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Revista Viernes

Guatemala, paisajes e historia en la pluma de Patricia Sorg

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La autora nacional narra pasajes de la cultura,
la gente y las leyendas de su tierra natal

Fotos: Oscar Dávila y Patricia Sorg

El pincel y la pluma han sido la combinación profesional de Patricia Sorg, y aunque una situación de violencia la obligó a salir hace 17 años de su patria, toda la paleta de colores e historias la acompañan en sus obras tanto pictóricas como literarias. Reside en Estados Unidos, donde enseña su arte y ha publicado sus libros; el más reciente es Bonita, que presentó en su versión en español, de Editorial Piedra Santa, en la Feria Internacional del Libro en Guatemala (Filgua), que en sus palabras captura la riqueza multicultural y mística de la herencia maya.


La portada fue pintada por ella, en la cual aparece la protagonista, Inés Navarro, que guiña un ojo y sonríe para vender el producto, expresiones características de la década de los años cuarenta. “En la pintura se observa un turbante manchado de sangre, una granada, que expresa la violencia y las guerras; también aparecen bananos en la cabeza, a lo Carmen Miranda”, explicó la artista.


Bonita es una novela de ficción histórica, que previo a escribirla, a Sorg le tomó aproximadamente ocho meses de investigación, en los cuales leyó la Trilogías Bananeras, de Miguel Ángel Asturias, y Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez. También evaluó documentales para comprender los sucesos históricos de aquella época. “Todo me ayudó a analizar por qué un país poderoso se involucra en uno pequeño para despojarlo de su libertad y abusar de una población callada, lo cual me causó cólera; así que, a partir de ese momento, decidí que mis personajes lucharían”, reflexionó.


Está ambientada en América Latina durante la Segunda Guerra Mundial, en la cual su protagonista, aparte de vivir una historia de romance, descubre las pésimas condiciones de vida de los lugareños en una plantación de bananos, bajo el yugo de un dictador apoyado por la empresa estadounidense que ella representa. Luego de un viaje histórico y vivencias, hay un final sorprendente en este texto que se une a una situación inesperada que vivió en Filgua al conocer al presidente de la República, Bernardo Arévalo, quien le firmó un ejemplar ante su emoción visible.


Cuadros, pueblos olvidados y luchas


Su paleta vívida, colorida y sus elecciones compositivas han hecho que sus colecciones sean reconocibles y preferidas por algunos coleccionistas. Comenzó a pintar cuando era niña y se inspiró en los paisajes de montañas y océanos que la rodeaban, así como en la rica y colorida cultura de su país. De adulta vivió en Santa Lucía, donde su arte comenzó a reflejar la cultura del Caribe; asimismo, durante muchos años dibujó al aire libre y capturaba los barcos pesqueros y la vida en los pueblos de las Indias Occidentales.


La entrevistada afirmó que siempre les da voz a las mujeres en sus páginas, para inspirarlas a que no se quedan calladas y luchen. En sus sagas incluye a la población femenina maya y garífuna, de la que, afirma, se ha escrito menos en estos contextos. “Lloro de emoción y del sufrimiento de mis mismos personajes, pues una se involucra mucho en los sentimientos”, aseveró.


Su arte pictórico se ha expuesto en museos y galerías guatemaltecas y de otras latitudes; a su decir, pinta una historia en cada cuadro. Estudió en la Academia de Bellas Artes, en Sarasota, Florida, y ahora es instructora de pintores avanzados. “Y un día decido cambiar el pincel por la pluma para formar relatos y mi país es mi primera inspiración, que se mantiene vigente en mis leyendas”, exclamó.

Otros datos

Admira a la escritora chilena Isabel Allende, y se ha inspirado en una de sus obras, La Casa de los Espíritus, la que, considera, se asemeja con los mismos conflictos y género.
Su primera novela, Montañas que tocan el cielo, está influida por la literatura romántica inglesa del siglo XIX y también por el género gótico. Comentó que está en proceso de que sea adaptada a la pantalla chica como una miniserie.

