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COLUMNAS

1871

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Dr. Jorge Antonio Ortega G.

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Luego de la victoria de las armas guatemaltecas frente al ejército aliado de Honduras y El Salvador y una segunda intervención militar del Ejército de Honduras llego una paz condicionada a Centro América, debido al liderazgo ejercido por el capitán general Rafael Carrera el cual gobernaba el Estado guatemalteco e influía en las administraciones políticas
centroamericanas.

El fallecimiento de Carrera y la sucesión del poder político y militar al mariscal de Campo Vicente Cerna provoca inconformidades en los connacionales y se fragua un movimiento encabezado por Miguel García Granados y Justo Rufino Barrios que culmina con éxito el 30 de junio de 1871, terminando la hegemonía de los conservadores en el poder desde la proclama de la independencia de la Corona Española.

Contamos con el relato de don Domingo Diéguez, (él firmo el acta de independencia) presenció el evento en forma integral y el cual traslado a los lectores por ser un hecho trascendental en el pasado nacional que cambió el rumbo de los guatemaltecos hacia la un nuevo proyecto de nación.

”La libertad no necesita de sangre para florecer.“

“Pocas noches he visto más serenas y transparentes que la del 29 de junio de 1871. La luna brillaba hermosa en nuestro cielo, y la capital tranquila apenas se oían los pasos de las escuadras de los patriotas que habían tomado las armas para velar por el orden. Don Luis Bográn, que después fue presidente de Honduras y que entonces seguía en esta capital la carrera de abogado, fue nombrado capitán de uno de aquellos batallones. A la mañana siguiente, 30 de junio, la población que se había levantado muy temprano vio tremolar la torres de la ciudad multitud de banderas blancas, en señal de paz y libertad.

El pueblo en forma de avalancha se lanzó hasta a extramuros de la capital. Llenaba toda la gran calzada que viene desde el Guarda Viejo hasta la Plaza de Armas. Jamás ha visto la capital mayor regocijo. Ese día se cantó y lloró, todo de alegría. Ese día se oyeron cantos patrióticos que surgían espontáneos del fondo de los corazones; ese día, en fin, alboreó espléndida y hermosa luz de la Nueva Buena en nuestro país; esa luz de libertad que tanto trabajo nos ha costado mantener encendida, y que tantos sacrificios ha costado al país. 

El General Zavala, ya muy decaído entonces, entregó a García Granados en la Plaza de Armas las llaves de la ciudad; y así quedo terminada la revolución armada. García Granados y los suyos se dirigieron al Palacio, desde cuyas ventanas fueron objeto de una entusiasta ovación por parte del pueblo que también llenaba la plaza.

Yo, como joven curioso y entusiasta, estaba cerca de ellos entre un grupo de patriotas. El héroe estaba gozoso al ver coronada su obra de manera tan espléndida. Un hombre imprudente, en su entusiasmo ciego, lanzó gritos de muerte contra los vencidos que apenas fueron contestados. Mas el varón ilustrado, volviéndose airado, impuso silencio diciendo: “No, No. Callad, muerte a nadie. La libertad no necesita de sangre para florecer, y es muy grande y muy glorioso este día para empaparlo con esos gritos.”

Mr. Succa, un francés entusiasta que se hallaba al frente de otro de sus paisanos de buena casta, y todos nosotros, vitoreamos al héroe acallado con nuestros gritos la única nota discordante de aquel día.

En la catedral, en donde se canto el te deum en acción de gracias, García Granados prometió al arzobispo Pinol, que estaba preocupado por los suyos, toda clase de garantías.” 

Ese día se inicia una nueva época para los guatemaltecos en la cual el progreso y el desarrollo serán los derroteros de la administración política de los liberales. 

Colaborador DCA
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COLUMNAS

La elección es sencilla: justicia o impunidad

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Los diputados del Congreso de la República enfrentan una disyuntiva histórica: fortalecer el sistema democrático y velar porque se imparta justicia, o perpetuar la impunidad y corrupción que han impedido el desarrollo del país y alcanzar mayores niveles de prosperidad.

