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Revista Viernes

“Los artistas se forman y deben ganar como profesionales”

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Lucía Armas cuenta con más de 45 años de experiencia artística profesional que ha combinado con la administrativa pública. Hoy es directora de Difusión de las Artes del Ministerio de Cultura y Deportes (MCD), nos atendió para entrevistarla en su oficina ubicada en el Palacio Nacional de la Cultura. En el fondo se escuchaban las voces del Coro Nacional de Guatemala, que agasajaba musicalmente al público que ingresó gratuitamente.

Democratización del arte en Guatemala, ¿cómo la trabajan? ¿Hay algún plan para concretarla?

Ustedes saben que el artista, sobre todo el independiente, necesita de fondos para crear sus obras. Las actividades gratuitas son realizadas con virtuosos de la cartera de Cultura, pero otras se pagan para verlas porque los metrajes, producciones de los directores artísticos de obras teatrales o de música deben pagarles a los músicos o los actores. Así que al cobrar un porcentaje se da al creador y otro al teatro que requiere de mantenimiento.

Parte de la democratización es enseñar al público que los artistas tienen una formación extensa y que es vital que ganen tanto como un médico o determinado profesional. Se han formado por años y se supone van a vivir del arte; por ello, debe comprenderse que es menester de ambas vías: la audiencia requiere recrearse, pero los autores cubrir sus necesidades.

¿Qué actividades nuevas han programado? Aparte del Festival de Junio, que es una oportunidad de que los asistentes lleguen a algunas presentaciones gratuitas.

Durante este mes en el Centro Cultural de Escuintla vamos a hacer un festival con motivo de su aniversario, donde participan instituciones artísticas y es dirigido a los estudiantes y sin costo. Otras dependencias del MCD organizan variedad de actividades pues nos enfocamos fuera de la capital, aunque como bien saben para todo se precisa presupuesto.

Por ejemplo, la Orquesta Sinfónica Nacional quiere hacer temporada departamental; sin embargo, movilizarla cuesta y sobre todo para llegar y que toque gratuitamente. En la medida de las posibilidades y de los fondos disponibles, se trabaja para ir a los departamentos y que no paguen por los conciertos.
Igualmente, el Coro Nacional de Guatemala se presenta cada mes con diferente grupo y el ingreso es gratuito en el Palacio Nacional de la Cultura. Sus objetivos son que la gente venga y lo conozca y que disfrute las danzas o el teatro. Esto se organiza mensualmente, como parte del programa Tardes de Arte.

Asimismo, se organizan temporadas escolares, conciertos de la Orquesta Sinfónica; el domingo hay algunas funciones del Ballet Moderno y Folklórico Nacional de Guatemala con danza para niños, a costos populares para que muchos puedan llegar.

Leí por ahí que democratizar el arte significa comprender que todos deben tener igual acceso a la maravilla, que la obra debe ser tocada, vivida, leída, respetada, discutida.

Muy de acuerdo, porque el artista debe poner a disposición su obra, no lo puede dejar individual, hay que mostrarla para que otros la contemplen, disfruten y opinen.

Marisol Vásquez
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Revista Viernes

Obras literarias, autores, exposiciones y más

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Variedad de libros de diferentes géneros literarios de la Tipografía Nacional encuentra en la XXI edición de la Feria Internacional del Libro en Guatemala (Filgua), la cual se realiza del 4 al 14 de julio, en las instalaciones de Fórum Majadas. Durante esos días, participan 73 expositores de librerías y editoriales, tanto nacionales como extranjeras.

LA XX EDICION DE FILGUA FERIA INTERNACIONAL DEL LIBRO, QUE SE REALIZA DEL 6 AL 16 DE JULIO EN FORUM MAJADAS, ESTÁ DEDICADA A DANTE LIANO Y EL INVITADA DE HONOR ES LA REPUBLICA DE EL SALVADOR MAS DE 300 ACTIVIDADES DIVERSAS SE TIENEN PROGRAMADAS.

Se ubican en el estand No. 57, de 9:00 a 21:00 y el 12 de julio (la noche de los libros), de 9:00 a 24:00. Hay disponibles 142 títulos, entre los cuales se destacan: Colección de Documentos, Colección Crónicas, Colección Infantil, Colección Literatura y Colección Tipografía Nacional. También cuentan con novedades entre las que sobresalen las siguientes obras: Popol Vuh, versión transparente; Catálogo del museo, Fechas importantes de la Historia de Guatemala (35-2022), Apenas mi deseo y La Historia de un Pepe y Cuadro de Costumbres, una edición que incluye las dos obras.

