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COLUMNAS

Acisclo Valladares Molina

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Cuando fui procurador general de la Nación y jefe del Ministerio Público, marzo de 1991 a septiembre de 1992 (escasos 18 meses de mandato) fueron 204 entre funcionarios y empleados quienes me acompañaron en su desempeño –funcionarios y empleados que hubimos de llevar dos instituciones a la vez, el Ministerio Público y la Procuraduría General de la Nación– 204, decía contra los más de 4000 (CUATRO MIL) funcionarios, empleados y prestatarios de servicios de que actualmente  goza la institución y para llevar una sola. Tal vez sea esta, una “pequeña” diferencia… El presupuesto para las dos instituciones –juntas– era de escasamente 6 millones de quetzales, en tanto que el presupuesto actual de una sola –el Ministerio Publico– sobrepasa los 2000 ( DOS MIL MILLONES de quetzales).Otra “pequeña” diferencia… En aquel momento hube de manejarme con una ley –una para las dos instituciones–.

Ley que había sido promulgada 50 años antes la Ley Herbruger de 1948 y hube de hacerlo dentro de un sistema de persecución penal inquisitivo, escrito y secreto, en tanto que hoy goza el Ministerio Público de su propia ley y ejerce la acusación penal en un sistema acusatorio, oral y público, sistema que, por cierto, coadyuvé a construir. Otras “pequeñas” diferencias. Y, hablando de “pequeñas” diferencias, bueno es recordar que todo mi trabajo fue hecho con la sola compañía de los excelentes funcionarios y empleados de la institución –todos nacionales– sin que existiera para apoyarnos ninguna Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala, CICIG, o algo parecido.

Mi gestión, además, (1991-1992) fue anterior a la firma de la paz; vigente aún, el conflicto armado, con todas su aristas. Mal podría comparase, pues, mi gestión, la de entonces, con la gestión actual: CUATRO MIL, los funcionarios y empleados actuales, más de DOS MIL MILLONES de quetzales, su presupuesto; ley moderna y ad hoc para regirse, sistema acusatorio, oral y público para ejercer la acusación y toda una Comisión Internacional, generosamente dotada de recursos para su guía, respaldo y soporte, superado ya el conflicto y firmada la paz. Dieciocho meses escasos mi mandato, maliociosamente interrumpido –otro pequeño detalle– contra cuatro años del actual.

Sin restar méritos a nadie, pecado sería que esta gestión –con tales facilidades y soportes– y, así, las inmediatas anteriores no hubiese logrado –al menos cuantitativamente– mejores resultados quizá; sin embargo, ningún resultado tan singular, como los entonces alcanzados. Debe tomarse en cuenta, también, que no censuro, en absoluto, ni el número de funcionarios y empleados, ni el presupuesto, actuales –siempre insuficientes– y que –para cualquier comparación– debe recordarse que en aquel tiempo (1991-1992) se encontraba la instrucción penal en manos de los jueces, por lo que ahora –en consecuencia– es bastante más compleja la función que al MP le corresponde. La comparación, sin embargo, puede hacerse si ya conocido y tomado en cuenta lo anterior y, así

–si de comparaciones se trata– comparar los resultados de entonces con los actuales, en proporción a los recursos que entonces se tuvieron y a las diferentes funciones y muy diferentes circunstancias. Hube de lidiar, en aquella época, con un Estado Mayor Presidencial omnipresente y omnipoderoso (el contrabando, tema de seguridad y no de aduanas) todavía en el ámbito del conflicto armado y con un narcotráfico que, si bien embrionario, se encontraba ya plagado de fuerza y de recursos, sin haber tenido para ello vehículos blindados ni armamento alguno –salvo el arma de la ley, y aún así– impedimos, por ejemplo, –tan solo Pacheco y Peláez a mi lado–la fuga “legal” que se intentara, así como la condena –y en tribunal militar– del asesino de Michael Devine (¿No que en tribunales militares no se podía?) condena de capitán que era del Ejército en servicio activo. El barco pesquero de bandera mexicana, María Fernanda

–hubimos de librar el caso hasta con amparos (difícil manejarse contra los nacionales malinchistas)– indemnizó a Guatemala por su incursión “camaronera” santo y remedio para que lo inveterado no volviera a repetirse, salvo tres años después, cuando ya en la PGN hubimos de someter a otra nave al mismo trato; punto final de tales incursiones, incluidas atuneras, tanto en nuestro mar territorial como en nuestra zona marítima exclusiva. El alcalde de San Francisco el Alto, Totonicapán, fue condenado por corrupción y, preso, por delito infraganti operación encubierta, la primera en nuestra historia, el alcalde de Villa Canales, casos como el del asesinato de Myrna Mack (un caso –lo dije– los resolvía todos) empezaron a tener vigencia en tribunales y se combatió con igual energía a los usurpadores de tierra que a los finqueros que –para no indemnizarles– quisieron hacer pasar como usurpadores a sus colonos.

