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COLUMNAS

Ultimátum

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Dr. Jorge Antonio Ortega G.
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Luego de las fiestas de fin de año, incluida la Navidad ortodoxa con una supuesta tregua o alto el fuego por las fuerzas rusas derivó en un ultimátum de parte de Moscú a través de su canciller Serguei Lavrov: Kiev debe reconocer sus “nuevas tierras”, lo cual se traduce a las regiones de Donetsk, Luhansk, Zaporizhzhia y Kherson. El Kremlin asumió su propiedad tras realizar un referéndum fraudulento.

Lo paradójico es que un día después de que el presidente ruso Vladimir Putin expresó que estaba abierto a negociar con Ucrania, pero su ministro de relaciones exteriores dijo que Kiev y Occidente pretendían destruir su país y que Ucrania debía cumplir las exigencias de Moscú o lo haría su ejército.

Kiev y sus aliados occidentales han rechazado la oferta de Putin de dialogar mientras sus fuerzas bombardean cuidades y poblaciones ucranianas con misiles; Moscú sigue en su temática de exigir a Ucrania que reconozca la conquista de la quinta parte de su territorio, a lo cual el presidente Volodímir Zelensky afirmó que luchará hasta que Rusia se retire de Ucrania.

El presidente Volodímir Zelensky afirmó que luchará hasta que Rusia se retire de Ucrania.

El ministro de relaciones exteriores ruso declaró a la agencia estatal de noticias TASS “de los territorios controlados por el régimen, el enemigo conoce bien nuestras propuestas de desmilitarización y desnazificación, y la eliminación de las amenazas a la seguridad de Rusia que emanan de ellos, incluidas nuestras nueva tierras”, “La cuestión es simple: cúmplanlas por su propio bien. De lo contrario, la cuestión será resuelta por la fuerza militar”.

La excusa de la invasión rusa a Ucrania no tiene una base sólida, se argumenta en la amenaza a su seguridad. Aún hoy, dicha agresión a la soberanía ucraniana es de una “Operación Militar Especial” que contabiliza once meses.

Los observadores y analistas no visualizan un final próximo a las hostilidades, máximo que los ucranianos están resueltos a luchar hasta lograr la victoria final (en lo político y militar); los mandos militares rusos sobreestimaron al oponente y la respuesta de Occidente.

La situación es compleja de momento, las operaciones continúan, al igual que los sabotajes atrás de las líneas del invasor, la gran contraofensiva lanzada por Kiev a desequilibrado los pronósticos y el curso de la guerra, lo cual ha permitido un aumento de moral combativa de las tropas ucranianas y de su población en general.

El gobierno de Zelensky ha descartado conceder tierra a Rusia a cambio de la paz, y exige públicamente que el invasor devuelva todas las regiones invadidas. En realidad, la invasión de Putin no fue más que una apropiación imperialista de territorios.

Por su parte, Estados Unidos y sus aliados han impuesto y endurecido una serie de sanciones a Rusia por su invasión y están dando soporte económico a Ucrania en miles de millones de dólares.

La semana pasada, en la visita del presidente ucraniano Zelensky a Washington, el Gobierno de Estados Unidos anuncio otros 1850 millones de dólares en ayuda militar para Ucrania, incluida la transferencia del sistema de defensa antiaérea Patriot, situación molesta para Moscú, lo cual dejó ver muy claro el canciller ruso: “No es un secreto para nadie que el objetivo estratégico de Estados Unidos y sus aliados de la OTAN es derrotar a Rusia en el campo de batalla como mecanismo para debilitar significativamente o incluso destruir nuestro país”.

Reiteró que Rusia y Estados Unidos no pueden mantener una conexión normal, culpando a la administración del presidente estadunidense Joe Biden.

Los numerosos y embarazosos reveses rusos en los teatros de operaciones, y las diversas lagunas en las defensas aéreas rusas han permitido, que un presunto dron ucraniano penetrara recientemente cientos de kilómetros a través del espacio aéreo ruso, provocando una explosión mortal en la principal base de bombarderos estratégicos, a lo anterior se le suma la destrucción de un cuartel donde fallecieron más de un centenar de reclutas rusos en
Makivka, región de Donetsk.

