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COLUMNAS

La paradoja del padre moderno

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María José Del Solar
Profesora investigadora de Faro UDD

El nuevo rol del padre es uno de estos fenómenos de paradigmas globalizados. A medida que las oportunidades en la esfera pública se han abierto más para las mujeres, estas enfrentan una doble exigencia, ya bien conocida en el mundo laboral: competir con los hombres en este mundo androcéntrico y, simultáneamente, mantener los mismos estándares de cuidado en el mundo privado. En otras palabras: la dificultad de la conciliación familiar-laboral.

Esta es una de las paradojas que más atormentan a los feminismos modernos. Ante ello, ha tomado fuerza el concepto de la corresponsabilidad, exigiendo a los padres los mismos niveles de responsabilidad en la crianza de sus hijos que a las madres.

Para muchos padres, este es un escenario deseable.

Dejando de lado los obstáculos biológicos que esta demanda pueda conllevar, hemos sido testigos de cómo las personas, especialmente entre las generaciones jóvenes, han abrazado y hecho propio este concepto, y cómo el valor de la corresponsabilidad está permeando la cultura occidental. Y es que, para muchos padres, este es un escenario deseable.

Ya no se ven tan limitados por los prejuicios culturales que antes los obligaban a enmarcarse exclusivamente en su rol de proveedores, que definía su masculinidad. Conforme pasan los años, se expanden los límites del mundo privado para que puedan participar cada vez más en él.

Prejuicios por derribar Sin embargo, este mundo no se encuentra del todo abierto para los hombres, quedando aún prejuicios por derribar. Pocos son los chilenos que siquiera toman los cinco días de postnatal que les corresponden (0.23 por ciento entre 2011 y 2023). He aquí donde nos encontramos con la paradoja del padre moderno.

Tal como las madres enfrentan la doble exigencia mencionada anteriormente, los padres hoy se enfrentan a una doble presión también: proveer y cuidar. Donde antes se les exigía más bien la protección, el cuidado requiere ir mucho más allá.

A medida que las mujeres se han emancipado de la denominada mística de la feminidad de Friedan, la idea de que la realización de la mujer estaba en el hogar y la crianza, los hombres no pueden del todo emanciparse de la mística de la masculinidad: la idea de que su validez como hombres se define con base en su capacidad de proveer.

Mientras la esfera pública, especialmente la del trabajo, no derribe los prejuicios del hombre como principal proveedor, este continuará viendo limitada su participación plena en la esfera privada. Sin ello, el mundo del cuidado no puede abrir sus puertas a los padres de forma completa. Se les agradece a los hombres que han desafiado los estigmas de la masculinidad y se han entregado plena y continuamente a la crianza de sus hijos.

Colaborador DCA
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COLUMNAS

El camino al mar (II)

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Daniel Dols Bruno

Revista Nuestro Tiempo 

En 2019 se presentaron con un manojo de temas inéditos al Big Up!, un evento celebrado en Murcia donde se dan cita jóvenes promesas y agentes de la industria. Salieron con un contrato con Sony y Son Buenos, bajo el brazo, que en 2020 se transformó en su primer EP: El tiempo y la actitud.

Con aquellas cinco canciones apenas hicieron diez conciertos. Fue la publicación de La noche, su primer largo, lo que les trajo el, sí quiero, de crítica y público. También, uno de sus temas más queridos: Exoplaneta, la canción de amor que cierra el disco y que sucede en su Cartagena natal. El álbum les llevó a dar 86 conciertos por las salas de todo el país.

Suena una base donde se escuchan alarmas y las espuelas de un vaquero. Entonces aparecen los integrantes de la banda y empiezan a tocar. 

Su experiencia mientras giraban con La noche fue dando forma al concepto de su segundo álbum, una road movie que juega con la vida en la carretera. Los perros es el primer tema de Cowboys de la A3. También, con el que arrancan los conciertos de esta gira. Suena una base donde se escuchan alarmas y las espuelas de un vaquero.

