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EDITORIALES

Gobierno avanza en la reconstrucción de la fe y la esperanza

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No se trata solo de la construcción de un hospital, que tanta falta le hace al país. Tampoco de remodelar escuelas o reparar las carreteras que enriquecieron a unos pocos a costa del empobrecimiento de la mayoría. No, no es solo un tema de infraestructura. Estas obras llevan consigo un asunto de mayor significado. De más trascendencia. Se trata de devolver la fe y la esperanza a un pueblo que ya no esperaba mucho de sus autoridades.

El Hospital de Chiquimula, cuyos trabajos supervisaron ayer el presidente Bernardo Arévalo y el ministro de Salud, Joaquín Barnoya, es una obra digna del primer mundo. Tendrá tecnología de punta y ofrecerá servicios integrales a los vecinos del referido departamento y a las comunidades que viven en los alrededores.

El centro dispondrá de 189 camas y otras 25 para la atención provisional de pacientes. Tendrá Unidad de Cuidados Intensivos, cinco quirófanos con equipo de última generación, salas de parto, diagnósticos por imágenes y “una moderna área de emergencias”, como la describen las autoridades.

Es una construcción que no escatimó en detalles. Que busca retribuir el esfuerzo de connacionales que siempre han aportado al país. De quienes han sido borrados de las políticas públicas, aunque se tornan visibles en las campañas electorales.

Las mejoras en los planteles educativos tienen el mismo objetivo. Similar intención. Que los compatriotas, en especial, los de menores recursos económicos, sientan, constaten la solidaridad del Gobierno. Que comprueben que las políticas públicas cambiaron. Que los planes de desarrollo se centran en departamentos y municipios.

La meta de remozar 10 mil escuelas es más que una muestra de la eficiencia de esta administración comparada con la anterior, que en cuatro años no renovó esa cantidad de establecimientos.

Este es el inicio de un Plan de Gobierno pensado en el pueblo. Un comienzo que incluye la reparación masiva de carreteras y la construcción de otras. Que ya entregó la primera y verdadera cárcel de máxima seguridad. Un Ejecutivo que no se detendrá ante nada por llevar desarrollo y bienestar general. Aunque se opongan los corruptos, quienes odian la transparencia. Que se evidencie la manera en que saquearon el erario.

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Arévalo promueve la democracia inclusiva y participativa

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Democracia inclusiva y participativa. Un Gobierno de representación plural. Un régimen que respete las diversidades de cultura y género. Eso reza el eje número 1 de la Política General de Gobierno 2024-2028, donde se precisan los objetivos que se plantea ejecutar el binomio del presidente Bernardo Arévalo y la vicemandataria Karin Herrera, así como del Gabinete de ministros y secretarios.

En consonancia con dicho compromiso, el mandatario ha promovido acercamientos con los pueblos originarios. Ha escuchado y visto las obras y programas que impulsen el desarrollo individual, familiar y comunitario, en especial de las poblaciones mayas.

Herrera, principal encargada de las estrategias sociales, ha hecho lo propio. Su labor se ha centrado, principalmente, en tres de los grupos más vulnerables: mujeres, niños y ancianos.

El jefe de Estado también ha realizado giras de trabajo por todo el país, en las que se ha reunido y tomado el pulso sobre los requerimientos de cada uno de los 340 municipios del territorio nacional. Su proyecto municipalista permitirá incluir en las políticas de Estado las prioridades que plantean los propios vecinos.

En fin, un Gobierno que apuesta por la democracia, pero no de apariencia. Al contrario, que promueva un sistema real, que atienda y negocie con todos los sectores. Que no discrimine. Que incluya y no excluya.

De esa cuenta, en ocho meses (del 13 de marzo al 13 de noviembre) ha suscrito siete convenios con pueblos indígenas. Tratados en los que el Ejecutivo asume compromisos en materia de salud, educación y seguridad. Pero también en infraestructura productiva,
reactivación económica y, principalmente, sientan las bases que garantizarán la transparencia en el gasto público.

Los acuerdos no son expresiones de buena voluntad. Sueños irrealizables. Mentiras. Engaños. Reflejan la nueva relación entre el Ejecutivo y los pueblos originarios. Son las visiones de quienes verdaderamente piensan en el desarrollo de los guatemaltecos. De quienes fueron elegidos y quienes eligieron pensando en un cambio.

