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COLUMNAS

¿Cómo entender a Bergoglio?

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Por:Francisco Covarrubias

Decano Facultad Artes Liberales

 

Cinco años lleva Jorge Mario Bergoglio al mando de la Iglesia Católica. Cinco años difíciles de clasificar. De conservador arzobispo de Buenos Aires -mirado con distancia por los propios jesuitas cuando fue nombrado- se transformó en pocos días en un carismático líder. Algunos gestos como abandonar la limusina blanca y una evidente simpatía daban cuenta de que llegaba para reformar una institución en evidente crisis. Pero transcurrido el tiempo, el pontífice 266 de la Iglesia Católica sigue desconcertando.

Hace pocos días conocimos el histórico acuerdo entre el Vaticano y China para “consensuar” el nombramiento de obispos con el gobierno comunista. Un pragmático acuerdo que desconcertó a la comunidad católica en China, hostigada durante largos años por su fidelidad a los papas romanos. El Papa ha dicho ser consciente “de que en algunos surgen dudas y perplejidad”. Pues evidentemente así ha sido.

El año pasado también fue desconcertante la actuación del Papa en Venezuela, donde en la práctica se le tiró un salvavidas amarillo y blanco a Maduro. La “mediación” del Vaticano en Venezuela, en contraposición a la lucha de los obispos locales, terminó legitimando la dictadura chavista, cuando millones de manifestantes exigían su renuncia en las calles. Le permitió a Maduro ganar tiempo, endurecerse y reprimir aún más a la oposición.

Y así hay muchos ejemplos más.

Pero si de desconcierto se trata, Chile ha sido el paradigma. La visita fue desastrosa bajo todo punto de vista. Congregó a muy poca gente y sobraron gestos, saludos y sonrisas a Juan Barros y a otros obispos acusados. La imagen que quedó para la posteridad fue la de aquella declaración al partir hecha a los periodistas locales de Iquique donde -atrás de una reja, rompiendo toda solemnidad pontificia- señaló que “no hay una sola prueba en contra de Barros; solo hay calumnias”.

Pocos meses después expresó: “Pido perdón a todos aquellos a los que ofendí” y solicitó la renuncia a todos los obispos, las que se han ido concretando de dos en dos, de tiempo en tiempo, de gota en gota.

Ayer nos volvimos a sorprender, pues le había llegado la hora a Karadima. “El Santo Padre ha tomado esta decisión excepcional en conciencia y por el bien de la Iglesia”, siete años después de que se conoció todo. Treinta años después de que se iniciaron las denuncias. “Estábamos ante un caso muy serio de podredumbre y había que arrancarlo de raíz”, fue la extemporánea declaración.

Es cierto que esconder las cosas había sido la política oficial llevada a cabo desde el Vaticano por siglos. Ahí está el encubrimiento de Maciel de los Legionarios, de Figari en los Sodalicios y de tantos otros casos. ¿Pero por qué ahora Karadima? ¿Para compensar la expulsión de Precht? ¿Y por qué ahora Precht?

Desde que se instauró el papado el año 33, han existido buenos y malos pontífices. Sergio III es el único papa que mandó a asesinar a su predecesor (Leo V); León X fue conocido por vender indulgencias; Alejandro VI por su mal comportamiento. Quizás en el futuro se hable de “Francisco I, el impredecible”.

Seguir la secuencia de acciones no parece fácil. Algunos han achacado aquello a las huellas del peronismo argentino. Mal que mal, Perón fue un maestro de la contradicción dialéctica: a cada uno le decía lo que quería escuchar y bajo su discurso “cabían todos”.

Es posible que la influencia peronista juegue algún rol, pero no explica todo.

Y si hay respuestas sin resolver, al menos dos son las más relevantes para el caso de Chile. ¿Cómo una institución puede tener por meses a su más alta jerarquía renunciada, sin que nadie en la práctica esté ratificado? ¿Y dentro de lo anterior, cómo es posible que el nuncio y el arzobispo de Santiago sigan estando en el “limbo”, aunque oficialmente este ya no exista?

Francisco I ha tenido la humildad de pedir perdón. Ello es valorable. Especialmente si se considera que desde Adriano VI en 1522 hasta Pablo VI, en 1963, ningún Papa aceptó haberse equivocado.

Pero el tránsito ha sido de perdón en perdón. De una orilla a la otra. Y de tumbo en tumbo.

Mientras tanto, la encuesta Bicentenario muestra que en los últimos diez años, a la par de lo que ocurre en el mundo, cayó de 93 a 77 el porcentaje de quienes afirman “creo en Dios y no tengo duda de ello”. No se ha hecho la pregunta sobre el Papa, pero es muy posible que la caída se duplique o triplique.

