Si alguien conoce bien el estigma de “ser el hijo de” es Juan Pablo Escobar. Su padre fue el enemigo público número uno de Colombia y aún hoy, 24 años después de su muerte, en parte gracias a productos de la cultura pop, es considerado el narcotraficante más famoso del mundo. En 2014, su versión de la figura paterna la plasmó en Pablo Escobar, mi padre. Sin embargo, para su segundo título, In fraganti, la mecánica cambió y da voz a algunos de los personajes que el destino le marcó como enemigos. El fin de semana, el colombiano presentó esta obra en la Feria Internacional del Libro en Guatemala y conversó con Diario de Centro América.
Usted afirma que Pablo Escobar, mi padre, su primer libro, lo escribió con lágrimas, pero sin odio. ¿Cómo enfrentó In fraganti?
Con menos temor que el primero, cuyas consecuencias desconocía. Vivida esta experiencia me atreví a mucho más y este texto permite tener un acercamiento a una realidad nunca antes revelada acerca de Pablo Escobar. En libros, series y películas brillan por su ausencia las historias de Barry Seals y El Tren, pero sobreviví para contarlas.
Su investigación lo llevó a entrevistarse con distintos personajes, incluso enemigos de su padre. ¿Cuál fue el momento más tenso?
Hablar con el paramilitar Ramón Isaza. Para darte una idea, yo llegué solo y él con 25 hombres. Me dije: “¿Qué estoy haciendo aquí?”. Sin embargo, creo en su deseo absoluto por hacer la paz, no repetir los errores del pasado y no continuar con la violencia. (…) Con estas personas he hablado porque me parecía necesario que tuvieran voz acerca de quién era Escobar.
En el título rememora, cuando en 1988, con 11 años, usted, su madre y hermana emprendieron la huida tras un atentado en el Edificio Mónaco, de Medellín. ¿En qué momento se dio cuenta que su familia era, digámoslo así, atípica?
Crecí rodeado de lujos y excentricidades y sabía que tenía más posibilidades que muchos chicos de mi edad. Mi hogar, como lo conocía, cambió cuando en 1984 mi padre eligió mandar a asesinar al ministro de Justicia, Rodrigo Lara Bonilla. Un día amanecí en Panamá y comenzó así una persecución del Estado colombiano contra toda la familia sin distinciones ni reconocimiento de las personas como individuos.
Actualmente existe un romance entre la figura de su padre y la televisión. ¿Qué piensa cada vez que sale un nuevo producto?
Los jóvenes antes deseaban ser futbolistas o estrellas de cine, y ahora sueñan con ser Pablo Escobar. Netflix y Caracol Televisión le dan prioridad a ganar millones de dólares y no les importan las consecuencias de un mensaje que contribuye a la glorificación de la actividad criminal. Yo vendería el triple de libros si se llamaran Viva Pablo Escobar, pero como me dedico a generar conciencia, tengo mucho menos éxito.
Sin embargo, si alguna productora quisiera llevar sus libros a la televisión o el cine ¿estaría dispuesto a hacerlo?
Todavía no encuentro la compañía con el dinero y el coraje para contar la verdadera historia. Me refiero a hacerlo con la máxima crudeza, sin medias tintas, maquillaje y efectos especiales.
¿Quiere decir que aún quedan muchos capítulos por exponer?
Pablo Escobar tuvo la habilidad para depositar secretos de forma separada en diferentes personas. Algunas murieron y otras sobrevivieron, pero cada una tiene recuerdos que todavía no han sido revelados al 100 por ciento. A mi padre le rindió mucho la vida; no sé cómo hizo para hacer tantas cosas, buenas y malas, en tan poco tiempo.