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COLUMNAS

Se arruinó por contar lo importante de la naturaleza

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Alexander von Humboldt (1769-1859) fue uno de los personajes más famosos de su tiempo, y no solo en su Prusia natal sino en todo el mundo. Además de ser un científico de vanguardia en geografía, climatología, ecología y oceanografía, concedió gran importancia a la difusión del conocimiento hacia el conjunto de la sociedad.

Dedicó buena parte de su vida a dar conferencias, publicar libros y artículos, con un empeño que lo llevó a la ruina económica. Humboldt es uno de los diez maestros cuyas vidas y obras he recogido en el libro Grandes comunicadores de la ciencia.

De Galileo a Rodríguez de la Fuente. Lo mejor de su vida: corrían los últimos años del siglo XVIII cuando Humboldt solicitó permiso al rey Carlos IV para explorar las colonias españolas en América. Contra todo pronóstico, el monarca autorizó el viaje, al parecer impresionado por los conocimientos del joven y por el arsenal de instrumentos científico que portaba.

Fue el primero en señalar los efectos de la acción humana en el clima.

Con ellos recorrió España, realizando mediciones que le sirvieron para demostrar que la península ibérica es, en esencia, una meseta. Durante el viaje levantó las sospechas de los campesinos, que pensaban que adoraba a la luna cuando realizaba sus observaciones nocturnas. Su viaje partió del puerto coruñés y le llevó, junto al botánico francés Aimé Bonpland, por tierras que hoy pertenecen a Venezuela, Colombia, Perú, Ecuador, México, Cuba y Estados Unidos.

Fue una verdadera aventura, llena de peligros como el ataque de un jaguar, un accidentado recorrido por el río Orinoco, que casi terminó en naufragio, o el desplome de una pared de hielo, durante el ascenso a un volcán en los Andes.

El primero en señalar la acción humana en el clima: la expedición sirvió para recoger datos científicos sobre la naturaleza: plantas, animales, minerales y climas. Describió alrededor de 60 mil especies de plantas, de las cuales alrededor de 1 mil 500 eran nuevas para la ciencia. Humboldt fue un precursor de la ecología, al concebir el Universo como un sistema donde todo está interconectado. También, fue el primero en señalar los efectos de la acción humana en el clima.

Al analizar las transformaciones sufridas por el lago de Valencia (actualmente Venezuela), explicó que, cuando se destruían los bosques para ganar terrenos de cultivo, los manantiales y los cursos de los ríos se secaban. Y también que cada vez que caían fuertes lluvias en las cumbres, se formaban surcos que arrastraban la tierra suelta y formaban inundaciones.

Pagó sus propios libros: terminado el viaje, Humboldt regresó a Europa y se dedicó a dar a conocer sus hallazgos. Publicó 32 volúmenes de su Viaje a las regiones equinocciales del nuevo continente (1814 y 1831). Posteriormente publicó cinco tomos de su obra magna, Cosmos (1845-48), concebida como un compendio de todos los conocimientos sobre ciencias naturales existentes en la época.

Muchos de estos libros están impresos en grandes folios que contienen más de 1 mil 400 lujosas ilustraciones realizadas por los mejores dibujantes de la época. En su edición original, algunos de estos volúmenes eran tan pesados que requerían dos personas para transportarlos.

Fueron publicaciones muy costosas que el propio Humboldt costeó con su patrimonio personal, algo que finalmente lo llevó a la bancarrota. Su interés por democratizar la ciencia le llevó a utilizar, además de los libros, otros medios a su alcance. Publicó alrededor de 750 artículos en los periódicos y revistas más importantes de su época, como Allgemeine Zeitung, The Economist, The Times, The New York Times y Diario de avisos (Caracas), entre otros muchos.

Ya fuera mediante lenguaje escrito o hablado, Humboldt fue capaz de cautivar al público, lo cual le ayudó a aumentar su popularidad y, como consecuencia, su influencia como científico. Su vida y su trabajo demostraron que la comunicación pública es un elemento esencial para la ciencia.

Colaborador DCA
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COLUMNAS

iCubo UDD y el Impact Report de Interdisciplina

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Sala de prensa

La creación del Centro de Sustentabilidad Empresarial y el Centro de Salud Global intercultural (CeSGI) fueron dos de los hitos de interdisciplina destacados del 2023.

