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COLUMNAS

¿Se podráconducir un carro con la mente?

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El novedoso implante cerebral de Elon Musk hizo saltar todas las alarmas, cuando el 29 de enero publicó en X el éxito de su primera intervención quirúrgica implantando un dispositivo cerebral en un humano.

Este desarrollo, llevado a cabo por su start-up Neurolink, es un nuevo paso hacia la posibilidad de que algún día todos podamos estar conectados mentalmente e interaccionar con cualquier dispositivo. Tras la publicación de Musk, hubo cierta intranquilidad por la posibilidad de que nuestros pensamientos fueran leídos. Empezaron a surgir dudas de si en el futuro el ser humano podrá o no llevar a cabo tareas como conducir un coche con la mente.

De hecho, al mes siguiente, en España, durante una sesión a puerta cerrada en la oficina de ciencias y tecnología del Congreso de los Diputados, un comité de expertos trató la disrupción de las neurotecnologías. El principal desafío era garantizar la privacidad mental. Sin embargo, pienso que para responder si podremos o no conducir un coche con nuestros pensamientos y, por tanto, poder considerar su viabilidad, es necesario explicar qué implica esa conexión.

Para empezar, existe una cierta confusión al encontrar afinidades entre el cerebro humano y las máquinas. En ocasiones, simplificamos la comparación y asociamos las 86 mil millones neuronas que se estima que tiene el cerebro con los 134 mil millones de transistores que tiene, por ejemplo, un microprocesador. Comparaciones de este tipo nos llevan a creer que se entiende cómo funciona el cerebro o que podemos medir los pensamientos.

Sin embargo, estas afirmaciones resultan engañosas mientras que no se fundamente cuál es la base física de la mente. El cerebro es un órgano que se puede examinar, pero la mente no se puede ver ni tocar. A través de señales cerebrales, podemos detectar ciertos deseos o intereses de la persona a la que monitorizamos. Por ejemplo, somos capaces a día de hoy de identificar si una persona desea girar a la derecha o a la izquierda, avanzar o frenar.

Pero el salto a la conducción de un automóvil parece inalcanzable en este momento. Para poner en perspectiva a lo que me refiero, propongo una analogía con el descubrimiento de la estructura del ADN de James Watson y Francis Crick, en 1953. Antes de su descubrimiento, conocido como “la doble hélice”, no se sabía nada sobre el ADN. Solo que había una cierta transmisión de padres a hijos y que estos se parecían a sus progenitores. Se desconocía cómo o por qué sucedía, pero se observaba una realidad que lo soportaba: de un padre y una madre de raza blanca, no nacía un niño de raza negra.

En la actualidad, gracias a este descubrimiento, quien quiere conocer cómo se produce esta herencia puede agarrarse a una realidad física, cuantificable, medible y observable. Se ha fundamentado que el ser humano queda expresado mediante 3 mil millones de moléculas llamadas nucleótidos, cada una compuesta por cuatro posibles letras (A, C, G y T). Desde que se describió la doble hélice hasta hoy, un número incalculable de personas se han esforzado por relacionar las cuatro. Y las relaciones que se tratan de realizar son, prácticamente, cualquier cosa que se nos pueda ocurrir. Divagar sobre las posibilidades que se dibujan al conocer el ADN de las personas deja de ser algo más que una historia de ciencia ficción. Sin embargo, un descubrimiento así no se ha dado todavía en el cerebro.

La ciencia ha encontrado múltiples relaciones observables entre el cerebro y la mente, pero no existe una explicación definitiva que pueda ponernos en movimiento. No hay una descripción física de la memoria, aunque hay evidencias de que la memoria tiene un soporte físico.

Cuando el cerebro se deteriora una persona puede llegar a olvidar su nombre, a perder su identidad. Pero, ¿cuál es ese soporte físico? Mientras no se descubra un fundamento como el que sucedió con la genética, no debería de preocuparnos que puedan leerse nuestros pensamientos. Y, por tanto, las especulaciones y expectativas sobre el cerebro deberán de ser muy contenidas.

