El fenómeno de Ricardo Arjona en Guatemala puede medirse de dos maneras. Cuantitativamente, con el público agotando localidades para sus shows en pocos días; y cualitativamente, con una devoción que comienza en ingeniosos carteles y acaba en lágrimas de alegría. Ambas cosas las sabe el cantautor, y por ello, después de año y medio de recorrer el mundo, este fin de semana cerró la carpa de su Circo Soledad en su patria. A sus “paisanos”, el artista les cantó sus grandes éxitos, les compartió anécdotas, les entregó su corazón, y mucha más música si se la hubieran pedido.

Una fiesta

La aparición del acróbata Panchorizo, pocos minutos antes de las 20:00, fue el mejor indicio de que el espectáculo estaba por arrancar. Un telón blanco aún cubría las tablas cuando sonó Circo Soledad, pero luego de una breve intervención de los instrumentistas, este cayó ante Ella. Con esa canción, Ricardo Arjona emergió de un escenario en el que segundos más tarde presentó a su Señorita.

A El problema, el guatemalteco le halló solución con una ovación extendida de su público. Llegaron sus primeras palabras y una petición: no verlo como el cantante de las luces y el escenario, sino como ese “patojo” que se subía a la ruta 16 o a un ruletero para llegar a su casa. “Para mí, hoy es una fiesta, un reencuentro y la posibilidad de decirle adiós a esto (el tour) de la mano de ustedes”, manifestó.

Éxitos de ayer y hoy

Con el beneplácito de los asistentes, el guatemalteco dio paso a temas emblemáticos de sus repertorio, como Acompáñame a estar solo, y otros más recientes, como Hasta que la muerte nos separe. Luego de recordar su timidez juvenil se entregó a Desnuda, Lo poco que tengo, Realmente no estoy tan solo, Sin ti sin mí y Porque puedo.

Arjona se subió al carro de esas composiciones que lo convirtieron en estrella mundial, y lo hizo a bordo de un clásico: Historia de taxi, al que al final le dio un giro más caribeño, con baile incluido. Los coros de la concurrencia no se detuvieron en casi ningún momento del show, pero se intensificaron con canciones como Si el norte fuera el sur, Dime que no y Te conozco. Caso especial es Señora de las cuatro décadas, una debilidad de las fanáticas, hayan o no alcanzado esa cifra.

A falta de Gaby Moreno, en Fuiste tú, Ricardo se dejó acompañar por una de las integrantes de su agrupación, la colombiana Susy Correa. La noche llegaba a su culmen, pero el cantautor quería más y se entregó en Quién diría, Mi primera vez, Mi país y Buenas noches don David. La última línea de esa melodía (“Pronto seremos tres”), el cantante se la reservó a Panchorizo, a quien también agradeció por ser parte de esta gira.

La despedida

Unos relojes antiguos proyectados en los visuales anunciaban que los Minutos con Arjona se acababan. Luego de dos horas casi ininterrumpidas de música, el cierre llegó con Mujeres, el reconocimiento público para sus músicos y un recordatorio: “Yo soy Ricardo, y soy de Guatemala.” La despedida extraoficial, sin embargo, ocurrió casi tres horas después de finalizado el concierto. Unas camionetas oscuras, en las que se presumía iba el cantante, pasaron delante de algunos fans aún rezagados en la afueras de Explanada Cayalá. Está de más decir que la locura volvió a desatarse.

Priscilla León López