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Revista Viernes

El largo camino recorrido por nuestra bandera nacional

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¿Sabía usted que en alguna época la insignia suprema incluía los colores amarillo y rojo? Y es que nuestro símbolo patrio ha pasado por seis transformaciones que la han llevado a lo que hoy conocemos

El historiador Aníbal Chajón explica que las banderas “surgen como el símbolo que deben seguir las tropas en una batalla.


Pensemos que en la antigüedad, en las contiendas, había polvo, gritos, ruido y era algo caótico y lo que podían hacer las personas era seguir una pieza de color que va en alto”, detalla.


Agrega que en Guatemala se establece la bandera a partir de la formación de las Repúblicas Unidas del Centro de América; sin embargo, aclara que “en la Época Prehispánica, los diferentes gobiernos mayas tuvieron sus propios estandartes; no sabemos que fueran banderas de tela como tales, pero sí usaban símbolos para identificar a sus tropas”.


En el libro Aproximación a los símbolos patrios del autor Carlos E. Prahl Redondo, que se resguarda en la biblioteca del Museo Nacional de Historia, en la zona 1 capitalina, se expone que “la bandera nacional como la conocemos hoy, deriva de las enseñanzas militares que permitían a los soldados, tanto en tiempo de paz como en la lucha armada, identificar los distintos cuerpos o unidades a las que pertenecían, y distinguir en el combate sus propias enseñas o banderas, de las unidades enemigas”. 


Por su parte, en el sitio web del Congreso de la República se lee que “a través del Decreto Número 104-97, establece que esta es la insignia suprema de la Patria. Su forma es de un rectángulo con las dimensiones, vertical y horizontal de 5 a 8 (ancho por largo) a la regla de oro de la proporción estética, respectivamente”.


También se establece que “sus colores son el azul y blanco dispuestos en tres franjas verticales del mismo ancho; el color azul a los extremos y el blanco en el centro. El Escudo de Armas es Símbolo Nacional y su significado representa la justicia y soberanía, la victoria, la inmortalidad de la libertad”.


Su significado 


En el citado decreto se ilustra que el blanco representa pureza, paz, integridad, firmeza y luz; el azul expresa fortaleza, justicia, verdad y lealtad. Acerca del Escudo de Armas expone que la espada simboliza justicia y soberanía; las ramas de laurel, victoria; el pergamino, inmortalidad de la fecha del nacimiento de la Patria, y el quetzal es símbolo supremo de libertad.


Otra indicación en la ley ordena: “todos los establecimientos que albergan oficinas del Estado, instituciones autónomas o descentralizadas, así como establecimientos del sistema educativo nacional, deberán mantener todos los días, izada la bandera de Guatemala”. 


Un tesoro para la posteridad 


El capitán primero asimilado José Estuardo Ovalle Briones es cronista e historiador del Ejército de Guatemala, y comparte que en el museo de la institución, que se encuentra en el Centro Cultural Miguel Ángel Asturias, donde antes se ubicaba el desaparecido Fuerte San José, hay una colección de banderas antiguas que datan de 1823 a 1871. Debido a su antigüedad, algunas ya no tienen sus colores originales, pues la tela se va degradando; sin embargo, se resguardan por su valor histórico para la nación. 


El cronista da una reseña histórica del origen del pabellón: “Hay que recordar que la independencia absoluta se lleva a cabo el primero de julio de 1823, y es cuando se va a crear la primera bandera y el primer escudo nacional. Esta va a tener siempre los colores azul y blanco, pero de forma horizontal.

También ese es el período de la Federación Centroamericana, de 1823 a 1840, y vamos a tener varios cambios. Por ejemplo, de 1823 a 1825, con la primera bandera y escudo, a partir de 1825 a 1843, pues ya se inicia esa parte en la que van a sufrir unos cambios, y se desintegra prácticamente la Federación Centroamericana y se va a tener una nueva modificación en ambos”. 


El relato prosigue: “Posteriormente el período clásico del conservadurismo con el capitán general Rafael Carrera, de 1843 a 1851, es interesante porque vamos a contar con unos colores, que en la actualidad suena hasta un poco extraño decirlos, el azul y blanco que siempre se ha mantenido, pero se van a integrar el amarillo y rojo, vamos a tener cuatro colores en ese periodo de 1851 a 1873 que es cuando también a Carrera lo nombran presidente vitalicio de Guatemala ¿por qué estos colores? Netamente el período del conservadurismo abarca de 1840 a 1871 y es precisamente porque el azul y blanco representan a Guatemala, el rojo y el amarillo, al reino español, porque venimos de esa herencia colonial como tal, pero también en ese periodo la Iglesia católica va a tener un poder muy especial porque va a tener voz y voto dentro del Gobierno y sabemos que los colores del Estado Vaticano son amarillo y el blanco. Cuando se busca la figura del general Rafael Carrera en internet lo vamos a ver con su banda presidencial con estos colores”.