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La historia de codicia contada por el Presidente

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El discurso ofrecido ayer por el presidente Bernardo Arévalo no tiene desperdicio. Duele, aunque explica con mucha precisión la calaña de esos personajes de cuello blanco y conciencia negra que asaltaron el poder. Sí, literalmente saquearon el erario, ante el resguardo de los organismos llamados a perseguir y juzgar la corrupción.

La franqueza con la que el mandatario recreó los saqueos impresionó a quienes están acostumbrados a ver y denunciar estos abusos. Expertos que conocen las dimensiones de la mezquindad hecha codicia, quienes se reunieron en el Congreso Internacional de Innovación y Participación Ciudadana: Hacia un Sistema Nacional Anticorrupción.

Aunque los casos descubiertos son incontables, basta parafrasear al jefe de Estado para entender la gravedad del asunto. En cada archivo que se lee se encuentra “una historia de codicia, de robo desmedido y de descaro”. Cada gaveta, escritorio o casillero esconde lo más bajo del ser humano. Su ferocidad. El delirio por acumular riquezas y llenar caletas.

Cientos, cientos de plazas fantasmas. Con funciones y salarios asignados a aparecidos que revivían, puntualmente, mes a mes, para cobrar salarios que, posteriormente, financiaban partidos políticos y campañas electorales. Que servían para pagar apoyos y conciencias.

Mafias que se aprovecharon de las necesidades humanas. Que no respetaron las plagas ni las pandemias, como ocurrió con el negocio de la compra de vacunas contra la Covid-19, transacción que se negoció al más alto nivel, aunque no se quiera ver, investigar e iniciar los procesos penales respectivos.

Estas historias de infamia, desconocidas, se hace necesario contarlas. Sacarlas a luz, para que no se olviden, para que no se repitan. Aunque a algunos los canse saber sobre la corrupción que pululó en otros gobiernos.

Enfrentar la codicia y mezquindad que campeó en las administraciones anteriores. Pero aquí no cabe el silencio, la complicidad. Está visto que Arévalo y la vicemandataria Karin Herrera no están dispuestos a voltear la vista, a hacerse los desentendidos.

Guatemala se merece mejores recuerdos. Reescribir su historia, pero sin dejar de señalar a quienes llevaron al país a la pobreza, al subdesarrollo, al despeñadero.

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Guatemala necesita un periodismo libre, sin censuras

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La firma de la Declaración de Chapultepec permite reflexionar sobre la necesidad de que los periodistas ejerzan su trabajo de manera libre. Sin temor a ser perseguidos o silenciados. O, en el peor de los casos, que se autocensuren para evitar represalias de quienes se creen y se sienten intocables. Es un acto que premia la complicidad y reprende a quien señala errores o descubre corrupción.

En ese marco se debe juzgar lo expresado por el presidente Bernardo Arévalo, quien se niega a que el sistema intimide y amenace a quienes se desempeñan en el mejor oficio del mundo, como lo dijera en su momento el laureado Gabriel García Márquez.

Frenar el trabajo de la prensa tiene el mismo sinsentido que pretender evitar que el médico cure, el ingeniero construya o el maestro enseñe. Es querer quitarle al fiscal su obligación y derecho a investigar o a un juez la facultad de juzgar.

Por eso, es bueno recordar y tener presente que no existe en el mundo una democracia que conviva con la mentira, que persiga, sin consecuencias, las libertades de prensa y expresión. Los guatemaltecos ya no toleran los abusos y el descaro de quienes juegan a reyes, de dictadorzuelos. De quienes no toleran la crítica.

Hoy, como lo advierte Arévalo y lo ha expresado la vicemandataria Karin Herrera, Guatemala avanza, se desarrolla, en pensamiento y obra. El Organismo Ejecutivo está abierto a los juicios de valor. Conoce la trascendencia del libre juego de ideas. De las visiones plurales. Escucha y medita. No persigue, no calla, no intimida.

Suscribir la Declaración de Chapultepec va más allá de un asunto de principios. Es la creencia absoluta de que la verdad siempre debe prevalecer. Por muy dura que sea. Se oponga quien se oponga.

Después de las malas experiencias recién vividas. Tras la obvia criminalización del ejercicio, el Gobierno abraza el decálogo de principios que vienen con el citado documento.

En especial, lo relativo a que la prensa “y los periodistas no deben ser objeto de discriminaciones o favores en razón de lo que escriban o digan”. Y, menos aún, que se sancione la crítica o que se persiga a quienes denuncien el abuso de poder. Sobre todo, cuando el poder ha sido abusivo, corrupto y, además, intolerante.

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