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COLUMNAS

El consumo de energía eléctrica como indicador

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Rafael Argueta
Director Comisión Nacional de Energía Eléctrica
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El consumo de energía eléctrica es y ha sido utilizado como indicador de la situación socioeconómica de las familias en Guatemala. Se tienen dos ejemplos recientes de su utilización, principalmente durante la pandemia del Covid-19 en 2020, junto con las medidas de distanciamiento social y confinamiento que afectaron los niveles de consumo de las diferentes categorías de usuarios.

Hubo otro tipo de disposiciones que también tuvo algunos efectos importantes; específicamente, a las medidas de apoyo a los hogares a través del programa de transferencias monetarias denominado Bono Familia que se planteaba apoyar a la población más afectada económicamente por las medidas de emergencia derivadas de la pandemia y al aumento del aporte a la tarifa social.

Existe una relación directa entre el consumo de energía y la satisfacción de necesidades básicas.

El programa de transferencias monetarias utilizó como principal criterio para otorgarlo ser usuario de energía eléctrica por debajo de los 200 kWh en la factura del mes de febrero de 2020.

Se anunció por medio de la factura del mes de junio quiénes eran candidatos al apoyo económico; en el caso del aporte de la tarifa social, se aumentaron los rangos de aplicación hasta 300 kW y se redujo el valor a pagar por los beneficiados para ayudar a la población más necesitada del país; principalmente, a las familias en situación de pobreza y pobreza extrema.

La pregunta es ¿por qué se utiliza el consumo de energía eléctrica como indicador de la situación de las familias? Evidentemente existe una relación directa entre el consumo de energía y la satisfacción de necesidades básicas como iluminación, agua caliente, uso de electrodomésticos, dispositivos tecnológicos de educación, entre otros, los cuales pueden determinar las condiciones y el nivel de vida, ya que una de sus características es el equipamiento de los hogares derivado que el consumo de energía eléctrica es fundamental para el desarrollo humano y económico de las familias.

Otra característica importante del consumo de energía eléctrica es la facilidad y la frecuencia con que se le mide, lo que hace que se disponga de los datos con mayor facilidad.

Esta disponibilidad de los datos no la alcanza ningún otro medio ya que la energía eléctrica es el servicio de infraestructura de mayor cobertura en Guatemala (aproximadamente 90 por ciento) por encima del acceso a agua potable, drenajes, telefonía o internet.

Su ciclo comercial de medición y facturación abarca casi a la totalidad de sus usuarios, lo que le convierte en una base de datos espacial y geográfica extendida en la mayoría del territorio guatemalteco; además, se mide mensualmente, por lo que la información que proporciona está actualizada.

Es cierto que aún no se llega a una cobertura total, por lo que hay población de la cual no se puede conocer con certeza su situación, pero aún así no tener acceso a la energía eléctrica también nos da una indicación de la condición socioeconómica de las familias, ya que se puede decir que esto está íntimamente ligado a la pobreza extrema; por lo tanto, a la vulnerabilidad de esta población ante las medidas de aislamiento social que se consideraron durante el estado de
calamidad pública.

Como todos los indicadores, el consumo de energía eléctrica refleja la condición socioeconómica de una unidad familiar pero no es perfecto, ya que se puede encontrar casos donde no exista correlación entre estas variables, por lo que siempre se tienen que considerar otras características y dimensiones de la condición socioeconómica.

Sería recomendable si en el futuro se le utiliza como criterio para brindar beneficios económicos a la población y se combine con algún otro indicador disponible tal como la ubicación geográfica de la familia, lo cual puede en alguna forma dar una indicación de la situación socioeconómica.

Colaborador DCA
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COLUMNAS

La elección es sencilla: justicia o impunidad

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Los diputados del Congreso de la República enfrentan una disyuntiva histórica: fortalecer el sistema democrático y velar porque se imparta justicia, o perpetuar la impunidad y corrupción que han impedido el desarrollo del país y alcanzar mayores niveles de prosperidad.