El dilema, fácil de resolver, le llega a los parlamentarios con la propuesta de reforma al
Artículo 14 de la Ley Orgánica del Ministerio Público (MP), que promueve el presidente
Bernardo Arévalo. En esencia, hay que decirlo claramente, la referida modificación permitirá retomar las causas que legalicen el retiro de Consuelo Porras, quien se ha atrincherado en el cargo con un objetivo muy claro: asegurar la inmunidad propia y la de quienes integran el llamado pacto de corruptos.

Pero más allá de cumplir con la demanda social de concluir con “el oscuro ciclo” de Porras, el anteproyecto restituye la independencia del MP y lo obliga a rendir cuentas sobre sus actos, una responsabilidad que tienen todas las entidades estatales, la cual es común en las naciones democráticas del mundo.

Conviene aclarar que la Fiscal General y sus aliados en el Ministerio no se enfrentan a revanchismos políticos o venganzas personales, como sugieren las teorías conspirativas que provienen de algunos individuos y sectores. Estos funcionarios, muchos de ellos vetados en 43 países por su presunta complicidad en el saqueo del erario, confrontan a una ciudadanía que está consciente de que mientras la Fiscal General continúe en el puesto, la transparencia y la probidad en el aparato público continuarán siendo utopías.

Insistimos. En breve, esta legislatura, que ha enviado mensajes esperanzadores y optimistas, deberá elegir entre construir una Guatemala en donde ministros, diputados, magistrados y fiscales sean los buenos que rechazan a los malos y no al revés, donde los patos no solo le disparan a las escopetas, sino que se roban el armamento para perpetrar nuevos asaltos.

Editor DCA
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COLUMNAS

La sociedad de la impaciencia (II)

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Gerardo Castillo Ceballos 

Facultad de educación y Psicología de la Universidad de Navarra

Para el impaciente el tiempo avanza muy lentamente, lo que le lleva a sentirse ansioso. En cambio, para el paciente los momentos de espera son más llevaderos y le ayudan a disfrutar de la vida en el presente. La paciencia nos permite reflexionar sobre nuestras acciones, pensamientos y emociones; ello posibilita tomarnos el tiempo necesario para pensar en las consecuencias de nuestras acciones y elegir respuestas más adecuadas. Mientras que la persona impaciente toma soluciones rápidas y convencionales, la paciente puede explorar ideas nuevas y llegar a soluciones más creativas.

Necesitamos tener paciencia con todas las personas que nos relacionamos, pero, sobre todo, con uno mismo. Es un factor muy importante de las relaciones interpersonales: entre padres, entre padres e hijos, entre jóvenes y mayores, entre maestros y alumnos… Las personas pacientes están dispuestas a seguir trabajando incluso si los resultados no son inmediatos. La paciencia está presente en la mayoría de los éxitos de los inventores e investigadores, ya que les permitió alcanzar el triunfo a base de repetir una y otra vez los ensayos, corrigiendo y volviendo a empezar tantas veces como fue preciso hasta conseguir el objetivo. Los deportistas también basan sus éxitos en la paciencia, insistencia y dureza de sus entrenamientos. 

La paciencia no es pasividad ante el sufrimiento o un simple aguantarse; es tener la fortaleza para aceptar con serenidad el dolor y las pruebas que la vida pone en nuestro camino. Las personas pacientes, al reflexionar antes de actuar, ven con más claridad el origen de los problemas y la mejor manera de solucionarlos. 

George de Savile dijo que un hombre que es un maestro en la paciencia es un maestro en todo lo demás, y esto es especialmente cierto si nos paramos a pensar en las características de los genios. No es tanto el talento como el tiempo, el trabajo bien hecho y la perseverancia, lo que conduce a un descubrimiento científico o a una obra de arte. 

“No fueron mil intentos fallidos, fue un invento de mil pasos”. Estas fueron las palabras de Edison cuando dio a conocer al mundo el proceso por el cual había conseguido crear la bombilla incandescente de
alta resistencia.