Colaborador DCA
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COLUMNAS

Desafíos de la formación artística en Guatemala (I)

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Ethel Marina Batres Moreno

Dirección de Formación Artística

Ministerio de Cultura y Deportes

[email protected]

La Revolución de 1944 contribuyó a la promoción de la formación artística en Guatemala; para algunos, la época actual tiene semejanzas con aquella. Pero el país no florecerá mágicamente. Lograr cambios básicos requerirá planes viables y esfuerzos colectivos. ¿Juega algún papel la ciudadanía para mover engranajes transformadores? En cuanto a la formación artística, los retos son enormes. Una revisión de contexto puede ayudar a orientar el trayecto. 

Las primeras referencias a la formación de artistas en Guatemala se encuentran en el Pop Vuh: “Y eran pintores, músicos, artistas”, y se suman a toda una iconografía previa que las muestra. El libro sagrado k’iche’ al nombrar con propiedad a los artistas, implícitamente reconoce un proceso previo: el formativo. Éste se constata con la transmisión efectiva de saberes hasta nuestros días. 

En cuanto a formación artística los retos son enormes.

Hay manifestaciones ancestrales en los procesos de aprendizaje comunitario, en los repertorios, en el imaginario mostrado en textiles y bordados, en la cosmovisión expuesta en textos y otras representaciones, en las expresiones teatrales y danzarias, en la escultura, cerámica y otras. Esto refleja un legado cultural, artístico y pedagógico-artístico que principia a ser considerado con equidad bajo la divisa contemporánea de que “no hay saberes superiores a otros, únicamente diferentes”.

El reto a nivel formativo dentro de las comunidades actuales consiste en mantener viva la tradición, en resguardar elementos, en adaptarlos, refuncionalizándolos sincréticamente, en convertirlos en un reservorio vital capaz de dinamizarse constantemente y en propiciar la creación. Este es uno de los componentes a considerarse dentro de la
formulación de directrices pedagógicas para el país pluricultural que principia a reconocer la riqueza de su diversidad. 

Por otra parte, la invasión española añade otros elementos. La condición de Capitanía General favoreció las visitas y el asentamiento de artistas en Guatemala. La pionera escuela de primeras letras ya incluía la formación de “acólitos y cantantes de ceremonias y alabados”. Los centros de artes y oficios formaban orfebres, artesanos, pintores y escultores.

El obispo Francisco Marroquín en 1548 solicitó al rey de España la presencia de “un buen artistaque fomentara la enseñanza. En 1802, el compositor Rafael de Castellanos tenía en su escuela un claustro de 16 profesores de música Los saberes llegados de Europa tomaban prestigio y se extendían.

Este legado perdura y se ha desarrollado extraordinariamente. Toda tradición artística implica una tradición formativa, y la suma de esfuerzos repercute en el momento actual, cuyos desafíos son mayúsculos, pero prometedores. 

                             (Continuará) 

Colaborador DCA
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COLUMNAS

SVET: violencia sexual y su abordaje psicológico

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Secretaría contra la Violencia Sexual, Explotación y Trata de Personas

La violencia sexual es una problemática social que comprende conductas sexuales contrarias a la dignidad de quien la experimenta, lo cual repercute gravemente en el desarrollo integral de las personas víctimas de este delito, no solo en su salud física, sino en su bienestar psicológico, el de sus familias y comunidades.

Por ello, es fundamental su abordaje desde un enfoque multidisciplinario, que incluya, el psicológico, como consecuencia de los daños que este flagelo ocasiona en la salud física y emocional de las víctimas.

 ”El abordaje de la violencia sexual es fundamental desde el ámbito de la psicología“.

En ese contexto, la Secretaría contra la Violencia Sexual, Explotación y Trata de Personas (SVET), adscrita a la Vicepresidencia de la República, en cumplimiento de su mandato legal, impulsa acciones de formación y de sensibilización con una perspectiva amplia, que incluye el ámbito académico, especialmente el fortalecimiento de las capacidades de quienes de forma directa o indirecta, están involucrados en acciones de prevención, atención, acceso a justicia y reparación de las víctimas, con énfasis en los modelos de abordaje psicoterapéuticos. 

En ese sentido, la SVET realizó recientemente el seminario Prevención y atención integral en casos de violencia sexual. Aspectos legales, criminológicos y psicológicos, con el objetivo de fortalecer los conocimientos de docentes, estudiantes y profesionales del área científico-asistencial, involucrados en la prevención y atención de casos de violencia sexual. Esto para favorecer la identificación de casos, tomando como referencia el ámbito de la psicología. 