“Posteriormente, viene la Reforma Liberal, una modernidad completa para el país, y se van a establecer los símbolos patrios tal y como hoy los conocemos tanto en la bandera nacional que tiene un origen muy interesante porque va a mantener los colores azul y blanco, pero ya no de forma horizontal, sino vertical y es ahí donde vamos a poder apreciarlos creados por el régimen liberal del general García Granados y del general Justo Barrios”, finaliza Ovalle.


Protocolo 


El maestro Roberto Broll, catedrático de diplomacia y protocolo de la Universidad Galileo, comenta: “El ejército a la hora de hacer un descarte, hace una especie de ceremonia, como que fuera un pequeño acto cívico, se debe contar con un incinerador, y al tener las cenizas hay que enterrarlas o depositarlas en un sitio adecuado”, al referirse al desuso que puedan tener los pabellones por antiguedad o daño. 


Respecto de los actos públicos donde el pabellón nacional se muestra, por ley este debe presidir al estar acompañado de otras banderas. “Cuando hay un número de banderas impar, es decir tres, cinco o siete, va al centro, porque en Guatemala lo que se usa es el orden alterno, o sea nuestra bandera al centro y luego se colocan las demás a los lados alternadamente. Y si son números pares, se debe ubicar a la derecha, pero de la derecha de ella (la bandera) y el espectador la observa en la izquierda, a veces las personas se equivocan con esta disposición en los montajes”, indica Broll. 


Escudo de armas 


El creador del escudo actual de Guatemala es Juan Bautista Frener, quien nació en Lucerna, Suiza. En su país natal trabajó una medalla conmemorativa a Guillermo Tell, héroe de la independencia helvética. De igual forma grabó otra para Giuseppe Verdi, músico al que conoció. 


Llegó al país en 1853, se indica en el libro Grabadores de Guatemala, para trabajar en la Casa de la Moneda. En una celebración de septiembre de 1871 creó la alegoría que días más tarde se convertiría en el actual escudo de armas por medio del Decreto 33 del 18 de noviembre del mismo año. 


“Hay que tomar en cuenta que la ideología del liberalismo en aquel momento era que había que tener héroes e identidad nacional propia, y precisamente por eso en ese periodo se crea la mayoría de símbolos patrios. De hecho, el período liberal de 1871 a 1944, es donde se va a crear la mayoría o casi todos los símbolos patrios que en la actualidad conocemos”, concluye Ovalle Briones.

Jura a la bandera

“Bandera nuestra,
a ti juramos
devoción perdurable,
lealtad perenne,
honor, sacrificio y esperanza
hasta la hora de nuestra muerte.
En nombre de la sangre y de la tierra,
juramos mantener tu excelsitud
sobre todas las cosas;
en los prósperos días,
y en los días adversos,
velar y aun morir,
porque ondees perpetuamente
sobre una patria digna”. 
Autor: Alberto Velásquez Günther, originario de Quetzaltenango.

Primer lienzo

De esta bandera se deriva la que vemos en la actualidad. “Fue creada por la familia Aguilar Quiroz en la ciudad de Quetzaltenango y era portada por un joven de 15 años, el abanderado de las fuerzas liberales, cuando ingresaron victoriosos a la ciudad capital. Este joven, que posteriormente ingresará a la recién creada Escuela Politécnica, va a llegar al grado de General de División. Su nombre era José María Aguilar Quiroz, quien fue el primer director guatemalteco de la Escuela Politécnica”, indica el capitán primero asimilado José Estuardo Ovalle Briones, cronista e historiador del Ejército de Guatemala.

Dato curioso

Durante el período de 1871, en el escudo de armas la cabeza del quetzal estaba viendo para atrás y no para adelante como hoy en día, y el cambio surgió debido a la modernidad que traían los liberales y significa dejar todo lo caduco y antiguo atrás, según narra el cronista e historiador del Ejército de Guatemala, capitán primero asimilado José Estuardo Ovalle Briones. 

Katheryn Ibarra, Cecilia Vicente Fotógrafo: Danilo Ramírez
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Revista Viernes

Las crónicas que reflejanla aristocracia mexicana

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Una escritora que, a través de su pluma, invita a conocer las intimidades de un sector élite de la sociedad

La escritora mexicana Guadalupe Loaeza visitó recientemente Guatemala para promocionar su nuevo libro La amante del río Nilo, una novela basada en hechos reales de una pareja acaudalada de sociedad de México de la década de 1950.


