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COLUMNAS

Comenzando el año en la catedral (II)

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Amén de estos usos canónicos, sabemos que se utilizaron también para otros fines más heterodoxos, como la convocatoria a concejos, subastas e incluso tañéndolas a rebato, para atajar graves contingencias. Sobre las campanas de la seo pamplonesa, tenemos noticias desde la Edad Media y, asimismo, sabemos que cobraron especial importancia desde 1092, cuando el rey Sancho Ramírez determinó que las poblaciones que viesen la iglesia madre y oyesen sus campanas, deberían acudir a celebrar ciertas fiestas especiales de rogativas. Los cronistas catedralicios y, de modo especial en el Siglo de las Luces (don Fermín de Lubián, prior, hombre diligente, cultísimo y gran conocedor de la historia diocesana y catedralicia), se hicieron eco de aquella costumbre.

El referido canónigo hizo notar, a mediados del siglo XVIII, que aquel privilegio se guardó inalterablemente a lo largo del tiempo, hasta que, a mediados del siglo XVII en que, por la distancia, se libró de aquella obligación a unas cincuenta localidades y, más tarde (a finales de la misma centuria) al resto, quedando únicamente hacia 1750 las iglesias de Burlada y Ansoain.

La catedral de Pamplona conserva entre sus campanas históricas una, denominada María, realizada en 1584 por el maestro Villanueva, que es la más grande en uso en España. Su badajo pesa 300 kilos, y la campana, 13 mil. La luz y la estética del gótico, el espacio interior de un templo o de un edificio, en general, viene definido por su planta, alzados, cubiertas y, sobre todo, la luz. Esta última, en el caso de la catedral, es coloreada, ya que los rayos del sol se filtran a través de los vidrios de colores que, a partir de la Baja Edad Media, se convirtieron en soporte iconográfico. A mediodía, los vitrales pamploneses de la nave sur dejan pasar sus rayos de luz, que se proyectan en los muros del norte, logrando un gran efectismo.

El vano, en la arquitectura gótica, es un muro traslúcido que cierra e ilumina todo con un sistema de luz, coloreada y no natural. El profesor Víctor Nieto Alcaide escribió sobre este tema, en un precioso libro titulado La luz, símbolo y sistema visual, que ayuda a comprender esa arquitectura traslúcida de iluminación coloreada y simbólica. Junto a esa estética de la luz, como reflejo divino y signo inmaterial, existe otro concepto muy presente, que no es otro que el que se refiere a la estrecha relación entre el bien y la belleza.

A esta última se refería así santo Tomás de Aquino, inspirador de la estética del gótico: Pulchra sunt quae visa placent (“Bellas son las cosas que agradan a la vista”), afirmando que bellas son aquellas cosas cuya percepción, en su misma contemplación, complace: Pulchrum est id cuius ipsa aprehensio placet, lo que está en relación con la vista, como sentido más perfecto que sustituye al lenguaje del resto de los sentidos.

Concretando su visión estética, el santo y filósofo dominico nos presenta tres principios. El primero, la integritas o perfección, porque no puede ser bello aquello que tiene deficiencias. Lo que está deteriorado, o incompleto, es de por sí feo. El segundo, con base en la consonantia o proporción adecuada, orden y mesura. Trata de la debida armonía y relación entre las partes del objeto mismo y la conexión entre la obra y quien la percibe. Por último, en tercer lugar, se refiere a la luz-nitidez o claritas, concepto que sería sustituido, siglos más tarde, por lo relacionado con el lujo y la ostentación. Además, Santo Tomás, al tratar de la eutrapelia, redescubriendo a Aristóteles, elaboró una doctrina en torno a la citada virtud integrada en la ética cristiana, por la que justificaba la risa y la delectación que proporciona la vista, siempre de manera moderada.

Como la sonrisa de las vírgenes góticas de la Île de France y la del Buen Dios de Amiens, su doctrina sobre la diversión y la distracción inauguraron, en perfecta convergencia, una nueva era de la teología moral, pese a que no sería muy seguida por los teólogos de tradición rigorista, exceptuando a San Francisco de Sales, que amplió los contenidos tomistas en materia de risa y de comedia, dirigida a las honnêtes gens del siglo XVII.

Continuará…

Universidad de Navarra
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COLUMNAS

La elección es sencilla: justicia o impunidad

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Los diputados del Congreso de la República enfrentan una disyuntiva histórica: fortalecer el sistema democrático y velar porque se imparta justicia, o perpetuar la impunidad y corrupción que han impedido el desarrollo del país y alcanzar mayores niveles de prosperidad.

El dilema, fácil de resolver, le llega a los parlamentarios con la propuesta de reforma al
Artículo 14 de la Ley Orgánica del Ministerio Público (MP), que promueve el presidente
Bernardo Arévalo. En esencia, hay que decirlo claramente, la referida modificación permitirá retomar las causas que legalicen el retiro de Consuelo Porras, quien se ha atrincherado en el cargo con un objetivo muy claro: asegurar la inmunidad propia y la de quienes integran el llamado pacto de corruptos.

Pero más allá de cumplir con la demanda social de concluir con “el oscuro ciclo” de Porras, el anteproyecto restituye la independencia del MP y lo obliga a rendir cuentas sobre sus actos, una responsabilidad que tienen todas las entidades estatales, la cual es común en las naciones democráticas del mundo.

