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COLUMNAS

La electricidad en Guatemala (II)

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Fue la Revolución Liberal que entró triunfante el 30 de junio de 1871 la que creó las condiciones de paz y prosperidad necesarias para que el país buscara las vías de su modernización. En este sentido, el vapor y la electricidad se habrían de convertir en íconos del tan ansiado ideal de progreso. Fue el desarrollo de la caficultura, con toda su carga de polémica, defensores y críticos, el que permitió que en el país se creara la bonanza económica necesaria como para poder importar nuevas tecnologías, siendo la más importante la energía eléctrica.

Durante este período, específicamente en 1879, cuando el alumbrado público migró al gas primero, para pasar después, definitivamente, a la energía eléctrica, en 1885. Aunque otro de los símbolos del pujante progreso del país fue la locomotora a vapor, también se planificó en un año tan temprano como 1881, un ferrocarril que de Champerico a Retalhuleu –vía Caballo Blanco– transportara personas y bienes“por vapor o por electricidad”, según los términos bajo los cuales el Gobierno extendió la concesión de dicha vía a los señores Lyman, Fenner y Bunting, por un período de 99 años (Torres Valenzuela, 2000: 251). La primera empresa de energía eléctrica se fundaría en Guatemala en 1883, denominada Sociedad del Alumbrado Eléctrico. Esta empresa tuvo problemas de insolvencia y en 1887 pasó a poder de uno de sus principales acreedores, cambiando de nombre a Empresa Eléctrica del Norte, siendo vendida nuevamente en 1891. De acuerdo con la investigación que realizó el historiador Javier Calderón Abullarade, la tecnología instalada por esta empresa fue hidroeléctrica, utilizando la corriente del río El Naranjo, en terrenos de la Finca El Zapote.

Según Calderón, “la hidroeléctrica tenía dos turbinas de marca Leffel (francesas) que eran alimentadas por una caída de agua de alrededor de cinco metros de alto…” (2018: 22), con capacidad de generación de 74 caballos de fuerza, que fueron utilizados para generar la energía necesaria para iluminar algunos edificios públicos y 135 lámparas instaladas en las calles de la ciudad de Guatemala.

Mario Aníbal González, en su Historia Económica de Guatemala: con énfasis en la crisis de los años 30 (2012: 119), apunta que los principales usuarios del servicio de energía que prestaba la Empresa Eléctrica del Norte eran: el Teatro Nacional, con 10 focos; el Club Guatemala 8 y el Presidente de la República, general Manuel Lisandro Barillas 4. Las lámparas de iluminación instaladas por dicha empresa eran incandescentes, el invento de Tomás Alva Edison; para entonces, la vanguardia de la tecnología. Se debe señalar que en esta etapa temprana del desarrollo de la energía eléctrica en Guatemala aún no se encontraban divididas las actividades de generación, transporte y distribución, por lo que las empresas construyeron sus propios proyectos hidroeléctricos.

Rodrigo Fernándezhttps://dca.gob.gt/noticias-guatemala-diario-centro-america/wp-content/uploads/2020/02/Licenciado-Rodrigo-Fernaìndez.jpg
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COLUMNAS

Buenas prácticas para mejorar la gestión pública (III)

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Israel Gómez Córdova
Jefe Departamento de Documentación y Divulgación
[email protected]

La importancia de los elementos estructurales de la sociedad crisis, cambio, renovación, innovación, desarrollo vinculan en la actualidad y de cara al futuro, otros factores para analizar el comportamiento institucional.

La línea de mejora continua de la administración se gestiona, entre otros instrumentos, con la implementación de buenas prácticas que actualizan, desarrollan y gestionan una mejor adaptación de la administración y el servicio que prestan a la sociedad.

La reforma del Estado se han concretizado en algunos de los siguientes aspectos: a) el fortalecimiento de la institucionalidad del sector público; b) el mejoramiento de las instituciones públicas y de la calidad del servicio; c) la optimización del gasto público; d) mayores niveles de responsabilización por parte del sector público; e) el incremento de la participación ciudadana en la gestión pública y en general; y f) la adecuación del sector público y del aparato administrativo para atender nuevas demandas.

Las buenas prácticas son cada vez más accesibles.

