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COLUMNAS

El futuro gobierno, sin ninguna atadura, podrá tomar la decisión que mejor convenga de conformidad con el mandato que obtenga en las urnas

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La decisión tomada por el Presidente de la República de NO renovar el mandato de la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (CICIG) se trata de una importante decisión que deja la mesa absolutamente limpia para que el próximo gobierno pueda tomar la decisión que, a su juicio, y de conformidad con el mandato que reciba en las urnas electorales, sea el que más convenga a los intereses nacionales. De conformidad con la decisión tomada por el Presidente de la República, representante que es de la unidad nacional, la CICIG finalizará sus labores el tres de septiembre del año entrante, es decir, el tres de septiembre de 2019, fecha en la que se cumplirán doce años –exactamente– desde que comenzó a realizarlas. La legitimidad de la decisión tomada es incuestionable, puesto que fue tomada por el Presidente de la República, quien ejerce la Jefatura del Estado y del Gobierno, por mandato del pueblo (para que el pueblo escoja a quién quiere conferir este mandato es que se celebran elecciones), encontrándose la decisión tomada dentro del ámbito de las atribuciones que le corresponden, decisión que fue tomada y notificada, incluso, con el refrendo de la ministra de Relaciones Exteriores.

La Constitución establece que el presidente debe de actuar siempre con el refrendo de los ministros –si en consejo de ministros– o, al menos, de uno de ellos en sus otros actos, mandato constitucional que la Corte de Constitucionalidad recordará en el fallo que emitiera el año pasado.

Ha habido alguien que ha sugerido que la decisión del presidente de NO renovar el mandato crea incertidumbre pero, por el contrario, lo que establece es plena certeza jurídica: el mandato NO será renovado y el 3 de septiembre de 2019 la Comisión que establecimos dejará de existir.

Mayor certeza no podría darse sobre el tema y máxime cuando la Corte de Constitucionalidad no ha considerado suspensión alguna de la decisión tomada. El año entrante se celebrarán elecciones y es posible que el próximo presidente y los diputados que resulten electos tuvieren una idea distinta, por lo que queda para estos abierto el camino para que, una vez hayan tomado posesión de sus cargos, el 14 de enero de 2020 –ni un día antes, ni uno después– puedan establecerla nuevamente, en los mismos o en distintos términos, pactada con la misma Organización o con otra distinta y contando o no con sus mismos protagonistas, como también podría ser que no tengan interés en convenio alguno y se atengan a las instituciones nacionales, siendo posible –de igual forma– que optasen por el establecimiento de una Comisión renovada que fortalezca los aciertos de la anterior pero que elimine sus errores.

La cita que hago del presidente –pero, también, del Congreso– no es casual ya que, para el caso de un nuevo convenio, tendría que contarse con la aprobación de ambos (negociación, aprobación, sanción), cada cual en el ámbito de su respectiva competencia. La decisión tomada es correcta en términos de tiempo puesto que, sin improvisaciones de ningún tipo, permitirá que la Comisión se esfuerce por alcanzar los fines que, hasta ahora, no haya podido alcanzar, transmita sus capacidades a las instituciones ordinarias incluida su experiencia habida, con el análisis de sus éxitos y de sus fracasos, y cierre sus operaciones y oficinas con el orden que debe realizarse. Además de su acierto para evitar improvisaciones, la decisión ha gozado de absoluta transparencia y ha sido ampliamente divulgada. A estas alturas surgen algunas preguntas que vale la pena responder, así como la repetición de algunos errores conceptuales que es bueno corregir.

La CICIG no es parte de la Organización de las Naciones Unidas y es incorrecto referirse a esta como una oficina de la Organización, tratándose de una Comisión Internacional concebida, originalmente, para funcionar por dos años y que, por las prórrogas acordadas, a su finalización, habrá funcionado doce.

Los funcionarios de la CICIG no son funcionarios de la Organización de las Naciones Unidas, no siéndolo quien la preside ni ninguno de ellos.

El Estado de Guatemala no ha comunicado a la Comisión que su mandato no será renovado sino a la ONU, la Organización con la cual la estableció, su única contraparte en el tratado celebrado. Ha funcionado financiada por nosotros (aportes no monetarios) y por países donantes que libremente han querido hacerlo, países que, sin embargo, no son parte del tratado.

El otro tema surgido, ya no en torno a la Comisión y la finalización de su mandato sino del profesional que la dirige, vale la pena señalar que el tratado celebrado da la potestad de designarlo –sin más– al secretario general de las Naciones Unidas, no existiendo en el mismo la figura de un subcomisionado y que, en todo caso, el funcionamiento de la Comisión –de conformidad con el tratado– se encuentra sujeto a nuestras leyes, la Constitución, la primera y a las otras, encabezadas por el tratado (tratado en materia de Derechos Humanos), siendo obvio que sobre este tema, el del Comisionado y su actuación, existe controversia entre las partes, controversia que, de conformidad con el artículo 12 del tratado son las partes, es decir, la ONU y el Gobierno de Guatemala, quienes deben resolverla.

