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COLUMNAS

La insólita “Catedral de Justo”

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Gerardo Castillo Ceballos Facultad de Educación y Psicología de la Universidad de Navarra

Muchos periódicos dieron la noticia del fallecimiento de Justo Gallego Martínez el 28 de noviembre de 2021, a los 96 años de edad. Su vida y su obra suscitan en mí una inevitable pregunta: ¿Qué pensaríamos de quien, en la época actual, se proponga construir una catedral por sí mismo, sin ser arquitecto y sin disponer de medios económicos? Posiblemente que es un “iluminado”, un soñador o un loco similar a Don Quijote.

Esto mismo es lo que pensaban del agricultor y albañil Justo Gallego sus vecinos de Mejorada del Campo cuando inició las obras en un campo de labranza heredado de sus padres, el 12 de octubre de 1961, Día del Pilar. Una tuberculosis le había hecho desistir de su anterior deseo de entrar en un convento. Y la promesa de fe de construir una catedral en caso de curarse, cambió radicalmente su vida.

Justo se levantaba todos los días, menos el domingo, a las 3 de la mañana, para trabajar en su catedral. Casi todos los materiales de construcción eran reciclados, sirviéndose de los que desechaban las empresas del pueblo. El constructor autodidacta no necesitaba planos ni proyectos de obra, porque lo tenía “todo en la cabeza”. A causa de una enfermedad, en abril de 2021 cedió su catedral a la ONG Mensajeros de la Paz del padre Ángel, para que acabase lo poco que faltaba para culminar el proyecto al que había dedicado cincuenta años de su vida.

El edificio tiene una superficie de 4700 metros cuadrados, 35 metros de altura, una gran cúpula, una cripta subterránea, dos claustros, un baptisterio, 12 torreones y 200 vidrieras. El Museo de Arte Moderno de Nueva York mostró fotos de la “Catedral de Justo” en una de sus exposiciones en la temporada 2003-2004. Justo fue declarado Hijo Predilecto del municipio y su obra fue propuesta como Bien de Interés Cultural. Cada año es visitada por miles de turistas.

Cabe preguntarse si la calidad artística y el impacto emocional de las antiguas catedrales lo posee también la de Justo Gallego.

Lo que al final eran alabanzas antes fueron críticas y humillaciones por parte de muchos vecinos, que le consideraban un iluso o un perturbado. Pienso que si lo construido hubiese sido una discoteca nadie se hubiera burlado de su autor. Esto me recuerda unos versos de Lady MacDuff en Maacbeth, de Shakespeare: “Pero ahora me acuerdo de que estoy en este mundo,/ donde el mal es loable con frecuencia;/ y, en cambio, hacer el bien se considera,/alguna vez, una locura peligrosa”.

En 1926, un alquimista que firmaba con el seudónimo de Fulcanelli, publicó El misterio de las catedrales, donde afirmaba que había alcanzado un estado místico que él denominaba “la iluminación”, contemplando las vidrieras de una catedral gótica. Cabe preguntarse si la calidad artística y el impacto emocional de las antiguas catedrales lo posee también la de Justo Gallego.

El arquitecto Miguel Ángel Flores menciona que el libro de la historiadora Natalia Tubau Guía de arquitectura insólita incluye una selección de arquitectura “excéntrica” realizada por personas sin formación en la materia y con materiales mayoritariamente reciclados.

Natalia escribe: “Resulta sorprendente lo que los seres humanos pueden llegar a hacer movidos por la fe o por el afán de singularizarse”. Miguel Ángel añade que “en ese libro descubrió a Justo Gallego, un hombre que decidió mostrar su fe mediante la construcción de una catedral. Sin duda, es absolutamente loable su perseverancia. Debo reconocer su mérito.

Es un auténtico soñador que trabaja cada día en la obra que da sentido a su vida.” La “Catedral de Justo”, bautizada así por los habitantes de Mejorada del Campo, es una obra insólita producto de una hazaña singular que desmitifica la actual omnipresencia de la tecnología. Es también un testimonio positivo revelador de que toda persona, incluso la menos instruida y capaz, tiene un talento oculto que conviene descubrir y cultivar. Justo fue consciente de ello: “Dios me ha dado un don y tengo que aprovecharlo”.

