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Revista Viernes

“Mi padre volverá por una decisión afectiva y política”

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Aún no hay fecha para repatriar de Francia los restos de Miguel Ángel Asturias ni se ha decidido un lugar para que moren a perpetuidad en Guatemala. Sin embargo, se prevé que los trámites no se extiendan más de un año, según el hijo del Nobel de Literatura 1967 y Lenin de la Paz 1966.

En los párrafos siguientes se sintetiza una agradable plática con este ingeniero electromecánico que, pese a vivir en la capital de Argentina desde 1958, no ha perdido la chispa ni el acento chapín.

Desde que los civiles regresaron al poder, en 1986, varios gobiernos, incluidos los de Jimmy Morales y Alejandro Giammattei, quisieron repatriar a su papá. ¿Por qué su familia sí accedió con Bernardo Arévalo?

Fue una decisión afectiva y política, con la que hubieran estado de acuerdo mi padre y mi hermano Rodrigo (el fallecido comandante guerrillero Gaspar Ilóm, personaje de Hombres de maíz). Creo que Miguel Ángel Asturias ayudará a fortalecer a este Gobierno, al cual apoyamos.

Aunque no se sabe cuándo retornarán los restos, ¿no le parece que son fechas simbólicas propicias el 19 de octubre, día de su nacimiento, o el 20 de ese mes, por el aniversario de la Revolución?

Sería hermoso que volviera en este año que el gobierno de Bernardo Arévalo ha decretado en su honor, pero no sabemos cuánto tiempo llevarán los trámites en Guatemala y Francia, los cuales vamos a apresurar.

Entrevista a Miguel Ángel Asturias Amado, hijo del premio nobel Miguel Ángel Asturias.

¿Y dónde le gustaría que descansara? ¿En el Cementerio General, en el gran centro cultural que lleva su nombre…?

Hemos vistos algunos lugares, pero no puedo dar información hasta que los tengamos seguros, porque no sabemos si puede estar en algún sitio que no sea un camposanto.

Este año deberá aprovecharse para divulgar la obra de su papá, la cual, es innegable, no tiene suficiente alcance.

Sí, incluso en idiomas mayas, aunque son difíciles de traducir, pero ya tenemos colaborando al Ministerio de Cultura. Quiero se traduzca al menos en cinco de esos idiomas, libros como Leyendas de Guatemala (editada por primera vez en 1930) en k’iche’ y otro que se está perdiendo en Petén

Ese ministerio y el de Educación deben comenzar a introducir a los patojos en Miguel Ángel Asturias, pero de una forma didáctica, no agresiva, para que les dé placer leerlo.

Como las cartas que su papá les mandó a usted y a su hermano mientras vivían en México, en 1947, durante el gobierno de Juan José Arévalo.

Mi papá era agregado cultural en México enviado por el papá del actual presidente, donde vivía con mi hermano Rodrigo (8 años) y yo (6 años), pero tuvo que regresar a Guatemala por algunos trámites. Todas las semanas nos escribía una carta en la que había un saludo y nos contaba un cuento.

Cuando a los 17 años llegué a Buenos Aires, a pedido de mi papá, pasé “en limpio” El Alhajadito y allí se incluyeron las cartas que se llamaron Los Cuentos de Cuyito, pues así me decían en mi familia. Años después los separé y los publicamos en la editorial Piedra Santa.

Su papá vivió la mayor parte de su vida fuera del país: Francia, México, El Salvador, Argentina…

Lo último fue de lo más duro. Después de la contrarrevolución de 1954, Carlos Castillo Armas destituyó a la mayoría de los diplomáticos, incluido mi papá, quien llegó a Argentina sin pasaporte ni nada. En ese país le dieron un documento que se llamaba “Pasaporte de no argentino”, que era para las personas sin patria.

¿Y con ese documento regresó a Guatemala?

En 1959, con un salvoconducto de 10 días, él viene al país y recibe homenajes por sus 60 años, de parte de la Universidad de San Carlos de Guatemala y de asociaciones de estudiantes y trabajadores.


Gobernaba el coronel Miguel Idígoras Fuentes, padrino de bautizo de su hermano Rodrigo.

Él y mi papá eran compadres.

¿Cuándo fue la última vez que estuvo en el país?

