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ARTES

Vamos al cine, mamá

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Aunque a veces mi memoria parece un motor oxidado, el primer recuerdo que tengo de estar en una sala de cine con mi mamá es en la proyección de Star Wars (1977), filme ahora conocido como Star Wars: Episode IV – A New Hope. Estaba preocupada porque no sabía si yo estaba entendiendo la historia. Eran demasiados subtítulos para un niño que estaba en pañales con la lectura. Al final, si no capté el mensaje, por lo menos quedé hipnotizado con los láser.

Años después, le dio gracias a Dios en voz alta cuando hubo problemas de energía eléctrica y detuvieron la proyección de Jaws 3-D (1983). Gritaba al ver frente a ella los colmillos del tiburón protagonista o los trozos de cuerpo humano masticados por el simpático animal. Confieso que fue gracioso.

Una de las experiencias más bonitas que tuve con ella en una sala de cine fue cuando, de sorpresa, me llevó a una sala en la zona 1 (es una lástima no recordar cuál) para ver Back to the Future (1985). Con poporopos y gaseosa en mano, nos divertimos viendo una de las historias más divertidas de los ochenta. Ella tenía alrededor de 30 años, así que estaba emocionada. Tanto fue su gusto, que hasta me compró un chaleco parecido al de Marty McFly, el que vestí durante años, hasta que se rompió.

También nos llevó con mis hermanos a ver Transformers: The Movie (1986) y Batman (1989). No recuerdo en cuál de estas, mi hermano pequeño, que tenía menos de 5 años, se la pasó abajo de las butacas durante la proyección. Al final, expresó que lo que más le había gustado de la velada fueron los poporopos. Mi mamá le preguntó que cómo los había probado, porque no habíamos comprado, a lo que respondió: “Mama, los poporopos que estaban en el suelo”.

Con poporopos y gaseosa en mano, nos divertimos viendo una de las historias más divertidas de los ochenta.

A este mismo hermano le destrozó el muslo a pellizcos durante un matinal de Jurassic Park (1993). “Ahí viene ese monstruo desgraciado”, susurraba ella con miedo cada vez que aparecía un velocirraptor en la pantalla, mientras le retorcía la piel a su hijo. Después hay varias experiencias interesantes que guardo en la memoria, como las carcajadas con Full Monty (1997), y mi rostro sonrojado al ver a Natalie Portman realizar un baile sensual en Closer (2004). “Ahora sé por qué no querías ver Closer conmigo”, me dijo al terminar ese último filme. Levanté las cejas y los hombros, y reímos.

Hace algunos meses comenzó a ver la saga de Toy Story, para después verlas nuevamente, pero con mi hija. Quería ser una abuela actualizada. También hablamos acerca de regresar a una sala de cine, pero le preocupaba su dolor de espalda. 

Era fan de James Bond, así que nos quedó pendiente ir a ver No Time To Die. Al decir verdad, nos quedó pendiente mucho. Y no miento al decir que tengo momentos débiles, en los que siento que nos quedó pendiente todo. 

Hace algunos años, me recomendó ponerle atención a una frase en The Fountain (2006): “Nuestros cuerpos son prisiones de nuestras almas. Nuestra piel y sangre, nuestras barras de hierro de confinamiento. Pero no debemos temer. Toda piel decae. La muerte nos convierte en ceniza. Así que, la muerte libera a toda alma”. Gracias por la recomendación, mamá. Gracias por todo.

David Lepe
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ARTES

Anuncian al curador de la próxima Bienal de Arte Paiz

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Fotografía: Cortesía del artista y Museo de Arte Moderno de Bogotá – MAMBO.

En noviembre de 2025 se realizará, en la capital y La Antigua Guatemala, la próxima Bienal de Arte Paiz. En esta edición, que es la vigésimo cuarta, se ha sido designado a Eugenio Viola como curador.

Viola tiene un doctorado en Métodos y Metodologías de la Investigación Arqueológica e Histórico-Artística de la Universidad de Salerno y ha curado más de 100 exposiciones en el mundo, incluyendo el Pabellón de Italia en la 59ª Bienal de Venecia (2022) y el Pabellón de Estonia en la 56ª Bienal de Venecia (2015). Asimismo, es crítico de arte italiano y curador especializado en experiencias y teorías relacionadas con performance y poesías corporales.

Katheryn Ibarra
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ARTES

¡A lanzarse al agua!

Esculturas de patos navegan en una exposición con causa.

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En el Museo Ixchel del Traje Indígena se aprecian 120 piezas con diferente temática y materiales, intervenidas por varios artistas, las cuales son parte de la XI edición de la colectiva titulada Al agua, patos. Estas se encuentran a la venta para apoyar con becas a más de 600 personas con síndrome de Down de la Fundación Margarita Tejada.

