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Revista Viernes

Alimentos que relatan una historia

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El cacao, el tamal de carne y la piedra de moler son parte de la arqueogastronomía que fusiona el mundo antiguo con el presente

Se ha preguntado los orígenes de algunas recetas, de sus métodos de preparación, utensilios o ¿cuánto ha evolucionado desde hace más de tres siglos el tamal de carne? ¿Qué dicen las vasijas sobre lo que consumían antes los antepasados o cómo lo preparaban? Una combinación de disciplinas despeja las dudas sobre estas interrogantes.


Arqueogastronomía es un término emergente en Latinoamérica, estudia la alimentación en el mundo antiguo, a través de la historia y la arqueología. De acuerdo a la página web kuanum se centra en aprender las formas de transformar los alimentos desde los tiempos más antiguos hasta la actualidad. “Los rastros que quedan en las vajillas, en los desperdicios o incluso en los depósitos de las letrinas, es decir, los váteres de los antepasados romanos, nos ayuda a saber qué se comía en el pasado y cómo se hacía”, cita.


María Regina Moraga domina el tema de los alimentos y la arqueología porque estudió profesionalmente ambas. Es arqueóloga y chef guatemalteca, pionera en el desarrollo de la propuesta teórico metodológica de arqueogastronomía, que estudia la relación entre la comida y las culturas mesoamericanas. Aún se considera un concepto nuevo, el cual se diferencia de la historia de la gastronomía porque aplica los conocimientos obtenidos a partir de las técnicas propias de la ciencia.


“El término es nuevo para América Latina, lo pensé sin saber si existía y luego averigüé en Internet, porque mi intención era algo que nos identificara como guatemaltecos”, expresó la profesional. Indicó que en México, por ejemplo, se trabaja mucho la antropología de la alimentación y aquí es diferente; además, encontró que esta práctica la usaban en Italia y España. “Ellos la utilizan para propiciar el turismo arqueológico”, aseveró.


Moraga ha impartido cursos en universidades, charlas, conferencias, para brindar una visión integral de la alimentación que pasa por diferentes períodos de la historia en Guatemala, prehispánico, hispánico, al explorar técnicas de investigación como el análisis e interpretación que permiten hacer sobre los restos arqueológicos y la reconstrucción a través de inferencias de las preparaciones, los métodos, utensilios que se usaron hasta la actualidad. De cómo cada coyuntura afectó el modo de hacerlos y también las implicaciones en la cosmovisión. Empezó con gastronomía mesoamericana, pero como investigadora continuó sus estudios porque, como bien enfatiza, no se puede desligar la gastronomía de la identidad del país.


“Todo se refleja en el sabor de la comida y su idioma, que nos identifican que somos del mismo país. Ahí me doy cuenta de que faltaba un término para unificar ambas disciplinas”, mencionó. También recalcó que la arqueología va a brindar esa historia evolutiva de los procesos gastronómicos para entender cómo es la de hoy. Reconstruir la historia culinaria de Guatemala por medio de la evidencia que proporciona la arqueología desde la perspectiva de la interpretación y aplicación de la cocina.

Algunos datos de la experta

La gastronomía petenera es diferente, porque está más relacionada con la península yucateca y Belice.
No hay receta maya, enfatizó la arqueóloga, pues en ningún dintel o vaso aparece una descripción estandarizada del proceso. A su consideración, no existen las recetas mayas, tampoco definirla como comida típica: “Nuestra memoria, no alcanza para dimensionar la evolución de 500 años y cómo ha trascendido”. Ejemplifica cómo desde el siglo XVI han cambiado la preparación de los tamales en los pueblos originarios. “Es comida tradicional guatemalteca, debido a que señalarla como típica es un concepto pobre para definir algo elaborado con procesos, tradición, raíces y herencia”, declaró.
Mostró su preocupación de que los jóvenes solo ingieren comida rápida y los preparados, de perder los momentos para compartir con la familia, la identidad como célula principal de la sociedad, también la de sus comunidades.

