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Revista Viernes

Travesía a la vieja, mágica y ficticia Guatemala

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Leyendas de Guatemala es una de las obras pioneras del realismo mágico

Ilustración:
Rigoberto López

Miguel Ángel Asturias publicó Leyendas de Guatemala en 1930, iluminado por su traducción del Popol Vuh, libro sagrado de los k’iche’s. Las páginas plasmaron sus recuerdos infantiles en los campos guatemaltecos, escribió cuentos fantásticos, líricos y surreales para relatar antiguas historias orales. También sus estudios de antropología, historia de las civilizaciones prehispánicas y lingüística ayudaron a que su pluma fluyera en sus letras.


“Unas leyendas en las que a través del surrealismo, la poesía y los decires de viejos con güegüecho, nos muestran el corazón de esta tierra de ruinas enterradas, heridas abiertas y mitos entrecruzados”, escribe Javier Mosquera Saravia, cuentista guatemalteco. El escritor y poeta francés Paul Valéry comentó que las historias-sueños-poemas se “beben más que se leen”. “Son un viaje onírico a un territorio alucinante, a un tiempo en que las personas estaban unidas con vínculos sagrados a los nahuales, seres de poder; a regiones mágicas donde las criaturas de las selvas, volcanes y mares hablan el idioma de los hombres”, explicó. El escritor guatemalteco heredó a las futuras generaciones tres personajes principales del memorable ejemplar. Aquí una introducción sobre cada uno, de acuerdo con el sitio de la facultad latinoamericana de Ciencias Sociales (flacso).


El Cadejo


Evoca imágenes de esqueletos y cadáveres, narra las peripecias de Madre Elvira de San Francisco que debe cortarse la trenza emponzoñada de su cabello, que erotiza a los hombres y los convierte en reptiles, para vencer las opresiones del yugo.


La Tatuana


Describe la forma en que la humanidad puede recuperar su libertad. El Almendro que relata el pasar de los años y divide su alma por cuatro caminos, que deberán sobrevivir a las tentaciones. El camino negro, que dirige sus sendas al inframundo sucumbió a la tentación y vendió el pedazo de su alma al mercader de joyas sin precio, quién la cambió por la esclava más hermosa. Cuando llega la inquisición, también la sentencia para la hechicera que escapa en un barco dibujado en la pared de su prisión.


El Sombrerón


Es un cuento infantil, donde una juguetona pelota aparece y desaparece. Seduce a un monje hasta demostrar su demoníaca dimensión; este texto es más simple y coloquial.


Cuculcán


Es un relato escrito en teatro con un telón de fondo ancestral. Las cortinas amarilla, roja y negra separan los actos de la pieza en consonancia con el movimiento del sol, amarillo para la mañana, rojo para la tarde y negro para la noche. “Las narraciones son poemas en prosa, vanguardia, cada palabra, cada aroma y sabor permite realizar esta, tan real en el recuerdo. El estilo es tan surreal e intrincado que en ocasiones se vuelve difícil de entender debido a sus referencias mitológicas, geográficas e históricas; no obstante, su tono poético extasía en cada párrafo. Una obra maestra, una exploración de los rincones más secretos y bellos del cosmos centroamericano”, anotó el antropólogo Fernando Endara.

Marisol Vásquez
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Revista Viernes

Santiago Sacatepéquez preserva los rituales de sus abuelos mayas

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Este año cumplen su 125 aniversario de elaborar los barriletes gigantes

En el polideportivo de Santiago Sacatepéquez se observan a varios jóvenes de diversas edades trabajando con papel de china, goma y tijeras. Y es que los preparativos para presentar el Festival de Barriletes Gigantes el próximo 1 de noviembre van a toda marcha.  


Rigoberto Sun es colaborador de la Asociación Civil Santiaguense para el Desarrollo Cultural (Asosdec) y explica que esta organización se inició en 1994 como un comité y luego en 2002, aproximadamente, se legalizó para velar porque la costumbre no se pierda, “para poder apoyar a los jóvenes y que esta tradición continúe”. Añade que a los grupos se les brinda un incentivo dividido en tres partes: “Cuando ellos empiezan, entre abril o mayo, luego se les da otro dos o tres meses después y el útimo ya para terminar”, expone Sun, porque el gasto para realizarlos es grande.


La tradición oral


El colaborador reseña que: “La leyenda cuenta que anteriormente Santiago Sacatepéquez no estaba ubicado acá, se situaba a 5 km, en un lugar alto y en esas tierras azotaba mucho viento y frío, eran dos factores que nuestros abuelos buscaban cómo enfrentar, porque se morían muchos niños. Cuando nuestros abuelos sembraban milpa o frijol, dicen que el viento acababa la cosecha. Nuestros abuelos kaqchikeles junto a los guías espirituales buscaron una forma de acabar con ese mal y salieron en busca de tierras y resulta de que traían a nuestro patrono Santiago Apóstol. Un día se quedaron a descansar acá y cuando se levantaron, el patrón no se movía, entonces ellos dijeron que esa era la señal ‘estas son las tierras que vamos a habitar’”.