La legalidad de los actos de gobierno –de sus actos reglados– es susceptible de control judicial, pero no así la oportunidad y conveniencia de los mismos, aspecto político, sujetos estos, en lo político, a control político pero no judicial, sabia fórmula que –para bien– aleja a los jueces de la política y de sus inevitables vericuetos y entredichos.

El artículo 12 ha empezado ya a operar y la controversia –señalado así, incluso, no solo por este artículo del tratado, sino por nuestro tribunal constitucional– debe ser resuelta por las partes.

Como electores, estamos a menos de cuatro meses de ser convocados a las urnas electorales, y si temas como estos se hacen temas de campaña nos podremos expresar sobre los mismos y otorgar a las autoridades que lleguemos a elegir el mandato que queramos.

Acisclo Valladares Molina
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COLUMNAS

Educación y aprendizaje, herramientas para la juventud

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Laura Díaz

[email protected]

La educación en la juventud es la base del futuro, ya que no solo ofrece conocimientos, sino también habilidades esenciales para enfrentar desafíos y es la clave para oportunidades laborales y desarrollo personal.

El reto en la actualidad es que se prepare a las juventudes para prosperar en una era globalizada del conocimiento y puedan adaptarse a un mundo en constante transformación. Actualmente se hace necesario equipar a la adolescencia y juventud con habilidades analíticas, comunicativas, resolutivas, creativas e iniciativas a través de una educación integral.

Estas destrezas no solo los prepararán para abordar los desafíos del mundo en constante cambio, sino que también los capacitarán para aplicar eficazmente estos conocimientos en su vida diaria y profesional.


Según el Instituto Nacional de Estadística, el nivel de escolaridad en el país es bajo, con un promedio de 2.3 años y en los departamentos en donde su población es mayoritariamente indígena el promedio es de 1.3 años. Un informe de la Unesco en 2021 detalla que Guatemala se sitúa por debajo del promedio regional de educación.

Es crucial dotar a la juventud guatemalteca con las herramientas adecuadas para un futuro prometedor.

La juventud está en constante transformación, es por esta razón que los procesos de aprendizaje, las prácticas educativas y los métodos de evaluación deben adaptarse para fomentar la proactividad y la responsabilidad hacia su propio crecimiento.

Esto implica un cambio de enfoque, de simplemente adquirir conocimientos y obtener calificaciones, a fomentar la creatividad y la colaboración entre los jóvenes.

Al poner esto en práctica, se les brinda la oportunidad de ser agentes activos en su educación, preparándolos mejor para los desafíos cambiantes del mundo moderno.

Los jóvenes son agentes activos en la construcción de su conocimiento; su capacidad de autoevaluación les permite desarrollar las habilidades necesarias para enfrentar los desafíos de esta era en constante cambio, reformulando sus metas y aspiraciones para adaptarse a las demandas actuales.

Conjuve reconoce la importancia de la educación en la juventud, por lo que este tema es uno de sus ejes estratégicos, a través de la promoción de acciones y vinculaciones con el Ministerio de Educación (Mineduc) y con el Comité de Alfabetización (Conalfa), entre otros.

Colaborador DCA
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COLUMNAS

Fotografías

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Karen Trajtemberg

Escuela de Comunicaciones y Periodismo

En la medida en que las actividades de las y los candidatos a alcaldes, concejales y gobernadores regionales en Chile se basen en fotografías momentáneas, percepciones ligadas al consumo de desinformación y casuística, la línea que limita la discriminación será cada vez más delgada y fácil de cruzar. Las contradicciones son parte del ser humano y, ciertamente, de la política. El problema es cuando esta hace su trabajo desde esas discrepancias y basa decisiones de largo plazo en percepciones del momento.

Es el clásico ejemplo de las encuestas sobre contenidos televisivos, donde los consultados critican la falta de programas culturales, pero cuando los canales agregan ese tipo de programas a la parrilla, el rating es bajísimo. Nadie los ve.

En política a ratos sucede lo mismo, con el agravante del alcance que tienen las opiniones disfrazadas de verdades y la caja de resonancia que constituyen las redes sociales, con libertad absoluta, pero sin responsabilidad frente a lo que se dice o se muestra (aun cuando sea mentira).

Lo anterior sazonado además con los contenidos de la TV y, en específico, la exposición de los chilenos a los matinales, que muchas veces define la agenda política y las percepciones ciudadanas.

La migración es una muestra patente de este escenario.

La migración es una muestra patente de este escenario, en el que se instalan conceptos como extranjeros y delincuencia, conjugándolos constantemente juntos. La encuesta Bicentenario dada a conocer esta semana por la Universidad Católica evidencia lo complejo de este tipo de asociaciones y del efecto que se puede generar a partir de la creación de realidades con el lenguaje y la imagen, en este caso, sobre quienes llegan a Chile.

Así, las contradicciones y paradojas se hacen patentes al revisar los datos. Entre ellos, por ejemplo, casi un 80 por ciento de los consultados dice “nunca” o “casi nunca” haber tenido malas experiencias con migrantes, pero un 86 por ciento cree que la cantidad de personas extranjeras en Chile es “exagerada” y, peor aún, el 91 por ciento asegura que aquello ha tenido un efecto en el aumento de la delincuencia.

