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ARTES

2020, un año de naufragio

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La pandemia fue difícil para todos. Este parón detuvo toda la industria del día a día, y una de las más desamparadas fue la de los músicos nacionales. Aunque hubo esfuerzos de organizaciones que representaban a los músicos y del Gobierno para ayudarlos, el principal ingreso, que se genera en los restaurantes y en las presentaciones en teatros, fue cancelado. 

Hubo que improvisar. Algunos aprovecharon el internet para hacer en vivos por sus redes sociales y venderlos. La respuesta del público ávido de entretenimiento y cultura fue basta. Algunos reportaban tráfico de entre 100 mil y 200 mil vistas.

Por otro lado, también se usó el tiempo para reinventarse, mejorarse, componer y publicar nuevo material en perfiles de plataformas digitales. Esto provocó una avalancha de contenido, que fue aprovechado por muchos medios de comunicación musical, para anunciarlo y moverlo por las redes sociales. 

Muchísimos discos fueron compuestos y grabados en habitaciones. Hasta fue creado el género bedroom, que se refiere a una grabación hecha en casa. Ahora la tecnología da para mucho, y un estudio de grabación está al alcance de una computadora. Ya no son necesarias las disqueras.

Para la audiencia fue un momento para descubrir nuevas bandas. Muchos discos fueron lanzados durante esta pandemia. Entre los álbumes que escuché y que me encantaron, al menos por el lado anglosajón, estuvieron los de Fiona Apple, The Weeknd, The Strokes, Bruce Springsteen, Tame Impala, Future Islands, Phoebe Bridges, Matt Berninger y Fontaines D.C.

Por el lado latinoamericano, creo que un disco que vale la pena escuchar es el de los Bandalos Chinos, Paranoia Pop. El argentino Fito Páez hizo lo suyo, pero también me gustaron Buscabulla, Ela Minus, Arca, La Isla Centeno, Las Áñez, Hello Seahorse!, El Dependiente y el futuro de la música trova, la colombiana La Muchacha. De España, un álbum fabuloso fue el de El Columpio Asesino, el punk de Biznaga, Confeti de Odio, Vetusta Morla, Triángulo de Amor Bizarro y Las Melenas.

En el ámbito nacional hubo poco, pero el disco de Sara Curruchich fue una experiencia brutal, por su voz y elocuencia para componer. También hubo material de Danny Marín, Rebeca Lane, Zedra Saur y bandas que nunca pensé escuchar, como Señor del Rostro Solar y Asimov. De El Salvador, Voltar, un grupo de rock progresivo, me encantó, además de la legendaria OVNI.

Este año fue para la siembra y el perfeccionamiento, para encontrar nuevas luces en un mundo que se consume por un virus; y eso que todavía falta el segundo choque, con la nueva cepa del Covid-19. Esperemos que los gobiernos tomen las medidas correspondientes, o nos hará muchísimo daño.

Espero que su año haya sido fructífero en cuanto a descubrir bandas y nuevos talentos. Si usted es de los que tiene ese nervio de explorador y descubridor de música que lo conmueva o que le sacuda los sentidos, este 2021 promete nuevos discos. Al menos yo estoy esperando el nuevo de Zoé. 

Muchas gracias por las lecturas que han tenido para conmigo. Quiero agradecer por otro año a mi editora Priscilla León López, alma, corazón y vida de la sección del Diario de Centro América, por creer en mí y darme este espacio, tanto en la música como en la columna de cine. Felices fiestas a todos ustedes, y un abrazo fraternal.

Allan Martínez
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ARTES

Anuncian al curador de la próxima Bienal de Arte Paiz

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Fotografía: Cortesía del artista y Museo de Arte Moderno de Bogotá – MAMBO.

En noviembre de 2025 se realizará, en la capital y La Antigua Guatemala, la próxima Bienal de Arte Paiz. En esta edición, que es la vigésimo cuarta, se ha sido designado a Eugenio Viola como curador.

Viola tiene un doctorado en Métodos y Metodologías de la Investigación Arqueológica e Histórico-Artística de la Universidad de Salerno y ha curado más de 100 exposiciones en el mundo, incluyendo el Pabellón de Italia en la 59ª Bienal de Venecia (2022) y el Pabellón de Estonia en la 56ª Bienal de Venecia (2015). Asimismo, es crítico de arte italiano y curador especializado en experiencias y teorías relacionadas con performance y poesías corporales.

Katheryn Ibarra
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ARTES

¡A lanzarse al agua!

Esculturas de patos navegan en una exposición con causa.

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En el Museo Ixchel del Traje Indígena se aprecian 120 piezas con diferente temática y materiales, intervenidas por varios artistas, las cuales son parte de la XI edición de la colectiva titulada Al agua, patos. Estas se encuentran a la venta para apoyar con becas a más de 600 personas con síndrome de Down de la Fundación Margarita Tejada.

