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COLUMNAS

Nuestro Futuro (III)

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Dr. Jorge Antonio Ortega

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Los retos y desafíos del futuro plantean las habilidades que se deben
adquirir, debido a que en el 70% de las profesiones y servicios técnicos existentes en la actualidad van a desaparecer.

Para ello es necesario incorporar la prospectiva a nuestro diario vivir, ya que nos permite la construcción de nuevos escenarios probables y deseables. Ahora podemos construir el futuro para las nuevas generaciones.

Con lo anterior nos podemos adelantar a los hechos y tendencias, reparar la ruta o elegir un mejor derrotero para alcanzar los objetivos y las metas trazadas en los tiempos pronosticados con variantes y alternativas. Siempre considerando un plan “B”, es justo y necesario debido a la incertidumbre que produce el porvenir.

Otra habilidad que debemos adoptar es la adaptabilidad a las circunstancias, es necesario reinventarse para lo laboral, académico y personal, solo así lograremos ingresar en la posmodernidad con herramientas eficientes y eficaces que nos den viabilidad en el día a día, no importando dónde nos encontremos.

Luego viene la especialidad en el campo laboral y académico a través de las credenciales necesarias y respaldadas por los entes respectivos, pero cuidado la otra cara de la moneda nos obliga a la multidisciplinar nuestro conocimiento para no quedar atrapados en un espacio determinado, teniendo muchas posibilidades de desaparecer por caduco o innecesario. 

Por lo anterior y paralelo a esta exigencia del futuro, nos encontramos con la necesidad de desaprender y aprender nuevas técnicas, teorías y oficios logrando un humano integral progresivo en su conocimiento y habilidades.

La comunicación virtual es y será la guía en esta exploración del futuro. 

Un trabajador o un emprendedor con variados panoramas donde pueda adaptarse en forma inmediata y ser productivo. Un migrante plus, que vale por su multidisciplinaria formación.

Todo va a depender de nuestra capacidad de curiosidad y la disciplina de innovación, las cuales son básicas para lograr concretizar las diversas habilidades y herramientas del futuro. 

Un acelerador puede ser la necesidad, como lo que sucedió con la pandemia que permitió un salto cualitativo y cuantitativo desde la óptica de lo digital en lo académico, laboral y comercial, no se diga el mejoramiento en plataformas de comunicación.

La inteligencia artificial y la realidad virtual ya cohabitan en nuestros ámbitos, debemos aprender a vivir con esa tecnología que nos facilita la vida, pero tiene un costo y es el aislamiento y el desprendimiento de la realidad para llegar a la automatización de nuestra existencia; son en sí estos programas los que van tomando decisiones ahora básicas, pero con la posibilidad de abarcar todo nuestro quehacer. Algunos ejemplos son la casa inteligente, el GPS y otros que asumen nuestras decisiones. 

La comunicación virtual es y será la guía en esta exploración del futuro. 

El ser humano requiere de la comunicación como una necesidad nuclear, de hecho, uno de los castigos aplicados a los privados de libertad cuando sobrepasan algunas normativas de los centros de rehabilitación es el aislamiento, pero aún en esas condiciones extremas el individuo se comunica con él mismo, con seres reales en su mente o imaginados, para sobrepasar la soledad. Hay muchos ejemplos de ello a lo largo de la historia de la humanidad. 

La conectividad que se requiere para ello es un reto diario de mejora progresiva, tanto para las empresas proveedoras del servicio como para los gobiernos, donde la velocidad y la facilidad del usuario debe ser prioritaria, de ello dependerá la velocidad de los cambios en los múltiples escenarios y los roles que conciernen a la sociedad en su conjunto. 

Por eso, la comunicación juega un rol fundamental que permite desvanecer la incertidumbre en todo sentido, debido a que ella genera confianza y seguridad en el traslado de imágenes e información, e interactuar y compartir. 

Colaborador DCA
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COLUMNAS

Destitución de Fiscal General es un asunto de principios y valores

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La decisión del presidente de la República, Bernardo Arévalo, de dejar en manos del Organismo Legislativo la posibilidad de que la Fiscal General y jefa del Ministerio Público (MP), Consuelo Porras, pueda ser removida es una acción que permitirá terminar con uno de los períodos más
lamentables en la existencia del ente a cargo de defender el Estado de derecho y evitar el saqueo de los fondos públicos.

