EDITORIALES
Transparencia y ahorro en medicamentos
La sociedad coincide en que las medicinas son indispensables para la mejora de la salud de los guatemaltecos; su compra y abastecimiento son de suma importancia para el buen funcionamiento del sistema de salud. Precisamente, el Ministerio de Salud Públicay Asistencia Social (MSPAS) podría adquirir una parte de los insumos médicos por medio de la Oficina de las Naciones Unidas de Servicios para Proyectos (UNOPS, por sus siglas en inglés), en el siguiente año.
La buena noticia es que ambas instituciones han confirmado que el acuerdo para la materialización de la compra está ya en marcha y de concretarse, el resultado sería significativo para la economía de esa cartera.
Recordemos que en 2017 el Instituto Guatemalteco de Seguridad Social (IGSS) realizó 4 procesos de compra de medicamentos para el presente año, con muchas ventajas y beneficios, especialmente en términos de transparencia y economía. En este caso se adquirieron 840 medicamentos en los procesos, lo que permitió un ahorro de 50 por ciento, comparado con las compras de los medicamentos en anteriores ocasiones. Esto significó una economía de 27 millones de dólares (199 millones 800 mil quetzales).
El equipamiento del hospital de Villa Nueva ya está siendo apoyado por la UNOPS. Para ello se invertirán aproximadamente Q105 millones. Este hospital comenzará a funcionar en septiembre. Por otro lado, la compra por parte del IGSS a la UNOPS permitió que se incrementara el número de oferentes, pues anteriormente a estas compras eran 12, mientras que tras las adquisiciones aumentó a 62. El MSPAS tendría como propósito comprar todo el abastecimiento de los hospitales y los centros de salud del país, por lo cual se están evaluando experiencias anteriores. Su adquisición podrá ayudar a tener un buen nivel de suministro de medicamentos y material médico-quirúrgico, si se logra esta planificación centrada en las compras.
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Oportuno apoyo para bajar déficit de vivienda
El gobierno del presidente Bernardo Arévalo y Karin Herrera ha iniciado con mucho entusiasmo y determinación, proyectos que permitan a miles de familias, tener acceso a créditos para la compra de una casa.
La visión de la actual administración es fortalecer el Fondo para la Vivienda (Fopavi) y, paralelamente, darle vida a un programa con 750 millones de quetzales, administrados por el Crédito Hipotecario Nacional para que los núcleos familiares de menos ingresos puedan gestionar préstamos a tasas de interés más blandas.
Como parte de estos planes, el mandatario ya inauguró el Programa Mi Primera Casa, mientras que el Fopavi, también ha empezado a darle mayor facilidad a las personas que solicitan un subsidio en esa entidad.
Sin lugar a dudas, el gran problema del pasado, que ha impedido que los ciudadanos con menos capacidades económicas logren el sueño de tener una morada, ha sido la eterna corrupción.
La dependencia, adscrita al Ministerio de Comunicaciones, Infraestructura y Vivienda, ha sido foco de saqueos durante las administraciones gubernamentales anteriores, maniobras que ahora el presidente Arévalo trata de impedir. Hoy, hay más controles al momento de desembolsar el aporte subsidiario.
Se establece que los 35 mil quetzales que cada grupo hogareño recibe se destinen, específicamente, a la adquisición de una unidad habitacional, pero también que esa construcción reúna los estándares mínimos de calidad, pues anteriormente, a los pocos meses de su entrega, ya tenían problemas estructurales como filtraciones de agua en paredes o daños en los techos.
Por supuesto que, en cuatro años, el déficit habitacional, que supera 1.5 millones, no será resuelto, pero por el momento sí se cuenta con una visión diferente de cómo afrontar estas carencias.
De acuerdo con las proyecciones oficiales, en los cuatro años de la actual administración, se espera que unas 10 mil familias cuenten con una casa digna. Este año se prevé financiar 350 construcciones y en 2025, llegar a las 3 mil 500.
En términos más amplios, también se impulsa la atracción de más inversiones nacionales y extranjeras que puedan dejar una derrama económica más amplia y, con ello, también elevar el nivel ingresos de los trabajadores que no tienen donde vivir.
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Un sólido paso hacia la seguridad democrática
Diez meses y tres semanas después, el país avanza. Cambia, para bien. Pese al tétrico panorama que algunos pintan en redes sociales, en especial, en cuentas cooptadas por sectores procorrupción e impunidad, la verdad se impone. Los guatemaltecos empiezan a notar la diferencia que implica un Ejecutivo honesto, comprometido con la población, frente a aquellos que se robaron el dinero y la esperanza.
