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COLUMNAS

Europa y el mundo necesitan que Ucrania prevalezca

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Dmytro Kuleba
Ministro de Asuntos Exteriores de Ucrania
Josep Borrell
Alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores
y Política de Seguridad y vicepresidente de la Comisión Europea.

El 24 de febrero de 2022, cuando Rusia introdujo cientos de miles de tropas en Ucrania, marcó el inicio de un gran terremoto geopolítico. Durante dos años, Europa ha vivido la cruda realidad de la mayor guerra de agresión del continente desde la Segunda Guerra Mundial, con atrocidades generalizadas y horripilantes. Lo que está haciendo Rusia es un ejemplo clásico de agresión imperial y colonial al estilo del siglo XIX.

Ucrania está soportando lo que muchos otros países han sufrido cruelmente en el pasado. Para Rusia, esta guerra nunca ha tenido que ver con la neutralidad de Ucrania, la ampliación de la OTAN, la protección de los rusoparlantes ni ningún otro pretexto inventado. El presidente ruso, Vladimir Putin, ha afirmado en repetidas ocasiones que Ucrania no existe como nación y que la identidad ucraniana es artificial.

La guerra consiste únicamente en aniquilar un país independiente, conquistar tierras y restablecer el dominio sobre un pueblo que decidió ser dueño de su propio destino. La ambición imperial de Rusia es sin duda familiar para muchas naciones de todo el mundo que anteriormente estuvieron sometidas al dominio colonial y a la opresión. Las consecuencias de la agresión rusa contra Ucrania se han dejado sentir mucho más allá de Europa.

La guerra ha afectado a la seguridad alimentaria y a los precios de la energía, y ha ido acompañada de campañas masivas de desinformación y desestabilización política. Estas ondas de choque han sido verdaderamente globales. Putin está dando paso a un mundo cada vez más transaccional.

Esta fórmula es la única propuesta de paz seria que hay sobre la mesa, y pedimos a todos los países comprometidos con la paz que se unan a nosotros para ponerla en práctica.

Ha desplegado el Grupo Wagner en África, ha desestabilizado otros países mediante golpes de Estado y ha ejercido la coerción económica mediante la amenaza del hambre, ofreciendo grano que él mismo ha hecho escasear quemando sistemáticamente campos en Ucrania, atacando infraestructuras de almacenamiento y bloqueando importantes rutas marítimas de exportación. Así pues, la guerra y sus consecuencias afectan a todos los países. Si Rusia se impusiera, enviaría un mensaje muy peligroso de que “la fuerza da la razón”.

Todas las potencias agresivas del mundo se verían tentadas a seguir los pasos de Rusia. Si al final la agresión es rentable, ¿por qué no iban a actuar en consecuencia todos los que tienen reclamaciones territoriales contra sus vecinos? Por eso a muchos países asiáticos, africanos y latinoamericanos les interesa que Ucrania gane la guerra.

En última instancia, esta guerra no es de “Occidente contra el resto”. Apoyar a Ucrania no es ser “prooccidental”. Se trata de rechazar la guerra y el terror. Se trata de defender el principio de unas relaciones internacionales basadas en el respeto mutuo, y de apoyar el derecho de los ucranianos a la seguridad y la libertad.

Ucrania y la Unión Europea comparten una visión de las relaciones internacionales en el siglo XXI que es exactamente opuesta a la de la Rusia de Putin. Nuestra visión se basa en el derecho internacional, el respeto y el beneficio mutuo, en lugar de la coacción, el soborno y el miedo. Nadie tiene más interés que nosotros en poner fin rápidamente a esta guerra y devolver la paz a nuestro continente.

Para lograrlo, Ucrania ha propuesto una fórmula de paz de diez puntos que la UE apoya plenamente que no solo prevé el fin de las hostilidades, sino que también incluye propuestas para reforzar la seguridad alimentaria, la seguridad nuclear, la protección del medioambiente, la seguridad energética, la justicia internacional, los derechos humanos y el respeto de la Carta de las Naciones Unidas.

Esta fórmula es la única propuesta de paz sería que hay sobre la mesa, y pedimos a todos los países comprometidos con la paz que se unan a nosotros para ponerla en práctica. Ucrania está organizando actualmente en Suiza una Cumbre Mundial por la Paz, y la UE apoya activamente este proceso. Líderes de todo el mundo trabajarán para llegar a un acuerdo sobre una visión común de una paz justa en Ucrania basada en la Carta de las Naciones Unidas.

