EDITORIALES
País requiere gobernadores probos, capaces y visionarios
La posición del presidente Bernardo Arévalo es contundente: “No se aceptarán las ternas que no llenen las calidades”. De esta forma, el mandatario atajó cualquier posibilidad de que se vaya a nombrar a un gobernador que no llene los requisitos de decencia y capacidad que requieren los cargos. La advertencia del jefe de Estado surge después de conocer las denuncias de intromisiones políticas y la ausencia de transparencia con las que se han decidido algunas nominaciones.
Las quejas contra los procesos surgieron en el marco de la primera reunión preparatoria del Consejo Nacional de Desarrollo Urbano y Rural (Conadur) realizada ayer, la cual continuará hoy con la presencia del dignatario, quien lidera el encuentro. Las voces opuestas vienen, principalmente, de representantes de la sociedad civil, quienes denuncian opacidad en el trámite e interés de llevar a personas cercanas a la administración anterior.
La figura del gobernador departamental tiene una incidencia determinante en la ejecución de proyectos de desarrollo en el interior del país, razón por la cual deben satisfacer calidades ineludibles como competencia, visión y decencia en el manejo de los fondos públicos. En el pre Conadur se acordó proponer un presupuesto de 3 mil 444 millones de quetzales para 2025, cifra levemente superior a los 3 mil 392 millones programados para este año.
El monto autorizado para 2024 permitirá la ejecución de 2 mil 607 obras que contribuirán con el desarrollo integral de las comunidades. En la cita de hoy, se prevé que continúen los pronunciamientos contra los finalistas, inconformidades que se plantearán directamente a Arévalo. Sin duda, el tema se ha convertido en la manzana de la discordia, aunque los encargados del Organismo Ejecutivo lo tienen claro: ni un paso atrás en la lucha contra la corrupción.
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Irrebatible visión de OEA en torno a las Cortes
Desolador. Contundente. Duro, pero cierto. El informe preliminar de los delegados de la Organización de los Estados Americanos (OEA), que observan el proceso para integrar las Cortes, también es repetitivo en cuanto a sus reflexiones.
Como para la mayoría de guatemaltecos, es normal que a ellos les sea frustrante ver candidatos cuya reputación causa más pena que gloria. Que concita mayor rechazo que respaldo. Que genera más temor que esperanza.
El documento que la OEA hizo público ayer defiende el criterio de que las personas que lleguen a los puestos deben ser idóneas, con honorabilidad y un fuerte compromiso con los principios democráticos y el Estado de derecho.
De igual manera, repara en el hecho de que se hayan ignorado los cuestionamientos que pesan sobre varios aspirantes, en especial porque 11 de ellos figuran en la Lista Engel, donde Estados Unidos incluye a quienes considera “actores corruptos y antidemocráticos”.
Los temores de la Misión de la OEA fueron advertidos 24 horas antes por el presidente Bernardo Arévalo. Una selección objetiva y rigurosa pidió el jefe del Ejecutivo. El pacto de inmorales sabe que el tiempo se le termina y quiere conservar su poder real y fáctico en el sistema de justicia.
Está consciente que perdió su dominio en el Organismo Ejecutivo y, con él, su poder absoluto para disponer y repartir el erario. Además, ve que sus influencias en el Congreso mermaron, así que le apuestan a retener la mafia que impera en algunos juzgados y magistraturas.
Eso explica tanto descaro. Tanta desvergüenza. Tan poco pudor. Por eso la insistencia de los delegados de la OEA de pedir candidatos idóneos, honorables. Ajenos a los politiqueros y al crimen organizado. En el informe, la OEA tampoco olvida el papel del Ministerio Público.
Ni de sus persecuciones fantasiosas y recordó que el ente investigador citó a comisionados, aunque no tenían registros ni evidencias que respaldaran la apertura de procesos.
Por todo lo anterior, los observadores encuentran desafíos que representan un riesgo significativo en la selección de Cortes. Por eso, la ciudadanía está a tiempo de evitar la prolongación del pacto de mafiosos.
