nacional, porque se adquirirán fármacos, material quirúrgico y equipo 57 por ciento más barato, una proyección con base en la experiencia en el IGSS, gracias a procesos más transparentes y probos que los actuales.
Además de facilitar la participación de más proveedores internacionales y, por consiguiente, asegurar precios más cómodos, los contratos que se firman con la Unops son temporales y contemplan capacitaciones, con el objetivo de dotar a los Estados y a sus funcionarios de los conocimientos y competencias para que continúen las transacciones de manera independiente.
De igual manera, sus protocolos están blindados ante posibles injerencias que estimulen el tráfico de influencias y la corrupción.
En fin, Guatemala se encamina a terminar con el infame negocio de las medicinas, cuyas consecuencias se cuentan con pérdidas de vidas. Es predecible que las mafias no se quedarán quietas y atacarán, mediante sus secuaces y sicarios de la desinformación, este programa cuyo “pecado” es anteponer el bien común y combatir el vil actuar de los desalmados.
COLUMNAS
“No hay democracia sin justicia social…”
El irrespeto a los derechos laborales, así como la malnutrición y la pobreza, son solo algunos de los males que afectan a la sociedad guatemalteca, aspectos ante los que el gobierno encabezado por el presidente Bernardo Arévalo y la vicegobernante Karin Herrera enfocó sus esfuerzos durante las útimas horas.
Ayer, en un inusual acto, Arévalo recibió, frente al Palacio Nacional de la Cultura, a los líderes de sindicatos que participaron en la marcha por la conmemoración del Día Internacional del Trabajo, de quienes recibió demandas de crear los mecanismos que permitan mejores condiciones laborales, protección social, seguridad ocupacional y respeto a las actividades sindicales. Ante ellos y miles de asistentes que se dieron cita en la Plaza de la Constitución, el mandatario renovó su compromiso con los valores fundamentaltes de la democracia y la justicia social.
“Nos seguimos enfrentando a la mezquindad de quienes quieren que todo permanezca igual, de quienes se enriquecen a costa del pueblo, satisfechos y temerosos de perder sus privilegios, esa élite político criminal corrupta que ha cooptado las distintas instituciones del Estado y que se resiste a abandonarlas, a pesar del veredicto del pueblo en las urnas”, refirió el jefe de Estado al dirigirse a la multitud.
Horas antes de refrendar su compromiso con la clase obrera, Arévalo y Herrera lanzaron una ofensiva contra la pobreza y la malnutrición en siete municipios, tres de Huehuetenango, así como uno en los departamentos de Totonicapán, Chimaltenango, Sololá y Quiché. El programa, en el que están involucradas nueve instituciones estatales y que busca llevar adelante “una nueva posiblidad para vivir mejor”, se ampliará progresivamente hasta alcanzar los 114 municipios priorizados por sus niveles de pobreza y desnutrición.
El Gobierno está consciente de la “misión trascendental” que tiene por delante, pero, pese a los obstáculos que debe afrontar producto del deterioro institucional que encontró el binomio presidencial al asumir funciones, impulsa acciones para combatir los flagelos que enfrenta la sociedad, pues se siente acompañado por el pueblo de Guatemala al que se debe, toda vez que “la mayoría de guatemaltecos se cansó de ser estafada por esa estirpe de políticos corruptos, esa gente que se sabe merecedora de un futuro mejor y que está dispuesta a participar activa y honradamente en su construcción”, como lo afirmó Arévalo.
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