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COLUMNAS

Magnicidios en la historia: intentos y consumaciones (I)

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Pocos acontecimientos cambian tan drásticamente el curso de la historia como los magnicidios. Tanto aquellos que tienen éxito como los que fracasan, como ha sido recientemente el caso del primer ministro de Eslovaquia Robert Fico. Estos actos violentos han alterado el destino de naciones y han dejado una marca indeleble en la memoria colectiva.

Exploraremos algunos de los magnicidios más significativos de la historia reciente. Algunos son relevantes por lo que revelan; otros, por lo que todavía ocultan.

El golpe en la cabeza a León Trotsky. Ciertos asesinatos marcan el trágico final de una larga historia de conflictos y rivalidades. Es el caso de León Trotsky, asesinado en su residencia en Coyoacán, México. En el verano de 1940, Trotsky fue brutalmente golpeado con un piolet por Ramón Mercader, un joven comunista a las órdenes de la NKVD.

Empujado por su madre, Caridad, Ramón se había ganado la confianza del círculo más cercano de Trotsky. Mercader se acercó al líder bolchevique bajo el pretexto de mostrarle un artículo que había escrito, y aprovechando la distracción, sacó un piolet escondido bajo su abrigo y golpeó a Trotsky en la cabeza.

A pesar de los esfuerzos por salvarlo, Trotsky murió al día siguiente debido a la gravedad de sus heridas. El asesinato de Trotsky culminaba una larga historia de infamias, con un golpe devastador para la izquierda mundial que confirmaba el omnímodo poder de Stalin para eliminar a sus oponentes y la férrea voluntad de dominio de la URSS.

Cinco presidentes asesinados en España. De igual manera, los magnicidios en la España reciente nos revelan la complejidad de gobernar un país marcado por una inestabilidad crónica. A menudo se pasa por alto que en España perdieron la vida cinco presidentes a manos de asesinos. Tres fueron tiroteados por pistoleros anarquistas: Canalejas, Eduardo Dato y Cánovas del Castillo. En la misma época, Alfonso XIII sufriría hasta cinco intentos de asesinato frustrados.

Aunque el monarca salvó el pellejo, sus súbditos no corrieron la misma suerte: el día de su boda, una bomba dirigida al carruaje real acabaría con la vida de 28 inocentes. La única muerte del periodo inmediatamente anterior a la Restauración es la de Prim, sobre la que todavía se desconoce la autoría.

Todas estas muertes marcaron un periodo no tan lejano de nuestra historia en el que las tensiones sociales, tanto como las políticas, estaban a flor de piel. Aunque quizás la más espectacular e inesperada fue la del brazo derecho de Franco, el almirante Carrero Blanco, por la todavía joven y prácticamente desconocida ETA.

Detrás de la muerte de Kennedy. Hasta cierto punto, estos magnicidios pueden encuadrarse dentro de una espiral de violencia previa. Este sería el caso con el zar Nicolás II tras el triunfo bolchevique en la revolución rusa, Mahatma Gandhi en el periodo de violencia que siguió a la independencia de India, o el presidente egipcio Anwar el Sadat tras la firma de una paz con Israel.

Sin embargo, hay otros magnicidios que, por inesperados, producen un terremoto en la historia. Tal es el caso de John F. Kennedy, tiroteado el 22 de noviembre de 1963 en Dallas. A pesar de las múltiples investigaciones llevadas a cabo, aún persisten numerosos huecos en la investigación y preguntas sin respuesta. Los propios servicios secretos del KGB se quedaron sorprendidos por la muerte del presidente, temiendo una posible incriminación.

Pero el asesinato no llevó a un mayor enfrentamiento con los rusos: el informe oficial de la Comisión Warren, publicado en 1964, concluyó que Lee Harvey Oswald actuó solo en el asesinato de Kennedy.
Continuará…

Colaborador DCA
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COLUMNAS

Premios por trayectoria y aportes al arte guatemalteco

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Fernando Soto, 

Director de Fomento de las Artes, Ministerio de Cultura y Deportes 

[email protected]

Guatemaltecos, cuyos nombres han trascendido las fronteras de nuestro país por su valor artístico, forman una constelación de estrellas en el firmamento del arte nacional. Nombres como Joaquín Orellana, Carlos Mérida, Efraín Recinos o Miguel Ángel Asturias, son algunas de estas figuras del arte nacional que dan renombre a Guatemala en el universo artístico. 

