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COLUMNAS

La vida delos peces

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Gonzalo Andrés Serrano

Facultad de Artes Liberales

De igual forma como lo haría el caballito de mar enano (quien ostenta el récord de ser el nadador más lento del mundo con un desplazamiento de 0.0805 kilómetros por hora), así llego yo al debate sobre los peces, sus habilidades y sentimientos.

Y lo haré como un salmón, nadando en contra la corriente y en aguas turbulentas, porque resulta difícil luchar contra la fuerza de un chiste o un meme, pero espero salir a flote recurriendo a un ámbito donde me muevo como pez en el agua, como lo es la historia de Valparaíso.

Y es que, a fines del siglo XIX, se vivió un debate parecido respecto a la forma como debíamos tratar a los animales. Influidos por los extranjeros que pululaban por aquellos años en el puerto, los habitantes locales comenzaron a cuestionar la forma como la mayoría trataba a las bestias.

En 1899, un lector citaba como ejemplo la existencia de una Sociedad Protectora de Animales en Buenos Aires, una organización que facultaba a sus miembros, provistos de una medalla, para conducir a los abusadores a la policía.

Las cartas al director de El Mercurio de Valparaíso son generosas en denuncias de maltratos y la ausencia de una ley que castigara con multas o prisión a quienes se encarnizaban con las bestias.

En 1899, un lector citaba como ejemplo la existencia de una Sociedad Protectora de Animales en Buenos Aires, una organización que facultaba a sus miembros, provistos de una medalla, para conducir a los abusadores a la policía.

Unos años después, las autoridades se reunieron para imitar a los argentinos. En vez de una insignia, repartían tarjetas, cuestión que muchos miraron con indiferencia. Por eso, el diario llamaba, en 1911, a formar una sociedad oficialmente constituida con el fin de proteger a los animales usando el brazo de la ley.

Las cartas al director aumentaban en el invierno cuando los caballos, bueyes y burros eran obligados a transportar grandes cantidades de carga en calles llenas de barro donde apenas podían
avanzar. 

El 5 de junio de 1915, por ejemplo, un suscriptor había presenciado este triste espectáculo en Yolanda y compartía su relato de los animales atascados en el barro: “y sus conductores estaban entregados, con verdadera crueldad a la tarea de azotar y picanear caballos y bueyes”.

Este tipo de reclamos dieron vida durante esos días a la primera Sociedad Protectora de Animales en el puerto y a la publicación de un reglamento que buscaba normar el trato hacia las bestias como se hacía en la capital. Ahí se establecía el límite de personas  y de peso con que se podía cargar a un animal, como también la cantidad de kilómetros que podía recorrer sin descanso. 

Se prohibía usar picana con clavo, huasca de mango de fierro o madera, uso de espuela en carretoneros; hacer trabajar a un animal herido, enfermo o muy flaco; golpear por ira a un animal con un hierro o un palo; castigar con furor en la cabeza, costillas o las patas; golpear a un animal caído, etc.

Sin embargo, aunque el foco estaba puesto principalmente en los animales de carga que solían ser más abusados, la nueva organización apuntaba a erradicar, además, otro tipo de crueldades.

Por ejemplo, vender las langostas tomadas de las antenas, causando horribles contorsiones, lo mismo que golpearlas para demostrar que estaban vivas.

También citaba el caso de los que amaestraban tórtolas para hacer espectáculos en la calle: “llenándoles el buche de municiones para que el peso les impida volar”.

De esta forma se dieron los primeros pasos para asumir que, aunque los animales estaban a disposición del ser humano para su uso y consumo, esto no validaba el uso de la violencia y crueldad innecesaria, cuestión que también podría ser aplicable a los peces. ¿O estoy hablando puras cabezas de pescado?

Colaborador DCA
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COLUMNAS

Desafíos de la formación artística en Guatemala (I)

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Ethel Marina Batres Moreno

Dirección de Formación Artística

Ministerio de Cultura y Deportes

[email protected]

La Revolución de 1944 contribuyó a la promoción de la formación artística en Guatemala; para algunos, la época actual tiene semejanzas con aquella. Pero el país no florecerá mágicamente. Lograr cambios básicos requerirá planes viables y esfuerzos colectivos. ¿Juega algún papel la ciudadanía para mover engranajes transformadores? En cuanto a la formación artística, los retos son enormes. Una revisión de contexto puede ayudar a orientar el trayecto. 