En 1966, después de haber recibido el Premio Lenin de la Paz (galardón de la disuelta Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas) y haber sido nombrado embajador de Guatemala en Francia por el presidente Julio César Méndez Montenegro. Las calles estaban llenas de gente saludándolo y un grupo de indígenas lo designó “Hijo Unigénito de Tecún Umán” y recibió un bastón de mando.

¿Y dónde está ese bastón, además del pergamino y el medallón del Nobel?

Siempre lo colocaba en la cabecera de su cama, pues era el reconocimiento que más amaba. Desde que murió está junto con los otros galardones en la Biblioteca Nacional de Francia y estamos haciendo trámites para que vuelvan a Guatemala.

Voy a hacer una comparación exagerada, pero en ese tiempo su papá era tan famoso como el Rey Pelé.

Dentro de las charlas que doy en Guatemala las preguntas más difíciles son las que me hacen los patojitos. ¿Díganme quién es el mejor jugador del mundo?, les pregunto, y todos me responden que Messi. Por eso puedo decir que Miguel Ángel Asturias fue el Messi de la literatura.

¿Ha leído toda su obra?

Las novelas, sí, pero hay muchos artículos periodísticos que no conozco, donde hablaba de la vida diaria, o sus crónicas de viajes. Puedo asegurar que ahora se publican sus libros en muchas partes del mundo y me llegan ejemplares en diferentes idiomas.

Hay una entrevista con Miguel de Unamuno, de cuando su papá era joven…

Tengo la correspondencia que intercambiaron, incluso una carta en la que mi papá le pide apoyo para la Universidad Popular, la cual fundó con otros estudiantes
universitarios.

De esa época es la tesis de abogado (“El problema social del indio”), por que aún califican de racista a su papá.

Mucha gente quiso poner a mi padre en contra de las comunidades indígenas. La tesis es un documento sociológico sobre problemas reales que existían en Guatemala, y él denunció las condiciones de explotación de los indígenas, además del analfabetismo y alcoholismo en que vivían.

En otro tema, la casa donde vivió su papá, en el barrio de Candelaria, está muy deteriorada. ¿No le parece que sería un buen sitio para un museo?

Yo soy el dueño de esa propiedad y me da tristeza que se está viniendo abajo, pues hasta ahora nunca hemos tenido apoyo de ningún gobierno.

Queremos reconstruirla y convertirla en un pequeño museo y que sea la Casa Cultural Miguel Ángel Asturias. Es un proyecto que requiere fondos, los que vamos a comenzar a buscar en Guatemala y el extranjero.

Su papá será el personaje más relevante en regresar al país en las últimas tres décadas, como ocurrió en octubre de 1995 con los restos del coronel Jacobo Árbenz Guzmán.

Eso fue apoteósico.

Por último, hay una frase que se atribuye a su papá sobre que “en Guatemala solo se puede vivir borracho”.

Usted la dice muy educado, pues la frase es vulgar. Conociendo el vocabulario de mi padre le puedo decir que él nunca habría dicho eso, pues él sufrió mucho al país pero amaba a Guatemala.

Miguel González Moraga Fotógrafo: Danilo Ramírez
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Iconografía maya resalta en los diseños de Ricardo Batz

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Ricardo Batz es diseñador de moda y fundador de la marca de ropa Sharkar; la cual lanzó en 2015. También, confeccionó los uniformes de la delegación guatemalteca que participó en los Juegos Olímpicos de Tokio en 2021. Ha presentado varias de sus colecciones durante las pasarelas del Guatemala Fashion Show, donde se le ha aplaudido por sus coloridas y elegantes prendas.

“En mi sangre kaqchikel corre el amor a los textiles y los hilos; es un don que Dios me dio”, expresó el diseñador originario de Tecpán, Chimaltenango. Creció en un ambiente donde las telas y los cortes eran parte de su vida diaria, pues su papá era sastre y trabajaba en el tejido de punto desde la década de los años setenta. Con el tiempo, su progenitor fundó su negocio el cual ha tenido varios ciclos y en los noventa comenzó de nuevo. “Desde temprana edad aprendí a manejar las máquinas de confección, porque él nos involucró junto a mis hermanos en el conocimiento del mundo textil”, comentó.