Quizás es un buen momento para recordar lo que dijo un intelectual francés del siglo XVIII: “Lo único que impide a Dios mandar un segundo diluvio es que el primero fue inútil”.

 

Universidad Adolfo Ibañez
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COLUMNAS

Desafíos de la formación artística en Guatemala (I)

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Ethel Marina Batres Moreno

Dirección de Formación Artística

Ministerio de Cultura y Deportes

[email protected]

La Revolución de 1944 contribuyó a la promoción de la formación artística en Guatemala; para algunos, la época actual tiene semejanzas con aquella. Pero el país no florecerá mágicamente. Lograr cambios básicos requerirá planes viables y esfuerzos colectivos. ¿Juega algún papel la ciudadanía para mover engranajes transformadores? En cuanto a la formación artística, los retos son enormes. Una revisión de contexto puede ayudar a orientar el trayecto. 

Las primeras referencias a la formación de artistas en Guatemala se encuentran en el Pop Vuh: “Y eran pintores, músicos, artistas”, y se suman a toda una iconografía previa que las muestra. El libro sagrado k’iche’ al nombrar con propiedad a los artistas, implícitamente reconoce un proceso previo: el formativo. Éste se constata con la transmisión efectiva de saberes hasta nuestros días. 

En cuanto a formación artística los retos son enormes.

Hay manifestaciones ancestrales en los procesos de aprendizaje comunitario, en los repertorios, en el imaginario mostrado en textiles y bordados, en la cosmovisión expuesta en textos y otras representaciones, en las expresiones teatrales y danzarias, en la escultura, cerámica y otras. Esto refleja un legado cultural, artístico y pedagógico-artístico que principia a ser considerado con equidad bajo la divisa contemporánea de que “no hay saberes superiores a otros, únicamente diferentes”.

El reto a nivel formativo dentro de las comunidades actuales consiste en mantener viva la tradición, en resguardar elementos, en adaptarlos, refuncionalizándolos sincréticamente, en convertirlos en un reservorio vital capaz de dinamizarse constantemente y en propiciar la creación. Este es uno de los componentes a considerarse dentro de la
formulación de directrices pedagógicas para el país pluricultural que principia a reconocer la riqueza de su diversidad. 

Por otra parte, la invasión española añade otros elementos. La condición de Capitanía General favoreció las visitas y el asentamiento de artistas en Guatemala. La pionera escuela de primeras letras ya incluía la formación de “acólitos y cantantes de ceremonias y alabados”. Los centros de artes y oficios formaban orfebres, artesanos, pintores y escultores.

El obispo Francisco Marroquín en 1548 solicitó al rey de España la presencia de “un buen artistaque fomentara la enseñanza. En 1802, el compositor Rafael de Castellanos tenía en su escuela un claustro de 16 profesores de música Los saberes llegados de Europa tomaban prestigio y se extendían.

Este legado perdura y se ha desarrollado extraordinariamente. Toda tradición artística implica una tradición formativa, y la suma de esfuerzos repercute en el momento actual, cuyos desafíos son mayúsculos, pero prometedores. 

                             (Continuará) 

Colaborador DCA
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COLUMNAS

SVET: violencia sexual y su abordaje psicológico

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Secretaría contra la Violencia Sexual, Explotación y Trata de Personas

La violencia sexual es una problemática social que comprende conductas sexuales contrarias a la dignidad de quien la experimenta, lo cual repercute gravemente en el desarrollo integral de las personas víctimas de este delito, no solo en su salud física, sino en su bienestar psicológico, el de sus familias y comunidades.

Por ello, es fundamental su abordaje desde un enfoque multidisciplinario, que incluya, el psicológico, como consecuencia de los daños que este flagelo ocasiona en la salud física y emocional de las víctimas.

 ”El abordaje de la violencia sexual es fundamental desde el ámbito de la psicología“.

En ese contexto, la Secretaría contra la Violencia Sexual, Explotación y Trata de Personas (SVET), adscrita a la Vicepresidencia de la República, en cumplimiento de su mandato legal, impulsa acciones de formación y de sensibilización con una perspectiva amplia, que incluye el ámbito académico, especialmente el fortalecimiento de las capacidades de quienes de forma directa o indirecta, están involucrados en acciones de prevención, atención, acceso a justicia y reparación de las víctimas, con énfasis en los modelos de abordaje psicoterapéuticos. 