De hecho, durante su primera cadena de radio y televisión, en la que informó sobre el anteproyecto de reforma a la normativa que rige al MP, el mandatario anticipó que “el oscuro ciclo de Consuelo Porras debe terminar ya”, confiado en que los parlamentarios se unirán a la cruzada nacional que demanda el retiro inmediato de alguien que es vista como defensora a ultranza de políticos, exfuncionarios y empresarios corruptos y de perseguir, mediante casos simulados, a quienes critican y cuestionan su errado proceder.

Ignorada por la comunidad internacional (43 naciones le niegan el ingreso a su territorio) y vista como una paria en Guatemala, Porras se aferra al cargo valiéndose de argucias legales que han impedido que el jefe de Estado la cese de sus funciones, como clama la mayoría de ciudadanos, quienes no se explican por qué, habiendo tantas evidencias contra Alejandro Giammattei, Miguel Martínez, ministros y secretarios que integraron ese desgobierno, ella ha sido incapaz de avanzar en casos que evidencian el asalto al erario.

Como lo mencionó el mandatario, el cargo de Fiscal General es el único que no le rinde cuentas a nadie y su permanencia depende de sí mismo; sin embargo, es tiempo de que se corrijan los errores, con el fin de que los responsables de la investigación sean removidos cuando, como ocurre en este caso, su permanencia genera daños irreparables a la nación, bloquea la probidad y, sobre todo, ofrece respiro a los sinvergüenzas que se han enriquecido de manera ilícita, vil y despiadada.

Jorge Castillo
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COLUMNAS

500 añosy la política

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Después de 297 años de dominación colonial, se inicia la independencia en 1821 con 123 años de dictaduras liberales y conservadoras destruyendo el poder y la autoridad maya, no así la autoridad para recolectar tributos, 10 años de primavera democrática con la revolución del 1944 en donde se estableció proceso electoral y apertura de participación de los mayas a cargos en los ayuntamientos y en el Congreso, pero la ultraderecha con el apoyo del Gobierno de los EE. UU. interrumpieron el desarrollo del gobierno revolucionario y nuevamente el inicio de otros 30 años (1954/1984) de dictaduras de gobiernos militares en donde se acentúan las injusticias, la explotación, la exclusión, el racismo y el despojo hacia el pueblo maya, 1985 inicia una nueva etapa conocida como democrática y en donde han desfilado 12 gobiernos incluyendo el actual que preside Bernardo Arévalo, el 95 por ciento de los gobernantes son civiles y solamente un militar firmante de la paz en lo que va esta era. La Constitución Política de Guatemala de 1985, aunque de manera proteccionista reconoce por primera vez que Guatemala está formada por diversos grupos étnicos y que “el Estado reconoce, respeta y promueve sus formas de vida” Art. 66. 1996 firma de los Acuerdos de Paz y el Acuerdo sobre Identidad y Derechos de los Pueblos Indígenas reconoce que la nación guatemalteca tiene un carácter multiétnico, pluricultural y multilingüe y el Estado asume una serie de compromisos respecto a este. Pero en los 39 años democráticos no hay igualdad, inclusión ni relaciones armónicas entre los pueblos como lo caracteriza la democracia. 

Ahora, Guatemala y el nuevo gobierno tienen la oportunidad de corregir el rumbo de la política nacional y hacer posible la consolidación democrática con el desafío de facilitar la coexistencia armoniosa y equitativa entre los pueblos: maya, xinka mestiza y garífuna. 