Conviene aclarar que la Fiscal General y sus aliados en el Ministerio no se enfrentan a revanchismos políticos o venganzas personales, como sugieren las teorías conspirativas que provienen de algunos individuos y sectores. Estos funcionarios, muchos de ellos vetados en 43 países por su presunta complicidad en el saqueo del erario, confrontan a una ciudadanía que está consciente de que mientras la Fiscal General continúe en el puesto, la transparencia y la probidad en el aparato público continuarán siendo utopías.

Insistimos. En breve, esta legislatura, que ha enviado mensajes esperanzadores y optimistas, deberá elegir entre construir una Guatemala en donde ministros, diputados, magistrados y fiscales sean los buenos que rechazan a los malos y no al revés, donde los patos no solo le disparan a las escopetas, sino que se roban el armamento para perpetrar nuevos asaltos.

Editor DCA
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COLUMNAS

Conciencia en la presencia

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Luis Estuardo Villegas González

luis.villegas
@conjuve.gob.gt
 

Guatemala es un país que no se exenta de diferentes problemáticas que afectan la vida de los ciudadanos. La discriminación, el racismo, el acoso, la violencia, la imprudencia y la intolerancia son algunos de tantos factores que aquejan el día a día de muchos. Sin embargo, en un mundo donde los problemas sociales de este tipo son abundantes y complejos de vivir, siempre existe una manera de sobresalir ante la adversidad.

La conciencia social es un concepto abstracto, que parte desde la subjetividad de la misma mente del ser humano, y que se materializa en las acciones que concretizan la interacción en sociedad. El uso de la conciencia apegado a un sentido social permite calibrar la brújula moral que conduce hacia el desarrollo de las decisiones colectivas.

Construir el tejido individual de la conciencia social es un proceso que no será dogmático de construcción del conocimiento, sino un estado activo y dinámico de aprendizaje, principalmente porque llevarlo a cabo implica ser empáticos, tolerantes y asertivos con las personas que convivimos; comprender que en nuestro entorno existen diferentes tipos de personas, con creencias, costumbres, tradiciones y formas de vida que puedan ser diferentes a las que normalmente se conoce, pero que no imposibilitan el compartir como partes de una misma sociedad.

La empatía es uno de los valores fundamentales que cimentan la conciencia social. En la actualidad, la juventud es uno de los grupos sociales con mayor disposición a brindar esa empatía, tal cual necesaria para atender y entender las necesidades y los problemas de quienes se encuentran en una posición menos privilegiada. 

De manera individual se pueden alcanzar grandes cambios que impacten en la vida de las personas con las que socializamos. Desde la puesta en práctica de normas de cortesía, valores como la tolerancia y el respeto, hasta el cuidado de los medios y recursos que utilizamos de la madre naturaleza.

Las juventudes han forjado a través de su actividad y dinamismo diferentes espacios para no solo llevar a cabo el desarrollo de la conciencia social de las personas, sino también para acercarse desde la colectividad a los grupos sociales que necesitan de ese acompañamiento. 

Colaborador DCA
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COLUMNAS

La sociedad de la impaciencia (II)

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Gerardo Castillo Ceballos 

Facultad de educación y Psicología de la Universidad de Navarra

Para el impaciente el tiempo avanza muy lentamente, lo que le lleva a sentirse ansioso. En cambio, para el paciente los momentos de espera son más llevaderos y le ayudan a disfrutar de la vida en el presente. La paciencia nos permite reflexionar sobre nuestras acciones, pensamientos y emociones; ello posibilita tomarnos el tiempo necesario para pensar en las consecuencias de nuestras acciones y elegir respuestas más adecuadas. Mientras que la persona impaciente toma soluciones rápidas y convencionales, la paciente puede explorar ideas nuevas y llegar a soluciones más creativas.

Necesitamos tener paciencia con todas las personas que nos relacionamos, pero, sobre todo, con uno mismo. Es un factor muy importante de las relaciones interpersonales: entre padres, entre padres e hijos, entre jóvenes y mayores, entre maestros y alumnos… Las personas pacientes están dispuestas a seguir trabajando incluso si los resultados no son inmediatos. La paciencia está presente en la mayoría de los éxitos de los inventores e investigadores, ya que les permitió alcanzar el triunfo a base de repetir una y otra vez los ensayos, corrigiendo y volviendo a empezar tantas veces como fue preciso hasta conseguir el objetivo. Los deportistas también basan sus éxitos en la paciencia, insistencia y dureza de sus entrenamientos. 

La paciencia no es pasividad ante el sufrimiento o un simple aguantarse; es tener la fortaleza para aceptar con serenidad el dolor y las pruebas que la vida pone en nuestro camino. Las personas pacientes, al reflexionar antes de actuar, ven con más claridad el origen de los problemas y la mejor manera de solucionarlos. 

George de Savile dijo que un hombre que es un maestro en la paciencia es un maestro en todo lo demás, y esto es especialmente cierto si nos paramos a pensar en las características de los genios. No es tanto el talento como el tiempo, el trabajo bien hecho y la perseverancia, lo que conduce a un descubrimiento científico o a una obra de arte. 

“No fueron mil intentos fallidos, fue un invento de mil pasos”. Estas fueron las palabras de Edison cuando dio a conocer al mundo el proceso por el cual había conseguido crear la bombilla incandescente de
alta resistencia.

Colaborador DCA
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