Filgua 2024

La Asociación Gremial de Editores de Guatemala (AGEG) y el Ministerio de Cultura y Deportes prepararon esta fiesta literaria. Y en esta edición se dialoga sobre la migración, que se aborda desde las perspectivas económica, social, histórica, cultural y artística. Otro tema relevante son los 500 años de la llegada de los españoles a Guatemala, y se analiza en la obra del premio Nobel de Literatura 1967, Miguel Ángel Asturias, en su 50 aniversario luctuoso.

Con la visita de decenas de estudiantes de diferentes centros educativos, continúan las actividades en Filgua.

Dedicada a Francisco Pérez de Antón

Rinde homenaje el 11 de julio al escritor Francisco Pérez de Antón, autor de más de 26 libros; entre ellos, novelas, obras de ensayo y narrativa breve. Originario de Asturias, España, es ingeniero, economista, empresario, periodista y catedrático que migró a este país desde 1963. Es miembro de la Academia Guatemalteca de la Lengua y de la Academia de Geografía e Historia de Guatemala.

Consulte el programa completo en www.Filgua.com y redes sociales.

Marisol Vásquez Fotógrafo: Mariano Macz
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Fabián Hernández y su paisaje fantástico casi surrealista

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Fabián Hernández es un pintor y escultor originario de La Antigua Guatemala, que se ha inspirado en lo positivo de la vida. “Creo fielmente que la vida no solamente es oscura”, expresa, y sus cuadros son el reflejo de su manera de pensar.

En la siguiente entrevista, hace un recuento desde sus inicios hasta sus planes futuros, pasando por su inspiración para crear su sello personal.

¿De dónde viene su inquietud por practicar el arte de la pintura?

Uno nace con eso, no es de la noche a la mañana. En el caso mío, yo nací con eso y mientras fui creciendo, me fui relacionando de alguna manera con el arte, pero como no tenía dónde estudiar, empecé con la artesanía. La cerámica aquí en La Antigua era algo fuerte; pajaritos y todas esas cosas, así empecé. Pero siempre con el deseo de pintar profesionalmente, hacer algo como lo que hago ahora y, después, di el salto para pasarme a dibujar, sin conocimiento previo de nada. Eso fue en 1995, y ahí es donde digo: ‘bueno, es la fecha que voy a poner como la de inicio, pero realmente es toda la
vida’.

Después de 1995, ¿cómo surge esa inspiración para buscar su estilo?

Todos los artistas, cuando no han encontrado un estilo, siempre están influenciados por alguien más. De hecho, veo muchos que toman referencia de Pinterest. Cuando un virtuoso pinta y no es su esencia, se siente como un artista herido porque no logra reflejarse él en la obra. Me pasó por muchos años eso, yo iba por la vida tratando de hacer una cosa, pintaba pájaros, puertas, La Antigua, pero realmente solo me daba cuenta de que era algo que se parecía al arte de los demás. Pero, realmente, cuando se encuentra es porque se está pintando a sí mismo, y ahí es donde se produce la magia y el cambio.

Tuve la oportunidad de viajar a los Estados Unidos, y cuando estaba allá, sin querer me di cuenta de que la gente que migra ama su país. Desde allá, me encontré con ese dilema de ver que las personas que estaban fuera de su país añoraban su comida, su paisajes, su Guatemala, sus colores y esas cosas, pero cuando preguntaba ¿se quiere regresar a Guatemala? Me respondían: ‘regresar completamente, no; de visita de nuevo, sí’. Eso me impactó mucho. Se sienten orgullosos de ser guatemaltecos, pero no quisieran volver a estas mismas situaciones en las que estaban antes de irse; entonces, quería pintar la migración, ese sentimiento de orgullo del guatemalteco, del latinoamericano, pero no sabía cómo hacerlo. Decidí investigar sobre el tema en internet y en todos lados; me di cuenta de que de la migración solamente se habla de lado triste, de lo negativo, de los niños que se quedaron solos, del padre que murió en el desierto o de alguien que le amputaron las piernas por el tren, y era muy difícil, porque yo me propuse que todo lo que iba a pintar tenía que ser positivo, lindo, dar un mensaje de positivismo y reflejar una realidad buena, porque creo fielmente que la vida no solamente es oscura, la luz se puede ver porque hay oscuridad y la oscuridad se puede iluminar con la luz.

Así que pinté al migrante que se va, que añora, que abre las puertas de las oportunidades y se lanza, pero que a su vez encuentra un mejor futuro al ayudar a su familia. Lo que pinto es el éxito y aunque sé que es una verdad a medias, me gusta pintarlo. Por eso verán en mis cuadros al colibrí; no hago al quetzal porque no me guste, sino que representa a una cultura en específico y la migración se da en el mundo, no solamente en el país. Entonces encontré mi estilo, mi forma de proyectarme; ya los elementos y colores salieron solos. Honestamente, me gusta el estilo de Salvador Dalí, algunos elementos que están volando, pero me parecía un poco sexualizado, una carga un poco negativa, que no me gustaba, por lo que en mi obra dije ‘quiero tomar esa referencia Dalí, pero quiero ponerlo en positivo’.