El dilema, fácil de resolver, le llega a los parlamentarios con la propuesta de reforma al
Artículo 14 de la Ley Orgánica del Ministerio Público (MP), que promueve el presidente
Bernardo Arévalo. En esencia, hay que decirlo claramente, la referida modificación permitirá retomar las causas que legalicen el retiro de Consuelo Porras, quien se ha atrincherado en el cargo con un objetivo muy claro: asegurar la inmunidad propia y la de quienes integran el llamado pacto de corruptos.

Pero más allá de cumplir con la demanda social de concluir con “el oscuro ciclo” de Porras, el anteproyecto restituye la independencia del MP y lo obliga a rendir cuentas sobre sus actos, una responsabilidad que tienen todas las entidades estatales, la cual es común en las naciones democráticas del mundo.

Conviene aclarar que la Fiscal General y sus aliados en el Ministerio no se enfrentan a revanchismos políticos o venganzas personales, como sugieren las teorías conspirativas que provienen de algunos individuos y sectores. Estos funcionarios, muchos de ellos vetados en 43 países por su presunta complicidad en el saqueo del erario, confrontan a una ciudadanía que está consciente de que mientras la Fiscal General continúe en el puesto, la transparencia y la probidad en el aparato público continuarán siendo utopías.

Insistimos. En breve, esta legislatura, que ha enviado mensajes esperanzadores y optimistas, deberá elegir entre construir una Guatemala en donde ministros, diputados, magistrados y fiscales sean los buenos que rechazan a los malos y no al revés, donde los patos no solo le disparan a las escopetas, sino que se roban el armamento para perpetrar nuevos asaltos.

Editor DCA
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COLUMNAS

La sociedad de la impaciencia (II)

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Gerardo Castillo Ceballos 

Facultad de educación y Psicología de la Universidad de Navarra

Para el impaciente el tiempo avanza muy lentamente, lo que le lleva a sentirse ansioso. En cambio, para el paciente los momentos de espera son más llevaderos y le ayudan a disfrutar de la vida en el presente. La paciencia nos permite reflexionar sobre nuestras acciones, pensamientos y emociones; ello posibilita tomarnos el tiempo necesario para pensar en las consecuencias de nuestras acciones y elegir respuestas más adecuadas. Mientras que la persona impaciente toma soluciones rápidas y convencionales, la paciente puede explorar ideas nuevas y llegar a soluciones más creativas.

Necesitamos tener paciencia con todas las personas que nos relacionamos, pero, sobre todo, con uno mismo. Es un factor muy importante de las relaciones interpersonales: entre padres, entre padres e hijos, entre jóvenes y mayores, entre maestros y alumnos… Las personas pacientes están dispuestas a seguir trabajando incluso si los resultados no son inmediatos. La paciencia está presente en la mayoría de los éxitos de los inventores e investigadores, ya que les permitió alcanzar el triunfo a base de repetir una y otra vez los ensayos, corrigiendo y volviendo a empezar tantas veces como fue preciso hasta conseguir el objetivo. Los deportistas también basan sus éxitos en la paciencia, insistencia y dureza de sus entrenamientos. 

La paciencia no es pasividad ante el sufrimiento o un simple aguantarse; es tener la fortaleza para aceptar con serenidad el dolor y las pruebas que la vida pone en nuestro camino. Las personas pacientes, al reflexionar antes de actuar, ven con más claridad el origen de los problemas y la mejor manera de solucionarlos. 

George de Savile dijo que un hombre que es un maestro en la paciencia es un maestro en todo lo demás, y esto es especialmente cierto si nos paramos a pensar en las características de los genios. No es tanto el talento como el tiempo, el trabajo bien hecho y la perseverancia, lo que conduce a un descubrimiento científico o a una obra de arte. 

“No fueron mil intentos fallidos, fue un invento de mil pasos”. Estas fueron las palabras de Edison cuando dio a conocer al mundo el proceso por el cual había conseguido crear la bombilla incandescente de
alta resistencia.