Congreso de Gastronomía Guatemalteca

En el Tercer Congreso de Gastronomía Guatemalteca que se realizó en Tikal Futura Hotel & Convention Center, en el marco de la Feria Alimentaria 2024, se expuso sobre principales descubrimientos de la presencia del cacao en los monumentos arqueológicos de los mayas en Guatemala. La especialista durante su exhibición explicó sobre sus orígenes, las vasijas, representaciones artísticas, regiones dónde se manifestaba, rutas principales de distribución y más.
El kakaw: fruto de los dioses mayas demostró cómo este influyó en la cultura guatemalteca desde la época prehispánica hasta el presente.
El escritor colombiano Alonso Sánchez Baute explicó: “Varias investigaciones han concluido que el origen del cacao no hay que buscarlo ni en México, ni en Honduras, ni en Guatemala, sino aquí, en Suramérica”.
De cómo el simbolismo y mitología: el significado espiritual del cacao para los mayas y otras culturas mesoamericanas, de su asociación con dioses y rituales. “Era muy preciado en la cultura maya donde se asociaba con el simbolismo del inframundo por necesitar la sombra del cacahuananche para crecer”, expresó Tomás Pérez Suárez, investigador del Instituto de Investigaciones Filológicas del Centro de Estudios Mayas.
Dentro de los elementos y métodos que han trascendido se incluye la piedra de moler, así como las técnicas y los métodos artesanales y de raíces ancestrales, como calentar esta herramienta al momento de trabajar. También conservar mezclas clásicas, como atol de masa y cacao (chilate), mezclas de achiote, pinol con achiote y otras.

Marisol Vásquez Fotógrafo: Norvin Mendoza
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María Josefa García Granados

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Ilustración: Sergio Espada

La pluma irónica de Pepita

Poetisa y periodista, también conocida como El ruiseñor de los estudiantes. Maria Isabel García Granados nació el 10 de julio de 1796 en Andalucía, España. Llegó a Guatemala en 1810. En su familia le apodaba Pepita.

Fue la única mujer que asistió a las tertulias político-literarias que se realizaban en la casa de José María Castilla. Su mejor amigo era José Batres Montúfar y juntos escribieron Sermón, un poema pornográfico en el cual hicieron sátira al canónigo Castilla. También fundaron el periódico Cien veces una, que sirvió para satirizar el que se llamaba Diez vez diez, que era editado por liberales guatemaltecos en San Salvador. Luego colaboró en el diario La Aurora, con artículos políticos y literarios. Asimismo, en La República, donde firmaba sus escritos con el seudónimo Juan de las Viñas. Escribió retratos satíricos dedicados a funcionarios públicos y a sus esposas, entre ellos Francisco Morazán y Pedro Molina.

Cuando intentaron aprehenderla, se autoexilió en Chiapas. Sus adversarios políticos le llamaban Neroncito con faldas. Escribió los poemas Jesús de la Parra, Boletín de cólera morbus (en el que ridiculizó a los médicos y sus curaciones del cólera), Himno a la luna, La resolución, A la esperanza, La ceiba de Amatitlán, A una hermosa joven desgraciadamente enlazada con un achacoso viejo, Plegaria, A una abeja, Descripción de la erupción del Cosigüina y Despedida.

Luego de 1844 dejó de escribir y se dedicó a las prácticas piadosas, ya que, según ella, Pepe Batres había regresado del ultramundo a confirmarle la existencia del
infierno.

Katheryn Ibarra
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Revista Viernes

Literatura

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Diálogos con alguien que ya no está

La novela La escritora y Martel, del autor Mario Alberto Carrera, narra la vida de una pareja cuyas profesiones y actividades literarias chocan de frente con la vida práctica, aunque a veces se armonizan con ella. Un hombre y una mujer que se aman y se odian. Hablan libremente de esos sentimientos tan opuestos y de sus celos. Ella es una escritora exitosa a quien él recuerda con saudade odio cuando caen en diatribas exquisitamente crueles.

En el Cementerio General de Guatemala, él sostiene monólogos interiores frente a la tumba de ella, donde figuran especímenes de la literatura nacional y las familias que son el entorno de la pareja.
Amor, pasión y muerte. Dos vidas: la de ella que ya concluyó y la de él que está por extinguirse. Este libro es el dolor del mundo y la condición humana desgarrada. Esta a la venta en editorial Cultura a 150 quetzales.

La realidad nacional a través de Pepe Milla

Cuadros de Costumbres de José Milla y Vidaurre brinda pinceladas que describen a Guatemala, sin realzar ningún personaje en específico, siendo en sí todos a la vez. Un único protagonista que revela la riqueza de los guatemaltecos desde tiempo atrás, donde el chapín luce en cada rincón de los diferentes pueblos.
Los lectores pueden disfrutar de toda esa esencia de la vida, sin saber de dónde se originó o cómo se hizo tradición y que simplemente se sigue haciendo, por costumbre, inculcada por los antepasados durante el siglo XIX, a través de varias generaciones.