¿En qué año cree que encontró este estilo?

Yo creo que fue hace unos 10 o 12 años, que ya no me moví; sigo en lo mismo y si voy a hacer alguna otra cosa, va a ser influenciado por esto.

¿Cómo considera que es su estilo?

Mi estilo es un paisaje fantástico, porque los elementos que pongo, aunque no existen, se va a dar cuenta de que son iglesias o pueblos que yo invento, es Latinoamérica, pero realmente no uso fotografías de referencia. Los volcanes los veo todos los días y los guardo en mi memoria y los vuelvo a poner cada vez de diferente manera. Cada elemento que voy poniendo va a salir solo, lo que sea no importa, pero se mantiene la esencia porque al final es como una firma personal del paisaje. Yo creería que mi estilo es un paisaje fantástico casi surrealista.

La idea de hacer obras bidimensionales, ¿cuándo surgió?

Fue hace algunos años porque estaba viendo los “ronrones”, esos juguetes que tienen plumas y hacen un sonido con un palito y que cuyo color es muy lindo, brillante. Agarré uno de los “ronrones” y lo puse en una pintura, pegado con un tornillo atrás, y lo empecé a presentar y funcionó muy bien. Pero una curadora de la Fundación Rosas Botrán, muy consciente de lo que estaba haciendo, me dijo: “Mire, lo que pasa es que la obra que hace en algún momento se va a dañar, se va a arruinar; más las plumas que se arruinan rápido. ¿Qué va a hacer para cuando se arruine?, porque la obra no puede ser de alguna manera cara y a la vez desechable, porque la gente quiere calidad.

Así que opté por quitar esos elementos tan efímeros y poner otros un poco más duros. La idea era y siempre ha sido eso: salirme del lienzo, ir más allá. Me cuesta trabajar formato pequeño, pero la idea es salir de él y lograr, básicamente, romper con la idea tradicional de que el lienzo es un límite, un cuadrado donde uno va a meter todos los elementos.

¿Qué viene para Fabián Hernández en un futuro cercano?

Hace 12 o 15 años soñé que quería hacer videos y ahora estoy llegando a ese punto. Porque ese era mi máximo sueño, como artista, promocionar grabar y publicar cada uno de los de los cuadros que voy a hacer, que tenga una historia contada en un video. La idea es pintar en el lugar con mi lienzo, con mi caballete y hacer algunos paisajes, pero con una vista de un dron, una vista aérea.

Katheryn Ibarra Fotógrafo: Mario León
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Los grafitis coloniales: lo que nos dicen los muros

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Fotos: Katheryn Ibarra y cortesía de Gabriela Luna

Es importante conocer que los grafitis eran vistos “como una expresión artística de lo que estaba pasando, no solo en las sociedades prehispánicas y coloniales, sino en todo el bagaje cultural que lleva un país con más de 3 mil años de historia como Guatemala”, indica Gabriela Luna, al consultarle acerca de su investigación.

Luna es maestra en Restauración de Monumentos con especialidad en bienes inmuebles y centros históricos, por la Facultad de Arquitectura, licenciada en Arqueología por la Escuela de Historia, ambas de la Universidad de San Carlos de Guatemala. Ha laborado en diversos sitios arqueológicos como Tikal, La Joyanca, San Bartolo, Salinas de los Nueve Cerros, entre otros. Su compañero de fórmula es Hairo Castellanos, arquitecto egresado de la Universidad Mariano Gálvez que cuenta con 15 años de experiencia en la restauración de bienes inmuebles. Ambos han estado documentando desde hace cuatro años lo que denominan grafitis coloniales, que son marcas que han encontrado en las paredes de ciertos monumentos históricos de La Antigua Guatemala.

Según el Diccionario de términos de arte y elementos de arqueología, heráldica y numismática, de Guillermo Fatas y Gonzalo M. Borras, grafitos o graffitti, son inscripciones, letreros, etcétera, en las paredes de los edificios y que expresan sentimientos, ofensas, invocaciones, escenas o fechas, hechas por los visitantes, especialmente en lugares de veneración, prestigio o visita frecuente.

En la historia se han encontrado grafitis rupestres que datan de hace más de 40 mil años y en Guatemala desde el prehispánico, cuando se documentaron unos en Tikal en el Templo II y de la Estructura 5D-65. Sin embargo, en la Ciudad Colonial no habían sido registrados, hasta ahora que se han dado a la tarea de investigar y clasificarlos.

¿Cómo se inició la búsqueda?