El proceso de modernización en el ámbito de la gestión pública indica que las mayores dificultades para lograr éxito en las iniciativas antes mencionadas radican en el cómo hacer, más que en qué hacer, debido particularmente a los aspectos prácticos que presenta la gestión pública, observándose un interés creciente por el intercambio de experiencias exitosas conocidas también como buenas prácticas. 

Una buena práctica gubernamental es una experiencia, una actividad, un proceso que haya llevado a cabo una entidad pública exitosamente. Se caracteriza por: a) haber tenido resultados medibles, concretos y sistematizados; b) estos resultados hayan beneficiado a la población; y c) que sea replicable, despertando el interés en la toma de decisiones de acceder a experiencias probadas, dada la orientación de estos a soluciones concretas y efectivas.

La difusión de buenas prácticas en la gestión pública, a partir de los concursos emprendidos por las administraciones públicas en las temáticas de la calidad y la función pública, experiencias reconocidas y difundidas que promueven la replicabilidad, posibilitando el mejoramiento del desempeño y un ambiente favorable para la administración pública.

Las buenas prácticas son cada vez más accesibles y constituyen referentes para la mejora continua y la modernización de la gestión pública, especialmente en algunos ámbitos como: calidad en los servicios públicos (educación, salud, etc.), atención al usuario, mecanismos de quejas de los ciudadanos, etc., y otros como indicadores de desempeño, evaluación, planificación institucional, etc. 

Colaborador DCA
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COLUMNAS

Robot Dreams, la amistad es descubrir juntos

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Ana Sánchez de la Nieta

Revista Nuestro Tiempo

Robot Dreams es una pequeña joya. El cineasta español Pablo Berger ha adaptado la novela gráfica de la estadounidense Sara Varon que cuenta la historia de un perro (Dog) que vive solo en un apartamento en Manhattan. Para paliar su soledad, Dog decide comprar un robot que se convierte en su mejor amigo. Desde el punto de vista cinematográfico, la película es sobresaliente.

Y eso que el reto era complicadísimo, porque la cinta se apoya en un cómic minimalista, de trazo casi desnudo, nada que ver con las animaciones de Pixar y Berger, además, optó porque fuera muda. No era la primera vez que se enfrentaba a este género.

En 2012, había estrenado su magistral Blancanieves. El cineasta sostiene que una película muda requiere un cuidado especial en el ritmo, y ese cuidado puede imprimirle también carácter a una historia animada. En Robot Dreams consigue ambas cosas: un filme con ritmo y con carácter. Desde que se vio por primera vez en Cannes, la cinta no ha dejado de recibir premios. El último, al mejor largometraje animado en los galardones del cine europeo.

Es lo que nos cuenta Robot Dreams: la tristeza de la soledad, la alegría de compartir y la riqueza de descubrir.

Pero al margen de sus valores cinematográficos, es una reflexión bellísima sobre la soledad y la amistad. Tan necesaria en una época en la que la soledad se extiende como una plaga silenciosa y en la que peligra la amistad real, no virtual. La novela gráfica de Sara Varon se ubica en los años ochenta del siglo XX, pero podríamos estar hablando de que todo sucede en 2023 y de que Dog podría ser cualquiera de nuestros vecinos que vive solo.

Cuando llega la noche, se calienta un plato precocinado, se sienta en el sofá y hace zapping en la tele o en Instagram, buscando algo que le entretenga y que le ayude a olvidar que está solo. Y eso que Dog, en apariencia, como cualquiera de nosotros, lo tiene todo. Pero la soledad pesa. Los días también. Y añora la compañía que observa en algunos de sus vecinos. Y, por eso, decide comprar un robot. Y, por eso, la llegada de un sonriente android, curiosamente llamado Amica 2000, cambia su vida para siempre.

Porque es lo que pasa cuando encontramos amigos, que hasta las cosas más pequeñas saben diferente. Incluso la pizza, aunque sea precocinada. Dog quiere enseñarle a su nuevo amigo cómo se divierten en su mundo y se lo lleva al cine y a montar en las atracciones y a la playa y a bailar a un parque. Son lugares sencillos en los que Amica goza por el descubrimiento ¡el primer baño en el mar! y Dog por la compañía y por la alegría del amigo. 