Sun prosigue la crónica e indica que se trasladaron, pero comenzaron a tener problemas. “Cuenta la cosmovisión maya de que todo lugar en el planeta tiene un protector espiritual y los de estas tierras empezaron a molestarlos, porque no estaban de acuerdo en que vinieran a invadir sus tierras. Dicen que habían sonidos tétricos, empujaban las puertas o se abrían solas, y los abuelos sentían miedo e incluso los espíritus de los seres queridos que ellos dejaron en las tierras que abandonaron llegaron a molestar. Nuevamente los guías espirituales junto con los abuelos kaqchikeles se reunieron el 1 de noviembre y crearon un barrilete con hojas de banano y le hicieron flecos y dicen que eso ahuyentó a los malos espíritus y ayudó a que las ánimas de sus seres queridos sintieran paz. Eso fue hace más de 125 años, por eso este año celebramos 125 años de tradición y colorido”, expresa. 


A este relato le suma: “También el 1 de noviembre se dice que salen las almas de nuestros seres que ya partieron, ese día comparten con nosotros los vivos, por eso es una conexión entre el inframundo con el supramundo y el barrilete es el medio de comunicación con nuestros seres amados. Hay otra tradición que se llama Los emponchados porque nuestros abuelos, el 31 de octubre se iban a las 6 de la tarde para el cementerio, llevaban con ellos atol de elote, elotes cocidos, chilacayote y no faltaba el aguardiente. Pasaban toda la noche ahí compartiendo con sus seres queridos, adornaban las tumbas y eso sigue, aunque últimamente ya no lo hacen muchas familias, pero nosotros estamos luchando para que todo eso se preserve, porque es lo que nuestros abuelos nos dejaron”. 


Otra práctica es el B’ojoy Naye’: “Mi padre (tiene 85 años) me lo cuenta, que mi bisabuelo y mi tatarabuelo explicaban que habían espíritus tan poderosos, que a pesar del barrilete aún molestaban y no se iban, entonces también se creó la tradición y la cultura del B’ojoy Naye’ que significa “una olla nana”, El 1 de noviembre después del vuelo del barrilete entre cinco y media o seis de la tarde, la Cofradía de San Miguel Arcángel se reúne y salen aproximadamente a las siete de la noche. Ellos empiezan a gritar y salen de la iglesia y pasan en todo el pueblo gritando B’ojoy Naye’”. 


Para el mundo


Ante la solicitud del Ministerio de Cultura y Deportes a la Unesco de declarar Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad a la Técnica de elaboración de barriletes gigantes de Santiago Sacatepéquez y Sumpango, Sun manifiesta que si es postiva la respuesta “esta tradición va trascender, porque actualmente sí se conoce, pero siento que hay lugares del mundo que no saben de los barriletes de Santiago Sacatepéquez. Eso nos va a ayudar a trascender fronteras y que la tradición siga, se expanda más y que esto sea más grande”, finaliza.

El corte del bambú

El bambú que se utilizará en los barriletes deben cortarlo en luna llena, ya que si no puede quebrarse. Y antes de eso realizan una ceremonia maya, junto a sus guías espirituales para pedir permiso a la Madre Tierra. Este año fue adquirido en la finca el Rodeo, Escuintla.

Katheryn Ibarra Fotógrafo: Cecilia Vicente
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Revista Viernes

Sumpango: identidad y tradición

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Más de cuatro décadas promoviendo la expresión artística de sus habitantes

En la página del Festival de Barriletes de Sumpango se lee que en 1978 un grupo de vecinos notó que la tradición venía en decadencia y por eso organizaron el primer concurso, para motivar a familias y jóvenes del municipio a que presentaran su trabajo el 1o. de noviembre de ese año. El certamen se realizó en la cancha de futbol a un costado del cementerio general y desde esa fecha ha crecido tanto que se convirtió en festival “debido a sus dimensiones, desde los nuevos conceptos, tamaños y el nivel de organización que fue requiriendo cada vez”, expresan.


Victorino Tejaxún cuenta con una basta experiencia en la realización de barriletes gigantes de esta localidad, ya que ha sido parte de una agrupación que se llama Gorrión Chupaflor y ha colaborado con el Comité Organizador del Festival de Sumpango.


