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COLUMNAS

Transformación educativa

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Dr. Jorge Antonio Ortega Gaytán
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La educación está pasando por un momento crítico significativo debido a la incertidumbre que produce el cambio, que es la única constante del hoy y que no permite visualizar el porvenir con las grandes incógnitas y sus retos. Es ineludible repensar en un modelo educativo que permita sortear los obstáculos del futuro ¿Qué se necesita aprender? ¿Qué habilidades son necesarias?

El modelo actual está en desbalance total con la realidad que se aproxima, la prospectiva y las tendencias sugieren un cambio radical para el ciudadano del tercer milenio, con expectativas nunca imaginadas, con requerimientos exponenciales a la mente humana, una evolución sin precedentes que se convierten en retos inigualables y para lo cual no hay preparación integral en el horizonte educativo.

”Nuestra habilidad de aprender lo que necesitamos para mañana es más importante que lo que sabemos hoy“ (George Siemens).

El cambio de modelo de la enseñanza es posible si se toma la decisión de frente al futuro, donde se requiere de una nueva arquitectura del proceso del aprendizaje-enseñanza y de un compromiso de las instituciones educativas para la innovación y desarrollar nuevos modelos de pensamiento, para que se pueda cumplir a cabalidad la megatendencia educativa de ser universal, vitalicia y permanente.

George Siemens afirma que: “Nuestra habilidad de aprender lo que necesitamos para mañana es más importante que lo que sabemos hoy”. Nuestra mirada debe sobrepasar las expectativas del hoy, se debe tener la capacidad de experimentar nuevas ópticas que permitan visualizar las necesidades del individuo en el tercer milenio.

El rol del maestro mentor es imprescindible para lograr los nuevos diseños de pensar, actuar y sentir. En fin, hay mucho por hacer… La expansión y entrega del conocimiento, los mecanismos de comunicación, la colaboración para generar conocimiento y el metaaprendizaje se constituyen en un marco referencial para la construcción de ese modelo educativo de la posmodernidad que es necesario diseñar
y aplicar.

En una época tan cambiante donde el destino de la humanidad es incierto, se hace necesario evaluar todo el quehacer del humano, proyectado hacia el futuro sin vacilación alguna.

Los retos y desafíos son múltiples y requieren de una respuesta integral que pueda resolver la problemática actual en forma segura, fácil, cómoda y económica. La velocidad de respuesta de los que toman las decisiones políticas y financieras son de suma importancia debido que la velocidad de los cambios es exponencial.

El esfuerzo debe ser en conjunto para encontrar una respuesta acorde a las circunstancias de la posmodernidad donde lo único claro es el cambio en todo sentido, donde cada día es más rápido y mayor cantidad de eventos. Lo anterior establece una lógica de interconexión entre autoridades, empresarios, maestros, padres de familia y alumnos en la búsqueda de una ruta que pueda encaminar el destino a una educación que enfrente los desafíos y los retos del tercer milenio.

Los esfuerzos van en diferentes derroteros en base a la madurez de sus socidades e instituciones. ¿Qué necesitan las nuevas generaciones en el concepto de una educación universal? ¿Cómo enfrentar los cambios de mentalidad y acceso a la información?

Una pregunta abierta que da espacio para mucho, pero que requiere de una respuesta integral, concreta y que visualice el porvenir que van a vivir los hijos de nuestros hijos. No hay duda al respecto, la realidad de hoy no aplica para mañana, la transferencia de información es cada día más abrumadora, por lo tanto, se asume que las generaciones próximas no tendrán excusas, ni espacio para la ignorancia, por lo anterior se hace necesario establecer un nuevo andamiaje para los vectores de la educación necesarios para la pervivencia de la humanidad.

Pero es aquí, donde hay que tomar conciencia de las exigencias necesarias de velocidad de cambio en la actitud de las autoridades, los maestros y sobre todo de los alumnos que el cambio de escenarios se está dando y muy rápido para nuestra mentalidad, es por lo que se necesitan individuos que puedan transitar en el nuevo mundo ambiguo, como el que estamos viviendo en este momento de universos paralelos.