Con mano firme impedí que se utilizaran diligencias judiciales desvirtuando la naturaleza de las mismas y brindé irrestricto apoyo a causas nobles, como el intento de establecer –con efectos estrictamente humanitarios– la Comisión Nacional Investigadora del Paradero de Personas Desaparecidas. 204, las personas y 6 millones de quetzales, presupuesto ¿Pánico de que llegue a la Fiscalía General quien ponga en orden y revitalice la acusación penal y, es más, que recupere la función olvidada de la institución, que es velar por el estricto cumplimiento de las leyes,–todas las leyes– desde la Constitución Política de la República hasta el último de los reglamentos? ¿Pánico? Pues bien, asesinos (pena de muerte) secuestradores, narco traficantes, extorsionistas, defraudadores del patrimonio del Estado, “limpiadores sociales” (asesinos), monopolistas y colaboradores eficaces que incurren en falso testimonio y linduras semejantes así como testigos falsos tienen toda la razón para tenerlo. ¡Les comprendo y, es más, debemos comprenderlos!

Acisclo Valladares Molina
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COLUMNAS

Buenas prácticas para mejorar la gestión pública (I)

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Israel Gómez Córdova
Jefe Departamento de Documentación y Divulgación
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En la búsqueda de un mejor y más eficiente servicio al ciudadano, la gestión pública constituye un paradigma de gestión, que combina los papeles de empresario y gerente. En este sentido, se plantea una modificación en el método de redistribución de los bienes y cargas esté orientada al ciudadano, posibilitando así, un auténtico reflejo de la inserción de la perspectiva privada dentro del sector público.

Esto implica, entre otras cuestiones, que la actual gestión pública se aproxima al sistema utilizado en las empresas privadas, en términos de búsqueda de una mejor eficiencia y eficacia del servicio que se presta, pues en ocasiones se cumple aquella paradoja de la implantación de la imagen del Gobierno, cuya idea es que el sector público esté en manos de funcionarios públicos dotados con un control activo, visible y discrecional sobre las instituciones.

Se anteponen los resultados a los procedimientos, y se enfatiza la importancia de la evaluación.

En este sentido se puede denominar neogerencia, desarrolla un diseño de objetivos por resultados, donde se formulan estándares explícitos y medidas de rendimiento, así como la definición de metas e indicadores de éxito, preferentemente expresados en términos cuantitativos.

Así, la responsabilidad es configurada con base en una declaración nítida de metas, de modo que se pone énfasis en los controles de resultados, en tanto que la asignación de recursos se asocia a medidas de rendimiento. Asimismo, se anteponen los resultados a los procedimientos, y se enfatiza la importancia de la evaluación y la eficiencia.

Así, al ser hoy la democracia un concepto supranacional, la sociedad civil, entendida como la sociedad organizada y ponderada de acuerdo con el poder que tienen los diversos grupos e individuos, se constata como avanza ese continuo requerimiento de atenciones del ciudadano sobre las administraciones e incluso sucede una crítica constante a las fórmulas de gestión de estas.

Desde este punto de vista, la sociedad es un factor importante para tener en cuenta en la gestión pública y en su efectividad y eficiencia, que a todas luces traspasa las fronteras nacionales y se configura desde nuevas agendas sociales, culturales, políticas y económicas cada vez más globales. Además, hay que tener muy en cuenta que aplicaban soluciones que hoy podrían ser perfectamente aceptadas, en materia de desarrollo de mejoras administrativas.

Continuará…

Colaborador DCA
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COLUMNAS

Multilateralismo y cero desechos

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António Guterres

Secretario General de las Naciones Unidas

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Importancia del multilateralismo y la diplomacia para la paz. El 24 de abril de cada año se pone de manifiesto una verdad fundamental: ningún país puede resolver los problemas actuales por sí solo. 

El diálogo, la diplomacia y las soluciones multilaterales son el camino más seguro hacia un mundo en paz y más justo. 

Son ideales intemporales que cimientan la Carta de las Naciones Unidas (en vigencia desde el 24 de octubre de 1945) y que impulsan los esfuerzos mundiales para proteger los derechos humanos y así forjar paz, esperanza y prosperidad para todas las personas. 

No obstante, por todo el mundo hay conflictos, catástrofes climáticas, pobreza y desigualdades que plantean enormes obstáculos a la diplomacia y las soluciones multilaterales. La lucha por espacios altamente competitivos afecta el ambiente de colaboración; la implacable división acaba con el diálogo. 

El diálogo, la diplomacia y las soluciones multilaterales son el camino más seguro hacia un mundo en paz y más justo.

