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Revista Viernes

“Busco que mi trabajo sea público”

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El escultor Mauro Yojcom talla sus obras y su intención es dejar un legado artístico al país

Mauro Yojcom desarrolló su creatividad durante sus primeros años alrededor de los paisajes de San Pedro La Laguna, Sololá, lugar de donde es originario, y que rodea una energía artística. Siempre estuvo seguro de ser dibujante, aunque desconocía los procesos para perfeccionar su habilidad y con los años aprendió todo el oficio en la Escuela Nacional de Artes Plásticas Rafael Rodríguez Padilla (ENAP). Ahora, antes de dar a luz una obra, la define, analiza y visualiza en mármol, basalto o piedra (su material preferido).


Llegamos a entrevistarlo a su campo de acción, en donde estaba rodeado con las herramientas, equipo, vestimenta y la maquinaria requerida para tallar la figura. En esta ocasión cincela Infinito, en el Colegio de Arquitectos de Guatemala. Nos relató cómo iban sus avances como profesional y su visión de esta disciplina artística.


¿Cómo observa la escultura en Guatemala?


Trato de hacer autogestión porque aquí en Guatemala es difícil la promoción del arte. Yo le pedí que vinieran (al Diaro de Centro América) porque me interesa que se cubra esta actividad, aunque el ingreso es abierto y hemos invitado a la universidad, al gremio y a personas en general, no vienen, quizás sienten que es un espacio privado, lo cual repercute para la difusión.


Además, no todos pueden pagar la elaboración de las figuras de este tamaño, así que mayoritariamente promuevo el arte, mi trabajo y lo principal que queden en los espacios públicos. El problema radica que uno elabora piezas interesantes, pero las propuestas siempre se quedan en las galerías donde asiste poco público. Mi objetivo con estos trabajos es que se queden en un sitio donde cualquiera lo aprecie e interactúe con los demás. Por citar un ejemplo, mis obras Creador de Esperanza se encuentran en el Parque de La Paz Carlos el Pescadito Ruiz, en zona 21; la escultura en representación de Nana Winter está en el Parque de La Paz en Cobán y Trascendencia, que elaboré en conjunto con los artistas Nathan Ardón y Walter Castillo, instalada en los exteriores del edificio de la Defensoría de la Mujer Indígena (10a. calle 10-14, zona 1).


Soy fiel creyente de que para salir de donde estamos, que nos han catalogado como un país del tercer mundo, debemos invertir en educación y parte de ella es la cultura.


¿Nos detalla más sobre esta escultura que realiza, de la creatividad y su significado?


Esta imagen está esculpiéndose en mármol blanco guatemalteco. Se llama Infinito, ya que la creatividad no tiene inicio ni tampoco final. Arriba se colocará un pájaro, con la idea de que es un arquitecto perfecto cuando elabora sus nidos; también representa los ciclos de esta especialidad.


Hemos observado que sus esculturas en los últimos años se han quedado en el extranjero.


Exactamente, por ello asisto a los simposios en otros países porque todo el trabajo termina en los sitios públicos. Así se realizó en el Simposio de Honduras y el año pasado dejé otra en Jalisco, México, donde participamos 12 artistas de diferentes naciones.


Fuimos a hacer realidad una maqueta de 20 a 30 centímetros que pasa de dos a tres metros de alto y se elabora aproximadamente de 15 a 25 días y que depende del tamaño. Se deja la obra como una especie de donativo y el significado de dejar mi nombre en otra patria también involucra la promoción cultural ancestral. Debemos sentir orgullo por nuestras raíces; esa es parte de mi responsabilidad, que se incluya la cosmovisión.


Lo que hago aquí lo llevo a otras latitudes para que las personas sepan que nosotros somos mayas y que seguimos existiendo. Más allá de volverme famoso mi intención es trasladar un poco de nuestros ancestros a otras naciones.


Háblenos de la evolución de su obra…


Considero que mi carrera hasta ahora va con un ritmo constante: ni rápido ni lento. Somos pocos los que trabajamos la piedra y estoy en la disposición de si alguien quiera aprender se avoque conmigo, pues que el conocimiento hay que transmitirlo porque uno no es inmortal. He evolucionado, pues es el resultado de una búsqueda incansable de todos los días, de investigar, leer, proponer o experimentar. Desde mi punto de vista, voy a un ritmo bueno; sí ha habido bastantes cambios en cuanto a mi trabajo en la calidad, el tiempo de ejecución y en la temática. Además, me mantengo dibujando a diario, por lo menos un rato, tengo pinturas empezadas en mi estudio y también modelo en barro, plastilinas y piedra. La temática siempre va orientada hacia visibilizar nuestro legado ancestral y sin importar la técnica, evito que se olviden nuestras raíces.


¿Cuáles son sus orígenes en la escultura?