Entonces aparecen los integrantes de la banda y empiezan a tocar. El último en salir es Antonio. Guitarra eléctrica en mano, avanza con paso firme hacia el micrófono. Cuando la música se detiene, el público,calla para escucharle dar la orden: “Soltad a los perros porque me he escapado”. Después, la explosión.

Este trabajo habla, con un ritmo rotundo, del movimiento inherente a la búsqueda, de lo que se encuentra y lo que se deja atrás: es el caso de Qué vida tan dura, que cuenta las dificultades de vivir de la música, o Cowboys de la A3, una mirada nostálgica a lo que dejaron en Cartagena, a donde se llega desde Madrid por la A3, por vivir su sueño.

Copilotos es la única balada del disco, un respiro antes de entrar en la parte más directa con Escorpio y Sagitario, Besos y animales o Todos mis amigos están tristes. El último tema y final del viaje es también el tema de su generación: encontrar una salida para tanto dolor, atreverse a querer, a que duela el pecho de amor, preferir una caricia en el pelo y una noche en el espigón antes que a los dioses modernos.

Y gritarlo, gritarlo fuerte, que ahí está La salvación. Si el jurado de los Ondas destacaba que el signo de los tiempos son los géneros urbanos, salvar el rock implica llevarnos al mar por la A3 para recordarnos que ningún bloque de hormigón puede competir con la belleza del horizonte.

En una entrevista antes de estrenar La noche, afirmaban que nunca concibieron Arde Bogotá como un entretenimiento: “Siempre hemos sabido que conlleva una responsabilidad querer que la banda funcione”.

Colaborador DCA
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COLUMNAS

Pseudoadvertencia para los pseudomedios

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Ana Azurmendi
Catedrática de Derecho Constitucional en la Facultad de Comunicación

No había leído la entrevista de La Vanguardia, al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, hasta que me llegó la noticia de que había hablado de reformar “la ley orgánica del Honor y del Derecho a la Rectificación”(sic). Entonces ya sí que me interesó muchísimo acceder a esa pieza periodística.

Llevo estudiando y hablando de esas leyes a los estudiantes de la Facultad de Comunicación, desde 1991, son muy importantes. Viejas conocidas de todos los periódicos, revistas, radios y lo que se mueva en la comunicación pública.

El milagro es que, siendo leyes anteriores a Internet, que apareció en los hogares en 1995, se sigan aplicando con éxito, hasta en conflictos provocados por tuiteros y youtubers. Nadie duda de que esos textos legales requieren actualización. Para empezar, se elaboraron pensando casi exclusivamente en el honor, intimidad e imagen de políticos y famosos; cuando, ahora, las intromisiones ilícitas en esos derechos alcanzan a todos los ciudadanos, de toda edad y condición.

De ahí el pánico generalizado al saber, por ejemplo, que Meta va a entrenar su Inteligencia artificial con todas las fotos de los usuarios de Instagram.


Con todo, que nadie piense que estamos desprotegidos en redes sociales. La Ley de Datos personales y de Derechos digitales, de 2018, protege la privacidad en internet y regula también la rectificación. Es decir, se han ido creando complementos legales que han cubierto las nuevas necesidades de protección de los derechos. Pero es cierto que a esas leyes ochenteras les hace falta ponerse al día.

Con todo, que nadie piense que estamos desprotegidos en redes sociales.

La recién estrenada Ley Europea de Libertad de los Medios de Comunicación (el nombre oficial es Reglamento Europeo sobre la Libertad de los Medios de Comunicación, (UE) 2024/1083, de 11 de abril de 2024), tiene muy buena pinta.

Suena mucho más a una salvaguarda de los medios de comunicación que a una vía para facilitar la censura por parte de los gobiernos. Y esto se nota en tres cosas: 1) Las garantías que establece para el secreto de las fuentes confidenciales de los periodistas; 2) El mantra sobre la necesidad de independencia de los medios de comunicación y del periodismo; y 3) La insistencia en la transparencia de la asignación de la publicidad estatal (se menciona 24 veces en el texto).