El Estado de Guatemala, por medio del Ministerio de Cultura y Deportes, constitucionalmente tiene la obligación primordial de proteger, fomentar y divulgar la cultura nacional y, anualmente, reconoce a los artistas por medio de la entrega de los Premios por Trayectoria y Aportes al Desarrollo del Arte.

El Estado tiene la obligaciòn de proteger, fomentar y divulgar la cultura nacional.

Marimba, teatro, danza, música, artes visuales y artes circenses son las disciplinas en las que se premia a mujeres y hombres guatemaltecos dedicados al arte nacional, enalteciendo, reconociendo y valorando a las y los guatemaltecos dedicados al quehacer artístico nacional.

Durante el año se entregan los premios a los artistas en cada una de las disciplinas en las que han destacado, contribuyendo al desarrollo del arte, ya sea por medio de la docencia, la proyección de su arte como destacado intérprete, o la labor  creadora de obras artísticas, fruto de años de dedicación y esfuerzo, sirviendo como ejemplo a las nuevas generaciones de niños y jóvenes que inician o se están formando en el arte y, a la vez, proyectando su obra creadora a la sociedad guatemalteca, dejando un legado artístico que muestra  la grandeza del arte a nivel nacional e internacional.

Educadores que transmiten a las nuevas generaciones su conocimiento y experiencia en las escuelas de arte, conservatorios o academias comunitarias que existen en el territorio nacional;  dramaturgos, compositores y coreógrafos que  plasman en su obra historias y vidas, paisajes sonoros, lenguajes corporales cadenciosos con el fin de transmitir una idea, un momento, un mensaje, un recuerdo o una realidad; músicos, actrices y actores, bailarinas y bailarines, escultores y pintores, payasos, acróbatas y magos que han dejado su vida en las tablas, en teatros, en galerías, en parques, iglesias, edificios, en festivales o en donde se pueda hacer un escenario o montar una exposición y presentar ante un público diverso y colorido el fruto de la obra creadora
individual o colectiva.

Mientras sigamos reconociendo y valorando a nuestros artistas, seguiremos llenando de estrellas el firmamento artístico de nuestra Guatemala.

Colaborador DCA
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COLUMNAS

La crisis de la verdad: deepfakes y desinformación

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El Informe sobre Riesgos Globales 2024 del Foro Económico Mundial destaca las principales amenazas que enfrentará el mundo. Entre las más urgentes para los próximos dos años se encuentran la desinformación, los fenómenos meteorológicos extremos, la polarización social, ciberataques y los conflictos armados. 

La desinformación, entendida como información falsa difundida sin intención y como aquella creada deliberadamente para engañar, destaca como una de las amenazas más preocupantes. Dentro de este fenómeno, se incluyen las deepfakes: videos o audios generados con inteligencia artificial que imitan a personas reales diciendo o haciendo cosas que nunca ocurrieron.

No se trata solo de una amenaza tecnológica, sino también de un reto cultural.

Estas herramientas, que utilizan modelos de aprendizaje profundo para crear contenido casi indistinguible de la realidad, están ahora al alcance de cualquiera con acceso a un software básico, convirtiéndose en una poderosa arma de manipulación.

En un país como Guatemala, donde persiste la polarización política y la desconfianza en las instituciones, las deepfakes representan un riesgo enorme.

La rapidez con la que se difunde la información a través de plataformas como Facebook, WhatsApp o TikTok, sumada a la tendencia de la población a consumir información superficial sin verificarla, crea un terreno fértil para el éxito de este tipo de
manipulaciones.

Crear un deepfake no requiere de equipos sofisticados; basta con programas accesibles y suficiente material visual de la persona que se desea imitar. Casi cualquiera con intenciones maliciosas puede producir contenido para difamar a figuras públicas, marcas o influir en decisiones políticas y sociales. En un país donde muchos ciudadanos se quedan en la superficie de lo que ven o escuchan, las consecuencias  pueden ser tremendas.