De acuerdo con sus organizadores, esta muestra comparte la visión infantil de atreverse, romper barreras y sin miedo para aprender, compartir y crecer. “Este año se inspiró del dicho guatemalteco “al agua, patos”, que significa tirarse al agua para probar nuevos retos y nuestros chicos eso lo viven a diario porque son perseverantes”, expresó María Teresa de Basterrechea, directora de la fundación. 

Esta es una obra del escultor guatemalteco Rodolfo Guevara, que tardó cinco meses elaborarlos, con la creatividad de Patricia Valladares. “Todo viene relacionado con el juego de los niños, a su inocencia”, dijo. Agregó que cada virtuoso plasmó lo que realiza en lienzo y con su toque personal. 

Algunos de los que intervinieron las obras fueron: Rodolfo Guevara, Patty Valladares, Valenz, Camilo Almaráz, Mod Cárdenas, Jorge Mazariegos, David Duke, Victoria Masch, Josué Hernández, Mauricio López, Abel Amaya, Jorge Merino, de El Salvador. 

Dato

La exhibición está abierta al público gratuitamente en 6ª. calle final, zona 10, hasta el 1 de agosto, de lunes a viernes, de 9:00 a 17:00 y los sábados, de 9:00 a 14:00.

Marisol Vásquez Fotógrafo: Mariano Macz
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ARTES

Star Wars: Imposible complacer a todos

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Foto: cortesía Lucasfilm

Los ewoks deben estar celebrando la existencia de The Acolyte (2024), ya que desde el estreno de esta serie, el filme Ewoks: The Battle for Endor (1995) dejó de ser, de manera oficial, la obra más despreciada de Star Wars. Es impresionante la cantidad de descontento, incluyendo comentarios de odio (que por nada apoyo o comparto) que generó The Acolyte, inclusive, desde antes de estrenarse. 

Si no estás enterado de lo que me refiero, respetado lector, y piensas que esta columna es otro grito al estilolos warsies también lloran, pues te cuento que The Acolyte es una serie del universo de Star Wars, desarrollada por Lucasfilm para Disney+. Esta se sitúa aproximadamente 200 años antes de los eventos de la saga cinematográfica principal (también conocida como la Era Skywalker).

Una vez JJ Abrams, showrunner de la última trilogía de Star Wars, declaró después de haber recibido millones de críticas negativas acerca de los tres filmes galácticos en los que estuvo a cargo: “Con Star Wars, es imposible complacer todos”.

Cuando leí esta declaración, estaba molesto con este cineasta por su terrible manera de estar a cargo de esas películas, así que pensé: “Excusas para un trabajo desordenado”. Pero hoy cambia todo y entiendo por dónde quería ir este señor. Hasta este año y bajo la tutela de Disney+, ya contamos con seis series de Star Wars, algo inimaginable en los tiempos de Lucasfilm en manos de George Lucas.

Estas series son: The Mandalorian, The Book of Bobba Fett, Obi-Wan Kenobi, Andor, Ahsoka y ahora The Acolyte. Suena maravilloso en teoría. Las dos primeras temporadas de The Mandalorian y la primera de Andor me parecen fascinantes. Ahora, The Book of Bobba Fett y Obi-Wan Kenobi son mediocres, pero en su defensa, Disney tenía pocos años de producir series y tal vez estaba aprendiendo.

Pero vamos, para Ahsoka y The Acolyte ya tuvieron cinco años de experiencia, y son notables los retrocesos en desarrollo de historia, perfiles de personajes, diálogos zonzos y guiones con tantos agujeros en la trama como si se tratara de un queso suizo en caricatura de Tom&Jerry.

No soy experto en guiones de series de televisión, pero no hace falta serlo para notar esta deficiencia que, inclusive, da la impresión de que se trata de producciones haraganas. O más bien, de que los productores la arruinan a propósito.

Y ahí está Andor, una de las mejores series que he visto en mi vida, con personajes entrañables, diálogos y monólogos apasionados, música perfecta y escenarios tan vivos como sorprendentes. Pero Andor permanece en la esquina de lo mejor de Star Wars que casi nadie ha visto. “Es muy lenta”, dicen unos.

“No salen sables láser”, refunfuñan otros. Entonces, ¿qué quiere el fandom? ¿Pedimos una clonación en estilo maquila de Grogu para que salve todas las nuevas series de Star Wars? ¿Nos conformamos con lo que Disney+ nos entregará de ahora en adelante? ¿Bailamos la danza de la lluvia para que se inunde todo Lucasfilm a cargo de Disney, y comience todo desde cero? Tal vez JJ tenía razón acerca de Star Wars, es imposible quedar bien con todos, y más con producciones tan descuidadas como The Acolyte. Que la Fuerza nos acompañe.

David Lepe
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