No solo eso, defiende a los medios de comunicación de la tiranía de las plataformas digitales. Una excepción que no se concede a casi nadie más. Google, Twitter, TikTok, Facebook, Instagram no pueden eliminar un contenido de los medios, ni siquiera aplicando sus propios códigos de autorregulación. Se les obliga a establecer un diálogo entre las dos organizaciones (plataforma y medio de comunicación) antes de llegar a nada definitivo.


Entonces ¿qué pasa con los “pseudomedios”? Entiendo que se señalan porque no responden a los estándares del periodismo de calidad. Que no encajan en la definición de medio de comunicación que da la Ley Europea. Ahora, si para la Unión Europea esos informativos de radio, televisión o esos periódicos sí son medios de comunicación, entonces da igual que sean de viento favorable al Gobierno o sean de contraviento, porque estarán cumpliendo el papel político indispensable de “ser guardián de la democracia” (así lo expresa la Ley Europea).

El Tribunal Europeo de Derechos Humanos confirma que ese papel lo cumple un medio de comunicación “si ofrece información fiable sobre asuntos de interés público a los ciudadanos”, también “cuando la exageración o la provocación están presentes” en las informaciones. En definitiva, que al guardián de la democracia, a los medios de comunicación, no se le debe amordazar ni meter miedo. Requieren independencia y libertad. Eso dice hasta en el título la Ley Europea de Libertad de los Medios de
Comunicación.

Colaborador DCA
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COLUMNAS

Juegos de lenguaje

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Daniel Fernández
Profesor Facultad de Ingeniería

Una forma particular de emplear el lenguaje en la acción es lo que Wittgenstein define como “juego de lenguaje”. Las personas aprenden reglas sobre cómo actuar en una determinada forma de vida mediante un juego de lenguaje: “Se puede representar fácilmente un lenguaje que conste solo de órdenes y partes de batalla. O un lenguaje que conste solo de preguntas y de una expresión afirmativa y negativa. […] Y representar un lenguaje supone representar una forma de vida”.

Un juego de lenguaje contiene reglas implícitas que constituyen un mundo en sí mismo y representa una forma de vida en un contexto; por ejemplo, el modo en que se dan las conversaciones y acciones entre médicos y asistentes en un quirófano.

El médico no vive en ese juego de lenguaje en su casa con su familia. Mientras en un determinado contexto las palabras y expresiones tienen un significado particular, en otro carecen de sentido. ¿Es todo esto algo teórico? Para nada. Tomemos el caso del conscripto Franco Vargas, fallecido en Putre.

Todas las organizaciones humanas actúan en un juego de lenguaje al cual las personas pueden o no adaptarse.

El juego de lenguaje propio del mundo militar, de dar, recibir y cumplir órdenes, define una forma de vida de jerarquías rígidas que otorgan un poder omnímodo al superior mientras el resto obedece. Se entiende que en un contexto de guerra, Wittgenstein escribió parte de su obra mientras luchaba en el frente en la Primera Guerra Mundial, el lenguaje propio de ese contexto deba ser “jugado” en forma estricta (dar, recibir y cumplir órdenes sin miramientos), pero en el diario vivir de conscriptos sin preparación es un abuso de poder y, finalmente, una descontextualización.


Todas las organizaciones humanas actúan en un juego de lenguaje al cual las personas pueden o no adaptarse. De hecho, una forma “natural” de selección pasa por la capacidad de adaptación de los empleados a una determinada forma de vida actuada en un juego de lenguaje. El asunto se complejiza cuando una empresa “vive” en un juego de lenguaje que colisiona con la realidad social.

Este es uno de los principales problemas de adaptación que observamos en muchas empresas, como, por ejemplo, cuando juegan un juego de lenguaje mecanicista: “el mejor”, “aceitar la máquina”, “el primero”, “engranaje”, “vamos como avión”, “funciona como reloj”, “recurso” humano, “alineamiento”, “sintonizar”, “empoderamiento”, en fin. ¿Quiero decir con esto que muchas empresas deben ajustar su juego de lenguaje? Por supuesto, pues las dinámicas sociales han evolucionado en sus formas de vida (y en sus juegos de lenguaje), y solo queda adaptarse.

Colaborador DCA
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