La literata ha sido premiada con la Orden de la Legión de Honor en grado de Caballero, otorgada por el Gobierno francés y la medalla Rosario Castellanos, en reconocimiento a su labor literaria, dada por el Congreso del Estado de Chiapas. Además, ha escrito más de una treintena de obras, algunas de las cuales han sido adaptadas para la pantalla grande.


En la siguiente plática con Revista Viernes, comenta no solo acerca de su reciente producción, sino un poco de su vida como escritora y lo que opina de Guatemala.


¿Qué la inspiró para iniciarse en el mundo de la escritura?


De adolescente, mis padres me enviaron a estudiar a Canadá; luego me fui a París y escribía muchas cartas. Tenía una amiga, Lola, que me dice ‘pide mi papá que me escribas más seguido porque leemos tus cartas los domingos’. Yo pensé, qué indiscreta, pero luego le relataba qué era lo que hacía yo en París, me esmeraba más, compré libros de sinónimos, un diccionario y le hacía unas crónicas para que las leyeran en familia y eso me halaga. Pero eso fue lo que me ejercitó mucho, me soltó la mano y luego estuve en el taller de Elena Poniatowska, casi dos años, tuve maestros espléndidos, Edmundo Valadés y Vicente Quirarte, entre otros. Eso de alguna manera me hizo ver con más claridad mi vocación. 


Usted se inicia en el periodismo antes que en la literatura… 


Yo empecé en el mundo periodístico en un diario que se llama Unomásuno. Era un diario de oposición que surge casi al mismo tiempo que El País, de España. Allí empecé con mis crónicas para hablar de la burguesía mexicana, tan crítica e ignorante de su país al mismo tiempo. 
Las crónicas me divertían mucho, pero me costaron muchas amistades, ya no me invitaban a sus eventos porque reflejaba a todas estas ‘niñas bien’, que así se titula mi primer libro, aunque en el fondo les daba cierta vanidad aparecer retratadas en mis crónicas. 


¿Qué diferencias encontró en ambos mundos? 


Un desafío enorme porque nada que ver una de la otra, dos cuartillas y media que escribes dos veces a la semana con la literatura. Yo me acuerdo que las primeras propuestas escribía poco y decía: ‘ya acabé’, porque así eran mis crónicas. 


Con más de 35 títulos en su haber, ¿qué la inspira? 


Me inspiro en lo que conozco. Hay que escribir de lo que uno conoce y yo conozco las crónicas enfocadas en este pequeño sector de la sociedad mexicana, muy racista, clasista, que vive en una burbuja, en su confort. Han cambiado estas ‘niñas bien’; este fue el primer libro que se vendió muchísimo y se hizo una película dirigida por Alejandra Márquez, que tuvo mucho éxito en los festivales de cine.
Siempre soy como la cronista de la ‘gente bien’, aunque me choca ese término. También he escrito las biografías de Agustín Lara, la de Amado Nervo, he escrito otros géneros, entrevistas y cuentos. De estos se hicieron otras dos películas: Miroslava y Patty Chula. Mis hermanas mayores me enriquecieron muchísimo, sobre todo la segunda, que era muy literaria y era una lectora voraz que me platicaba los libros que ella leía. 


Para realizar las películas, ¿la contactan para adaptar su libro al guion?


Me buscan por el libro, pero el guion lo hace un experto. Para la película Las niñas bien, con Alejandra Márquez tuve mucho que ver, les facilité ropa y en fin, ella leyó mucho de la obra para sacar fragmentos. Pero en lo que se refiere a Miroslava, nunca me invitaron a participar. Es que no les gusta mucho que la autora tenga algo que ver. 


Háblenos de su nueva obra: La amante del Río Nilo.


En este caso en particular, yo contaba con toda la biografía del caso del que hablo, que es el adulterio más famoso de México, de los años 50. Yo tenía a dos personajes que habían sido reflejados en la prensa: Suzy (la protagonista) la meten a la cárcel por un adulterio que monta su marido (Paul Jacques Antebi) para no compartir su patrimonio, ya que están casados por bienes mancomunados, porque estamos hablando de una fortuna ya consolidada. El dueño de un laboratorio francés llamado Carnot, que tuvo mucho éxito y todavía existe.


Suzy nace en Bulgaria y su madre hace un acuerdo con Paul Antebi para casarse. El caso es que, lo que nunca se imaginó el marido, es que ella se iba a enamorar del amigo con el que se puso de acuerdo su esposa para armar el escándalo. El amante francés Robert. 


Luego descubrí que Antebi venía mucho a Guatemala, yo pensaba que era porque tenía una sucursal, pero no, resulta que tenía un amor y el adúltero era él. Su amor era Blanca Gilda Passarelli Ramazzini. Tengo entendido que la familia Passarelli son dueños de una cadena que se llama DeMuseo. 
Es muy llamativo todo y cuando la novela estaba publicada me buscó uno de los nietos. Y tendría que escribir otra novela sobre la relación de Paul con la señora guatemalteca (Passarelli) y también la historia de amor de los hijos (Suzy y Robert). 