La diplomacia y el propio sistema multilateral se crearon precisamente para momentos como este. Debemos crear condiciones para un nuevo espíritu de cooperación global para reconstruir la confianza, reducir las divisiones confrontativas y orientar a la humanidad hacia la paz. 

La Cumbre del Futuro que tendrá lugar el próximo septiembre será una oportunidad decisiva para que los países encuentren soluciones en común. Con una Nueva Agenda de Paz que aborde los factores de conflicto de forma holística se puede ayudar a restablecer la fe en el sistema multilateral y en lo que podemos conseguir trabajando unidos. 

En este importante día, exhorto a los Gobiernos y a los dirigentes a que no escatimen esfuerzos para salvar las diferencias, renovar el diálogo y la confianza y hacer posible un futuro de paz. (Objetivo de Desarrollo Sostenible -ODS- 17: Revitalizar la Alianza Mundial para el Desarrollo
Sostenible).

Hacia una cultura cero desechos.  Nuestro planeta se está ahogando en un torrente de basura. 

Cada año, la humanidad produce más de 2 mil millones de toneladas de residuos sólidos municipales. Alimentos podridos, botellas de plástico, aparatos electrónicos contaminados con productos químicos y un sinfín de cosas más se desechan sin tener en cuenta el agua, la tierra y el aire. 

Al descomponerse, la basura emite gases de efecto invernadero que se van hacia la atmósfera incrementando el calor al planeta, y también afectando la calidad del agua y del suelo, lo cual provoca enfermedades e incluso la muerte de personas en todo el mundo.  También es cierto que el consumo excesivo nos está matando. Tenemos que hacer algo.  

Desde el año pasado, la Junta Consultiva sobre Cero Desechos viene reuniendo a los asociados en torno a esta cuestión crítica y a lo que hay que hacer para conseguir que el ideal de cero desechos sea una realidad. 

Las empresas deben repensar sus productos a fin de minimizar el derroche de envases y maximizar la longevidad y el ciclo de vida de los productos. 

Los consumidores deben pensar dos veces antes de adquirir bienes y productos, y reciclar o reutilizar siempre que sea posible. 

Los gobiernos a todos los niveles deben crear economías circulares que aborden el agotamiento y la gestión de los recursos, e invertir en programas modernos de control de desechos basados en la reutilización, el reciclado, la recuperación y la prevención de la producción de desechos. 

Por su parte, la comunidad mundial debe unirse y trabajar por lograr un tratado jurídicamente vinculante para poner fin a la contaminación por plásticos. 

Cada 30 de marzo conmemoramos el día de Cero Desechos. Comprometámonos a poner fin al ciclo destructivo de los desechos, de una vez por todas. (Objetivo de Desarrollo Sostenible, ODS 12: Garantizar modalidades de consumo y producción sostenibles).

Colaborador DCA
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COLUMNAS

¿Es posible un mundo sin plásticos? (I)

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Andrea Cocchini 

Profesor de Derecho Internacional de la Universidad de Navarra

El 22 de abril, como cada año desde 1970, se celebra el Día Internacional de la Tierra, la jornada más importante dedicada a la protección del medioambiente. En esta ocasión, la organización Earth Day ha elegido el lema Planeta versus plástico. El movimiento tiene como aspiración “reducir en un 60 por ciento la producción de plásticos de aquí a 2040 para construir un futuro sin plásticos para las generaciones venideras”.

Durante el Día de la Tierra de este año, todas las iniciativas estuevieron  enfocadas a informar y sensibilizar a la opinión pública sobre los perjuicios que la contaminación plástica supone para la salud humana, la biodiversidad y el medio ambiente y sobre las medidas necesarias para atajar el problema.

Todas las iniciativas estuvieron enfocadas a informar y sensibilizar a la opinión pública. 

Entre ellas, la Earth Day menciona la necesidad de impulsar con urgencia la adopción del futuro tratado contra el plástico, incluido en el Programa para el Medio Ambiente de las Naciones Unidas y que se está trabajando con los estados desde 2022 en el Comité Intergubernamental de Negociación sobre la Contaminación por Plásticos (INC, por sus siglas en inglés).

Al margen de que se prevea finalizar un tratado dentro de 2024, es muy probable que el acuerdo que resulte de las negociaciones no esté a la altura del ambicioso objetivo que se proponen los promotores del Día de la Tierra.

Se prevé que la producción mundial de termoplásticos ascenderá a 445.25 millones de toneladas en 2025 y que los volúmenes anuales de producción seguirán aumentando en las próximas décadas hasta alcanzar aproximadamente los 590 millones de toneladas en 2050. Esto supondría un incremento de más del 30 por ciento con respecto a 2025.

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