Con motivo de destacar los logros y avances de la enseñanza interdisciplinaria en la Universidad del Desarrollo, se presentó el Impact Report de Interdisciplina 2023, en una actividad organizada por iCubo UDD. El evento contó con un panel de conversación compuesto por Pía Benoit, Jorge Contreras y Francisco Gutiérrez, todos docentes de Labs interdisciplinarios, que reflexionaron y presentaron ejemplos sobre cómo este método de enseñanza promueve el pensamiento crítico, la creatividad y la colaboración entre los estudiantes.

El evento contó con un panel de conversación compuesto por Pía Benoit, Jorge Contreras y Francisco Gutiérrez, todos docentes de Labs interdisciplinarios.

Sebastián Merino, subdirector académico de iCubo UDD, estuvo a cargo de moderar la instancia. “Se reflejó el compromiso y la intencionalidad real que nuestra institución tiene para desarrollar la colaboración interdisciplinaria en su gran variedad de programas y áreas del conocimiento y su impacto en los desafíos del siglo XXI”, explicó.

La presentación del Impact Report estuvo a cargo de Paul O’Toole, director ejecutivo de iCubo UDD, quien destacó en su discurso los principales hallazgos del informe y subrayó la importancia de continuar fomentando la interdisciplina en la educación superior.

Los hitos destacados de 2023 fueron la creación del Centro de Sustentabilidad Empresarial y el Centro de Salud Global intercultural (CeSGI), además de un convenio con London Interdisciplinary School, la colaboración con Institute for Interdisciplinary Studies (Ámsterdam) y el III Foro Interdisciplina.

Por su parte, el vicerrector de Innovación y Desarrollo de la UDD, Daniel Contesse, se refirió a la importancia de la interdisciplina destacando en sus palabras la frase del filósofo austriaco Karl Popper: “No somos estudiantes en asignaturas, sino estudiantes de problemas. Y los problemas pueden perfectamente traspasar los límites de cualquier asignatura o disciplina”.

Colaborador DCA
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COLUMNAS

Mártires(III)

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Fermín Torrano Echeandia

Revista Nuestro Tiempo 

La llaman “la madre de todas las guerras”, y los hijos del conflicto saben que morir jóvenes es una posibilidad. La sargento Peled lo intuyó entre el humo y las balas del 7 de octubre, mientras rescataba a sus compañeros en la base de Nahal Oz. En el bolsillo de su pantalón escondió su último deseo.

La nota pedía a los miembros de Magen David Adom, una organización similar a la Cruz Roja en la que participaba como voluntaria, acudir a su funeral ataviados con el uniforme. Su miedo se cumplió y, en lugar de un luto negro, varios centenares de camisas blancas, con la estrella roja de David, pintaron el camposanto de Savyón.

Fue el 22 de octubre de 2023, dos semanas más tarde del ataque de Hamás. ¿Por qué quince días después de su muerte, si la ley judía obliga a honrar a los difuntos a las veinticuatro horas de expirar? Porque la ley del hombre no siempre va de la mano de la ley de Dios.

Chen Kugel se lleva las manos a la cabeza. Está cansado. Millones de ojos y dedos apuntan hacia él. Es el director de Abu Kabir, el Centro Nacional de Medicina Forense de Israel.

Chen Kugel se lleva las manos a la cabeza. Está cansado. Millones de ojos y dedos apuntan hacia él. Es el director de Abu Kabir, el Centro Nacional de Medicina Forense de Israel. La dificultad para identificar los cadáveres del 7 de octubre es un drama nacional.

Habitualmente, se aplica alguno de estos tres procedimientos para averiguar la identidad de los muertos: visual, dental o ADN. La crudeza de los crímenes impidió llevar a cabo las dos primeras técnicas en una gran parte de los despojos. En otros muchos, tampoco sirvió la última.

“Nunca habíamos sufrido algo similar. Llevo 31 años de médico forense y he visto asesinatos, accidentes, guerras… Muchas cosas. Pero nunca algo así”, confesaba Kugel. “De algunos cuerpos tan solo queda un kilo de huesos”. Estos casos complicados son los que recibe cada mañana desde la base militar de Shura, convertida el octubre pasado en una gran morgue. Un puerto improvisado en pleno desierto donde dieciséis contenedores albergan los restos de las víctimas. Al rabino Jaim Vaisberg se le escapa una arcada.