La paz esta muy lejana aún.

Colaborador DCA
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COLUMNAS

Buenas prácticas para mejorar la gestión pública (I)

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Israel Gómez Córdova
Jefe Departamento de Documentación y Divulgación
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En la búsqueda de un mejor y más eficiente servicio al ciudadano, la gestión pública constituye un paradigma de gestión, que combina los papeles de empresario y gerente. En este sentido, se plantea una modificación en el método de redistribución de los bienes y cargas esté orientada al ciudadano, posibilitando así, un auténtico reflejo de la inserción de la perspectiva privada dentro del sector público.

Esto implica, entre otras cuestiones, que la actual gestión pública se aproxima al sistema utilizado en las empresas privadas, en términos de búsqueda de una mejor eficiencia y eficacia del servicio que se presta, pues en ocasiones se cumple aquella paradoja de la implantación de la imagen del Gobierno, cuya idea es que el sector público esté en manos de funcionarios públicos dotados con un control activo, visible y discrecional sobre las instituciones.

Se anteponen los resultados a los procedimientos, y se enfatiza la importancia de la evaluación.

En este sentido se puede denominar neogerencia, desarrolla un diseño de objetivos por resultados, donde se formulan estándares explícitos y medidas de rendimiento, así como la definición de metas e indicadores de éxito, preferentemente expresados en términos cuantitativos.

Así, la responsabilidad es configurada con base en una declaración nítida de metas, de modo que se pone énfasis en los controles de resultados, en tanto que la asignación de recursos se asocia a medidas de rendimiento. Asimismo, se anteponen los resultados a los procedimientos, y se enfatiza la importancia de la evaluación y la eficiencia.

Así, al ser hoy la democracia un concepto supranacional, la sociedad civil, entendida como la sociedad organizada y ponderada de acuerdo con el poder que tienen los diversos grupos e individuos, se constata como avanza ese continuo requerimiento de atenciones del ciudadano sobre las administraciones e incluso sucede una crítica constante a las fórmulas de gestión de estas.

Desde este punto de vista, la sociedad es un factor importante para tener en cuenta en la gestión pública y en su efectividad y eficiencia, que a todas luces traspasa las fronteras nacionales y se configura desde nuevas agendas sociales, culturales, políticas y económicas cada vez más globales. Además, hay que tener muy en cuenta que aplicaban soluciones que hoy podrían ser perfectamente aceptadas, en materia de desarrollo de mejoras administrativas.

Continuará…

Colaborador DCA
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COLUMNAS

Multilateralismo y cero desechos

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António Guterres

Secretario General de las Naciones Unidas

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Importancia del multilateralismo y la diplomacia para la paz. El 24 de abril de cada año se pone de manifiesto una verdad fundamental: ningún país puede resolver los problemas actuales por sí solo. 

El diálogo, la diplomacia y las soluciones multilaterales son el camino más seguro hacia un mundo en paz y más justo. 

Son ideales intemporales que cimientan la Carta de las Naciones Unidas (en vigencia desde el 24 de octubre de 1945) y que impulsan los esfuerzos mundiales para proteger los derechos humanos y así forjar paz, esperanza y prosperidad para todas las personas. 

No obstante, por todo el mundo hay conflictos, catástrofes climáticas, pobreza y desigualdades que plantean enormes obstáculos a la diplomacia y las soluciones multilaterales. La lucha por espacios altamente competitivos afecta el ambiente de colaboración; la implacable división acaba con el diálogo. 

El diálogo, la diplomacia y las soluciones multilaterales son el camino más seguro hacia un mundo en paz y más justo.

La diplomacia y el propio sistema multilateral se crearon precisamente para momentos como este. Debemos crear condiciones para un nuevo espíritu de cooperación global para reconstruir la confianza, reducir las divisiones confrontativas y orientar a la humanidad hacia la paz. 

La Cumbre del Futuro que tendrá lugar el próximo septiembre será una oportunidad decisiva para que los países encuentren soluciones en común. Con una Nueva Agenda de Paz que aborde los factores de conflicto de forma holística se puede ayudar a restablecer la fe en el sistema multilateral y en lo que podemos conseguir trabajando unidos. 