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Diputados cierran filas para dignificar el trabajo de la PNC
En el Congreso soplan nuevos aires. Se sienten otras sensaciones. Hay diputados que se resisten a ser instrumentos del pacto de corruptos y se les ve dispuestos a velar por el bien común. En fin, el Parlamento parece reinventarse. Y la ciudadanía lo está notando.
La primera señal puso en su sitio a los magistrados de la Corte de Constitucionalidad. La mayoría de legisladores hizo valer su determinación de aumentar la inversión social y volvió a aprobar un decreto anulado por el máximo tribunal del país. Con más votos. Similar ejercicio ocurrió con la Ley de Clases Pasivas del Estado, que contiene mayores beneficios para los jubilados, en su mayoría personas de la tercera edad.
Hoy, los dignatarios cierran filas a favor de las fuerzas civiles de seguridad. Un sector sobre el que pesa un prejuicio injusto, que ha invisibilizado muchas de sus necesidades y escamoteado sus derechos.
Ahora este organismo encamina una reforma a la Ley Orgánica de la Policía Nacional Civil (PNC), creada hace 27 años. Una iniciativa humana, que efectivamente pretende dignificar la labor de los agentes.
Por ejemplo, el anteproyecto contempla cambios en el régimen de Previsión Social Complementario, que incluye apoyo a las viudas e hijos menores de edad que perdieron a su progenitor durante la prestación del servicio. Además, se promueve asistencia especial a personal que haya quedado discapacitado por el cumplimiento de su deber.
De igual manera, proyecta mejoras salariales, un régimen más equitativo de escalafón y pone especial énfasis en el auxilio póstumo, así como maximiza la atención médica, la cual se extiende a padres, cónyuges y descendientes menores de 18 años.
Sin duda, el mundo cambia mucho después de 27 años y nuestras normativas deben estar a la altura, sobre todo en materia se seguridad ciudadana. Lo bueno es que en el Congreso soplan nuevos aires. Se sienten otras sensaciones y el ciudadano lo sabe.
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Frontal combateal narcotráfico
En ocho meses las fuerzas de seguridad del país, comandadas por el Ministerio de Gobernación, han puesto de manifiesto que el gobierno del mandatario Bernardo Arévalo y la vicepresidenta Karin Herrera, tiene entre sus prioridades combatir el tráfico de drogas y todo lo relacionado al trasiego de estupefacientes químicos.
Por décadas Guatemala ha sido un territorio frágil para los grandes cárteles que han encontrado en nuestras rutas, vías libres para transitar como Pedro por su casa. Hoy, hay un compromiso implacable de luchar contra este flagelo.
Como muestra es que en pocos meses la actual administración ha doblado esfuerzos por tierra, aire y mar, hasta lograr resultados mucho más contundentes en decomisos. Las cifras proporcionadas por la cartera de Gobernación, dirigida por Francisco Jiménez, dan cuenta que el incremento de las incautaciones ha sido de un 210 por ciento hasta el 8 de septiembre, con respecto a la misma fecha del año pasado.
Desde luego que para conseguir estos resultados ha sido necesaria una articulación interinstitucional con el Ministerio de la Defensa y otras entidades, además de una implementación de programas de capacitación y apoyo contínuo a la Policía Nacional Civil.
Sobre los números, en 2023 se había decomisado 3 mil 474 kilogramos de cocaína, mientras que a 2024, el volumen fue de 10 mil 777.96 kilogramos. En términos de valor, equivale a 1 mil 107 millones, 346 mil 471 quetzales.
Pero no solo este alcaloide ha sido blanco de nuestras fuerzas públicas de seguridad. Los resultados también se ven en metanfetamina, aeronaves y embarcaciones confiscadas, además de armamento y capturas de implicados.
Es oportuno elogiar ese esfuerzo y profesionalismo que los agentes de seguridad han puesto en cada acción que emprenden para evitar que la droga llegue a sus destinos, principalmente Estados Unidos y Europa.
Se han redoblado esfuerzos en todas las líneas fronterizas con nuestros vecinos, El Salvador, Honduras y México, además de mantener una coordinación muy cercana con los respectivos gobiernos, incluyendo Colombia, desde donde procede la mayor cantidad de la droga que pisa suelo guatemalteco.