Colaborador DCA
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COLUMNAS

Premios por trayectoria y aportes al arte guatemalteco

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Fernando Soto, 

Director de Fomento de las Artes, Ministerio de Cultura y Deportes 

[email protected]

Guatemaltecos, cuyos nombres han trascendido las fronteras de nuestro país por su valor artístico, forman una constelación de estrellas en el firmamento del arte nacional. Nombres como Joaquín Orellana, Carlos Mérida, Efraín Recinos o Miguel Ángel Asturias, son algunas de estas figuras del arte nacional que dan renombre a Guatemala en el universo artístico. 

El Estado de Guatemala, por medio del Ministerio de Cultura y Deportes, constitucionalmente tiene la obligación primordial de proteger, fomentar y divulgar la cultura nacional y, anualmente, reconoce a los artistas por medio de la entrega de los Premios por Trayectoria y Aportes al Desarrollo del Arte.

El Estado tiene la obligaciòn de proteger, fomentar y divulgar la cultura nacional.

Marimba, teatro, danza, música, artes visuales y artes circenses son las disciplinas en las que se premia a mujeres y hombres guatemaltecos dedicados al arte nacional, enalteciendo, reconociendo y valorando a las y los guatemaltecos dedicados al quehacer artístico nacional.

Durante el año se entregan los premios a los artistas en cada una de las disciplinas en las que han destacado, contribuyendo al desarrollo del arte, ya sea por medio de la docencia, la proyección de su arte como destacado intérprete, o la labor  creadora de obras artísticas, fruto de años de dedicación y esfuerzo, sirviendo como ejemplo a las nuevas generaciones de niños y jóvenes que inician o se están formando en el arte y, a la vez, proyectando su obra creadora a la sociedad guatemalteca, dejando un legado artístico que muestra  la grandeza del arte a nivel nacional e internacional.

Educadores que transmiten a las nuevas generaciones su conocimiento y experiencia en las escuelas de arte, conservatorios o academias comunitarias que existen en el territorio nacional;  dramaturgos, compositores y coreógrafos que  plasman en su obra historias y vidas, paisajes sonoros, lenguajes corporales cadenciosos con el fin de transmitir una idea, un momento, un mensaje, un recuerdo o una realidad; músicos, actrices y actores, bailarinas y bailarines, escultores y pintores, payasos, acróbatas y magos que han dejado su vida en las tablas, en teatros, en galerías, en parques, iglesias, edificios, en festivales o en donde se pueda hacer un escenario o montar una exposición y presentar ante un público diverso y colorido el fruto de la obra creadora
individual o colectiva.

Mientras sigamos reconociendo y valorando a nuestros artistas, seguiremos llenando de estrellas el firmamento artístico de nuestra Guatemala.

Colaborador DCA
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COLUMNAS

La crisis de la verdad: deepfakes y desinformación

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El Informe sobre Riesgos Globales 2024 del Foro Económico Mundial destaca las principales amenazas que enfrentará el mundo. Entre las más urgentes para los próximos dos años se encuentran la desinformación, los fenómenos meteorológicos extremos, la polarización social, ciberataques y los conflictos armados. 

La desinformación, entendida como información falsa difundida sin intención y como aquella creada deliberadamente para engañar, destaca como una de las amenazas más preocupantes. Dentro de este fenómeno, se incluyen las deepfakes: videos o audios generados con inteligencia artificial que imitan a personas reales diciendo o haciendo cosas que nunca ocurrieron.

No se trata solo de una amenaza tecnológica, sino también de un reto cultural.

Estas herramientas, que utilizan modelos de aprendizaje profundo para crear contenido casi indistinguible de la realidad, están ahora al alcance de cualquiera con acceso a un software básico, convirtiéndose en una poderosa arma de manipulación.

En un país como Guatemala, donde persiste la polarización política y la desconfianza en las instituciones, las deepfakes representan un riesgo enorme.

La rapidez con la que se difunde la información a través de plataformas como Facebook, WhatsApp o TikTok, sumada a la tendencia de la población a consumir información superficial sin verificarla, crea un terreno fértil para el éxito de este tipo de
manipulaciones.

