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Revista Viernes

La nostalgia por la lucha libre

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Fotos: Danilo Ramírez, archivo de Mike González e Internet

“¡Rayo!, ¡Rayo!, ¡Rayo!”, cuentan los mayores que coreaban las multitudes mientras paseaban en hombros a quien durante décadas se enfundó máscara, playera, malla y botines azul y blanco: el Rayo Chapín.

El personaje que durante medio siglo —del 1 de septiembre de 1960 al 5 de septiembre de 2010— caracterizó Francisco Peiró, sin duda ha sido uno de los más famosos en la historia de la lucha libre profesional guatemalteca, esa mezcla de coreografía, teatro y despliegue físico que generaba pasiones la tarde-noche de los fines de semana. Y de la que ahora solo queda nostalgia, repartida en pequeñas arenas y en redes sociales.

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El técnico Rayo Chapín ha sido el enmascarado más célebre en la historia de la lucha libre guatemalteca, aunque hubo otros que cosecharon triunfos y derrotas desde 1955, cuando ese espectáculo comenzó en el país, promovido por el empresario turco León Mizrahí, dueño de El Buen Talle, almacén del cual solo quedan despojos en la esquina de la 16 calle y 5av. de la zona 1 capitalina.

En los recuerdos reaparecen Máscara Roja, el Cirujano, el Hombre Araña, el Arriero de San Juan, Urco el Simio, Madame Xandú y Astro de Oro (cuya trayectoria se recuerda estos días por viveloonline.com), quienes llegaron a reunir por jornada hasta 4 mil personas en el Gimnasio Teodoro Palacios Flores. Todos compartieron cartelera con otros encapuchados menos conocidos, como El Exorcista, los Hermanos Muerte, los Verdugos, El Salvaje, Cóndor Azul o los Corsarios.

Tampoco se debe olvidar a quienes nunca utilizaron antifaz (o se encapucharon en lapsos cortos), como el Champion du Monde José Azzari, Edgar He Man Echeverría, Leonel Rivas, El Alacrán y Jorge Mendoza (el Luchador Perfecto), quienes por décadas entretuvieron a miles de aficionados, incluidas familias
completas.

Junto a ellos, en el recuerdo de los aficionados están El Santo, Blue Demon, Mil Máscaras, Doctor Wagner, Tinieblas, Fishman y Canek, quienes desde 1955 y hasta finales de los años 80 visitaron el país junto con otros gladiadores mexicanos, gringos, japoneses y sudamericanos. El último azteca afamado en luchar en Guatemala fue Místico, en el domo de la zona 13, el sábado 28 de agosto de 2010.

Todos encarnaban la dicotomía del bien y el mal, identificados como rudos o técnicos, capaces de concitar admiración y odio.

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Ya hace años, quizá desde finales del siglo XX, que la lucha libre dejó de entretener a las masas los domingos, cuando llegó a competir en afición con el futbol, y ahora es un espacio reservado para un puñado de nostálgicos, reconoce Mike González, quien escribió su primera nota sobre la lucha a mediados de 1965 en el diario Impacto, en la época en que se transmitía ese deporte-espectáculo en la radio Tic Tac. En la década siguiente continuó la afición por esa actividad que el Canal 7 transmitía la tarde de los sábados.

Entre los legos, como Antonio López, hay quienes aseguran que la lucha fue y es “pura pantomima, pues todo está planeado”. Sin embargo, el cronista González lo desmiente: “Si eso fuera cierto, no habría lesionados”.

En el espectáculo hay códigos que deben respetarse, como que si un luchador se lanza desde la tercera cuerda debe ser recibido por su adversario para evitar que se golpee. Lo mismo, con no aplicar con fuerza mayor de la soportable ciertas “llaves” para someter al rival. Salto de ángel, patadas voladoras, martinetes, cangrejo, tapatía y tirabuzón son algunas de las que deben aprender y dominar los luchadores.

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El último gran ídolo nacional fue Astro de Oro, quien incluso llegó a luchar en México, hasta donde llegó la rivalidad que sostuvo con el Doctor Wagner Jr. El domingo 20 de mayo de 1990, el Teodoro Palacios Flores fue abarrotado por el match que ambos sostuvieron por el cinturón de campeón mundial completo junior de la Universal Wresling Association (UWA) y en la que se impuso el gladiador mexicano.

Pero en las décadas previas hubo grandes rivalidades, como la de José Azzari y el Doctor Wagner, la cual se selló con el retiro definitivo de la lucha del chapín a manos de rudísimo norteño, en 1976.

