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OPINIÓN

Sobre las denuncias

Las personas con discapacidad hemos estado invisibilizadas, relegadas por otras.

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Las personas con discapacidad hemos estado invisibilizadas, relegadas por otras.

Las personas con discapacidad tenemos los mismos derechos que cualquier otro ser humano, garantizados por las leyes de nuestro país, la diferencia estriba en que no los gozamos en igualdad de condiciones por las desventajas que genera una deficiencia física, sensorial, mental e intelectual, haciéndonos más vulnerables en todo sentido, si no, basta con observar los índices de exclusión que se aprecian en los distintos campos de la actividad humana, en los que existen escasos espacios de participación por múltiples razones para la población.

La historia nos refiere que las personas con discapacidad hemos estado invisibilizadas, relegadas a seguir decisiones tomadas por lo general por nuestros padres, hermanos, tutores e instituciones, lo que ha limitado severamente el ejercicio pleno de todos los derechos que nos asisten. Estamos seguros que en algunos casos no se ha hecho con mala fe, pero es una acción que reduce las posibilidades del desarrollo integral.

En pleno siglo XXI se sabe de personas con discapacidad que son abandonadas, encerradas e inclusive amarradas para que no salgan y se expongan ante el qué dirán de la sociedad. Otras son abusadas por padres, hermanos y vecinos, algunos más son objeto de explotación para apelar a la caridad en la vía pública y otros son reclutados e institucionalizados para abogar por ellos, vulnerando de esta manera su autonomía.

Sin embargo, las personas con discapacidad que son violentadas y desean denunciarlo no tienen con los medios necesarios para hacerlo, no porque estos no existan, sino porque no cuentan con la información suficiente, por los limitados recursos que disponen las entidades y organizaciones promotoras de sus derechos o quien sabe, sino también por la ausencia de programas y acciones de seguimiento.

Uno de los cuestionamientos que se le hacen a Guatemala en ocasión del  primer examen de país, en cuanto al cumplimiento de la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, a realizarse en Ginebra, Suiza, el 22 y 23 de agosto, es la consulta sobre el trato y el seguimiento que se les da a las denuncias de violaciones a los derechos del colectivo. A ese respecto el Organismo Judicial, la Procuraduría de los Derechos Humanos y la Procuraduría General de la Nación indican que existen escasos registros o datos por la falta de denuncias.

Las organizaciones e instituciones que hasta ahora hemos asumido la responsabilidad de promover el libre ejercicio de los derechos de las personas con discapacidad, no solo debemos establecer y fortalecer los programas del conocimiento y seguimiento de derechos, sino también fomentar la cultura de denuncia entre los distintos grupos. En cuanto a las organizaciones e instituciones prestadoras de servicios, les instamos a que no vean de manera negativa las denuncias por violación de derechos.


Sebastián Toledo
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COLUMNAS

La elección es sencilla: justicia o impunidad

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Los diputados del Congreso de la República enfrentan una disyuntiva histórica: fortalecer el sistema democrático y velar porque se imparta justicia, o perpetuar la impunidad y corrupción que han impedido el desarrollo del país y alcanzar mayores niveles de prosperidad.

El dilema, fácil de resolver, le llega a los parlamentarios con la propuesta de reforma al
Artículo 14 de la Ley Orgánica del Ministerio Público (MP), que promueve el presidente
Bernardo Arévalo. En esencia, hay que decirlo claramente, la referida modificación permitirá retomar las causas que legalicen el retiro de Consuelo Porras, quien se ha atrincherado en el cargo con un objetivo muy claro: asegurar la inmunidad propia y la de quienes integran el llamado pacto de corruptos.

Pero más allá de cumplir con la demanda social de concluir con “el oscuro ciclo” de Porras, el anteproyecto restituye la independencia del MP y lo obliga a rendir cuentas sobre sus actos, una responsabilidad que tienen todas las entidades estatales, la cual es común en las naciones democráticas del mundo.

Conviene aclarar que la Fiscal General y sus aliados en el Ministerio no se enfrentan a revanchismos políticos o venganzas personales, como sugieren las teorías conspirativas que provienen de algunos individuos y sectores. Estos funcionarios, muchos de ellos vetados en 43 países por su presunta complicidad en el saqueo del erario, confrontan a una ciudadanía que está consciente de que mientras la Fiscal General continúe en el puesto, la transparencia y la probidad en el aparato público continuarán siendo utopías.

Insistimos. En breve, esta legislatura, que ha enviado mensajes esperanzadores y optimistas, deberá elegir entre construir una Guatemala en donde ministros, diputados, magistrados y fiscales sean los buenos que rechazan a los malos y no al revés, donde los patos no solo le disparan a las escopetas, sino que se roban el armamento para perpetrar nuevos asaltos.

Editor DCA
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COLUMNAS

El día más aburrido de la historia

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Gonzalo Andrés Serrano

Facultad de Artes Liberales

Hace algunos años, a un grupo de científicos que tiene la suerte de recibir sueldo por cualquier cosa, se le ocurrió investigar, a través de un algoritmo, cuál era el día más aburrido del siglo XX. Después de hacer andar la máquina, llegaron a la conclusión de que fue el 11 de abril de 1954. De acuerdo con este trabajo, ese 11 de abril, ocurrido hace 70 años, solo tuvo tres acontecimientos importantes, aunque lejos de ser memorables: las elecciones generales en Bélgica, el nacimiento de un profesor de ingeniería turco y el fallecimiento del futbolista inglés Jack Shufflebotham.