Crear un deepfake no requiere de equipos sofisticados; basta con programas accesibles y suficiente material visual de la persona que se desea imitar. Casi cualquiera con intenciones maliciosas puede producir contenido para difamar a figuras públicas, marcas o influir en decisiones políticas y sociales. En un país donde muchos ciudadanos se quedan en la superficie de lo que ven o escuchan, las consecuencias  pueden ser tremendas.

Vivimos en una era de sobrecarga de información y contenido instantáneo, donde la veracidad de los hechos importa menos que las emociones que estos generan.  

Campañas de desprestigio y contenidos falsos no solo capturan la atención del público y manipulan sus percepciones, sino que también distorsionan la verdad y alimentan la polarización social, aumentando el clima de desconfianza.

A nivel global, estudios como los del MIT han demostrado que las noticias falsas y los deepfakes, se difunden más rápido y llegan más lejos que las noticias verdaderas, especialmente en el ámbito político. Esto se debe a su novedad, apariencia y a su capacidad de generar emociones fuertes como miedo, disgusto y sorpresa, haciéndolas más propensas a ser compartidas en redes sociales.  

No se trata solo de una amenaza tecnológica, sino también de un reto cultural. Las redes sociales, que surgieron como espacios para la libre expresión, hoy pueden adormecer el razonamiento crítico, convirtiendo a los usuarios en presa fácil de la manipulación. En lugar de profundizar y cuestionar, muchos se quedan en la superficie de los titulares y contenidos virales, adoptando posturas emocionales antes que basadas en hechos.

Como ciudadanos, tenemos una gran responsabilidad ante esta amenaza. No debemos consumir toda la información que nos llega sin cuestionarla. Necesitamos practicar un escepticismo saludable, fomentar la alfabetización mediática, la cultura de verificación y análisis crítico educándonos para identificar y combatir la desinformación.

Si no aprendemos a discernir entre la verdad y la manipulación, seguiremos siendo vulnerables y presas fáciles. Solo con una ciudadanía informada y crítica podremos proteger nuestro derecho a tomar decisiones .

Colaborador DCA
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COLUMNAS

Un compromiso municipal con la discapacidad

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Unidad de Comunicación y Relaciones Públicas
CONADI, Guatemala.

En Guatemala, se estima que 1,025,465 personas viven con al menos una dificultad, lo que equivale al 9.53% de la población total. Durante muchos años, las personas con discapacidad en nuestras comunidades han sido olvidadas y excluidas de diversos ámbitos sociales.

Este es un tema de preocupación para el Comité de Expertos de las Naciones Unidas, que, desde la ratificación de la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad en Guatemala, ha emitido 83 observaciones y recomendaciones al Estado guatemalteco.

Las OMD representan el enlace entre las personas con discapacidad y las entidades municipales.

Para cumplir con estas recomendaciones el CONADI, cuenta con el Departamento de Servicio Nacional de Discapacidad. A través de sus delegados departamentales trabaja con organizaciones e instituciones dedicadas a las personas con discapacidad.

El objetivo es influir en la voluntad política de las autoridades para que integren la temática de discapacidad en los Planes, Programas, Proyectos y Políticas municipales.

En seguimiento a este mandato, CONADI colabora activamente en la Comisión Departamental de Discapacidad (CODEDIS) y con la Comisión Municipal de Discapacidad (COMUDIS); y a partir de la publicación del Acuerdo Gubernativo 137-23024, el pasado 2 de septiembre en el Diario Oficial, el CONADI podrá participar con voz y voto en los Consejos Departamentales de Desarrollo Urbano (CODEDES).

Estos esfuerzos buscan fomentar la participación ciudadana y crear espacios específicos para la instalación de Oficinas Municipales de Discapacidad en los municipios del país.

Hasta la fecha, se han establecido 131 Oficinas Municipales de Discapacidad (OMD) y 2 Direcciones Municipales de Discapacidad (DMD), que sirven como enlace directo entre las personas con discapacidad y sus familias en cada municipio.

Las aperturas más recientes incluyen las oficinas de Santa Catarina Mita, Jutiapa; Melchor de Mencos, Petén; Samayac, Suchitepéquez, San Rafael las Flores, Santa Rosa; Olopa y Quezaltepeque en Chiquimula; así como en Jocotenango y Pastores en Sacatepéquez.

Colaborador DCA
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