Está a la venta en las instalaciones de la Tipografía Nacional, 18 calle 6-72, zona 1. Su valor es de 20 quetzales.

Redacción DCA
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Un dramaturgo con devoción

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Fotos: Hermandad de Candelaria y La Gazeta

Miguel Ángel Asturias fue un ferviente devoto a Jesús Nazareno de Candelaria, al punto de dedicarle poemas y donar una túnica para la imagen

La imagen de Jesús Nazareno de Candelaria, Cristo Rey, cuenta con una devoción arraigada en el pueblo guatemalteco, desde la época de la Colonia, en la que una cofradía tenía a su cuidado la imagen. Una de las primeras menciones data de 1628, cuando fue bendecida.


El llamado Nazareno “de los indígenas”, de tez morena y labios entreabiertos, fue el predilecto del premio Nobel de Literatura Miguel Ángel Asturias, quien vivió cerca de la parroquia de Nuestra Señora de Candelaria, templo donde se resguarda la escultura desde su traslado a la Nueva Guatemala de la Asunción.


En la página web de la hermandad de Candelaria se dedica un artículo a esta faceta del escritor donde se lee: “El aspecto religioso de Asturias es poco estudiado por sus biógrafos, y realmente es un campo fértil, dado a que este ilustre guatemalteco fue un hombre de fe católico, que vivió y creció a la sombra de la fe de sus ancestros y de especial manera, un devoto de la escultura de Jesús Nazareno de Candelaria, que es sin lugar a dudas, un icono de la Pasión de Cristo en Guatemala y un referente de la nacionalidad de este bello país”. Cabe destacar que sale en procesión cada Jueves Santo, y es un cortejo referente en la Semana Santa.


Se agrega que en la familia Asturias no fue el único con devoción a este nazareno, ya que el hermano de literato, Marco Antonio Asturias, fue presidente de la entonces Asociación (ahora hermandad), de la década de 1950 hasta 1974.


Hay dos acciones específicas del Premio Nobel que han quedado para la posteridad: la primera es que en el poemario Sien de Alondra, publicado en 1949, se ubica un texto dedicado a la imagen que se titula: A Jesús Nazareno de Candelaria: “Y la raíz en lucha de sus manos, retuerce como garfios sus diez pálidos dedos asidos al madero, que ahora es salvavidas”, se lee en el cierre del poema.


La segunda es una túnica que mandó elaborar a Madrid, España, y que fue donada al Cristo en 1969, la que se usó el Jueves Santo de ese año.


Hay unas cartas que el también periodista intercambió con su hermano. En la primera, fechada París, 31 de enero de 1969, le solicita a su hermano el nombre del párroco de Candelaria, ya que en febrero enviaría el ropaje y que debía haber un responsable para recogerlo en aduana.


Y en la segunda, del 8 de abril del mismo año, expuso: “Ya me imagino cuán divino se vería el señor en Jueves Santo”, y anexa: “Seguimos descontando las horas, los tiempos de la salida de la procesión, paso por la plaza central y la entrada. Y nos decíamos allí irá Marquitos, que no cabe en la túnica. De mi parte ya estoy tranquilo, pues la verdad que se la había ofrecido a Jesús, cuando lo del premio, y faltaba cumplirle. Afortunadamente el señor Cristóbal, de Madrid, resultó haciendo un trabajo magnífico, y cumplido en todo”, ya que Asturias había prometido a Cristo Rey regalarle una túnica al ganar el Nobel. Ese ropaje aún se conserva en el armario que resguarda la hermandad y se utiliza para ocasiones especiales y exhibiciones.


“Comprender la fe católica de Miguel Ángel Asturias requiere contar con las claves necesarias para penetrar mejor en el contexto de su personalidad. La fe del más guatemalteco de los escritores está presente en sus obras. Pero no es un autor extraviado en el fanatismo ni en la alienación”, se lee en un artículo de La Gazeta, escrito por Marco Vinicio Mejía, que es de lo poco que se ubica acerca de esta faceta del recordado
novelista.

Katheryn Ibarra
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