Al tiempo, Batz se unió al equipo de la empresa familiar y se enfocó en el desarrollo tecnológico y creativo. “Siempre he considerado nuestros diseños y las telas con mucha visión y expectativa”, indicó. Confesó que cuando inició su negocio tenía un buen soporte para desarrollar todos los procesos para que las piezas se aprecien no solo elegantes, sino también que cumplan con las características de las pasarelas, con acabados muy finos.

Fuerza, dinamismo, elegancia y agilidad del tiburón

Sharkar es una palabra compuesta en idioma kaqchikel. que significa tiburón azul y radica en la cosmovisión maya. “La esencia se cimenta en mis raíces y con cuatro pilares: innovación, sofisticación, sustentabilidad y pluralismo”, manifestó.

“Soy nieto de los mayas que desarrollaron el tema arquitectónico y textil, así que todo se fortalece de toda esta riqueza de los tejidos”, señaló.

Las propuestas creativas de Shark es el textil nativo, las tendencias en el mercado nacional e internacional, de acuerdo con la temporada de la moda que se muestran en las pasarelas mundiales.

Entre sus proyectos próximos se encuentran generar puntos y canales de distribución. “La marca como propuesta debe ser sostenible durante su crecimiento”, dijo el entrevistado. “Estaremos exhibiendo las colecciones en el Guatemala Fashion Week de noviembre y esperamos participar en un desfile de moda internacional”, concluyó.

Marisol Vásquez Fotógrafo: Mariano Macz
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“Recuerdos sobre mi padre, Miguel Ángel Asturias”

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La relación de Miguel Ángel Asturias Rosales con sus hijos, Rodrigo y Miguel Ángel, estuvo marcada por cercanías y lejanías, aunque fue más intensa con el segundo, con quien más años compartió. De los dos, sobrevive Miguelito, como siempre nombró al menor.

A Miguelito, un ingeniero electromecánico que llegó a la capital de Argentina en 1958 para acompañar en el exilio a su padre, se le ilumina el rostro cuando habla de sus recuerdos infantiles y juveniles con el Gran Lengua, los cuales lo sitúan en las capitales de Guatemala, México, Argentina y Francia, en las décadas de los 50 y 60 del siglo XX.

Sus relatos son mezcla de orgullo y nostalgia.

Innovador del radioperiodismo

“El primer noticiero en radio de Guatemala fue Diario del Aire, fundado por mi papá y Francisco Soler y Pérez (en 1938). Según me cuentan, porque fue invento de él, porque no se daban noticias por radio”, refiere el hijo más pequeño del Lenin de la Paz (1966) y Nobel de Literatura (1967).

“Desgraciadamente, estaba en el poder el general Jorge Ubico (dictador de 1931 a 1944) y no podían divulgarse muchas noticias políticas sobre el país”, reflexiona.

El Diario del Aire se dividía en una emisión al mediodía, con notas locales, y otra a las siete de la noche, con informaciones del exterior: “Ya había comenzado la guerra civil española y el noticiero transmitía mucho sobre eso, porque era la forma en que mi papá podía informar sobre lo que ocurría en Europa”.

El vástago del Gran Lengua relata que con frecuencia su padre creaba frases relacionadas con Guatemala y las compartía a través la radio TGW. “Flor de pascua en la cintura de América” fue una de ellas.

Entrevista a Miguel Ángel Asturias Amado, hijo del premio nobel Miguel Ángel Asturias.

Edición con tijeras y goma

“La tarea de un escritor es rutinaria. Aunque mi papá no siempre tenía pensado lo que iba a escribir preparaba su máquina mecánica y comenzaba a crear. Se levantaba muy temprano, a las cuatro o cinco de la mañana, pues sentía que su inspiración estaba mejor en la mañana que en la tarde”, relata el único hijo sobreviviente del Gran Moyas.

“Se ponía a escribir y redactaba hasta 10 veces distintas una frase. Las leía en voz alta y la que más le gustaba la recortaba con tijeras y la pegaba con goma en una hoja. Cortar y pegar era su método para ir construyendo los capítulos de sus obras, para construir sus libros. Eso es lo que uno hace ahora en la
computadora”, añade.

Miguelito Asturias Amado recuerda que a veces su papá despertaba al resto de la familia, pues no encontraba tijeras y gomas para el proceso de edición. “En una ocasión le dije: ‘Papi: busquemos una pita, amarrémosle unas tijeras a la máquina de escribir y así usted solo jala la pita y aparecen las tijeras’. Era para facilitarle el trabajo”, relata.