Vivimos en una era de sobrecarga de información y contenido instantáneo, donde la veracidad de los hechos importa menos que las emociones que estos generan.  

Campañas de desprestigio y contenidos falsos no solo capturan la atención del público y manipulan sus percepciones, sino que también distorsionan la verdad y alimentan la polarización social, aumentando el clima de desconfianza.

A nivel global, estudios como los del MIT han demostrado que las noticias falsas y los deepfakes, se difunden más rápido y llegan más lejos que las noticias verdaderas, especialmente en el ámbito político. Esto se debe a su novedad, apariencia y a su capacidad de generar emociones fuertes como miedo, disgusto y sorpresa, haciéndolas más propensas a ser compartidas en redes sociales.  

No se trata solo de una amenaza tecnológica, sino también de un reto cultural. Las redes sociales, que surgieron como espacios para la libre expresión, hoy pueden adormecer el razonamiento crítico, convirtiendo a los usuarios en presa fácil de la manipulación. En lugar de profundizar y cuestionar, muchos se quedan en la superficie de los titulares y contenidos virales, adoptando posturas emocionales antes que basadas en hechos.

Como ciudadanos, tenemos una gran responsabilidad ante esta amenaza. No debemos consumir toda la información que nos llega sin cuestionarla. Necesitamos practicar un escepticismo saludable, fomentar la alfabetización mediática, la cultura de verificación y análisis crítico educándonos para identificar y combatir la desinformación.

Si no aprendemos a discernir entre la verdad y la manipulación, seguiremos siendo vulnerables y presas fáciles. Solo con una ciudadanía informada y crítica podremos proteger nuestro derecho a tomar decisiones .

Colaborador DCA
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COLUMNAS

Un compromiso municipal con la discapacidad

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Unidad de Comunicación y Relaciones Públicas
CONADI, Guatemala.

En Guatemala, se estima que 1,025,465 personas viven con al menos una dificultad, lo que equivale al 9.53% de la población total. Durante muchos años, las personas con discapacidad en nuestras comunidades han sido olvidadas y excluidas de diversos ámbitos sociales.

Este es un tema de preocupación para el Comité de Expertos de las Naciones Unidas, que, desde la ratificación de la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad en Guatemala, ha emitido 83 observaciones y recomendaciones al Estado guatemalteco.

Las OMD representan el enlace entre las personas con discapacidad y las entidades municipales.

Para cumplir con estas recomendaciones el CONADI, cuenta con el Departamento de Servicio Nacional de Discapacidad. A través de sus delegados departamentales trabaja con organizaciones e instituciones dedicadas a las personas con discapacidad.

El objetivo es influir en la voluntad política de las autoridades para que integren la temática de discapacidad en los Planes, Programas, Proyectos y Políticas municipales.

En seguimiento a este mandato, CONADI colabora activamente en la Comisión Departamental de Discapacidad (CODEDIS) y con la Comisión Municipal de Discapacidad (COMUDIS); y a partir de la publicación del Acuerdo Gubernativo 137-23024, el pasado 2 de septiembre en el Diario Oficial, el CONADI podrá participar con voz y voto en los Consejos Departamentales de Desarrollo Urbano (CODEDES).

Estos esfuerzos buscan fomentar la participación ciudadana y crear espacios específicos para la instalación de Oficinas Municipales de Discapacidad en los municipios del país.

Hasta la fecha, se han establecido 131 Oficinas Municipales de Discapacidad (OMD) y 2 Direcciones Municipales de Discapacidad (DMD), que sirven como enlace directo entre las personas con discapacidad y sus familias en cada municipio.

Las aperturas más recientes incluyen las oficinas de Santa Catarina Mita, Jutiapa; Melchor de Mencos, Petén; Samayac, Suchitepéquez, San Rafael las Flores, Santa Rosa; Olopa y Quezaltepeque en Chiquimula; así como en Jocotenango y Pastores en Sacatepéquez.

Colaborador DCA
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