Platicó con Revista Viernes para explicar cómo es que se realiza esta llamativa tradición. “Yo ya soy como de los mayores, no estoy tan involucrado, básicamente doy algunas orientaciones. Se puede decir que son nuestros hijos los que están al frente de la agrupación”, indica Tejaxún mientras agrega que la forma en que se ha heredado esta tradición ha sido que desde pequeños se ha involucrado a los menores.


A su consideración hay dos elementos clave: “Primero es que el barrilete en sí, le ha dado una relevancia e identidad bastante cimentada al municipio y por eso viene primero la identidad y nuestros hijos también se sienten identificados al ver que sus papás, con sus familias y hermanos mayores están involucrados”. Adiciona que en el ciclo escolar también les inculcan el amor hacia la elaboración de los barriletes, ya que les solicitan que su trabajo final sea confeccionar uno.


La leyenda


Tejaxún explica que los relatos dicen que esta tradición sirve como un medio de comunicación con los ancestros, con los abuelos y los fallecidos. Pero el lado negativo es que se creía que el 1 y 2 de noviembre siempre salían espíritus malos a tratar de hacerle pasar mal a las buenas ánimas y buenos espíritus por ser el día de los difuntos y entonces eso alteraba un poco el orden. “Para evitar eso, lo que se hizo es que los mayores dijeron que el ruido del papel china, con el viento y los colores (de los barriletes) ayudaban a ahuyentar a los malos espíritus y entonces las buenas ánimas o los buenos espíritus se mantenían tranquilos”. 


La temática y las formas 


Al instaurar el festival ilustra que “se despertó el interés de la comunidad y empezó un punto fundamental: el tenerle pasión a un barrilete, a su construcción, porque en ese entonces se dio como primeros elementos a calificar, el colorido, el tamaño, los elementos que ellos le llamaban estampas folclóricas y eso llenó mucho las expectativas y recuerdo bien que habían bastantes experimentos con los barriletes con tal de atraer la atención. Hasta hacían lo que ahora llamamos 3D o estilo relieve”. Esto conllevó a que alrededor de 1988, empezara un proceso de evolución y que ya no los realizaran únicamente de folclore sino de elementos sociales, culturales, políticos o incluso ambientales. Otro aspecto a resaltar es que, gracias al interés, tuvieran sesiones de mejoramiento y acá es donde definen que únicamente se iba a trabajar con papel de china y que ese fuera un elemento a calificar “porque regularmente cuando llegaba el turista, ya sea nacional o extranjero, preguntaba ¿con qué lo pintan? y siempre estábamos explicando que eran de papel”.


Otro factor que destaca Tejaxún es la “genialidad y la constante inquietud por mejorar cada obra de arte”. No solo en visual sino también en las estructuras. “Lo tradicional son los poligonales. No recuerdo en qué año fue, pero se hizo una presentación de un farol grande, como de nueve metros, eso fue el primer momento que se cambió la estructura. Ya para el 2000 una de las agrupaciones revolucionó con la presentación de la estructura física, a una más conceptual, fueron los primeros que presentaban un pájaro serpiente. Y esto también generó una expectativa en los demás grupos. Eso ayudó a que evolucionará su trabajo, por eso en la actualidad hay barriletes con formas, no solo circulares. Siempre hay alguien que da el paso y ese fue positivo y ha generado una expectativa en los demás y ha hecho que esto evolucione”, expresa.


Otros rituales 


Hay una lunada que se realiza una noche previa al festival que se inició por la necesidad de ir a trabajar los detalles finales de los barriletes. Otra actividad que se lleva a cabo es que el 31 de octubre hay una ceremonia maya en el cementerio de Sumpango para solicitar permiso y entrar en contacto con los difuntos. Llega un representante de las agrupaciones que van a exponer su barrilete y la población que quiera acompañarles.  


“El barrilete se inicia como una expresión lúdica, espiritual y de leyenda tradicional. El barrilete de Sumpango es una expresión artística con sus características de autenticidad que ha desarrollado la población. Cada barrilete es una obra efímera: solo se presenta esa vez y no hay uno que se repita, y lo que quiero destacar es que el 1 de noviembre Sumpango hace la instalación artística más grande del mundo en una cancha de futbol. ¡Sean bienvenidos!”, finaliza. 

Katheryn Ibarra Fotógrafo: Archivo
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Revista Viernes

Cielo Rojo

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León y Félix van a pasar unos días en una casa de vacaciones junto al mar Báltico con el fin de terminar proyectos creativos. Allí descubren que deben compartir con una bella joven, Nadja, y su amante, Devid, el socorrista de la vecina playa. La situación saca de quicio a León, que desea terminar su novela, pero está fascinado por la joven. Mientras, un enorme incendio va rodeando la zona donde se encuentran.

Duración: 102 minutos
Director: Christian Perzold
Género: Drama

Colaborador DCA
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  • Coordinación General de Redacción: Miguel González Moraga
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