Colaborador DCA
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COLUMNAS

El día más aburrido de la historia

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Gonzalo Andrés Serrano

Facultad de Artes Liberales

Hace algunos años, a un grupo de científicos que tiene la suerte de recibir sueldo por cualquier cosa, se le ocurrió investigar, a través de un algoritmo, cuál era el día más aburrido del siglo XX. Después de hacer andar la máquina, llegaron a la conclusión de que fue el 11 de abril de 1954. De acuerdo con este trabajo, ese 11 de abril, ocurrido hace 70 años, solo tuvo tres acontecimientos importantes, aunque lejos de ser memorables: las elecciones generales en Bélgica, el nacimiento de un profesor de ingeniería turco y el fallecimiento del futbolista inglés Jack Shufflebotham.

Me dio tiempo de investigar un poco esta noticia y tratar de refutar una hipótesis que resulta poco histórica, además de que pasa por alto las particularidades y relevancia que pueden tener acontecimientos que nos parecen insignificantes, pero que logran tener consecuencias insospechadas, tal como indica aquella teoría del efecto mariposa. Bajo esta premisa, me aboqué a revisar aquellos hechos que sucedieron en Chile el domingo 11 de abril de 1954, con el fin de refutar la frivolidad del algoritmo. Parto señalando que ese día se celebró “Domingo de Ramos”, hecho que rememora la entrada triunfal de Jesucristo a Jerusalén. Una fiesta para el mundo cristiano, aunque no muy distinto a lo que debió haber ocurrido en 1953 o en 1955. La crónica roja destacó un macabro hallazgo en las bodegas del bar “Tropezón de Santiago”, donde se había encontrado el cadáver de un obrero tendido en un charco de sangre. No hubo dudas de que no fue un “tropezón”, sino, por el contrario, un cruel asesinato. Para el occiso, Jorge Pérez Caro de 29 años, el 11 de abril fue un día importante, de hecho el último de su corta vida, asimismo para su familia, si es que tenía, ya que en el parte figuraba como soltero y sin domicilio conocido. Ese 11 de abril marcó el fin de la vida y destacada trayectoria del médico Jorge Castro Olivera, dos veces ministro de salud, decano de la Facultad de Medicina y vicerector y rector de la Universidad de Chile, aunque pocas veces recordado. Ese domingo, también en el área de la salud, el eminente médico francés Henri Gastaut, experto en epilepsia, visitó el puerto de Valparaíso y el hospital Deformes. Después del acogedor recibimiento que tuvo en el tradicional hospital porteño junto a su señora, fue festejado con un almuerzo en el Hotel Miramar. En el ámbito deportivo, en esa jornada dominical solo hubo partidos amistosos (punto a favor de los investigadores). Ganaron Audax e Iberia y, como si fuese una jugarreta del destino, hubo empate en los otros cuatro partidos. Santiago Wanderers igualó a dos goles contra Unión Española en Playa Ancha y su clásico rival hizo lo mismo en el estadio El Tranque contra Santiago Morning. Continuando en la búsqueda de datos que puedan resultar interesantes, revisé que la Agrupación Provincial de Santiago del Partido Democrático eligió a su nueva directiva, siendo Santiago Guzmán su nuevo presidente. La crónica del día siguiente, además, informó que también el 11, se ejecutó el mismo procedimiento en el Club Rotary de Cartagena. A las flamantes directivas elegidas en esa ocasión, se sumó el Círculo de Ferroviarios Jubilados que ratificó en la presidencia a Tomás Rebolledo. En fin, no quiero abusar de su paciencia. Me parece que ha sido un esfuerzo tan forzado como frustrante. Suficiente para dar mi brazo a torcer y coincidir con los científicos y su algoritmo de que el 11 de abril de 1954 solo merece ser recordado por ser el más aburrido en la historia del siglo XX. Concluyo con la esperanza de que esta columna no participe en un concurso similar.

Colaborador DCA
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