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La educación está pasando por un momento crítico significativo debido a la incertidumbre que produce el cambio, que es la única constante del hoy y que no permite visualizar el porvenir con las grandes incógnitas y sus retos. Es ineludible repensar en un modelo educativo que permita sortear los obstáculos del futuro ¿Qué se necesita aprender? ¿Qué habilidades son necesarias? El modelo actual está en desbalance total con la realidad que se aproxima, la prospectiva y las tendencias sugieren un cambio radical para el ciudadano del tercer milenio, con expectativas nunca imaginadas, con requerimientos exponenciales a la mente humana, una evolución sin precedentes que se convierten en retos inigualables y para lo cual no hay preparación integral en el horizonte educativo.

”Nuestra habilidad de aprender lo que necesitamos para mañana es más importante que lo que sabemos hoy“ (George Siemens).

El cambio de modelo de la enseñanza es posible si se toma la decisión de frente al futuro, donde se requiere de una nueva arquitectura del proceso del aprendizaje-enseñanza y de un compromiso de las instituciones educativas para la innovación y desarrollar nuevos modelos de pensamiento, para que se pueda cumplir a cabalidad la megatendencia educativa de ser universal, vitalicia y permanente. George Siemens afirma que: “Nuestra habilidad de aprender lo que necesitamos para mañana es más importante que lo que sabemos hoy”. Nuestra mirada debe sobrepasar las expectativas del hoy, se debe tener la capacidad de experimentar nuevas ópticas que permitan visualizar las necesidades del individuo en el tercer milenio. El rol del maestro mentor es imprescindible para lograr los nuevos diseños de pensar, actuar y sentir. En fin, hay mucho por hacer… La expansión y entrega del conocimiento, los mecanismos de comunicación, la colaboración para generar conocimiento y el metaaprendizaje se constituyen en un marco referencial para la construcción de ese modelo educativo de la posmodernidad que es necesario diseñar y aplicar. En una época tan cambiante donde el destino de la humanidad es incierto, se hace necesario evaluar todo el quehacer del humano, proyectado hacia el futuro sin vacilación alguna. Los retos y desafíos son múltiples y requieren de una respuesta integral que pueda resolver la problemática actual en forma segura, fácil, cómoda y económica. La velocidad de respuesta de los que toman las decisiones políticas y financieras son de suma importancia debido que la velocidad de los cambios es exponencial. El esfuerzo debe ser en conjunto para encontrar una respuesta acorde a las circunstancias de la posmodernidad donde lo único claro es el cambio en todo sentido, donde cada día es más rápido y mayor cantidad de eventos. Lo anterior establece una lógica de interconexión entre autoridades, empresarios, maestros, padres de familia y alumnos en la búsqueda de una ruta que pueda encaminar el destino a una educación que enfrente los desafíos y los retos del tercer milenio. Los esfuerzos van en diferentes derroteros en base a la madurez de sus socidades e instituciones. ¿Qué necesitan las nuevas generaciones en el concepto de una educación universal? ¿Cómo enfrentar los cambios de mentalidad y acceso a la información? Una pregunta abierta que da espacio para mucho, pero que requiere de una respuesta integral, concreta y que visualice el porvenir que van a vivir los hijos de nuestros hijos. No hay duda al respecto, la realidad de hoy no aplica para mañana, la transferencia de información es cada día más abrumadora, por lo tanto, se asume que las generaciones próximas no tendrán excusas, ni espacio para la ignorancia, por lo anterior se hace necesario establecer un nuevo andamiaje para los vectores de la educación necesarios para la pervivencia de la humanidad. Pero es aquí, donde hay que tomar conciencia de las exigencias necesarias de velocidad de cambio en la actitud de las autoridades, los maestros y sobre todo de los alumnos que el cambio de escenarios se está dando y muy rápido para nuestra mentalidad, es por lo que se necesitan individuos que puedan transitar en el nuevo mundo ambiguo, como el que estamos viviendo en este momento de universos paralelos.
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Navarros que dejaron huella (III)

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Por ello, pronto los vamos a encontrar en localidades meridionales, a donde en ocasiones llegan después de varias generaciones de vida en la Alta Navarra.