Hubo otras disputas épicas, como las de Edgar He Man Echeverría y Madame Xandú, a principios de los años 80, cuando el primero se convirtió en promotor de lucha en el Teodoro Palacios Flores al ocupar el lugar de Azzari. Al cerrarse esa plaza en 1985, Echeverría contrató el edificio del viejo cine Moderno, en la zona 5, para convertirlo en sede de Ring 2000, donde la principal estrella técnica era su hermano Fulvio, quien se enfundaba el traje del Hombre Araña.

Casi al mismo tiempo, el empresario Jorge Reyes Alonzo logró que parte del espectáculo luchístico se trasladara al Coliseo Nou Camp, un espacio para el futbol sala ubicado entre el Palacio de los Deportes y el Instituto Guatemalteco Americano (IGA), en la zona 4. Un relevo australiano (lucha de tríos) cerró la jornada inaugural, el domingo 1 de junio de 1985. Y, cómo no, el bando técnico fue capitaneado por el Rayo Chapín.

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La lucha libre guatemalteca ya no mueve multitudes ni cuenta con figuras relevantes, mucho menos está en el gusto popular. No obstante, domingo a domingo, pequeños grupos de personas (por lo regular no más de 150 y a veces un tercio de esa cantidad) asisten a cada una de las cuatro arenas que ofrecen el evento deportivo por un precio casi simbólico: 25 quetzales los adultos y cinco quetzales los niños.

Las arenas Renacer Maya, Coliseo Guatemala y Planeta de Campeones (en la zona 1) se unen a la Guatemala-México (en la colonia Ciudad Real, al sur de la capital) y son administradas por luchadores.

Planeta de Campeones, un estacionamiento para automóviles entre semana, está a cargo de David Rodas Jr., quien personifica al Cachorro Davis desde hace tres décadas. Entre sus principales estrellas masculinas se incluye a Starman Jr., Cadete del Espacio, Kawachy (quien se presenta como “excampeón mundial versión Universal Wresling Association)”. Además, cuenta entre su roster a las luchadoras Metálica, Adrisses y Princesa Luna.

Mientras tanto, la México-Guatemala, está a cargo del veterano enmascarado Volton (quien se presenta como “Campeón Universal de China”) y del Hijo de Voltron (“Campeón versión europea”). De los guatemaltecos, su local es más adecuado para presentar el espectáculo.

En suma, más que la asistencia a arenas, el disfrute del show de las llaves, ángeles y espaldas planas, que aglutinaba multitudes, se concentra en las redes sociales, pues se fue lento, lento para no volver.

Miguel González Moraga
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Revista Viernes

La nostalgia de la diversión

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Hubo juegos entrañables que se practicaban en las calles de la ciudad hace algunas décadas, pero por el avance de la tecnología o la violencia social se han perdido

Ilustraciones: Sergio Espada

Si alguno escucha: ¡Chiviri cuarta por mí y todos mis amigos! O ¡Electric!, puede ser que algunos recuerdos vengan a su mente. Sin embargo, podría ocurrir que los jóvenes crean que son expresiones de moda. Lo cierto es que los vocablos forman parte de juegos que se practicaban en calles de barrios, colonias y colegios o escuelas hace algunos años.


El yax, el salto de cuerda, cincos o canicas, trompo, yoyo, arrancacebollas, matado y muchos más son parte de las distracciones que se han perdido por varios motivos.


Así lo explica el antropólogo social Mauricio Chaulón: “El avance de la globalización con relación a un sistema de capitalista, que cada vez es mucho más fuerte e invasivo dentro de nuestros espacios, es más exigente.


A su juicio, la recreación es muy importante a nivel social, pero vamos a encontrar menos espacios, debido a las mismas condiciones socioeconómicas, sobre todo en un país como Guatemala.


Para Chaulón hace unos 30 o 40 años se podía jugar en la calle, no había problema, por ejemplo, de extorsiones, el tráfico vehicular de ahora a cualquier hora del día genera embotellamiento y las calles ahora son utilizadas por automóviles y motoristas para buscar atajos, una situación de crecimiento demográfico y urbano sin planificación. Todo eso ha generado, en países como los nuestros, muchos problemas. Entonces, el uso de los espacios públicos se ha limitando, ya no se ve a los niños, niñas y jóvenes jugando en la calle la liga, tenta o trompo”, explica.