La cosmovisión maya se caracteriza por el establecimiento de un mundo en equilibrio, de una relación armónica entre los seres humanos y con la naturaleza y de allí el concurso de los mayas en salvaguardar el sistema político democrático con su transición gubernamental con la esperanza de superar la histórica política de sometimiento. Loq’oj k’amik le k’aslem (hora de apreciar la vida)  

Colaborador DCA
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COLUMNAS

Una cita con Adrián Recinos

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Dr. Jorge Antonio Ortega Gaytán

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El enigmático andamiaje del paso del tiempo con su predicción me volvió a
concertar una cita con el legado de uno de los escritores de renombre de antaño, Adrián Recinos Ávila, significativo para Guatemala en el mundo académico, político y diplomático del siglo pasado y, por siempre. La semana del 17 de enero del año en curso, por iniciativa del Centro de Investigaciones Regionales de Mesoamérica (Cirma), nos dimos cita en la Muy Leal y Muy Noble Ciudad de Santiago de los Caballeros, la Junta directiva de la Academia de Geografía e Historia de Guatemala AGHG, los descendientes de nuestro distinguido escritor e invitados especiales. 

Mi primer contacto con él fue con uno de los trabajos de mayor repercusión de Adrián Recinos, la traducción y publicación del Popol Vuh, el cual fue descubierto en la Biblioteca Newberry, de Chicago Illinois, Estados Unidos. Una lectura obligatoria en la primaria, de aquella primera convivencia hace más de medio siglo. Un viaje fascinante al universo al inframundo Xibalba; la crónica del caminar de los gemelos, la creación de hombre de maíz, los mitos, desde la cosmovisión maya. Luego vinieron otras citas con el escritor guatemalteco, con la lectura y análisis de El Memorial de Sololá (1950), Los títulos de los señores de Totonicapán (1950); y Crónicas Indígenas  (1957), con lo cual completé el conocimiento del ámbito previo a la conquista y, como todo ello, posteriormente la lectura de los documentos que Recinos tradujo y publicó para nuestras generaciones y las próximas. Otras publicaciones siguieron en su vida, como: Don Pedro de Alvarado: conquistador de México y Guatemala, Monografía del Quetzal, y varios ensayos de Doña Leonor de Alvarado (1958). Ciudad de Guatemala, crónica desde su fundación hasta los terremotos de 1917–1918 (1922); y una de sus obras de mayor prestigio como historiador fue La Monografía del Departamento de Huehuetenango (1913). Disfrutando de un ambiente agradable en el inmueble que ocupa la sede de Cirma en La Antigua Guatemala, luego del saludo protocolario, se dio la presentación del archivo personal digitalizado de Adrián Recinos Ávila por intermedio de cada una de las personas que participaron en la odisea de organizar, estabilizar, catalogar, digitalizar y asegurar el legado del guatemalteco, tarea titánica que duro tres años según la explicación de la directora del archivo histórico, Thelma Porres, de dicha entidad, que además expuso la importancia de un archivo personal en los siguiente términos: “Un archivo personal es aquel que contiene los documentos generados y recibidos por una persona a lo largo de su vida, incluyendo todas sus funciones y actividades, independiente del soporte…”, “… diversidad de material personal como oficial: fotografías, cartas, conferencias, discursos, documentos personales, entrevistas, fichas de investigación, folletería, hojas sueltas. Invitaciones, libretas de bolsillo, listas de referencias, memorándums, periódicos, postales, publicaciones, recortes de periódicos, semanarios, tarjetas, telegramas y otros”. Luego, Thelma nos guió, en un recorrido por la vida de nuestro compatriota desde su nacimiento en La Antigua Guatemala un 5 de julio de 1886, hijo de Teodoro M. Recinos y de Rafaela Ávila. Hizo sus estudios en el Instituto Nacional Central para Varones, donde se graduó en 1902 y obtuvo el título de Bachiller en Ciencias y Letras. Contrajo nupcias con María Palomo Martínez, con quien procreó cinco hijos: Beatriz, Isabel, María, Adrián y Laura. Durante su época de estudiante universitario en la Facultad de Derecho, publicó sus primeros escritos (1905), fue catedrático del Instituto Para Varones y en la Facultad de Derecho. Fundó una institución literaria denominada El Ateneo Batres Montúfar, Decano de la Facultad de Ciencias Jurídicas y sociales (1921); Miembro fundador del Partido Liberal; así mismo, de la Sociedad de Geografía e Historia de Guatemala (1923), director de la Academia de la Lengua de Guatemala; presidente de la Asamblea Legislativa (1926), además de haber participado como candidato en las elecciones a la Presidencia de la República en 1944. 

Colaborador DCA
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