En este importante día, exhorto a los Gobiernos y a los dirigentes a que no escatimen esfuerzos para salvar las diferencias, renovar el diálogo y la confianza y hacer posible un futuro de paz. (Objetivo de Desarrollo Sostenible -ODS- 17: Revitalizar la Alianza Mundial para el Desarrollo
Sostenible).

Hacia una cultura cero desechos.  Nuestro planeta se está ahogando en un torrente de basura. 

Cada año, la humanidad produce más de 2 mil millones de toneladas de residuos sólidos municipales. Alimentos podridos, botellas de plástico, aparatos electrónicos contaminados con productos químicos y un sinfín de cosas más se desechan sin tener en cuenta el agua, la tierra y el aire. 

Al descomponerse, la basura emite gases de efecto invernadero que se van hacia la atmósfera incrementando el calor al planeta, y también afectando la calidad del agua y del suelo, lo cual provoca enfermedades e incluso la muerte de personas en todo el mundo.  También es cierto que el consumo excesivo nos está matando. Tenemos que hacer algo.  

Desde el año pasado, la Junta Consultiva sobre Cero Desechos viene reuniendo a los asociados en torno a esta cuestión crítica y a lo que hay que hacer para conseguir que el ideal de cero desechos sea una realidad. 

Las empresas deben repensar sus productos a fin de minimizar el derroche de envases y maximizar la longevidad y el ciclo de vida de los productos. 

Los consumidores deben pensar dos veces antes de adquirir bienes y productos, y reciclar o reutilizar siempre que sea posible. 

Los gobiernos a todos los niveles deben crear economías circulares que aborden el agotamiento y la gestión de los recursos, e invertir en programas modernos de control de desechos basados en la reutilización, el reciclado, la recuperación y la prevención de la producción de desechos. 

Por su parte, la comunidad mundial debe unirse y trabajar por lograr un tratado jurídicamente vinculante para poner fin a la contaminación por plásticos. 

Cada 30 de marzo conmemoramos el día de Cero Desechos. Comprometámonos a poner fin al ciclo destructivo de los desechos, de una vez por todas. (Objetivo de Desarrollo Sostenible, ODS 12: Garantizar modalidades de consumo y producción sostenibles).

Colaborador DCA
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COLUMNAS

¿Es posible un mundo sin plásticos? (I)

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Andrea Cocchini 

Profesor de Derecho Internacional de la Universidad de Navarra

El 22 de abril, como cada año desde 1970, se celebra el Día Internacional de la Tierra, la jornada más importante dedicada a la protección del medioambiente. En esta ocasión, la organización Earth Day ha elegido el lema Planeta versus plástico. El movimiento tiene como aspiración “reducir en un 60 por ciento la producción de plásticos de aquí a 2040 para construir un futuro sin plásticos para las generaciones venideras”.

Durante el Día de la Tierra de este año, todas las iniciativas estuevieron  enfocadas a informar y sensibilizar a la opinión pública sobre los perjuicios que la contaminación plástica supone para la salud humana, la biodiversidad y el medio ambiente y sobre las medidas necesarias para atajar el problema.

Todas las iniciativas estuvieron enfocadas a informar y sensibilizar a la opinión pública. 

Entre ellas, la Earth Day menciona la necesidad de impulsar con urgencia la adopción del futuro tratado contra el plástico, incluido en el Programa para el Medio Ambiente de las Naciones Unidas y que se está trabajando con los estados desde 2022 en el Comité Intergubernamental de Negociación sobre la Contaminación por Plásticos (INC, por sus siglas en inglés).

Al margen de que se prevea finalizar un tratado dentro de 2024, es muy probable que el acuerdo que resulte de las negociaciones no esté a la altura del ambicioso objetivo que se proponen los promotores del Día de la Tierra.

Se prevé que la producción mundial de termoplásticos ascenderá a 445.25 millones de toneladas en 2025 y que los volúmenes anuales de producción seguirán aumentando en las próximas décadas hasta alcanzar aproximadamente los 590 millones de toneladas en 2050. Esto supondría un incremento de más del 30 por ciento con respecto a 2025.

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