Me dio tiempo de investigar un poco esta noticia y tratar de refutar una hipótesis que resulta poco histórica, además de que pasa por alto las particularidades y relevancia que pueden tener acontecimientos que nos parecen insignificantes, pero que logran tener consecuencias insospechadas, tal como indica aquella teoría del efecto mariposa. Bajo esta premisa, me aboqué a revisar aquellos hechos que sucedieron en Chile el domingo 11 de abril de 1954, con el fin de refutar la frivolidad del algoritmo. Parto señalando que ese día se celebró “Domingo de Ramos”, hecho que rememora la entrada triunfal de Jesucristo a Jerusalén. Una fiesta para el mundo cristiano, aunque no muy distinto a lo que debió haber ocurrido en 1953 o en 1955. La crónica roja destacó un macabro hallazgo en las bodegas del bar “Tropezón de Santiago”, donde se había encontrado el cadáver de un obrero tendido en un charco de sangre. No hubo dudas de que no fue un “tropezón”, sino, por el contrario, un cruel asesinato. Para el occiso, Jorge Pérez Caro de 29 años, el 11 de abril fue un día importante, de hecho el último de su corta vida, asimismo para su familia, si es que tenía, ya que en el parte figuraba como soltero y sin domicilio conocido. Ese 11 de abril marcó el fin de la vida y destacada trayectoria del médico Jorge Castro Olivera, dos veces ministro de salud, decano de la Facultad de Medicina y vicerector y rector de la Universidad de Chile, aunque pocas veces recordado. Ese domingo, también en el área de la salud, el eminente médico francés Henri Gastaut, experto en epilepsia, visitó el puerto de Valparaíso y el hospital Deformes. Después del acogedor recibimiento que tuvo en el tradicional hospital porteño junto a su señora, fue festejado con un almuerzo en el Hotel Miramar. En el ámbito deportivo, en esa jornada dominical solo hubo partidos amistosos (punto a favor de los investigadores). Ganaron Audax e Iberia y, como si fuese una jugarreta del destino, hubo empate en los otros cuatro partidos. Santiago Wanderers igualó a dos goles contra Unión Española en Playa Ancha y su clásico rival hizo lo mismo en el estadio El Tranque contra Santiago Morning. Continuando en la búsqueda de datos que puedan resultar interesantes, revisé que la Agrupación Provincial de Santiago del Partido Democrático eligió a su nueva directiva, siendo Santiago Guzmán su nuevo presidente. La crónica del día siguiente, además, informó que también el 11, se ejecutó el mismo procedimiento en el Club Rotary de Cartagena. A las flamantes directivas elegidas en esa ocasión, se sumó el Círculo de Ferroviarios Jubilados que ratificó en la presidencia a Tomás Rebolledo. En fin, no quiero abusar de su paciencia. Me parece que ha sido un esfuerzo tan forzado como frustrante. Suficiente para dar mi brazo a torcer y coincidir con los científicos y su algoritmo de que el 11 de abril de 1954 solo merece ser recordado por ser el más aburrido en la historia del siglo XX. Concluyo con la esperanza de que esta columna no participe en un concurso similar.

Colaborador DCA
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COLUMNAS

Conciencia en la presencia

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Luis Estuardo Villegas González

luis.villegas
@conjuve.gob.gt
 

Guatemala es un país que no se exenta de diferentes problemáticas que afectan la vida de los ciudadanos. La discriminación, el racismo, el acoso, la violencia, la imprudencia y la intolerancia son algunos de tantos factores que aquejan el día a día de muchos. Sin embargo, en un mundo donde los problemas sociales de este tipo son abundantes y complejos de vivir, siempre existe una manera de sobresalir ante la adversidad.

La conciencia social es un concepto abstracto, que parte desde la subjetividad de la misma mente del ser humano, y que se materializa en las acciones que concretizan la interacción en sociedad. El uso de la conciencia apegado a un sentido social permite calibrar la brújula moral que conduce hacia el desarrollo de las decisiones colectivas.

Construir el tejido individual de la conciencia social es un proceso que no será dogmático de construcción del conocimiento, sino un estado activo y dinámico de aprendizaje, principalmente porque llevarlo a cabo implica ser empáticos, tolerantes y asertivos con las personas que convivimos; comprender que en nuestro entorno existen diferentes tipos de personas, con creencias, costumbres, tradiciones y formas de vida que puedan ser diferentes a las que normalmente se conoce, pero que no imposibilitan el compartir como partes de una misma sociedad.

La empatía es uno de los valores fundamentales que cimentan la conciencia social. En la actualidad, la juventud es uno de los grupos sociales con mayor disposición a brindar esa empatía, tal cual necesaria para atender y entender las necesidades y los problemas de quienes se encuentran en una posición menos privilegiada. 

De manera individual se pueden alcanzar grandes cambios que impacten en la vida de las personas con las que socializamos. Desde la puesta en práctica de normas de cortesía, valores como la tolerancia y el respeto, hasta el cuidado de los medios y recursos que utilizamos de la madre naturaleza.

Las juventudes han forjado a través de su actividad y dinamismo diferentes espacios para no solo llevar a cabo el desarrollo de la conciencia social de las personas, sino también para acercarse desde la colectividad a los grupos sociales que necesitan de ese acompañamiento. 

Colaborador DCA
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