Las primeras referencias a la formación de artistas en Guatemala se encuentran en el Pop Vuh: “Y eran pintores, músicos, artistas”, y se suman a toda una iconografía previa que las muestra. El libro sagrado k’iche’ al nombrar con propiedad a los artistas, implícitamente reconoce un proceso previo: el formativo. Éste se constata con la transmisión efectiva de saberes hasta nuestros días. 

En cuanto a formación artística los retos son enormes.

Hay manifestaciones ancestrales en los procesos de aprendizaje comunitario, en los repertorios, en el imaginario mostrado en textiles y bordados, en la cosmovisión expuesta en textos y otras representaciones, en las expresiones teatrales y danzarias, en la escultura, cerámica y otras. Esto refleja un legado cultural, artístico y pedagógico-artístico que principia a ser considerado con equidad bajo la divisa contemporánea de que “no hay saberes superiores a otros, únicamente diferentes”.

El reto a nivel formativo dentro de las comunidades actuales consiste en mantener viva la tradición, en resguardar elementos, en adaptarlos, refuncionalizándolos sincréticamente, en convertirlos en un reservorio vital capaz de dinamizarse constantemente y en propiciar la creación. Este es uno de los componentes a considerarse dentro de la
formulación de directrices pedagógicas para el país pluricultural que principia a reconocer la riqueza de su diversidad. 

Por otra parte, la invasión española añade otros elementos. La condición de Capitanía General favoreció las visitas y el asentamiento de artistas en Guatemala. La pionera escuela de primeras letras ya incluía la formación de “acólitos y cantantes de ceremonias y alabados”. Los centros de artes y oficios formaban orfebres, artesanos, pintores y escultores.

El obispo Francisco Marroquín en 1548 solicitó al rey de España la presencia de “un buen artistaque fomentara la enseñanza. En 1802, el compositor Rafael de Castellanos tenía en su escuela un claustro de 16 profesores de música Los saberes llegados de Europa tomaban prestigio y se extendían.

Este legado perdura y se ha desarrollado extraordinariamente. Toda tradición artística implica una tradición formativa, y la suma de esfuerzos repercute en el momento actual, cuyos desafíos son mayúsculos, pero prometedores. 

                             (Continuará) 

Colaborador DCA
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COLUMNAS

SVET: violencia sexual y su abordaje psicológico

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Secretaría contra la Violencia Sexual, Explotación y Trata de Personas

La violencia sexual es una problemática social que comprende conductas sexuales contrarias a la dignidad de quien la experimenta, lo cual repercute gravemente en el desarrollo integral de las personas víctimas de este delito, no solo en su salud física, sino en su bienestar psicológico, el de sus familias y comunidades.

Por ello, es fundamental su abordaje desde un enfoque multidisciplinario, que incluya, el psicológico, como consecuencia de los daños que este flagelo ocasiona en la salud física y emocional de las víctimas.

 ”El abordaje de la violencia sexual es fundamental desde el ámbito de la psicología“.

En ese contexto, la Secretaría contra la Violencia Sexual, Explotación y Trata de Personas (SVET), adscrita a la Vicepresidencia de la República, en cumplimiento de su mandato legal, impulsa acciones de formación y de sensibilización con una perspectiva amplia, que incluye el ámbito académico, especialmente el fortalecimiento de las capacidades de quienes de forma directa o indirecta, están involucrados en acciones de prevención, atención, acceso a justicia y reparación de las víctimas, con énfasis en los modelos de abordaje psicoterapéuticos. 

En ese sentido, la SVET realizó recientemente el seminario Prevención y atención integral en casos de violencia sexual. Aspectos legales, criminológicos y psicológicos, con el objetivo de fortalecer los conocimientos de docentes, estudiantes y profesionales del área científico-asistencial, involucrados en la prevención y atención de casos de violencia sexual. Esto para favorecer la identificación de casos, tomando como referencia el ámbito de la psicología. 