La Dirección contra la Violencia Sexual de SVET fue la encargada de desarrollar el seminario, impartido en la Escuela de Ciencias Psicológicas del Centro Universitario Metropolitano (CUM), tras evaluar la necesidad de fortalecer a quienes brindan atención psicológica desde el ejercicio de la profesión, a través de diferentes centros de Práctica Profesional Supervisada y del Ejercicio Profesional Supervisado, en los que tienen contacto con población en situación de vulnerabilidad como niñez, adolescencia, personas sobrevivientes de violencia sexual, con discapacidad y adultos mayores, entre otras. Sumado a esto, brindarles insumos acerca del marco legal nacional e internacional en materia de violencia sexual, así como de las responsabilidades legales y éticas que adquieren en el ejercicio de su profesión.

Asimismo, los participantes reforzaron sus conocimientos sobre psicología forense, pautas de atención, criminología de la violencia sexual y ubicación de rutas de atención interinstitucional a seguir, para garantizar la protección, asistencia, restablecimiento de derechos y acceso a la justicia de las víctimas, así como el funcionamiento y competencias de algunas de las instituciones públicas vinculadas al abordaje de la violencia sexual. 

La SVET también trabaja en impulsar análisis de factores sociales, psicológicos y criminológicos, relacionados con la comisión de delitos de violencia sexual, por medio de alianzas estratégicas con diferentes instituciones a nivel nacional, como es el caso de la Universidad de San Carlos (USAC). 

Colaborador DCA
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COLUMNAS

A vueltas con la “lanza en astillero”de Alonso Quijano / don Quijote (II)

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Carlos Mata 

Grupo de Investigación Siglo de Oro (GRISO)

Así que alguien sabe qué es un astillero. Y siendo este un adorno —es decir, un exhibido símbolo de calidad social— de la casa de un hidalgo, no es verosímil que la lanza estuviera en olvido: era, eso sí, una lanza antigua, arma de los antepasados de don Quijote, mucho tiempo inactiva, pero la colocación en el astillero revela precisamente que su dueño quiere dejar clara su hidalguía y su vocación militar.

Era, no se olvide, aficionado a la caza, ejercicio sustitutorio de la guerra. Una lanza olvidada se coloca en un desván, en el establo, en el vano de una escalera, con otros objetos inservibles. Pero no es esto lo que sucede con la de don Quijote.

Cada día, al salir de su casa o al entrar en ella, el ingenioso hidalgo vería su lanza en astillero, su adarga antigua —tampoco olvidada—, dándole voces silenciosas, y algo en su interior iría acumulando la energía suficiente para que por fin embrazara su escudo, empuñara esa lanza que todos los días atraía su mirada, y saliera a correr sus aventuras por el antiguo campo de Montiel y por todo el universo mundo. No, la lanza de don Quijote no estaba en el olvido. Estaba exactamente en el astillero”.

Y no olvidemos el dato que aporta de que eran adorno.

En sentido semejante se expresaba Enrique Suárez Figaredo en un artículo publicado en Lanza Digital, diario de la Mancha el 1 de mayo de 2019, “La interpretación pertinente de ‘lanza en astillero’”: “¿Por qué leer en sentido figurado lo que tiene una lectura recta? El astillero (no de ‘astilla’, sino de ‘asta’) para una lanza es algo similar a lo que se emplea para los rifles de caza. […] ¿Acaso había de tenerlo en el fondo de un armario sepultado por los abrigos? Que un hijo-de-algo aldeano tenga una vieja lanza en su astillero, no ‘detrás de la puerta’, evidencia el melancólico y orgulloso recuerdo de los hechos de sus antecesores”.

Queda claro, pues, a tenor de la definición que brinda el Tesoro de Covarrubias (recordemos su fecha: 1611), que los astilleros ‘estantes para colocar las lanzas’ existían en la realidad; y no olvidemos el dato que aporta de que eran “adorno de la casa de un hidalgo”, como lo era Alonso Quijano, un hidalgo —eso sí— que soñaba con ser caballero andante.

Tampoco estará de más recordar —aunque sea una obviedad— que una palabra o una expresión pueden tener distintos significados, dependiendo del contexto y de la situación en que se empleen.
     

(Continuará)

Colaborador DCA
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