El cambio viene con la nueva mentalidad de gobernar. De una visión distinta, moderna, que dejó atrás pensamientos obtusos, retrógrados. De aquellas ideas que perviven en la guerra interna. En anacronismos perversos, que persiguieron la pobreza y combatieron la libertad de ideas.
Con esta nueva forma de hacer política, de concebir las estrategias, llegan la Política Nacional de Seguridad y la Agenda Estratégica de Seguridad 2024. La primera, donde se plasman los conceptos sobre el tema. La segunda, que refleja las prioridades que deben enfrentar el Estado y la sociedad para garantizar una vida plena, responsable y libre.
Con ambas, el binomio presidencial, integrado por Bernardo Arévalo y Karin Herrera, se apartan de la “tragedia colectiva”, como le llamó el mandatario, que dejaron las visiones pasadas. Buscan sanar la “sociedad desgarrada” que heredaron.
Parafraseando al jefe de Estado, la nueva política de seguridad se concibe desde una lógica democrática, que pone a las instituciones del Estado al servicio y bienestar de las personas. Pero también de sus derechos y libertades, que respeta la Constitución, las garantías individuales y, en especial, la voluntad popular expresada en las urnas.
Una estrategia que, igualmente, advierte que no se dejará intimidar por los delincuentes. Ni siquiera por los de cuello blanco y conciencia negra. Los peores. Además, prioriza la transparencia, la rendición de cuentas y la igualdad social.
Un plan que nace luego de largos procesos participativos y diversos en torno a la seguridad en paz, que mejoró el tratado marco suscrito en 1995 por los presidentes de Centroamérica. En fin, una política que enfrenta problemas añejos desde perspectivas diferentes, que adopta el sabio consejo que mientras se siga haciendo lo mismo no se pueden esperar resultados distintos.
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Un Plan de Gobierno que empieza a cambiar vidas
Cuando se revisa el Plan de Gobierno 2024-2028 del Partido Movimiento Semilla, que llevó a la presidencia a Bernardo Arévalo, se advierte que cada meta cuantifica inversiones y la cantidad de obras que se ejecutarán. Esta guía, tan precisa y transparente, tiene sus ventajas y perjuicios. Sobre todo, cuando toca rendir cuentas.
Lo cierto es que el documento no es un listado de buenas intenciones. De propósitos incuantificables. Al contrario, son objetivos medibles. Metas exactas. Por ejemplo, en materia habitacional, la agrupación se propuso disminuir el déficit de viviendas y mejorar el acceso a servicios públicos básicos, a fin de llevar bienestar a las familias.
Al objetivo se le puso el cómo y el cuánto, algo de lo que han carecido anteriores propuestas. El Plan de Gobierno 2024-2028 de Arévalo y Karin Herrera destaca que se impulsarán “formatos financieros” que permitan acceder a residencias dignas. La semana pasada se creó el programa Mi Primera Casa y, ayer, se entregó el primer inmueble a la familia Méndez, que residirá en Ciudad Quetzal.
Dicha iniciativa comienza con un capital revolvente de 750 millones de quetzales, que se ampliará a 4 mil millones en lo que resta de gestión. Además, el Ejecutivo asume el compromiso de subsidiar 10 mil casas durante su administración.
Según el jefe de Estado, en dos días han recibido más de 1 mil 200 solicitudes de créditos. Cifra que se explica ante la ausencia de proyectos residenciales gubernamentales probos, pese a la creciente demanda de estas construcciones. De hecho, por primera vez en 94 años, el Crédito Hipotecario Nacional (que se fundó el 4 de diciembre de 1929) sufraga un plan habitacional de esa magnitud.
Para concluir lo que se contempla en el plan de trabajo de Arévalo y Herrera, a fin de mejorar las condiciones de vida en los hogares de las familias más necesitadas, conviene referir que se destinarán 650 millones de quetzales para ampliar del 88 al 95 por ciento la cobertura de agua potable y 7 mil 100 millones para el acceso universal a energía eléctrica.
En fin, metas cuantificables. Objetivos medibles. Proyectos que buscan el bienestar general, la generación de empleo y la certeza de que cuando la decencia impera, el dinero alcanza.