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OPINIÓN

Impuestos de los contribuyentes

“No existe el dinero público, existe el dinero de los contribuyentes”  Margaret Thatcher, quien tenía su punto sobre este tema.

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“No existe el dinero público, existe el dinero de los contribuyentes”  Margaret Thatcher, quien tenía su punto sobre este tema.

Nuevamente nos encontramos en un paradigma fiscal, sabemos muy bien que para construirnos como nación debemos cumplir con nuestras obligaciones ciudadanas y, por supuesto, esto incluye nuestro deber como contribuyentes, ¿pero a quiénes afectan los incrementos a los impuestos?

La gran mayoría de la población paga impuestos, a pesar de estar en la economía informal, a través del Impuesto al Valor Agregado (IVA), es más, todos lo pagamos en el consumo cotidiano, por eso se debe contrarrestar el contrabando, porque es un posible peligro para el usuario, ya que desconoce el origen del producto o si este es adulterado.

Además de ser una práctica ilegal, no contribuye con las arcas del Estado, y se toman decisiones tan fuera de lógica, como enterrar contenedores con pollitos vivos, producto del contrabando. Sin embargo, analizando posibles incrementos a los impuestos, no es a manera de justificar o no estar de acuerdo con el tema, pero ingresar al mundo laboral en Guatemala, campo poco competitivo copado por tráfico de influencias, no importa si eres el mejor, lo que importa es con quiénes te relacionas, esta conducta social hace que la disponibilidad de empleo para los jóvenes profesionales considerados millennials tengan dificultades para lograr empleos dreamjobs y puedan tener un proceso significativo en sus vidas, impacto positivo en su manera de ser, pensar y actuar, en sus familias o comunidades.

Esto, debido al empleo precario, salarios poco atractivos y poca capacidad del empleador para invertir en nuevo talento humano. Este sector que se encuentra económicamente activo es mínimo, debido a que la mayoría sigue siendo ninis (ni estudia, ni trabaja).  En Centroamérica hay 2.1 millones de jóvenes sin ocupación, y tampoco estudian,  según detalla el Quinto Informe de Estado de la Región del Programa Estado de la Nación, patrocinado por la Organización Internacional del Trabajo.

Y esa minoría que trabaja debe laborar en condiciones de incertidumbre sobre sus derechos laborales, se les exige que paguen un 5 por ciento de Impuestos Sobre la Renta, pero no tienen derecho al seguro social, no hay derechos para esta clase trabajadora, no tienen acceso al crédito y no hay ninguna ventaja para el desarrollo del individuo, limitado únicamente al consumo sin ahorro.

Es decir, no existe un balance de compensación social por parte del Estado, ni protección a este sector que trabaja bajo contrato laboral y lastimosamente en vez de simplificar las prácticas administrativas para que estas sean amigables al contribuyente, se le exige aún más y se les confunde como empresas individuales.

La clase media en Guatemala se volverá a contraer, es más fácil caer en la pobreza que subir de clase social. Debemos pagar impuestos sí, pero de manera progresiva a la realidad de los ingresos de la clase trabajadora y de una forma que el mismo contribuyente lo pueda hacer por sí mismo, simple y sencillo.


Diana Herrera
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COLUMNAS

La elección es sencilla: justicia o impunidad

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Los diputados del Congreso de la República enfrentan una disyuntiva histórica: fortalecer el sistema democrático y velar porque se imparta justicia, o perpetuar la impunidad y corrupción que han impedido el desarrollo del país y alcanzar mayores niveles de prosperidad.

El dilema, fácil de resolver, le llega a los parlamentarios con la propuesta de reforma al
Artículo 14 de la Ley Orgánica del Ministerio Público (MP), que promueve el presidente
Bernardo Arévalo. En esencia, hay que decirlo claramente, la referida modificación permitirá retomar las causas que legalicen el retiro de Consuelo Porras, quien se ha atrincherado en el cargo con un objetivo muy claro: asegurar la inmunidad propia y la de quienes integran el llamado pacto de corruptos.

Pero más allá de cumplir con la demanda social de concluir con “el oscuro ciclo” de Porras, el anteproyecto restituye la independencia del MP y lo obliga a rendir cuentas sobre sus actos, una responsabilidad que tienen todas las entidades estatales, la cual es común en las naciones democráticas del mundo.

Conviene aclarar que la Fiscal General y sus aliados en el Ministerio no se enfrentan a revanchismos políticos o venganzas personales, como sugieren las teorías conspirativas que provienen de algunos individuos y sectores. Estos funcionarios, muchos de ellos vetados en 43 países por su presunta complicidad en el saqueo del erario, confrontan a una ciudadanía que está consciente de que mientras la Fiscal General continúe en el puesto, la transparencia y la probidad en el aparato público continuarán siendo utopías.