Pintora impresionista

Sorg toma su paleta de colores de la pintura impresionista, que surgió en la segunda mitad del siglo XIX en Francia, que estampa la luz y el instante. Este estilo pictórico se caracteriza por el uso de los colores puros sin mezclar, así las figuras se diluyen imprecisas que dependen de la iluminación. Se inspiró de los grandes pintores de la época como Paul Cézanne, Claude Monet, Jean-Frédéric Bazille, entre otros, que crearon sus piezas al aire libre.
La evocación de su tierra le ha motivado sus cuadros, en los cuales también ha narrado historias pictóricas, así como las costumbres y tradiciones de su gente cobran vida.
Su trabajo se ha publicado en revistas de arte, entre ellas American Art Collector y Southwest Art.
Ha exhibido en museos latinoamericanos como el Museo Nacional de Moderno Carlos Mérida, galerías de las Indias Occidentales, Tennessee, Connecticut, Atlanta y toda Florida.

Marisol Vásquez
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Revista Viernes

María Josefa García Granados

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Ilustración: Sergio Espada

La pluma irónica de Pepita

Poetisa y periodista, también conocida como El ruiseñor de los estudiantes. Maria Isabel García Granados nació el 10 de julio de 1796 en Andalucía, España. Llegó a Guatemala en 1810. En su familia le apodaba Pepita.

Fue la única mujer que asistió a las tertulias político-literarias que se realizaban en la casa de José María Castilla. Su mejor amigo era José Batres Montúfar y juntos escribieron Sermón, un poema pornográfico en el cual hicieron sátira al canónigo Castilla. También fundaron el periódico Cien veces una, que sirvió para satirizar el que se llamaba Diez vez diez, que era editado por liberales guatemaltecos en San Salvador. Luego colaboró en el diario La Aurora, con artículos políticos y literarios. Asimismo, en La República, donde firmaba sus escritos con el seudónimo Juan de las Viñas. Escribió retratos satíricos dedicados a funcionarios públicos y a sus esposas, entre ellos Francisco Morazán y Pedro Molina.

Cuando intentaron aprehenderla, se autoexilió en Chiapas. Sus adversarios políticos le llamaban Neroncito con faldas. Escribió los poemas Jesús de la Parra, Boletín de cólera morbus (en el que ridiculizó a los médicos y sus curaciones del cólera), Himno a la luna, La resolución, A la esperanza, La ceiba de Amatitlán, A una hermosa joven desgraciadamente enlazada con un achacoso viejo, Plegaria, A una abeja, Descripción de la erupción del Cosigüina y Despedida.

Luego de 1844 dejó de escribir y se dedicó a las prácticas piadosas, ya que, según ella, Pepe Batres había regresado del ultramundo a confirmarle la existencia del
infierno.

Katheryn Ibarra
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Revista Viernes

Literatura

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Diálogos con alguien que ya no está

La novela La escritora y Martel, del autor Mario Alberto Carrera, narra la vida de una pareja cuyas profesiones y actividades literarias chocan de frente con la vida práctica, aunque a veces se armonizan con ella. Un hombre y una mujer que se aman y se odian. Hablan libremente de esos sentimientos tan opuestos y de sus celos. Ella es una escritora exitosa a quien él recuerda con saudade odio cuando caen en diatribas exquisitamente crueles.

En el Cementerio General de Guatemala, él sostiene monólogos interiores frente a la tumba de ella, donde figuran especímenes de la literatura nacional y las familias que son el entorno de la pareja.
Amor, pasión y muerte. Dos vidas: la de ella que ya concluyó y la de él que está por extinguirse. Este libro es el dolor del mundo y la condición humana desgarrada. Esta a la venta en editorial Cultura a 150 quetzales.

La realidad nacional a través de Pepe Milla

Cuadros de Costumbres de José Milla y Vidaurre brinda pinceladas que describen a Guatemala, sin realzar ningún personaje en específico, siendo en sí todos a la vez. Un único protagonista que revela la riqueza de los guatemaltecos desde tiempo atrás, donde el chapín luce en cada rincón de los diferentes pueblos.
Los lectores pueden disfrutar de toda esa esencia de la vida, sin saber de dónde se originó o cómo se hizo tradición y que simplemente se sigue haciendo, por costumbre, inculcada por los antepasados durante el siglo XIX, a través de varias generaciones.