Colaborador DCA
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COLUMNAS

Así nació la imagen real del mundo (II)

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Ana Eva Fraile
Revista Nuestro Tiempo

Desde este puerto inicia su viaje Una tierra prometida y muestra, sobre fondo azul, los álbumes científicos e intelectuales del siglo XVIII. Entre ellos, los cuadernillos L’Anatomie y L’Astronomie de La Enciclopedia, de Diderot y D’Alembert, dos dimensiones que ilustran la ambición de la ciencia por desentrañar cualquier área de conocimiento.

Sus dibujos enriquecieron los compendios sobre cartografía, astronomía, geodesia y nuevas especies.

Con precisión científica trabajaron también los artistas que se embarcaban en las expediciones, numerosas en ese periodo, para levantar acta del horizonte conocido o de nuevas maravillas. Sus dibujos enriquecieron los compendios sobre cartografía, astronomía, geodesia y nuevas especies, especialmente a raíz de que Carl von Linneo publicara en 1735 Systema naturae, su innovadora propuesta taxonómica para los reinos vegetal, mineral y animal.

En sala se encuentran, por ejemplo, los grabados coloreados a mano de Plantae Selectae, obra de los botánicos Trew y Ehret (que había conocido a Linneo), los dibujos en acuarela incluidos en la enciclopedia Libros ilustrados para niños, los álbumes Plantae officinales de Nees von Esenbeck, que investigó las propiedades médicas de las plantas, las litografías de orquídeas de James Bateman o el trabajo Historia natural de los loros, a los que François Le Vaillant pintó en sus hábitats, un acercamiento novedoso a la realidad.

La siguiente escala en esta travesía traslada al visitante a tierras egipcias, adonde el general Napoleón Bonaparte se dirigió en 1798 con hambre de conquista. A los más de 40 mil soldados se unieron 167 savants, que conformaban la Comisión de Ciencias y Artes.

El cometido de estos ingenieros, científicos y artistas era llevar a cabo una investigación exhaustiva sobre el país. Incluso se fundó el Instituto de Egipto. Aunque la campaña militar fracasó, los miembros de ambas instituciones no regresaron a Francia hasta la capitulación del general Menou, en agosto de 1801.

Solo unos meses después, a principios de 1802, comenzó la aventura editorial.

Continuará…

Colaborador DCA
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COLUMNAS

La seducción del negacionismo climático

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Cristóbal Bellolio

Escuela de Gobierno

El Demoledor es una película de 1993 protagonizada por Silvester Stallone, que versa sobre una armónica distopía donde se castigan los garabatos, la dieta es comida molecular y las relaciones sexuales son virtuales. La única disidencia vive en las cloacas a punta de hamburguesas de ratas, y de cuando en cuando sale a la superficie para asestar golpes terroristas. Su líder es Edgar Friendly.

El credo de Edgar Friendly es sencillo: no está dispuesto a que le digan cómo son las cosas, le gusta decir lo que piensa, y elegir cómo carajo vivir su vida, incluso si se trata de estallar de colesterol. Quiere comer carne hasta hartarse, fumar un cigarro “del tamaño de Cincinnati”, y correr empelota leyendo una Playboy, únicamente porque puede. Los malos no son ellos, que hacen lo que pueden por sobrevivir. Los malos son los de arriba, los que imponen su tiranía frígida y bien portada, que abusan del poder y secuestran los beneficios del progreso.

La negación del consenso climático tiene antecedentes ideológicos, o identitarios.

Friendly es un populista libertario. Populista, porque piensa que la sociedad está dividida en dos: la elite atiborrada y el pueblo postergado. No ve posibilidad de acuerdo, solo de conflicto. Lo que viene de arriba es paquete sospechoso. Pero también es libertario: quiere que la autoridad retroceda de su espacio vital, que no amenace su estilo de vida, que no arrebate sus hábitos de consumo.

El populismo libertario que representa Edgar Friendly es uno de los principales obstáculos que hoy enfrenta la lucha contra el cambio climático. Mucha gente le echa la culpa a la industria de combustibles fósiles y su lobby descarado. Pero hay otros factores que trascienden el interés pecuniario.