Colaborador DCA
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COLUMNAS

El día más aburrido de la historia

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Gonzalo Andrés Serrano

Facultad de Artes Liberales

Hace algunos años, a un grupo de científicos que tiene la suerte de recibir sueldo por cualquier cosa, se le ocurrió investigar, a través de un algoritmo, cuál era el día más aburrido del siglo XX. Después de hacer andar la máquina, llegaron a la conclusión de que fue el 11 de abril de 1954. De acuerdo con este trabajo, ese 11 de abril, ocurrido hace 70 años, solo tuvo tres acontecimientos importantes, aunque lejos de ser memorables: las elecciones generales en Bélgica, el nacimiento de un profesor de ingeniería turco y el fallecimiento del futbolista inglés Jack Shufflebotham.

Me dio tiempo de investigar un poco esta noticia y tratar de refutar una hipótesis que resulta poco histórica, además de que pasa por alto las particularidades y relevancia que pueden tener acontecimientos que nos parecen insignificantes, pero que logran tener consecuencias insospechadas, tal como indica aquella teoría del efecto mariposa. Bajo esta premisa, me aboqué a revisar aquellos hechos que sucedieron en Chile el domingo 11 de abril de 1954, con el fin de refutar la frivolidad del algoritmo. Parto señalando que ese día se celebró “Domingo de Ramos”, hecho que rememora la entrada triunfal de Jesucristo a Jerusalén. Una fiesta para el mundo cristiano, aunque no muy distinto a lo que debió haber ocurrido en 1953 o en 1955. La crónica roja destacó un macabro hallazgo en las bodegas del bar “Tropezón de Santiago”, donde se había encontrado el cadáver de un obrero tendido en un charco de sangre. No hubo dudas de que no fue un “tropezón”, sino, por el contrario, un cruel asesinato. Para el occiso, Jorge Pérez Caro de 29 años, el 11 de abril fue un día importante, de hecho el último de su corta vida, asimismo para su familia, si es que tenía, ya que en el parte figuraba como soltero y sin domicilio conocido. Ese 11 de abril marcó el fin de la vida y destacada trayectoria del médico Jorge Castro Olivera, dos veces ministro de salud, decano de la Facultad de Medicina y vicerector y rector de la Universidad de Chile, aunque pocas veces recordado. Ese domingo, también en el área de la salud, el eminente médico francés Henri Gastaut, experto en epilepsia, visitó el puerto de Valparaíso y el hospital Deformes. Después del acogedor recibimiento que tuvo en el tradicional hospital porteño junto a su señora, fue festejado con un almuerzo en el Hotel Miramar. En el ámbito deportivo, en esa jornada dominical solo hubo partidos amistosos (punto a favor de los investigadores). Ganaron Audax e Iberia y, como si fuese una jugarreta del destino, hubo empate en los otros cuatro partidos. Santiago Wanderers igualó a dos goles contra Unión Española en Playa Ancha y su clásico rival hizo lo mismo en el estadio El Tranque contra Santiago Morning. Continuando en la búsqueda de datos que puedan resultar interesantes, revisé que la Agrupación Provincial de Santiago del Partido Democrático eligió a su nueva directiva, siendo Santiago Guzmán su nuevo presidente. La crónica del día siguiente, además, informó que también el 11, se ejecutó el mismo procedimiento en el Club Rotary de Cartagena. A las flamantes directivas elegidas en esa ocasión, se sumó el Círculo de Ferroviarios Jubilados que ratificó en la presidencia a Tomás Rebolledo. En fin, no quiero abusar de su paciencia. Me parece que ha sido un esfuerzo tan forzado como frustrante. Suficiente para dar mi brazo a torcer y coincidir con los científicos y su algoritmo de que el 11 de abril de 1954 solo merece ser recordado por ser el más aburrido en la historia del siglo XX. Concluyo con la esperanza de que esta columna no participe en un concurso similar.

Colaborador DCA
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