Cuántas de estas percepciones están marcadas por los contenidos que la ciudadanía consume en televisión y redes sociales son materia de estudio, pero ya aparecen algunas luces, por ejemplo, en las mediciones del Consejo Nacional de Televisión, que a fines de 2023 mostró que el consumo de matinales es más alto en los segmentos sobre 35 años y de tercera edad, lo que coincide, en un análisis básico, al menos, con que los encuestados de esos mismos grupos etarios en la Bicentenario quienes consideran que la migración ha hecho de Chile un peor lugar para vivir.

Los matinales transmiten largas horas todos los días, poniendo énfasis en el fenómeno de la delincuencia y en las “nuevas formas” que esta va adquiriendo, con una preminencia de temas policiales y judiciales (que llega hasta al 40 por ciento de los contenidos en algunos canales) en los que se involucran migrantes, sea a nivel de organizaciones internacionales (como el Tren de Aragua) o de individuos. Y, además, con pocas menciones a los chilenos que también participan en estos hechos.

Baja es también la cobertura a otros procesos en los que los extranjeros participan y que generan un aporte al país. De hecho, en el caso de Valparaíso, que se instala en el tercer lugar nacional respecto de la cantidad de población migrante (casi cien mil personas), un trabajo dado a conocer por la Unidad de Estudios del Parque Cultural de Valparaíso en marzo pasado tuvo poca masificación, pese a que se concentraba precisamente en dar a conocer la contribución cultural de estos grupos.

Lo interesante o complejo será verificar cómo todo lo anterior será traducido al lenguaje de las campañas para las elecciones de este año y el próximo. ¿Se masificarán los “creativos”? ¿Qué papel tendrá la conjunción artificial entre delincuencia y migración en la lucha por el voto?

En la medida en que las actividades de las y los candidatos se basen en fotografías momentáneas (como las encuestas), percepciones ligadas al consumo de desinformación y casuística, la línea que limita la discriminación será cada vez más delgada y fácil de cruzar, con la posibilidad de que el fenómeno de la migración se transforme en uno más grave, en el que esta realidad, muchas veces creada o agrandada, genere posiciones extremas e incluso violentas.

Colaborador DCA
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COLUMNAS

Gripe H5N1: ¿la próxima pandemia? (I)

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Ignacio López-Goñi

Miembro de la Sociedad Española de Microbiología 

Animales y humanos compartimos cerca de 300 enfermedades infecciosas, y cada año aparecen nuevas. Según datos de la Organización Mundial de Sanidad Animal, cerca del 75 por ciento de las nuevas infecciones emergentes humanas es de origen animal.

Entre los días 27 y 30 de abril se celebra en Barcelona el Congreso Mundial de la Sociedad Europea de Microbiología Clínica y Enfermedades Infecciosas (Escmid). Uno de los temas que se van a tratar es la amenaza de una nueva pandemia.

Nadie duda de que ocurrirá, el problema es que no sabemos qué la causará ni cuándo. Hace años, la OMS ya definió una enfermedad X como amenaza de salud global. El microorganismo causante sería probablemente un virus fácilmente trasmisible por el aire, muy virulento y “nuevo” para nuestro sistema inmunitario.

Hace años, la OMS ya definió una enfermedad X como amenaza de salud
global. 

La inmensa mayoría de los científicos pensábamos que el candidato más probable sería un nuevo virus de la gripe, pero el coronavirus SARS-CoV-2 nos adelantó por la derecha. Aunque la amenaza de un nuevo coronavirus sigue latente, el virus de la gripe es aún el candidato más probable para causar la próxima pandemia.

El virus de la gripe o influenza pertenece a la familia de los Orthomyxovirus. En realidad, existen cuatro tipos (A, B, C y D), genéticamente distintos. En humanos, la gripe A es la más frecuente; la B aparece cada 2-4 años y suele ser menos problemática; la C es más rara y suele causar infecciones leves, y los virus de tipo D afectan al ganado.

El virus está rodeado de una membrana o envoltura y tiene un genoma contenido en ocho fragmentos de ARN con información para diez proteínas. En el virus de la gripe A, dos de esas proteínas son las denominadas hemaglutinina (que se abrevia con la letra H) y neuraminidasa (N).

Hasta ahora se conocen 18 tipos distintos de H y 11 de N. El que lleva la H de tipo 1 y la N de tipo 1 se denomina H1N1; el que lleva la H de tipo 1 y la N de tipo 2, H1N2… y así hasta H18N11, según las combinaciones posibles.

Este virus varía de dos formas. Cuando replica su genoma puede sufrir errores o mutaciones en los genes de la H y de la N, lo cual origina subtipos o cepas que cambian con el tiempo. Son la causa de las epidemias de gripe estacionales y de que haya que renovar las vacunas cada uno o dos años. Por eso, estas se preparan con un cóctel de los virus que se trasmitieron en la población el año anterior.

                  Continuará… 

Colaborador DCA
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