La arqueóloga comentó que en 2020 participó en una ponencia vía Zoom en donde explicaban que en muchos conventos en México habían ubicado estas figuras. “En cuanto más los veía, me decía: si hay en México tiene que haber en Guatemala; era casi seguro que los iba a encontrar y, entonces, empecé a aplicar la técnica de barrido de muro, que yo llamo barrido ocular”.

“Empecé a analizar las paredes de espacios que no eran tan transitados para el público en general, porque yo sabía que tenían que estar en lugares bastante privados. Y se lo comenté a la arquitecto Hairo Castellanos y le inyecté la emoción por este tema, para buscarlos y documentar, porque son parte del legado histórico visual que tiene el país”, indica.

Ambos empezaron la investigación de campo y, en efecto, en conventos como San Agustín, Capuchinas y Santa Teresa fueron apareciendo diversidad de trazos. Para poder clasificarlos, crearon una ficha técnica y determinaron el proceso para catalogarlos y conocer el estado en el que se encontraban, “porque a partir de ahí se podrán conservar para un largo tiempo”.

El registro

“Llegamos a la conclusión de que había que extraer los dibujos de forma técnica sin alterar la morfología, ni las dimensiones. Vimos el proceso de conservación y la única forma de extraerlos era de manera digital o reproduciéndolos sobre un papel translúcido. En este caso, utilizamos papel calco para las piezas donde difícilmente se podía llegar, además de un registro fotográfico donde no se podía calcar. Posteriormente, se pasó de forma digital a la plataforma de AutoCAD (programa de diseño utilizado para realizar planos y dibujos en 2D y 3D), y se generaron con polilíneas y, luego de eso, se comparó el dibujo original a escala con el que está colocado en los muros”, explica Castellanos, quien es el encargado de ejecutar gran parte de esta fase.

Agrega que se utilizó luz ultravioleta, ya que esta sirve para dar a conocer lo que el ojo humano no puede ver, y hace un contraste de colores en donde los pigmentos relucen con mayor intensidad.

Al consultar por los trazos que son poco visibles, Castellanos comenta que depende mucho del área. “Los monumentos a veces tienen varias capas de pintura dentro de las cuales borran algunas áreas. En este caso, hay que hacer una exploración arqueológica por medio de escalpelo: quitar las capas y definirlo bien, y si no, se dibuja únicamente lo que visualmente se puede apreciar y es un trabajo de mucho tiempo, muy técnico y de mucha paciencia”.

Al concluir con este proceso, Luna revela que se inicia el estudio para “empezar a entender y a dar un análisis iconográfico de qué eran, qué representaban, cómo estaban vestidos. Los grafitis no son solo una muestra de arte, sino que son señal del sentimiento de algo que estaba pasando y nos permite ver qué hacía la gente en ese momento. Hay uno en donde están percutiendo un arma, vemos estas guerras que se estaban dando en el momento de la conquista, entonces todo eso es un legado gráfico e histórico de nuestro patrimonio y es importante conservarlo sobre todo porque están en muros expuestos que cualquier restauración los puede borrar, alguna persona los puede tachar y estamos perdiendo años de historia”.

La unión de estas dos ciencias (arquitectura y arqueología) es importante porque al implementar la estratigrafía muraria “leemos los muros, por ejemplo, cuál es el primer revestimiento, el segundo; entonces, es una mezcla bastante importante. La parte técnica de la arquitectura y científica de la arqueología trabajan juntas. Yo creo que por eso logramos hacer esta investigación, porque había cosas que yo no podía interpretar de una iglesia arquitectónica; pero el arquitecto sí podía darme ese conocimiento”, menciona la experta.

Esta averiguación les ha servido para conocer las diferentes ocupaciones que han tenido las edificaciones; por ejemplo, en el convento de Capuchinas se encontraron unas manos impresas en carbón, ya que ese lugar después del traslado a la Nueva Guatemala de la Asunción funcionó como una fábrica de pólvora. En el convento de Santa Teresa se ubicó un grabado de 1905, aproximadamente, de unas vacas, ya que funcionó como un establo, y de esta forma también se puede tener información cronológica de los edificios.

De este tema únicamente se tiene un registro previo con las excavaciones arqueológicas en el templo del Monasterio de Santa Catalina, Virgen y Mártir (Arco de Santa Catalina), efectuadas en 1997 por el doctor Mario Ubico, en los que “es posible apreciar en los paramentos de la cripta objetos de atención, tanto en los muros como de la bóveda misma inscripciones y dibujos que parecen corresponder a los siglos XVIII o XIX”.

“Espero que esto sea más público para que más investigadores se puedan seguir interesando porque sé que hay muchos que han documentado algunos, pero se han quedado en informes. Porque en la medida en que la gente conozca su patrimonio lo va a proteger; si no lo conoce, no puede protegerlo, tampoco amarlo”, finalizó Luna.

Katheryn Ibarra
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