Pero no todos eran pastores. Los hijos desheredados de palacios y casas hidalgas bajonavarras también buscaron oportunidades en la Navarra peninsular. Una de estas familias es la de los Loigorri, originarios de la casa de ese nombre en la localidad bajonavarra de Lasa. Como era habitual en la región, el patrimonio lo heredaba uno solo de los hijos; en 1680, un hijo desheredado, Juan, se casó en la villa de Burguete con una mujer heredera de su casa. Un hijo de esta pareja, llamado Gracián de Loigorri, continuará el desplazamiento hacia el sur pues en 1716 contrajo matrimonio en Cintruénigo con doña Josefa Virto y Casado, miembro de una familia bien posicionada en la villa; en la segunda mitad del XVIII Loigorri era uno de los principales exportadores de lana de la Ribera, como demostró Ana Azcona. Ya en plena madurez, en 1756, don Gracián y su esposa obtuvieron el reconocimiento como hidalgos. Es un ejemplo entre muchos.

Llegados a la Ribera del Ebro, pronto los complicados apellidos de muchos de estos nuevos vecinos serán simplificados para acercarlos a la pronunciación de palabras mejor conocidas; así, en el melting pot de las poblaciones del Ebro los Imbuluzqueta se convierten en Iblusqueta; los Zay y Lorda en Zailorda; los Gorosabel en Guisabel; los ya citados Loigorri pierden su primer apellido, Echapare, y un largo etcétera. En ciudades como Corella y Cintruénigo se concentran familias procedentes de muy diversos lugares de la Navarra peninsular, de lo que dan fe sus apellidos: Aibar, Anchorena, Artázcoz, Asiáin, Bertizberea, Bonel, Celigueta, Galarreta, Garisoáin, Goñi, Gorráiz, Ichaso, Imbuluzqueta, Iriarte, Izal, Larumbe, Lizaso, Luna, Navascués, Olóndriz, Ruiz de Murillo, Sada, Sagaseta, Sanz, etc.

El origen bajonavarro puede rastrearse en los ya citados Loigorri, Armendáriz, Chivite y Lacarra. No faltan los franceses, procedentes de territorios distintos de la Baja Navarra, como Bernardo de Monlaur, bearnés que se estableció en Corella y obtuvo la naturaleza de navarro en 1717. De Aragón procedían los Virto; de Álava los Miñano; de Castilla, los Ágreda, Arévalo, Barea, Cervera, Escudero, Igea, Laínez, Sáenz de Heredia, Ursúa (de origen baztanés pero llegados de la vecina Alfaro). Corella: el esplendor de una ciudad barroca. Corella despertó una notable atracción debido a su privilegiado emplazamiento. En 1630, Felipe IV, siempre necesitado de recursos para mantener a sus ejércitos desplegados en distintos frentes, había otorgado a esta villa el título de ciudad tras haber socorrido a la Real Hacienda con el desembolso de 26 mil 500 ducados de plata doble y una renta de 3 mil 500 ducados, como ha escrito Pilar Andueza.


Los años de mayor prosperidad tardarían todavía en llegar, pues como en otros lugares de la Monarquía en el XVII se sucedieron epidemias y malas cosechas. Pero en torno a 1640 hay indicios de crecimiento: la vieja parroquia de San Miguel se ha quedado pequeña y en 1643 se inician los trámites para una ambiciosa reforma; además se reedifica la de Nuestra Señora del Rosario. No tardó en experimentarse una verdadera fiebre constructiva: era preciso edificar casas para todos estos nuevos vecinos, pero además en no pocos casos se trataba de viviendas de calidad, acordes con el nivel social y económico de unos mercaderes y hombres de negocios enriquecidos por el activo tráfico comercial.

La pujanza de la merindad de Tudela, y en particular el valle del Alhama, integrado por Corella, Cintruénigo y Fitero, quedó de manifiesto cuando, entre octubre y diciembre de 1695, las Cortes de Navarra se reunieron por primera y única vez en Corella.