A continuación, se presentará a Rusia esta posición consolidada que representa a la mayoría mundial, sin dejarle otra opción que comprometerse de buena fe. Cuando la guerra entra en su tercer año, nuestro mensaje es de resistencia frente a la agresión y el terror. No podemos permitir y no permitiremos que se recompense la agresión en el siglo XXI; por el contrario, nos movilizaremos contra ella. La única manera de lograr una paz justa es redoblar el apoyo a Ucrania.

La UE ha hecho exactamente eso en los últimos meses, y está dispuesta a aumentar aún más la ayuda en 2024. Nuestro objetivo común es garantizar que Ucrania pueda cambiar el curso de la guerra a su favor para que pueda alcanzarse una paz justa lo antes posible. El apoyo del mundo es crucial para lograr este resultado. A todos nos interesa que se respete el derecho internacional y que la cooperación sea la máxima prioridad. No debe haber un retorno al oscuro pasado de la agresión militar, el imperialismo y el colonialismo, ni en Europa ni en ninguna otra región. Copyright de Project Syndicate.

Colaborador DCA
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COLUMNAS

Así nació la imagen real del mundo (II)

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Ana Eva Fraile
Revista Nuestro Tiempo

Desde este puerto inicia su viaje Una tierra prometida y muestra, sobre fondo azul, los álbumes científicos e intelectuales del siglo XVIII. Entre ellos, los cuadernillos L’Anatomie y L’Astronomie de La Enciclopedia, de Diderot y D’Alembert, dos dimensiones que ilustran la ambición de la ciencia por desentrañar cualquier área de conocimiento.

Sus dibujos enriquecieron los compendios sobre cartografía, astronomía, geodesia y nuevas especies.

Con precisión científica trabajaron también los artistas que se embarcaban en las expediciones, numerosas en ese periodo, para levantar acta del horizonte conocido o de nuevas maravillas. Sus dibujos enriquecieron los compendios sobre cartografía, astronomía, geodesia y nuevas especies, especialmente a raíz de que Carl von Linneo publicara en 1735 Systema naturae, su innovadora propuesta taxonómica para los reinos vegetal, mineral y animal.

En sala se encuentran, por ejemplo, los grabados coloreados a mano de Plantae Selectae, obra de los botánicos Trew y Ehret (que había conocido a Linneo), los dibujos en acuarela incluidos en la enciclopedia Libros ilustrados para niños, los álbumes Plantae officinales de Nees von Esenbeck, que investigó las propiedades médicas de las plantas, las litografías de orquídeas de James Bateman o el trabajo Historia natural de los loros, a los que François Le Vaillant pintó en sus hábitats, un acercamiento novedoso a la realidad.

La siguiente escala en esta travesía traslada al visitante a tierras egipcias, adonde el general Napoleón Bonaparte se dirigió en 1798 con hambre de conquista. A los más de 40 mil soldados se unieron 167 savants, que conformaban la Comisión de Ciencias y Artes.

El cometido de estos ingenieros, científicos y artistas era llevar a cabo una investigación exhaustiva sobre el país. Incluso se fundó el Instituto de Egipto. Aunque la campaña militar fracasó, los miembros de ambas instituciones no regresaron a Francia hasta la capitulación del general Menou, en agosto de 1801.

Solo unos meses después, a principios de 1802, comenzó la aventura editorial.

Continuará…

Colaborador DCA
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COLUMNAS

La seducción del negacionismo climático

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Cristóbal Bellolio

Escuela de Gobierno

El Demoledor es una película de 1993 protagonizada por Silvester Stallone, que versa sobre una armónica distopía donde se castigan los garabatos, la dieta es comida molecular y las relaciones sexuales son virtuales. La única disidencia vive en las cloacas a punta de hamburguesas de ratas, y de cuando en cuando sale a la superficie para asestar golpes terroristas. Su líder es Edgar Friendly.

El credo de Edgar Friendly es sencillo: no está dispuesto a que le digan cómo son las cosas, le gusta decir lo que piensa, y elegir cómo carajo vivir su vida, incluso si se trata de estallar de colesterol. Quiere comer carne hasta hartarse, fumar un cigarro “del tamaño de Cincinnati”, y correr empelota leyendo una Playboy, únicamente porque puede. Los malos no son ellos, que hacen lo que pueden por sobrevivir. Los malos son los de arriba, los que imponen su tiranía frígida y bien portada, que abusan del poder y secuestran los beneficios del progreso.

La negación del consenso climático tiene antecedentes ideológicos, o identitarios.

Friendly es un populista libertario. Populista, porque piensa que la sociedad está dividida en dos: la elite atiborrada y el pueblo postergado. No ve posibilidad de acuerdo, solo de conflicto. Lo que viene de arriba es paquete sospechoso. Pero también es libertario: quiere que la autoridad retroceda de su espacio vital, que no amenace su estilo de vida, que no arrebate sus hábitos de consumo.