Creo que todos tenemos la experiencia de descubrir a un amigo algo que nos gusta: un paisaje, una película, un restaurante, un hobby, una aplicación y, no digamos nada, otro compañero, un hermano, un novio o un sobrino. O en la otra dirección: creo que nunca hubiera leído Memorias de Adriano sin el encendido elogio de una amiga, ni me sabría toda la discografía de Silvio Rodríguez si no llega a ser por otra. Y, si en los próximos meses me apunto al gimnasio, no tengáis ninguna duda de que ha sido por la insistencia de una tercera.

Sin ellas no habría conocido a Yourcenar y no podría tirar de Días y flores los lunes en los que amanezco torcida. Es lo que nos cuenta Robot Dreams: la tristeza de la soledad, la alegría de compartir y la riqueza de descubrir. Cuando las cosas se tuerzan, como mis lunes, el recuerdo del amigo es lo que les moverá a los dos a no perder la esperanza. 

La amistad no se encierra, se reparte. Yo tengo mi propio to be continued de Robot Dreams. Lo que no me quedan son caracteres para seguir escribiendo. Pero adelanto que es una historia feliz.

Colaborador DCA
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COLUMNAS

Nos pintaron pajaritos en el aire

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Gonzalo Andrés Serrano

Facultad de Artes Liberales

Hace diez años, se presentó en el Festival de Viña del Mar el dúo colombiano Yandar & Yostin. De seguro, no lo recuerda, pero quizás sí la canción, la única que repitieron una y otra vez en su presentación en la Quinta: Te pintaron pajaritos. Nada muy elaborado ni inteligente, aunque sí con un coro pegajoso: “Te pintaron pajaritos en el aire, te juraron falso amor y le creíste. Sus promesas se quedaron el aire”. Recordé esta canción al ver otro titular de un medio informando de un nuevo anuncio del presidente chileno Gabriel Boric. 

En esta ocasión, Boric se comprometió a una millonaria inversión en el aeropuerto de Torquemada, 76 mil millones de pesos. La construcción se iniciaría el 2025 y su inauguración sería el 2027.

El alcalde de la comuna de Concón, Fredy Ramírez, no daba más de felicidad y ya se imaginaba recibiendo a los argentinos que, en 20 minutos, podrían estar en Concón disfrutando de las playas y su exquisita gastronomía. En un abrir y cerrar de ojos, pasaban de desayunar medialunas al otro lado de la cordillera a comer unas exquisitas empanadas de queso con macha en las Deliciosas a la hora del almuerzo.

El alcalde de la comuna de Concón, Fredy Ramírez, no daba más de felicidad.

La alcaldesa Macarena Ripamonti también se sumó al carro de esperanza con entusiasmo y ya se proyectaba vendiendo entradas para el festival. Lamentablemente, para los alcaldes, el presidente Boric y sus ministros, existimos los historiadores para amargar la vida al resto y reducir las expectativas. De hecho, apenas salió la noticia, me llamó mi amigo y colega Rodrigo Moreno para sumar este anuncio a una larga lista de promesas incumplidas que tenemos registradas y cuyo podio encabeza, por supuesto, el tren rápido entre Valparaíso y Santiago. El aeropuerto de Torquemada sigue firme en el segundo lugar y el tercer puesto, lo pelea una marina en el Estero Marga Marga con un teleférico que unirá los cerros porteños.

Cuando mi correligionario de Wanderers me comentó la nota, inmediatamente recordé una columna que había escrito hace siete años, ante otro anuncio de las autoridades de habilitar el aeropuerto de Torquemada para vuelos de bajo costo. En esa ocasión, mi entusiasmo e ingenuidad me llevaron a recordar los orígenes de este lugar, la donación del capitán Andrés de Torquemada a los jesuitas, la ubicación estratégica de este lugar y su ocupación en la guerra civil de 1891, los vuelos noventeros entre Santiago y Concón, que permitieron a más de alguno viajar por primera vez en avión, y el sueño de que miles de argentinos llegaran por esta vía a Concón.

Sin embargo, vale la pena cuestionar estas ideas cuando en la práctica, no han sido capaces de ampliar en una pista la colapsada y cada vez más peligrosa Ruta 68. Tampoco han concretado la extensión del tren de Limache a Quillota y seguimos a la espera de la modernización del sistema de buses en la región. Dicen que la diferencia entre el optimista y el pesimista es que este último tiene más experiencia. Luego de siete años y después de varias promesas incumplidas, me parece que el dicho hoy cobra más relevancia que nunca.

Colaborador DCA
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