De acuerdo con sus organizadores, esta muestra comparte la visión infantil de atreverse, romper barreras y sin miedo para aprender, compartir y crecer. “Este año se inspiró del dicho guatemalteco “al agua, patos”, que significa tirarse al agua para probar nuevos retos y nuestros chicos eso lo viven a diario porque son perseverantes”, expresó María Teresa de Basterrechea, directora de la fundación. 

Esta es una obra del escultor guatemalteco Rodolfo Guevara, que tardó cinco meses elaborarlos, con la creatividad de Patricia Valladares. “Todo viene relacionado con el juego de los niños, a su inocencia”, dijo. Agregó que cada virtuoso plasmó lo que realiza en lienzo y con su toque personal. 

Algunos de los que intervinieron las obras fueron: Rodolfo Guevara, Patty Valladares, Valenz, Camilo Almaráz, Mod Cárdenas, Jorge Mazariegos, David Duke, Victoria Masch, Josué Hernández, Mauricio López, Abel Amaya, Jorge Merino, de El Salvador. 

Dato

La exhibición está abierta al público gratuitamente en 6ª. calle final, zona 10, hasta el 1 de agosto, de lunes a viernes, de 9:00 a 17:00 y los sábados, de 9:00 a 14:00.

Marisol Vásquez Fotógrafo: Mariano Macz
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ARTES

Star Wars: Imposible complacer a todos

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Foto: cortesía Lucasfilm

Los ewoks deben estar celebrando la existencia de The Acolyte (2024), ya que desde el estreno de esta serie, el filme Ewoks: The Battle for Endor (1995) dejó de ser, de manera oficial, la obra más despreciada de Star Wars. Es impresionante la cantidad de descontento, incluyendo comentarios de odio (que por nada apoyo o comparto) que generó The Acolyte, inclusive, desde antes de estrenarse. 

Si no estás enterado de lo que me refiero, respetado lector, y piensas que esta columna es otro grito al estilolos warsies también lloran, pues te cuento que The Acolyte es una serie del universo de Star Wars, desarrollada por Lucasfilm para Disney+. Esta se sitúa aproximadamente 200 años antes de los eventos de la saga cinematográfica principal (también conocida como la Era Skywalker).

Una vez JJ Abrams, showrunner de la última trilogía de Star Wars, declaró después de haber recibido millones de críticas negativas acerca de los tres filmes galácticos en los que estuvo a cargo: “Con Star Wars, es imposible complacer todos”.

Cuando leí esta declaración, estaba molesto con este cineasta por su terrible manera de estar a cargo de esas películas, así que pensé: “Excusas para un trabajo desordenado”. Pero hoy cambia todo y entiendo por dónde quería ir este señor. Hasta este año y bajo la tutela de Disney+, ya contamos con seis series de Star Wars, algo inimaginable en los tiempos de Lucasfilm en manos de George Lucas.

Estas series son: The Mandalorian, The Book of Bobba Fett, Obi-Wan Kenobi, Andor, Ahsoka y ahora The Acolyte. Suena maravilloso en teoría. Las dos primeras temporadas de The Mandalorian y la primera de Andor me parecen fascinantes. Ahora, The Book of Bobba Fett y Obi-Wan Kenobi son mediocres, pero en su defensa, Disney tenía pocos años de producir series y tal vez estaba aprendiendo.

Pero vamos, para Ahsoka y The Acolyte ya tuvieron cinco años de experiencia, y son notables los retrocesos en desarrollo de historia, perfiles de personajes, diálogos zonzos y guiones con tantos agujeros en la trama como si se tratara de un queso suizo en caricatura de Tom&Jerry.

No soy experto en guiones de series de televisión, pero no hace falta serlo para notar esta deficiencia que, inclusive, da la impresión de que se trata de producciones haraganas. O más bien, de que los productores la arruinan a propósito.

Y ahí está Andor, una de las mejores series que he visto en mi vida, con personajes entrañables, diálogos y monólogos apasionados, música perfecta y escenarios tan vivos como sorprendentes. Pero Andor permanece en la esquina de lo mejor de Star Wars que casi nadie ha visto. “Es muy lenta”, dicen unos.

“No salen sables láser”, refunfuñan otros. Entonces, ¿qué quiere el fandom? ¿Pedimos una clonación en estilo maquila de Grogu para que salve todas las nuevas series de Star Wars? ¿Nos conformamos con lo que Disney+ nos entregará de ahora en adelante? ¿Bailamos la danza de la lluvia para que se inunde todo Lucasfilm a cargo de Disney, y comience todo desde cero? Tal vez JJ tenía razón acerca de Star Wars, es imposible quedar bien con todos, y más con producciones tan descuidadas como The Acolyte. Que la Fuerza nos acompañe.

David Lepe
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