Continuará…

Colaborador DCA
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Enganchar con menos: la televisión se acorta (II)

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Pero aún existen formatos seriales más frugales: la antología televisiva. En este caso, el viaje ha sido de regreso; uno de los hitos de la historia de la pequeña pantalla, aún en blanco y negro, era The Twilight Zone. Muchos espectadores también asociarán este formato con la mítica La hora de Alfred Hitchcock. Olvidada durante décadas, la antología ha revivido con fuerza en esta época de exuberancia. Su mayor exponente hoy es Black Mirror. En la antología el capítulo es autónomo, narrativamente independiente del resto de episodios. ¿Qué le ata, entonces, al conjunto? Pues una apuesta temática (Modern Love), unas limitaciones estilísticas (Love, Death & Robots), unas preocupaciones filosóficas (Black Mirror), un origen literario (Philip K. Dick Electric Dreams) o, incluso, un lugar (Room 104). Así, uno puede ver el quinto episodio y luego pasar al décimo y, al final, volver al dos, puesto que es una serialidad carente de acumulación narrativa.

Esta cartografía se completa con el único formato realmente nuevo de estos años: la serie antológica. Es un híbrido curioso de los dos párrafos anteriores. Piensen en The White Lotus, Fargo, True Detective o American Horror Story. ¿Descubren el patrón? En efecto: la serie antología (o serie limitada) mezcla continuidad narrativa y reseteo total. ¿Ein? Sí: en una temporada seguimos una historia durante ocho o diez episodios, como una miniserie. El relato acaba, se cierra. El año siguiente empieza virgen: nuevos actores, historia, personajes. Como en la antología, lo que unifica temporadas puede ser el territorio coeniano donde suceden las historias, los subgéneros del terror o una franquicia hotelera con sedes en Hawái o Italia.

Decía Shakespeare que “la brevedad es el alma del ingenio”. En estos formatos la concisión no implica necesariamente mayor calidad. Pero hay algo claro: la evolución tecnológica y los hábitos de consumo sí están convirtiendo la brevedad en el alma del streaming.

Colaborador DCA
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Centenario de la primera Ley de cooperativas (Ley 4058) (I)

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El 30 de septiembre de 1924 se publicó en el Diario Oficial chileno la Ley 4058, sobre sociedades cooperativas, la primera dedicada a esta figura en Chile. Ella formaba parte de un conjunto de siete leyes que fueron aprobadas en la sesión del Senado del 8 al 9 de septiembre de ese año, tras el “ruido de sables” de un grupo de jóvenes oficiales del Ejército en respaldo de la agenda social del presidente Arturo Alessandri Palma que el Congreso dilataba.

Concluía así el reconocimiento a una forma de organización que tenía ya una consolidada figuración internacional y que también en el país contaba con presencia desde hacía casi cuatro décadas, usando los tipos societarios existentes.

La primera cooperativa moderna se constituyó en Rochdale, al norte de Inglaterra. En esa localidad, un grupo de 28 artesanos textiles decidió impulsar un cambio respecto del modelo imperante: los consumidores debían ser tratados manera honesta, con transparencia y respeto, reconociéndoseles la posibilidad de participar de los beneficios según su contribución y con el derecho de tomar parte en las decisiones del negocio. Bajo estas ideas, el 24 de octubre de 1844 dieron vida a una cooperativa de consumo, la primera en distribuir entre sus socios los excedentes generados.

Con el nombre de Sociedad Equitativa de los Pioneros de Rochdale y venta al contado, ella sentó las fases del movimiento cooperativo internacional que medio siglo después daría lugar a la Alianza Cooperativa Internacional y permanece hasta hoy. La sociedad funcionó de manera independiente, aunque con cambios de nombre, hasta 1991. Ese año fue transferida a United Co-operatives y, en 2007, esta última pasó a ser parte de The Co-operative Group.

Constituida en 1895 en un congreso celebrado en Londres, la Alianza Cooperativa Internacional se ha preocupado por definir la identidad cooperativa. Esto supuso fijar los criterios establecidos en los estatutos de los Pioneros de Rochadle como principios cooperativos.

Ellos son la libre adhesión y el libre retiro, el control democrático por los socios, su participación económica, la autonomía e independencia de entidad, la educación, capacitación e información cooperativa, la cooperación entre cooperativas, y el interés por la comunidad.


Continuará…

Colaborador DCA
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