Insistimos. En breve, esta legislatura, que ha enviado mensajes esperanzadores y optimistas, deberá elegir entre construir una Guatemala en donde ministros, diputados, magistrados y fiscales sean los buenos que rechazan a los malos y no al revés, donde los patos no solo le disparan a las escopetas, sino que se roban el armamento para perpetrar nuevos asaltos.

Editor DCA
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COLUMNAS

Conciencia en la presencia

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Luis Estuardo Villegas González

luis.villegas
@conjuve.gob.gt
 

Guatemala es un país que no se exenta de diferentes problemáticas que afectan la vida de los ciudadanos. La discriminación, el racismo, el acoso, la violencia, la imprudencia y la intolerancia son algunos de tantos factores que aquejan el día a día de muchos. Sin embargo, en un mundo donde los problemas sociales de este tipo son abundantes y complejos de vivir, siempre existe una manera de sobresalir ante la adversidad.

La conciencia social es un concepto abstracto, que parte desde la subjetividad de la misma mente del ser humano, y que se materializa en las acciones que concretizan la interacción en sociedad. El uso de la conciencia apegado a un sentido social permite calibrar la brújula moral que conduce hacia el desarrollo de las decisiones colectivas.

Construir el tejido individual de la conciencia social es un proceso que no será dogmático de construcción del conocimiento, sino un estado activo y dinámico de aprendizaje, principalmente porque llevarlo a cabo implica ser empáticos, tolerantes y asertivos con las personas que convivimos; comprender que en nuestro entorno existen diferentes tipos de personas, con creencias, costumbres, tradiciones y formas de vida que puedan ser diferentes a las que normalmente se conoce, pero que no imposibilitan el compartir como partes de una misma sociedad.

La empatía es uno de los valores fundamentales que cimentan la conciencia social. En la actualidad, la juventud es uno de los grupos sociales con mayor disposición a brindar esa empatía, tal cual necesaria para atender y entender las necesidades y los problemas de quienes se encuentran en una posición menos privilegiada. 

De manera individual se pueden alcanzar grandes cambios que impacten en la vida de las personas con las que socializamos. Desde la puesta en práctica de normas de cortesía, valores como la tolerancia y el respeto, hasta el cuidado de los medios y recursos que utilizamos de la madre naturaleza.

Las juventudes han forjado a través de su actividad y dinamismo diferentes espacios para no solo llevar a cabo el desarrollo de la conciencia social de las personas, sino también para acercarse desde la colectividad a los grupos sociales que necesitan de ese acompañamiento. 

Colaborador DCA
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COLUMNAS

La sociedad de la impaciencia (II)

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Gerardo Castillo Ceballos 

Facultad de educación y Psicología de la Universidad de Navarra

Para el impaciente el tiempo avanza muy lentamente, lo que le lleva a sentirse ansioso. En cambio, para el paciente los momentos de espera son más llevaderos y le ayudan a disfrutar de la vida en el presente. La paciencia nos permite reflexionar sobre nuestras acciones, pensamientos y emociones; ello posibilita tomarnos el tiempo necesario para pensar en las consecuencias de nuestras acciones y elegir respuestas más adecuadas. Mientras que la persona impaciente toma soluciones rápidas y convencionales, la paciente puede explorar ideas nuevas y llegar a soluciones más creativas.

Necesitamos tener paciencia con todas las personas que nos relacionamos, pero, sobre todo, con uno mismo. Es un factor muy importante de las relaciones interpersonales: entre padres, entre padres e hijos, entre jóvenes y mayores, entre maestros y alumnos… Las personas pacientes están dispuestas a seguir trabajando incluso si los resultados no son inmediatos. La paciencia está presente en la mayoría de los éxitos de los inventores e investigadores, ya que les permitió alcanzar el triunfo a base de repetir una y otra vez los ensayos, corrigiendo y volviendo a empezar tantas veces como fue preciso hasta conseguir el objetivo. Los deportistas también basan sus éxitos en la paciencia, insistencia y dureza de sus entrenamientos. 

La paciencia no es pasividad ante el sufrimiento o un simple aguantarse; es tener la fortaleza para aceptar con serenidad el dolor y las pruebas que la vida pone en nuestro camino. Las personas pacientes, al reflexionar antes de actuar, ven con más claridad el origen de los problemas y la mejor manera de solucionarlos. 

George de Savile dijo que un hombre que es un maestro en la paciencia es un maestro en todo lo demás, y esto es especialmente cierto si nos paramos a pensar en las características de los genios. No es tanto el talento como el tiempo, el trabajo bien hecho y la perseverancia, lo que conduce a un descubrimiento científico o a una obra de arte. 

“No fueron mil intentos fallidos, fue un invento de mil pasos”. Estas fueron las palabras de Edison cuando dio a conocer al mundo el proceso por el cual había conseguido crear la bombilla incandescente de
alta resistencia.

Colaborador DCA
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