COLUMNAS
Desafíos de la formación artística en Guatemala (I)
Ethel Marina Batres Moreno
Dirección de Formación Artística
Ministerio de Cultura y Deportes
La Revolución de 1944 contribuyó a la promoción de la formación artística en Guatemala; para algunos, la época actual tiene semejanzas con aquella. Pero el país no florecerá mágicamente. Lograr cambios básicos requerirá planes viables y esfuerzos colectivos. ¿Juega algún papel la ciudadanía para mover engranajes transformadores? En cuanto a la formación artística, los retos son enormes. Una revisión de contexto puede ayudar a orientar el trayecto.
Las primeras referencias a la formación de artistas en Guatemala se encuentran en el Pop Vuh: “Y eran pintores, músicos, artistas”, y se suman a toda una iconografía previa que las muestra. El libro sagrado k’iche’ al nombrar con propiedad a los artistas, implícitamente reconoce un proceso previo: el formativo. Éste se constata con la transmisión efectiva de saberes hasta nuestros días.
En cuanto a formación artística los retos son enormes.
Hay manifestaciones ancestrales en los procesos de aprendizaje comunitario, en los repertorios, en el imaginario mostrado en textiles y bordados, en la cosmovisión expuesta en textos y otras representaciones, en las expresiones teatrales y danzarias, en la escultura, cerámica y otras. Esto refleja un legado cultural, artístico y pedagógico-artístico que principia a ser considerado con equidad bajo la divisa contemporánea de que “no hay saberes superiores a otros, únicamente diferentes”.
El reto a nivel formativo dentro de las comunidades actuales consiste en mantener viva la tradición, en resguardar elementos, en adaptarlos, refuncionalizándolos sincréticamente, en convertirlos en un reservorio vital capaz de dinamizarse constantemente y en propiciar la creación. Este es uno de los componentes a considerarse dentro de la
formulación de directrices pedagógicas para el país pluricultural que principia a reconocer la riqueza de su diversidad.
Por otra parte, la invasión española añade otros elementos. La condición de Capitanía General favoreció las visitas y el asentamiento de artistas en Guatemala. La pionera escuela de primeras letras ya incluía la formación de “acólitos y cantantes de ceremonias y alabados”. Los centros de artes y oficios formaban orfebres, artesanos, pintores y escultores.
El obispo Francisco Marroquín en 1548 solicitó al rey de España la presencia de “un buen artista” que fomentara la enseñanza. En 1802, el compositor Rafael de Castellanos tenía en su escuela un claustro de 16 profesores de música Los saberes llegados de Europa tomaban prestigio y se extendían.
Este legado perdura y se ha desarrollado extraordinariamente. Toda tradición artística implica una tradición formativa, y la suma de esfuerzos repercute en el momento actual, cuyos desafíos son mayúsculos, pero prometedores.
(Continuará)
Guadalupe Ixel Wer Chutá
Directora Ejecutiva
La Revolución del 44 en Guatemala marcó un hito en la historia del país. El movimiento, que culminó con la caída del dictador Jorge Ubico, fue impulsado por un amplio sector de la sociedad, especialmente por la juventud. Hoy, a casi 80 años de distancia, el eco de aquella revolución resuena en la lucha actual de las nuevas generaciones por un cambio social y político.
En el 44 la juventud guatemalteca organizada en movimientos estudiantiles y sindicatos desempeñó un papel crucial al demandar democracia y justicia social. Este impulso no solo buscaba el derrocamiento de un régimen opresor, sino también la construcción de un futuro más equitativo. La Revolución promovió reformas educativas y agrarias, dejando un legado de activismo y compromiso cívico que sigue vigente.
La actual generación de jóvenes se ha movilizado en distinas causas.
En el contexto actual, la juventud enfrenta desafíos similares: la corrupción, la desigualdad y la falta de oportunidades; sin embargo, las herramientas y estrategias han evolucionado. Hoy las redes sociales y la tecnología permiten una movilización masiva y una visibilidad global que era impensable en la década de los 40. A través de plataformas digitales, las juventudes pueden articular sus demandas, compartir experiencias y construir movimientos que trascienden fronteras.
La actual generación de jóvenes guatemaltecos se ha movilizado en distintas causas, desde la defensa de los derechos humanos hasta la lucha por la justicia social y ambiental. Este activismo no solo se limita a la protesta en las calles; también se manifiesta en proyectos comunitarios, iniciativas artísticas y espacios de diálogo. La juventud se convierte en un actor fundamental en la construcción de un nuevo paradigma social, donde el respeto y la equidad son ejes
centrales.
Un ejemplo claro es el movimiento estudiantil en los últimos años, reivindicando una educación accesible y de calidad. Esta movilización no solo busca cambios en el sistema educativo, sino que también cuestiona estructuras de poder y exige rendición de cuentas a las autoridades.
La juventud tiene la capacidad de ser un catalizador del cambio, desafiando el statu quo y proponiendo alternativas viables; la historia demuestra que la participación es clave para lograr avances significativos.
La Revolución del 44 nos dejó un legado invaluable: la importancia de la juventud como motor de cambio. Es un momento histórico en el que la voz de la juventud es más necesaria que nunca para enfrentar los retos del presente y construir un futuro más justo y equitativo.
Consejo Nacional de Áreas Protegidas
[email protected]
Guatemala socioculturalmente está conformado por cuatro pueblos: Maya, Garífuna, Xinka y ladino o mestizo. El proceso de domesticación de las especies, así como el desarrollo de una diversidad de formas con propósitos, manejo y usos diferenciados de la misma especie, se encuentran íntimamente ligados a la relación histórica de los diferentes grupos humanos con sus territorios y a sus sistemas propios de conocimientos, evidenciada hoy en día en las relaciones de los pueblos indígenas y las comunidades locales con el entorno natural de esos territorios.