La negación del consenso climático tiene antecedentes ideológicos, o identitarios. No todo populismo descree del consenso científico en la materia. Algún eco-populismo de izquierda habrá por ahí. No todos los movimientos plebeyos que resisten la agenda verde progresista, descreen de la realidad de la crisis climática. Algunos sencillamente no quieren pagar la cuenta del festín de economía carbonizada que se dieron otros.

Tampoco todo libertarianismo es negacionista. En principio, se puede aceptar la ciencia climática y discrepar de una política climática que implique ensanchar las atribuciones del estado. Más de alguno insistirá en soluciones privadas a los problemas públicos. Autores como Jason Brennan elaboran una justificación libertaria para la obligatoriedad de las vacunas. Del mismo modo, otros sostienen que la reducción de emisiones es un imperativo del principio de no-agresión.

Pero la combinación entre ambas vertientes ideológicas (el populismo libertario) combustiona un tipo distintivo de rechazo a la ciencia climática, que tiene un poder seductor en ascenso. De hecho, gran parte de los partidos de “derecha populista radical”, para utilizar la etiqueta de Cas Mudde, despliega esta narrativa: las elites buenistas y cosmopolitas que tienen sus necesidades materiales satisfechas, y pueden darse el lujo de posar de ciclistas veganos, le imponen al resto de la gente ordinaria una moralina verde tan paternalista como inviable: para moverse a la pega hay que echarle bencina al auto.

Adicionalmente, la sombra de las futuras restricciones toca la fibra de las clases medias y trabajadoras que se han partido el lomo por llegar aquí. Han hecho de sus hábitos de consumo contaminante un proxy de estatus. Y nada se defiende como el estatus. Mientras tanto, las Greta Thunbergs de este mundo amenazan con una distopía de brócolis y viajes de 35 horas en tren.

Aquí entra la seducción del discurso de Edgar Friendly. Su populismo libertario mata dos pájaros de un tiro: sospecho de la agenda climática porque (a) viene de las elites globalistas y (b) arrebata mis libertades.

Colaborador DCA
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COLUMNAS

Municipios al rescate de los SLEP

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Mauricio Bravo

Vicedecano de la Facultad de Educación

La implementación de los Servicios Locales de Educación Pública (SLEP) ha sido un tema recurrente en el debate público.

Desde su creación, esta política se propuso como una gran reforma educativa destinada a mejorar la calidad y equidad en la educación pública. Sin embargo, debido a errores de diseño o al poco tiempo transcurrido, no ha logrado superar a los municipios en varios indicadores claves, como asistencia, deserción, rotación docente y puntajes Simce.

Estos resultados ponen en entredicho la eficacia de una reforma que, a pesar de sus buenas intenciones, no parece estar alcanzando los objetivos esperados.

Una de las principales falencias identificadas es que no se consideraron las buenas prácticas preexistentes en algunos municipios. 

Una de las principales falencias identificadas es que no se consideraron las buenas prácticas preexistentes en algunos municipios. Las reformas educativas de gran envergadura siempre deben tomar en cuenta las prácticas efectivas ya implementadas.

De lo contrario, no solo se desaprovechan conocimientos y experiencias valiosas, sino que también puede llevar a una implementación que no se ajusta a las realidades específicas de cada comunidad educativa.

Por otra parte, el corto plazo de implementación de los SLEP ha sido insuficiente para evaluar y ajustar adecuadamente sus resultados: “Las incidencias de las políticas educativas son muy diversas y pueden tardar años, incluso generaciones, en hacerse completamente visibles” (OECD Education Policy Evaluation 236, año 2020). Por tanto, antes de seguir avanzando en la implementación de nuevos SLEP, debemos realizar una evaluación robusta que permita identificar sus fortalezas y oportunidades de mejora.

Por último, la suposición de que un sistema educativo uniforme es la solución óptima para fortalecer la educación pública es un error. La diversidad de sostenedores, acompañados de mecanismos efectivos de regulación y supervisión, permite que estos funcionen como un sistema coherente y ordenado.

Además, la diversidad institucional puede ofrecer una respuesta más ágil y adecuada a las diversas necesidades locales, promoviendo así una mayor equidad y eficacia en el sistema educativo.

Colaborador DCA
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