El populismo libertario que representa Edgar Friendly es uno de los principales obstáculos que hoy enfrenta la lucha contra el cambio climático. Mucha gente le echa la culpa a la industria de combustibles fósiles y su lobby descarado. Pero hay otros factores que trascienden el interés pecuniario.

La negación del consenso climático tiene antecedentes ideológicos, o identitarios. No todo populismo descree del consenso científico en la materia. Algún eco-populismo de izquierda habrá por ahí. No todos los movimientos plebeyos que resisten la agenda verde progresista, descreen de la realidad de la crisis climática. Algunos sencillamente no quieren pagar la cuenta del festín de economía carbonizada que se dieron otros.

Tampoco todo libertarianismo es negacionista. En principio, se puede aceptar la ciencia climática y discrepar de una política climática que implique ensanchar las atribuciones del estado. Más de alguno insistirá en soluciones privadas a los problemas públicos. Autores como Jason Brennan elaboran una justificación libertaria para la obligatoriedad de las vacunas. Del mismo modo, otros sostienen que la reducción de emisiones es un imperativo del principio de no-agresión.

Pero la combinación entre ambas vertientes ideológicas (el populismo libertario) combustiona un tipo distintivo de rechazo a la ciencia climática, que tiene un poder seductor en ascenso. De hecho, gran parte de los partidos de “derecha populista radical”, para utilizar la etiqueta de Cas Mudde, despliega esta narrativa: las elites buenistas y cosmopolitas que tienen sus necesidades materiales satisfechas, y pueden darse el lujo de posar de ciclistas veganos, le imponen al resto de la gente ordinaria una moralina verde tan paternalista como inviable: para moverse a la pega hay que echarle bencina al auto.

Adicionalmente, la sombra de las futuras restricciones toca la fibra de las clases medias y trabajadoras que se han partido el lomo por llegar aquí. Han hecho de sus hábitos de consumo contaminante un proxy de estatus. Y nada se defiende como el estatus. Mientras tanto, las Greta Thunbergs de este mundo amenazan con una distopía de brócolis y viajes de 35 horas en tren.

Aquí entra la seducción del discurso de Edgar Friendly. Su populismo libertario mata dos pájaros de un tiro: sospecho de la agenda climática porque (a) viene de las elites globalistas y (b) arrebata mis libertades.

Colaborador DCA
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COLUMNAS

Municipios al rescate de los SLEP

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Mauricio Bravo

Vicedecano de la Facultad de Educación

La implementación de los Servicios Locales de Educación Pública (SLEP) ha sido un tema recurrente en el debate público.

Desde su creación, esta política se propuso como una gran reforma educativa destinada a mejorar la calidad y equidad en la educación pública. Sin embargo, debido a errores de diseño o al poco tiempo transcurrido, no ha logrado superar a los municipios en varios indicadores claves, como asistencia, deserción, rotación docente y puntajes Simce.

Estos resultados ponen en entredicho la eficacia de una reforma que, a pesar de sus buenas intenciones, no parece estar alcanzando los objetivos esperados.

Una de las principales falencias identificadas es que no se consideraron las buenas prácticas preexistentes en algunos municipios. 

Una de las principales falencias identificadas es que no se consideraron las buenas prácticas preexistentes en algunos municipios. Las reformas educativas de gran envergadura siempre deben tomar en cuenta las prácticas efectivas ya implementadas.

De lo contrario, no solo se desaprovechan conocimientos y experiencias valiosas, sino que también puede llevar a una implementación que no se ajusta a las realidades específicas de cada comunidad educativa.

Por otra parte, el corto plazo de implementación de los SLEP ha sido insuficiente para evaluar y ajustar adecuadamente sus resultados: “Las incidencias de las políticas educativas son muy diversas y pueden tardar años, incluso generaciones, en hacerse completamente visibles” (OECD Education Policy Evaluation 236, año 2020). Por tanto, antes de seguir avanzando en la implementación de nuevos SLEP, debemos realizar una evaluación robusta que permita identificar sus fortalezas y oportunidades de mejora.

Por último, la suposición de que un sistema educativo uniforme es la solución óptima para fortalecer la educación pública es un error. La diversidad de sostenedores, acompañados de mecanismos efectivos de regulación y supervisión, permite que estos funcionen como un sistema coherente y ordenado.

Además, la diversidad institucional puede ofrecer una respuesta más ágil y adecuada a las diversas necesidades locales, promoviendo así una mayor equidad y eficacia en el sistema educativo.

Colaborador DCA
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