Está a la venta en las instalaciones de la Tipografía Nacional, 18 calle 6-72, zona 1. Su valor es de 20 quetzales.

Redacción DCA
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Un dramaturgo con devoción

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Fotos: Hermandad de Candelaria y La Gazeta

Miguel Ángel Asturias fue un ferviente devoto a Jesús Nazareno de Candelaria, al punto de dedicarle poemas y donar una túnica para la imagen

La imagen de Jesús Nazareno de Candelaria, Cristo Rey, cuenta con una devoción arraigada en el pueblo guatemalteco, desde la época de la Colonia, en la que una cofradía tenía a su cuidado la imagen. Una de las primeras menciones data de 1628, cuando fue bendecida.


El llamado Nazareno “de los indígenas”, de tez morena y labios entreabiertos, fue el predilecto del premio Nobel de Literatura Miguel Ángel Asturias, quien vivió cerca de la parroquia de Nuestra Señora de Candelaria, templo donde se resguarda la escultura desde su traslado a la Nueva Guatemala de la Asunción.


En la página web de la hermandad de Candelaria se dedica un artículo a esta faceta del escritor donde se lee: “El aspecto religioso de Asturias es poco estudiado por sus biógrafos, y realmente es un campo fértil, dado a que este ilustre guatemalteco fue un hombre de fe católico, que vivió y creció a la sombra de la fe de sus ancestros y de especial manera, un devoto de la escultura de Jesús Nazareno de Candelaria, que es sin lugar a dudas, un icono de la Pasión de Cristo en Guatemala y un referente de la nacionalidad de este bello país”. Cabe destacar que sale en procesión cada Jueves Santo, y es un cortejo referente en la Semana Santa.


Se agrega que en la familia Asturias no fue el único con devoción a este nazareno, ya que el hermano de literato, Marco Antonio Asturias, fue presidente de la entonces Asociación (ahora hermandad), de la década de 1950 hasta 1974.


Hay dos acciones específicas del Premio Nobel que han quedado para la posteridad: la primera es que en el poemario Sien de Alondra, publicado en 1949, se ubica un texto dedicado a la imagen que se titula: A Jesús Nazareno de Candelaria: “Y la raíz en lucha de sus manos, retuerce como garfios sus diez pálidos dedos asidos al madero, que ahora es salvavidas”, se lee en el cierre del poema.


La segunda es una túnica que mandó elaborar a Madrid, España, y que fue donada al Cristo en 1969, la que se usó el Jueves Santo de ese año.


Hay unas cartas que el también periodista intercambió con su hermano. En la primera, fechada París, 31 de enero de 1969, le solicita a su hermano el nombre del párroco de Candelaria, ya que en febrero enviaría el ropaje y que debía haber un responsable para recogerlo en aduana.


Y en la segunda, del 8 de abril del mismo año, expuso: “Ya me imagino cuán divino se vería el señor en Jueves Santo”, y anexa: “Seguimos descontando las horas, los tiempos de la salida de la procesión, paso por la plaza central y la entrada. Y nos decíamos allí irá Marquitos, que no cabe en la túnica. De mi parte ya estoy tranquilo, pues la verdad que se la había ofrecido a Jesús, cuando lo del premio, y faltaba cumplirle. Afortunadamente el señor Cristóbal, de Madrid, resultó haciendo un trabajo magnífico, y cumplido en todo”, ya que Asturias había prometido a Cristo Rey regalarle una túnica al ganar el Nobel. Ese ropaje aún se conserva en el armario que resguarda la hermandad y se utiliza para ocasiones especiales y exhibiciones.


“Comprender la fe católica de Miguel Ángel Asturias requiere contar con las claves necesarias para penetrar mejor en el contexto de su personalidad. La fe del más guatemalteco de los escritores está presente en sus obras. Pero no es un autor extraviado en el fanatismo ni en la alienación”, se lee en un artículo de La Gazeta, escrito por Marco Vinicio Mejía, que es de lo poco que se ubica acerca de esta faceta del recordado
novelista.

Katheryn Ibarra
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