Desde niño dibujaba y quizás no era muy bueno, pero permanecía con esa afición, incluso recuerdo cuando nos preguntaban cuál era nuestra profesión unos decían bomberos, policías y yo solo quería ilustrar. Gracias a que mi hermano ingresó a la ENAP me surgió el deseo de estudiar ahí. Él ya no continuó y yo con el tiempo me gradué. Al empezar tenía un conocimiento muy escueto de todo y cuando llegué me di cuenta de que podía especializarme en grabado, escultura y todos sus procesos. Entonces se abrió un mundo diferente al que conocía.


Al mismo tiempo alterné mis estudios con la arquitectura, y en la actualidad me desempeño en la docencia en la Universidad de San Carlos de Guatemala (Usac). Asimismo, fundé una pequeña oficina para mis proyectos arquitectónicos y dejé el arte hasta que después tuve un punto de quiebre en el cual ya no le encontraba la razón. No me sentía satisfecho porque el dinero no llena y preponderó esa inquietud creativa y me desligué de la otra profesión.


Hasta el momento, ¿cuál ha sido su obra que considera que mejor plasma su esencia o la del país?


No he conocido algún artista que haya dicho “mi obra favorita es esta o aquella”, pues durante el proceso creativo surgen cambios más interesantes, hay procesos de exploración, etc. La dificultad de un proyecto depende mucho del material y equipo con el que se cuente. No puede decirse “este relieve me gusta más o es el mejor de todos”; cada uno fue resuelto bajo diferentes circunstancias.


Procuro que mis creaciones más allá de que hable de un tema siempre contengan la complejidad para que muchos indaguen. Por ejemplo, en la reciente Feria Internacional del Libro (Filgua) hubo un conversatorio sobre qué se podría hacer por el arte para visualizarlo mejor. Mi respuesta fue que debe interesar más al público con un buen canal, mecanismo para no solo llevarlo a las galerías, sino también mostrarlo a la gente que lo consume y requiere alimentar su espíritu.


Imagino montar exposiciones en la calle o elaborar piezas públicas: un mural enorme que hable de la historia de Guatemala, una escultura que transmita sobre lo que sucedió en la emancipación, que hable sobre nuestras raíces, e instalarlas en todos los parques. Si me pidieran un consejo es que las entidades apoyen los proyectos para que se vuelvan públicos, sin politizarlos, que se den cuenta de que funciona para que les quede la inquietud y lo realicen con el tiempo por cuenta propia. Con eso me doy por servido.

Marisol Vásquez Fotógrafo: Danilo Ramírez
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Revista Viernes

María Josefa García Granados

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Ilustración: Sergio Espada

La pluma irónica de Pepita

Poetisa y periodista, también conocida como El ruiseñor de los estudiantes. Maria Isabel García Granados nació el 10 de julio de 1796 en Andalucía, España. Llegó a Guatemala en 1810. En su familia le apodaba Pepita.

Fue la única mujer que asistió a las tertulias político-literarias que se realizaban en la casa de José María Castilla. Su mejor amigo era José Batres Montúfar y juntos escribieron Sermón, un poema pornográfico en el cual hicieron sátira al canónigo Castilla. También fundaron el periódico Cien veces una, que sirvió para satirizar el que se llamaba Diez vez diez, que era editado por liberales guatemaltecos en San Salvador. Luego colaboró en el diario La Aurora, con artículos políticos y literarios. Asimismo, en La República, donde firmaba sus escritos con el seudónimo Juan de las Viñas. Escribió retratos satíricos dedicados a funcionarios públicos y a sus esposas, entre ellos Francisco Morazán y Pedro Molina.

Cuando intentaron aprehenderla, se autoexilió en Chiapas. Sus adversarios políticos le llamaban Neroncito con faldas. Escribió los poemas Jesús de la Parra, Boletín de cólera morbus (en el que ridiculizó a los médicos y sus curaciones del cólera), Himno a la luna, La resolución, A la esperanza, La ceiba de Amatitlán, A una hermosa joven desgraciadamente enlazada con un achacoso viejo, Plegaria, A una abeja, Descripción de la erupción del Cosigüina y Despedida.

Luego de 1844 dejó de escribir y se dedicó a las prácticas piadosas, ya que, según ella, Pepe Batres había regresado del ultramundo a confirmarle la existencia del
infierno.

Katheryn Ibarra
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Revista Viernes

Literatura

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Diálogos con alguien que ya no está

La novela La escritora y Martel, del autor Mario Alberto Carrera, narra la vida de una pareja cuyas profesiones y actividades literarias chocan de frente con la vida práctica, aunque a veces se armonizan con ella. Un hombre y una mujer que se aman y se odian. Hablan libremente de esos sentimientos tan opuestos y de sus celos. Ella es una escritora exitosa a quien él recuerda con saudade odio cuando caen en diatribas exquisitamente crueles.