El olor a muerte se escabulle, al abrir la gran caja de metal, con el frío de la cámara frigorífica. Bolsas numeradas de diferentes tamaños y colores ocultan los restos. La sede habitual del Rabinato del Ejército israelí es ahora la desembocadura de un río de muerte nacido en el sur. Un lugar en el que los forenses tratan de poner nombres y apellidos a las escenas de terror que todo el país ha visto a través de canales de Telegram. La mayor catástrofe desde el Holocausto para la comunidad judía.

Historias como la de Gad Haggai, de 73 años, acribillado por las balas en Nir Oz. O la de Mila Cohen, de nueve meses, asesinada en Be’eri. Los asaltantes de Hamás no tuvieron reparo, se ensañaron con niños y abuelos por igual. Hay otros muchos cadáveres calcinados y mutilados. Equipos de especialistas en rayos X, escáneres, fracturas, operaciones, biopsias… cotejan todo tipo de historiales médicos en busca de un hilo del que tirar. Kugel es incapaz de ocultar su frustración.

“No me avergüenza decir que habrá gente a la que nunca se le identificará. Me da pena. En algunos cuerpos, de verdad, no queda nada más allá de carbón y trocitos minúsculos de hueso”, reconoce el forense en un descanso.

¿Ha cambiado su trabajo la visión del conflicto? “Espero que lo peor haya pasado, que no haya más civiles. Los políticos hacen las guerras, aunque el pueblo no quiera, pero ahora en Israel la esperanza se ha acabado.

No creo que pueda haber paz”. Y el tiempo le dio la razón. Desde aquella conversación a mediados de octubre, miles de extranjeros abandonaron el país. Hizbulá, grupo chií libanés, aumentó los ataques por el norte y amagó con abrir un nuevo frente. Se acordó una tregua. Israel y Hamás intercambiaron prisioneros por secuestrados.

El gobierno de Netanyahu se enfrentó a las protestas internas de un pueblo unido por el conflicto, pero que vio resquebrajada la promesa de seguridad en el interior de sus fronteras. El Ejército continuó arrasando desde el aire y penetró en Gaza con blindados. Los muertos palestinos se multiplicaron. 

  Continuará… 

Colaborador DCA
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COLUMNAS

Negocios y humanidades (II)

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Juan Carlos Jobet

Decano Escuela de Negocios UAI

El avance acelerado de la tecnología, por ejemplo, impone desafíos éticos que se pueden abordar mejor si se tiene el conocimiento, el lenguaje, o la capacidad de razonar que ofrece la filosofía.

El cambio climático, quizás la mayor fuente de amenaza y oportunidad para muchas industrias, entre ellas, la minería, la agricultura o la energía, muy importantes en Chile, impone desafíos de justicia intergeneracional y redistributivos formidables, cuyas implicancias más profundas las humanidades ayudan a comprender.

Es necesario complementar esa mirada con un entendimiento más profundo de su historia, su cultura y sus tradiciones.

Lo mismo pasa en la comprensión y relación con el entorno más inmediato: para establecer relaciones duraderas y de confianza con las comunidades relevantes no basta aproximarse a ellas con la mirada transaccional, de análisis de costos y beneficios monetarios, más propia de la economía neoclásica o las finanzas. Es necesario complementar esa mirada con un entendimiento más profundo de su historia, su cultura, sus tradiciones, y en esa comprensión las humanidades pueden hacer una enorme contribución. 

El segundo espacio de contribución de las humanidades es en la comprensión y gestión de la propia organización. Las empresas son, a fin de cuentas, una agrupación de personas (y capital) que interactúan para resolver problemas y crear valor. La capacidad de comprender mejor a esas personas, a esos seres humanos (de eso se tratan, como su nombre sugiere, las humanidades), debería estar en el centro de su quehacer.

Esto es cierto en muchos ámbitos, desde cómo forjar y desarrollar la cultura organizacional, que muchas veces es más persistente e influyente en los resultados de un negocio que la propia estrategia, hasta cómo desarrollar acuerdos con contrapartes clave (clientes, socios, proveedores). 

Y es que para establecer las relaciones humanas genuinas, duraderas y de beneficio mutuo sin las cuales los negocios no pueden funcionar, se necesita mucho más que buenos contratos e
incentivos. 

                  Continuará… 

Colaborador DCA
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