Chaulón argumenta: “La otra situación es que ya no tenemos tiempo. Antes, por ejemplo, las jornadas educativas eran mañana y tarde, había un tiempo para ir almorzar a sus casas. Los niños, niñas y jóvenes podían utilizar el transporte urbano o irse a pie a su casa y luego regresaban a la escuela o colegio. Ahora la inseguridad criminal ya no permite eso; hace que los niños tengan que ir en bus escolar desde muy temprano; están en el colegio, escuela o instituto prácticamente todo el día, regresan a veces ya tarde, y los papás o sus encargados no tienen el tiempo tampoco, porque las condiciones económicas exigen que las personas tengan que trabajar más, entonces ya no hay, ni espacio físico, ni espacio de tiempo”.


Debido a estas condiciones el antropólogo razona que es más fácil recurrir a la tecnología (televisión, streaming, celular, tablet o computadoras), y que los espacios físicos como parques van disminuyendo. “Si a eso le sumamos que también el mismo sistema va como invadiendo la mentalidad a través de la tecnología, por ejemplo, las redes sociales digitales que es lo que más acapara la atención, todo se va volviendo mucho más tecnológico y todos estos juegos en donde también participaban los artesanos, para hacer los implementos de capiruchos, yoyos, trompos, fabricar los cinco o canicas o simple y sencillamente tomar una liga, que se compraba en un almacén de costurería, también se han visto afectados en su economía”.


Adiciona que “Ahora se les presenta a los niños un montón de juguetes diversos muy tecnológicos, entonces ya no llaman la atención este tipo de juegos artesanales”. Adiciona que “antes no se requería mucha o nada de inversión comprar un trompo, lo podría hacer el carpintero, hasta se fabricaban las mismas pelotas de trapo o con algún tipo de material o de plástico. No se necesitaba nada para jugar tenta, por ejemplo, electrizado y policías y ladrones”.

Las consecuencias a largo plazo


Todo este cambio en las prácticas de ocio trae consigo varias secuelas, indica el experto. “Como, por ejemplo, el miedo al espacio público, y al mismo tiempo como ciudadanía ya no se exige que haya más sitios de este tipo. Otra cosa es la socialización, que va creando más ambientes individualistas y no se refuerza el espacio colectivo, eso afecta la relación entre el poder hacer tejido social y la colectividad. Aparte que también hay una afección en el ámbito de las tradiciones, porque todos esos juegos tradicionales se van perdiendo y los ven como exóticos. Incluso algunas personas hasta se aprovechan para poder vender un trompo o un juguete de este tipo, pero mucho más caro, como que fuera una cuestión eminentemente exótica”, resalta.


“Gracias al diario por promover estas temáticas porque hay que identificarlas. Pareciera que son cosas no relevantes, pero sí son muy importantes, porque eso explica mucho de por qué se van perdiendo también formas tradicionales culturales como contar historias de miedo o leyendas locales. Ahora todo lo resuelve la tecnología y el sobreuso de esta, la sobreexposición realmente resulta peligrosa”, finaliza Chaulón.


Al rescate de la vieja escuela


Luis Ortiz es actor de teatro egresado de la Universidad Popular (donde inició sus estudios en 1979) y hasta la fecha continúa con esa labor. En la actualidad tiene una obra titulada Juguemos al juego que todos jugamos, dedicada a rescatar los entretenimientos tradicionales guatemaltecos. Cuenta con una colección de capiruchos antiguos de carrizo, yoyos, trompos, chajaleles de tapitas y botones, matracas, ronrones, guitarras, trastecitos de barro y de hojalata, pitos de caña y bambú, espantasuegras, pelotas de plástico y tripa de coche, yaxs y cincos. Además cuenta con un pequeño lote de aparatos que se utilizaban en el siglo pasado, con la finalidad de “enseñarle a los patojos”, expone.


Ortiz tiene una página en Facebook, Comedia Camaleón, en la que explica todas estas cosas. “Yo hago un video a diario hablando sobre los juegos tradicionales guatemaltecos. Ya tenemos bastante para enseñarles los patojos cómo vivíamos del siglo pasado. Además, estamos en la radio TGW los martes y jueves, a las 11:00 de la mañana, con un programa que se llama Los patojos de ayer, donde entrevistamos a todo tipo de artistas guatemaltecos. La primera media hora la utilizamos para saber cómo vivieron de patojos y la segunda la empleamos para ver qué están haciendo por Guatemala”, detalla.


Todos sus implementos son portátiles para que pueda mostrarlos en sus presentaciones, ya sea en colegios, empresas o cualquier otro lugar donde lo contraten.


Su amor por lo tradicional


La carrera del actor se inició en el teatro, pero luego se trasladó a la televisión en el programa del señor Chalo Hernández, en la década de 1980. Lo primero que coleccionó fueron monedas de antaño, pero luego llegaron a sus manos algunos juguetes “y dije, bueno, vamos a comenzar a coleccionarlos. Se puede decir que desde 1985 hasta la fecha colecciono”, explica.