Eso lo constató innumerables veces en un departamento situado en el primer piso de la calle Libertad 218, a pocos metros del parque San Martín y a unas cuadras de El Retiro, en Buenos Aires, Argentina, al cual llegó en 1958, a los 17 años para vivir con su padre exiliado, quien ya rondaba los 59.

Por temporadas, el Nobel 1967 se recluía en una casa de campo en Tigre, en las afueras de Buenos Aires, a la que llamaba Sangri-La, en referencia a un paraíso terrenal ficticio enclavado en el Tíbet. “Esa propiedad aún nos pertenece y la visitamos seguido”, cuenta.

Los Cuentos de Cuyito

“De niño, en mi familia me decían Cuyito o Cuyo” (en referencia a esos roedores de figura rechoncha y simpática). En 1947, Asturias Rosales ya fungía como agregado cultural del gobierno de Juan José Arévalo en México, pero tuvo que regresar a Guatemala por algunos trámites y temporalmente se separó de Rodri y Miguelito, quienes quedaron al cuidado de su mamá, Clemencia Amado.

“Todas las semanas (entre enero y marzo) mi papá nos escribía una carta, en la que había un saludo y nos contaba un cuento, el cual me leía Rodrigo, pues yo no podía leer”, narra.

Cuando Miguelito se afincó en Buenos Aires, en 1958, “pasó en limpio” ―mecanografió― El Alhadito. “Un día viene mi papá y me dice: ‘Miguelito: agregá estos documentos’, y me trae una carpeta con las cartas originales que nos había mandado a México”. En esa novela aparecen relatos como Clarín Clarinero, La Palomita Verde y Corazón de Aguacate, los que se convirtieron en Los Cuentos de Cuyito, publicados en Guatemala en 2000 por la editorial Piedra Santa.

La Navidad con los esposos Árbenz

El fin de año de 1966, el joven Asturias, con 25 años, fue invitado por su papá a visitar París y compartir durante las fiestas navideñas, pues no se habían visto desde 1962, cuando el Gran Moyas abandonó el destierro en Argentina.

El literato había sido nombrado meses antes como embajador de Guatemala en Francia, en el recién estrenado gobierno del jurista y académico Julio César Méndez Montenegro.

Para su sorpresa, además de la segunda esposa de su papá ―la argentina Blanca Mora y Araujo―, departieron en la cena navideña con el coronel Jacobo Árbenz Guzmán y su cónyuge, María Vilanova.

Presionado por contrarrevolucionarios guatemaltecos financiados por Estados Unidos, Árbenz renunció a la Presidencia del segundo gobierno revolucionario el 27 de junio de 1957. “A las 12 de la noche, Jacobo brindó: ‘Miguel Ángel: he vuelto a Guatemala, porque he tocado tierra guatemalteca’”, recuerda las palabras de quien nombró embajador por primera vez a su progenitor. “Fue una gran emoción abrazar a Jacobo y poder convivir esa noche solos”, concluyó.

Miguel González Moraga
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Su amor por lo formativo permanece hasta nuestros días

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Maestra y empresaria, nació en Quetzaltenango, en 1921. Sus padres fueron Vicente Díaz y Eva Ávila.

Su formación estudiantil la desarrolló en el Instituto Centroamérica y en la Escuela de Comercio de Occidente.

Algunas de sus labores fueron como secretaria del Instituto Nacional de Señoritas de Occidente (INSO) y catedrática del Instituto Nacional Centro América (INCA).

Contrajo matrimonio con Julio Piedra Santa Arandi, con quien fundó la editorial Piedra Santa y cuya finalidad era la publicación de obras de escritores nacionales.

Le fue otorgada junto con su esposo la Orden Francisco Marroquín, por sus méritos personales y profesionales en pro de la educación nacional, en 1966.

La revista infantil Chiquirín vio la luz en 1974, gracias a su entusiasmo; le siguieron dos obras didácticas y varios libros de cuentos infantiles, entre los que resalta Mamá Cua, que ha aparecido en antologías sudamericanas para niños.

Murió el 29 de junio de 1977.

Katheryn Ibarra
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