La Dirección contra la Violencia Sexual de SVET fue la encargada de desarrollar el seminario, impartido en la Escuela de Ciencias Psicológicas del Centro Universitario Metropolitano (CUM), tras evaluar la necesidad de fortalecer a quienes brindan atención psicológica desde el ejercicio de la profesión, a través de diferentes centros de Práctica Profesional Supervisada y del Ejercicio Profesional Supervisado, en los que tienen contacto con población en situación de vulnerabilidad como niñez, adolescencia, personas sobrevivientes de violencia sexual, con discapacidad y adultos mayores, entre otras. Sumado a esto, brindarles insumos acerca del marco legal nacional e internacional en materia de violencia sexual, así como de las responsabilidades legales y éticas que adquieren en el ejercicio de su profesión.

Asimismo, los participantes reforzaron sus conocimientos sobre psicología forense, pautas de atención, criminología de la violencia sexual y ubicación de rutas de atención interinstitucional a seguir, para garantizar la protección, asistencia, restablecimiento de derechos y acceso a la justicia de las víctimas, así como el funcionamiento y competencias de algunas de las instituciones públicas vinculadas al abordaje de la violencia sexual. 

La SVET también trabaja en impulsar análisis de factores sociales, psicológicos y criminológicos, relacionados con la comisión de delitos de violencia sexual, por medio de alianzas estratégicas con diferentes instituciones a nivel nacional, como es el caso de la Universidad de San Carlos (USAC). 

Colaborador DCA
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COLUMNAS

A vueltas con la “lanza en astillero”de Alonso Quijano / don Quijote (II)

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Carlos Mata 

Grupo de Investigación Siglo de Oro (GRISO)

Así que alguien sabe qué es un astillero. Y siendo este un adorno —es decir, un exhibido símbolo de calidad social— de la casa de un hidalgo, no es verosímil que la lanza estuviera en olvido: era, eso sí, una lanza antigua, arma de los antepasados de don Quijote, mucho tiempo inactiva, pero la colocación en el astillero revela precisamente que su dueño quiere dejar clara su hidalguía y su vocación militar.

Era, no se olvide, aficionado a la caza, ejercicio sustitutorio de la guerra. Una lanza olvidada se coloca en un desván, en el establo, en el vano de una escalera, con otros objetos inservibles. Pero no es esto lo que sucede con la de don Quijote.

Cada día, al salir de su casa o al entrar en ella, el ingenioso hidalgo vería su lanza en astillero, su adarga antigua —tampoco olvidada—, dándole voces silenciosas, y algo en su interior iría acumulando la energía suficiente para que por fin embrazara su escudo, empuñara esa lanza que todos los días atraía su mirada, y saliera a correr sus aventuras por el antiguo campo de Montiel y por todo el universo mundo. No, la lanza de don Quijote no estaba en el olvido. Estaba exactamente en el astillero”.

Y no olvidemos el dato que aporta de que eran adorno.

En sentido semejante se expresaba Enrique Suárez Figaredo en un artículo publicado en Lanza Digital, diario de la Mancha el 1 de mayo de 2019, “La interpretación pertinente de ‘lanza en astillero’”: “¿Por qué leer en sentido figurado lo que tiene una lectura recta? El astillero (no de ‘astilla’, sino de ‘asta’) para una lanza es algo similar a lo que se emplea para los rifles de caza. […] ¿Acaso había de tenerlo en el fondo de un armario sepultado por los abrigos? Que un hijo-de-algo aldeano tenga una vieja lanza en su astillero, no ‘detrás de la puerta’, evidencia el melancólico y orgulloso recuerdo de los hechos de sus antecesores”.

Queda claro, pues, a tenor de la definición que brinda el Tesoro de Covarrubias (recordemos su fecha: 1611), que los astilleros ‘estantes para colocar las lanzas’ existían en la realidad; y no olvidemos el dato que aporta de que eran “adorno de la casa de un hidalgo”, como lo era Alonso Quijano, un hidalgo —eso sí— que soñaba con ser caballero andante.

Tampoco estará de más recordar —aunque sea una obviedad— que una palabra o una expresión pueden tener distintos significados, dependiendo del contexto y de la situación en que se empleen.
     

(Continuará)

Colaborador DCA
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