En el Cementerio General de Guatemala, él sostiene monólogos interiores frente a la tumba de ella, donde figuran especímenes de la literatura nacional y las familias que son el entorno de la pareja.
Amor, pasión y muerte. Dos vidas: la de ella que ya concluyó y la de él que está por extinguirse. Este libro es el dolor del mundo y la condición humana desgarrada. Esta a la venta en editorial Cultura a 150 quetzales.

La realidad nacional a través de Pepe Milla

Cuadros de Costumbres de José Milla y Vidaurre brinda pinceladas que describen a Guatemala, sin realzar ningún personaje en específico, siendo en sí todos a la vez. Un único protagonista que revela la riqueza de los guatemaltecos desde tiempo atrás, donde el chapín luce en cada rincón de los diferentes pueblos.
Los lectores pueden disfrutar de toda esa esencia de la vida, sin saber de dónde se originó o cómo se hizo tradición y que simplemente se sigue haciendo, por costumbre, inculcada por los antepasados durante el siglo XIX, a través de varias generaciones.

Está a la venta en las instalaciones de la Tipografía Nacional, 18 calle 6-72, zona 1. Su valor es de 20 quetzales.

Redacción DCA
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Revista Viernes

Un dramaturgo con devoción

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Fotos: Hermandad de Candelaria y La Gazeta

Miguel Ángel Asturias fue un ferviente devoto a Jesús Nazareno de Candelaria, al punto de dedicarle poemas y donar una túnica para la imagen

La imagen de Jesús Nazareno de Candelaria, Cristo Rey, cuenta con una devoción arraigada en el pueblo guatemalteco, desde la época de la Colonia, en la que una cofradía tenía a su cuidado la imagen. Una de las primeras menciones data de 1628, cuando fue bendecida.


El llamado Nazareno “de los indígenas”, de tez morena y labios entreabiertos, fue el predilecto del premio Nobel de Literatura Miguel Ángel Asturias, quien vivió cerca de la parroquia de Nuestra Señora de Candelaria, templo donde se resguarda la escultura desde su traslado a la Nueva Guatemala de la Asunción.


En la página web de la hermandad de Candelaria se dedica un artículo a esta faceta del escritor donde se lee: “El aspecto religioso de Asturias es poco estudiado por sus biógrafos, y realmente es un campo fértil, dado a que este ilustre guatemalteco fue un hombre de fe católico, que vivió y creció a la sombra de la fe de sus ancestros y de especial manera, un devoto de la escultura de Jesús Nazareno de Candelaria, que es sin lugar a dudas, un icono de la Pasión de Cristo en Guatemala y un referente de la nacionalidad de este bello país”. Cabe destacar que sale en procesión cada Jueves Santo, y es un cortejo referente en la Semana Santa.


Se agrega que en la familia Asturias no fue el único con devoción a este nazareno, ya que el hermano de literato, Marco Antonio Asturias, fue presidente de la entonces Asociación (ahora hermandad), de la década de 1950 hasta 1974.


Hay dos acciones específicas del Premio Nobel que han quedado para la posteridad: la primera es que en el poemario Sien de Alondra, publicado en 1949, se ubica un texto dedicado a la imagen que se titula: A Jesús Nazareno de Candelaria: “Y la raíz en lucha de sus manos, retuerce como garfios sus diez pálidos dedos asidos al madero, que ahora es salvavidas”, se lee en el cierre del poema.


La segunda es una túnica que mandó elaborar a Madrid, España, y que fue donada al Cristo en 1969, la que se usó el Jueves Santo de ese año.


Hay unas cartas que el también periodista intercambió con su hermano. En la primera, fechada París, 31 de enero de 1969, le solicita a su hermano el nombre del párroco de Candelaria, ya que en febrero enviaría el ropaje y que debía haber un responsable para recogerlo en aduana.


Y en la segunda, del 8 de abril del mismo año, expuso: “Ya me imagino cuán divino se vería el señor en Jueves Santo”, y anexa: “Seguimos descontando las horas, los tiempos de la salida de la procesión, paso por la plaza central y la entrada. Y nos decíamos allí irá Marquitos, que no cabe en la túnica. De mi parte ya estoy tranquilo, pues la verdad que se la había ofrecido a Jesús, cuando lo del premio, y faltaba cumplirle. Afortunadamente el señor Cristóbal, de Madrid, resultó haciendo un trabajo magnífico, y cumplido en todo”, ya que Asturias había prometido a Cristo Rey regalarle una túnica al ganar el Nobel. Ese ropaje aún se conserva en el armario que resguarda la hermandad y se utiliza para ocasiones especiales y exhibiciones.


“Comprender la fe católica de Miguel Ángel Asturias requiere contar con las claves necesarias para penetrar mejor en el contexto de su personalidad. La fe del más guatemalteco de los escritores está presente en sus obras. Pero no es un autor extraviado en el fanatismo ni en la alienación”, se lee en un artículo de La Gazeta, escrito por Marco Vinicio Mejía, que es de lo poco que se ubica acerca de esta faceta del recordado
novelista.

Katheryn Ibarra
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