En ese sentido, la SVET realizó recientemente el seminario Prevención y atención integral en casos de violencia sexual. Aspectos legales, criminológicos y psicológicos, con el objetivo de fortalecer los conocimientos de docentes, estudiantes y profesionales del área científico-asistencial, involucrados en la prevención y atención de casos de violencia sexual. Esto para favorecer la identificación de casos, tomando como referencia el ámbito de la psicología. 

La Dirección contra la Violencia Sexual de SVET fue la encargada de desarrollar el seminario, impartido en la Escuela de Ciencias Psicológicas del Centro Universitario Metropolitano (CUM), tras evaluar la necesidad de fortalecer a quienes brindan atención psicológica desde el ejercicio de la profesión, a través de diferentes centros de Práctica Profesional Supervisada y del Ejercicio Profesional Supervisado, en los que tienen contacto con población en situación de vulnerabilidad como niñez, adolescencia, personas sobrevivientes de violencia sexual, con discapacidad y adultos mayores, entre otras. Sumado a esto, brindarles insumos acerca del marco legal nacional e internacional en materia de violencia sexual, así como de las responsabilidades legales y éticas que adquieren en el ejercicio de su profesión.

Asimismo, los participantes reforzaron sus conocimientos sobre psicología forense, pautas de atención, criminología de la violencia sexual y ubicación de rutas de atención interinstitucional a seguir, para garantizar la protección, asistencia, restablecimiento de derechos y acceso a la justicia de las víctimas, así como el funcionamiento y competencias de algunas de las instituciones públicas vinculadas al abordaje de la violencia sexual. 

La SVET también trabaja en impulsar análisis de factores sociales, psicológicos y criminológicos, relacionados con la comisión de delitos de violencia sexual, por medio de alianzas estratégicas con diferentes instituciones a nivel nacional, como es el caso de la Universidad de San Carlos (USAC). 

Colaborador DCA
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COLUMNAS

A vueltas con la “lanza en astillero”de Alonso Quijano / don Quijote (II)

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Carlos Mata 

Grupo de Investigación Siglo de Oro (GRISO)

Así que alguien sabe qué es un astillero. Y siendo este un adorno —es decir, un exhibido símbolo de calidad social— de la casa de un hidalgo, no es verosímil que la lanza estuviera en olvido: era, eso sí, una lanza antigua, arma de los antepasados de don Quijote, mucho tiempo inactiva, pero la colocación en el astillero revela precisamente que su dueño quiere dejar clara su hidalguía y su vocación militar.

Era, no se olvide, aficionado a la caza, ejercicio sustitutorio de la guerra. Una lanza olvidada se coloca en un desván, en el establo, en el vano de una escalera, con otros objetos inservibles. Pero no es esto lo que sucede con la de don Quijote.

Cada día, al salir de su casa o al entrar en ella, el ingenioso hidalgo vería su lanza en astillero, su adarga antigua —tampoco olvidada—, dándole voces silenciosas, y algo en su interior iría acumulando la energía suficiente para que por fin embrazara su escudo, empuñara esa lanza que todos los días atraía su mirada, y saliera a correr sus aventuras por el antiguo campo de Montiel y por todo el universo mundo. No, la lanza de don Quijote no estaba en el olvido. Estaba exactamente en el astillero”.

Y no olvidemos el dato que aporta de que eran adorno.

En sentido semejante se expresaba Enrique Suárez Figaredo en un artículo publicado en Lanza Digital, diario de la Mancha el 1 de mayo de 2019, “La interpretación pertinente de ‘lanza en astillero’”: “¿Por qué leer en sentido figurado lo que tiene una lectura recta? El astillero (no de ‘astilla’, sino de ‘asta’) para una lanza es algo similar a lo que se emplea para los rifles de caza. […] ¿Acaso había de tenerlo en el fondo de un armario sepultado por los abrigos? Que un hijo-de-algo aldeano tenga una vieja lanza en su astillero, no ‘detrás de la puerta’, evidencia el melancólico y orgulloso recuerdo de los hechos de sus antecesores”.

Queda claro, pues, a tenor de la definición que brinda el Tesoro de Covarrubias (recordemos su fecha: 1611), que los astilleros ‘estantes para colocar las lanzas’ existían en la realidad; y no olvidemos el dato que aporta de que eran “adorno de la casa de un hidalgo”, como lo era Alonso Quijano, un hidalgo —eso sí— que soñaba con ser caballero andante.

Tampoco estará de más recordar —aunque sea una obviedad— que una palabra o una expresión pueden tener distintos significados, dependiendo del contexto y de la situación en que se empleen.
     

(Continuará)

Colaborador DCA
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