Los pueblos indígenas y las comunidades locales desde sus sistemas propios de gestión de la diversidad biológica hacen importantes esfuerzos para la conservación de especies de flora y fauna, y de servicios ecosistémicos a través de acciones de gestión colectiva. Según el diagnóstico para el manejo y conservación de recursos naturales en tierras comunales elaborada por el Grupo Promotor de Tierras Comunales, la gestión colectiva constituye la forma en que las comunidades se organizan y establecen acuerdos para manejar colectivamente los recursos naturales, en función de sus propios criterios y necesidades.
Los Pueblos Indígenas y las comunidades locales hacen importantes esfuerzos para la conservación de especies de flora y fauna.
Guatemala en 1955 estableció algunas medidas para la protección de espacios naturales; sin embargo, es hasta 1989 con el Decreto Legislativo 4-89 Ley de Áreas Protegidas que se establece el Sistema Guatemalteco de Áreas Protegidas, actualmente existen 341 áreas protegidas con distintas categorías y normativa específica, muchas de ellas se encuentran dentro de territorios indígenas.
De esa cuenta, algunas declaratorias de áreas protegidas han generado tensión con los actores territoriales, en los que en algunos casos se han logrado transformar a lo largo del tiempo y se han establecido relaciones de coordinación y trabajo colaborativo, pero hay algunos casos que aún necesitan ser abordados.
Desde la Unidad de Pueblos Indígenas y Comunidades Locales se incide y asesora para que en los procesos de formulación de leyes, reglamentos, políticas, estrategias y acciones relacionadas a áreas protegidas y diversidad biológica que realicen las distintas unidades y direcciones sustantivas del Conap, se incluya la gestión colectiva.
Se ha identificado la necesidad de mejorar la participación de la población, principalmente pueblos indígenas, mujeres, comunidades locales, en la gestión de las áreas protegidas y la diversidad biológica, para que se fomenten espacios de diálogo para abordar la pérdida de diversidad biológica y desafíos para su conservación e identificar mecanismos de trabajo conjunto.
Recientemente se realizó un Diálogo sobre sistemas de gobernanza de los pueblos indígenas relacionados a bosques y diversidad biológica, que reunió a voces diversas de las instancias rectoras del medio ambiente y las áreas protegidas del país, entidades gubernamentales, organizaciones de la sociedad civil y academia, como a representantes de pueblos indígenas y comunidades locales con el fin de identificar mecanismos que permitan un mejor reconocimiento del rol que desempeñan los Pueblos Indígenas y las comunidades locales.
Abordar los sistemas de gobernanza sobre bosques y diversidad biológica también es parte de los llamados del Marco Mundial Kunming-Montreal de la Diversidad Biológica, que invita a que cada Estado parte del Convenio sobre Diversidad Biológica refuerce sus acciones para revertir la pérdida y degradación de ecosistemas, donde se reconoce que el aporte del conocimiento ancestral y la participación plena y efectiva de los pueblos indígenas es fundamental.
COLUMNAS
Revolución de Octubre: un llamado a la acción para nuevas generaciones
Zonas de Oportunidad
Ingeniero Byron Gaitán
Gerente General de Zolic
El 20 de octubre de 1944 marcó un hito en Guatemala, cuando una revolución abrió las puertas a reformas políticas y sociales que transformaron la vida de muchos. Este evento, impulsado por el deseo de justicia y equidad, dejó un legado que a menudo se olvida en las conversaciones actuales. Es fundamental reflexionar sobre los triunfos de aquella época, especialmente en lo relacionado con la educación.
La Revolución no solo buscó derrocar un régimen autoritario, sino crear un sistema más inclusivo, centrado en la educación pública. Se establecieron nuevas escuelas y programas para aumentar la alfabetización y el acceso a la educación, vitales para el desarrollo de una sociedad informada. Este énfasis en la educación empoderó a comunidades y ofreció oportunidades a quienes antes estaban marginados.
La nueva revolución debe ser responsabilidad de todos; no es solo un acto de la historia, sino una tarea continua para cada ciudadano.
Hoy, las nuevas generaciones tienen la responsabilidad de conocer y comprender el legado de 1944. La historia no debe ser vista como un relato del pasado, sino como una guía para enfrentar los desafíos actuales. Recordemos que la educación es una herramienta poderosa para la transformación social; el compromiso por mejorar nuestro sistema educativo es una forma de honrar a quienes lucharon por un futuro mejor.
Las circunstancias actuales exigen una revolución diferente, no basada en cambios radicales en el sistema político o económico, sino en una transformación profunda de nuestra mentalidad y compromiso hacia una sociedad más justa y equitativa. La nueva revolución debe ser responsabilidad de todos; no es solo un acto de la historia, sino una tarea continua para cada ciudadano. Es un llamado a la responsabilidad compartida, donde el esfuerzo conjunto impulse un futuro prometedor para nuestra nación.
Es esencial que las nuevas generaciones se conviertan en los protagonistas de este nuevo ciclo de cambio. Conocer la historia de la Revolución del 20 de octubre y entender sus implicaciones les dará las herramientas necesarias para enfrentar los desafíos actuales y futuros. Al integrar las lecciones aprendidas en la realidad de hoy, podrán actuar con una visión clara y un propósito renovado.