Muchas veces presenta sus juguetes en asilos y comenta que al verlos “les provoca alegría (a las personas); hay muchos que están tristes y les da mucha felicidad ver los capiruchos o jugar con yax, hay algunas abuelitas que lo hacen y se sienten muy felices y digo ‘esta es una terapia para ellos’”, indica Ortiz.

Katheryn Ibarra
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Revista Viernes

El arte naïf: talento deFelipe Ujpán

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Felipe Ujpán Morales es un artista maya tz’utujil de San Juan La Laguna, Sololá, que ha desarrollado un estilo de pintura arte naïf. Sus obras han sido creadas con óleo sobre lienzo, y a lo largo de los años ha plasmado diversos temas. Ha compartido sus conocimientos al trabajar con los jóvenes de su comunidad, visitar con frecuencia las escuelas locales y enseñarles el arte a pequeños grupos de escolares.


“Cuando comenzó a pintar, su estilo recordaba al del artífice colombiano Fernando Botero, con figuras representadas en proporciones exageradas”, describe el sitio web Mujer maya.


Ujpán viajó en el 2007 a Nueva Jersey para la exposición Arte Naïf Maya, curada por Richard Morgan y producida por el Centro de Artes y Cultura Latina de la Universidad de Rutgers. Esta fue la primera exposición en Estados Unidos que presentó el trabajo colectivo de artistas mayas contemporáneos de San Juan La Laguna.


También, participó en un programa de residencia de dos semanas que incluyó charlas públicas, demostraciones y talleres.


¿Qué es el arte naïf?


Se caracteriza por la representación de temas cotidianos y la vida rural, que busca capturar la esencia de la realidad de una manera pura y directa.

Adoración de Pascual Abaj

Una pintura de 101 x 77 cm de los pobladores que llevan ofrendas al dios maya Pascual Abaj, con forma de ídolo de piedra. Se localiza en un altar de piedra en la cima de la colina Turk’aj, en Chichicastenango, Quiché.

Marisol Vásquez Fotógrafo: Cecilia Vicente
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Revista Viernes

PARÍS 1874

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Guillermo Monsanto

Tuve la oportunidad de visitar la Galería Nacional de Washington coincidiendo con la inauguración de la muestra París 1874 y quedar hipnotizado. París era, en aquel boyante momento, la capital del arte y de la industria. Los cambios de estilos, los traslapes entre grandes maestros y las generaciones emergentes, brindaron obras excepcionales cuya existencia determinó el rumbo de la plástica el siglo siguiente.


Lo notable de la exposición proviene, por supuesto, de la pinacoteca allí exhibida. Sin embargo, el valor que le da el guion propuesto, y la elección curatorial, redunda en una lectura eficiente y lúcida que permite apreciar la excelencia de los creadores cuyas obras fueron seleccionadas. Y es que muchos de ellos ya impresionistas, en muy poco tiempo, se adentrarían sucesivamente en otras corrientes expresivas.


Es interesante comprender que algunas de esas piezas se exhibieron juntas en los salones de exhibiciones de París de aquel año 1874. Acción que de nuevo les da un valor de compilación poco usual. También, como dato interesante, reluce que en esa misma actividad se dio a conocer el maestro de Antonia Matos y Alfredo Gálvez Suárez, Justo de Gandarias, con algunas de sus esculturas tempranas. Entre ellas, La Parisina y La bailarina de flamenco que fueron muy celebradas en los círculos artísticos aquel año.


La muestra también presenta obras de gran valor plástico realizadas por mujeres artistas invisibilizadas en su momento. Esta tendencia de incluir trabajos femeninos, presente en varios e importantes museos del mundo, está ayudando a reescribir parte de la historia del arte. Si bien los nombres que descollaron en la segunda mitad del siglo XIX, existen en el imaginario de los interesados, probablemente con el tiempo se haga más justicia al aporte femenino en las artes del siglo.


La suma de información adicional representada por catálogos del lapso, grabados, dibujos, bocetos, gigantografías y muchas otras referencias, crean la sustancia necesaria para pasar un buen rato sumergidos en la historia del arte universal y, de paso, por la arquitectura y moda del período. De nuevo expreso, ya para cerrar este pensamiento, que la curaduría fue magistral y un buen ejemplo de ejercicio interdisciplinario ya que en ella laboraron varias cabezas muy lúcidas y preparadas. Existe también un libro que además de las ilustraciones aporta sustancia a la propuesta.

Eddy Castillo
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