¿Qué opina de la ciudad de Guatemala?


La ciudad de Guatemala me ha sorprendido, el paseo de la Reforma es mucho más bonito que el nuestro, porque ustedes tienen un camellón precioso lleno de árboles y muy limpio. Yo veo una ciudad con grandes edificios, muy señorial, la gente muy amable, muy cortés y cálida. 

Katheryn Ibarra, Cecilia Vicente Fotógrafo: Danilo Ramírez
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Revista Viernes

Guardián de lostejidos artesanales

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El Museo Ixchel del Traje Indígena narra la historia ancestral entre la artesanía y la cultura

Un recorrido por la creatividad, color y tradición de los textiles se respira en el Museo Ixchel del Traje Indígena. Por todo el recinto se observan vestimentas de uso cotidiano o ceremonial.


Violeta Gutiérrez, directora técnica y curadora, explicó durante un recorrido su experiencia de los años que ha laborado en la institución. “Mi memoria nunca me alcanzaría para recordar todo, pero siempre hay detalles específicos que señalo; por ejemplo, este tocado es símbolo de belleza y jerarquía”, explicó. Asimismo, expuso en cada sala su contenido, los materiales que se usaron para la confección de las prendas como los tintes naturales, seda, lana y cómo el instrumento predilecto de la época prehispánica era el telar de cintura que se conserva aún, a pesar de la influencia de las máquinas industriales o
computarizadas.


Gutiérrez mostró la evolución de la vestimenta maya en las comunidades de los departamentos. En las vitrinas se observan algunas que en cada década van cambiando en textura, tonos y figuras. Otro de los detalles interesantes que mencionó es que los lienzos tienen olor a humo y es porque por lo regular las mujeres tejen en la cocina.


Historia desde 1973


En la década de los años setenta se fundó el museo que colecciona, conserva, documenta, rescata, exhibe y educa sobre el patrimonio textil indígena guatemalteco. Desde 1993 se construyó un edificio que está en el campus de la Universidad Francisco Marroquín, diseñado por los arquitectos guatemaltecos Víctor Cohen, Augusto de León, Peter Giesemann, Adolfo Lau y Guillermo Pemueller. En el friso se aprecia el rupan, un diseño tejido en los huipiles de San Juan Comalapa, Chimaltenango.


Guarda una colección de textiles de los siglos XIX, XX y XXI, cerámicas, joyas y libros.


Son 8 mil originales de 147 municipios, 34 aldeas y 181 comunidades. El equipo también documenta, estudia, cuida y conserva las piezas que incluyen muestras ejemplares de las comunidades indígenas con vestiduras ceremoniales para hombres y mujeres.


Parte significativa de la recopilación se debe a donaciones recibidas durante más de 40 años. Aumenta anualmente para reflejar la constante evolución y cambio de los diseños y textiles. “Esto es para enfrentar las necesidades de quienes los utilizan y su creciente demanda mundial”, cita la información de la pinacoteca.


Hay variedad de prendas de uso cotidiano y ceremonial: huipiles o blusas, sobrehuipiles, cortes o faldas; su’t o paños destinados a diferentes propósitos, perrajes o rebozos, cintas y tocoyales para la cabeza, velos, pañuelos, ponchos, ponchitos, rodilleras, jergas, sacos, cotones, capixayes, sobrepantalones, pantalones, camisas, fajas, servilletas, manteles, pañitos ceremoniales, entre otros.
De igual forma se aprecian accesorios, sombreros, listones, collares, chachales, aretes, anillos, morrales de algodón, lana y henequén, sandalias y más.


Son de interés las usadas para adornar a las esculturas de los santos, como las bandas, otras parecidas a mangas sin puños para tapar los brazos, de manera que al ponerlas junto al manto de la imagen pareciera que esta portara una camisa; así como los huipiles que se usaban para vestir las efigies de las vírgenes.


Colección
Olga de Geng


La colección completa de huipiles en miniatura consta de 112 réplicas de ejemplares de uso diario y ceremonial. Proceden de 82 municipios del Altiplano, cuyos usuarios pertenecen a 13 grupos lingüísticos.
La autora los bordó entre 1980 y 1985, copió exactamente los diseños, colores y formas de ropas auténticas.  


Olga Arriola de Geng investigó durante muchos años la indumentaria maya y publicó dos obras sobre el tema: Los Tejedores en Guatemala y la Influencia Española en el Traje Indígena y Técnicas de Bordados en los Trajes Indígenas de Guatemala.


Exposición permanente


Se observa la evolución de la tradición textil de Guatemala desde tiempos prehispánicos hasta el presente. Son cuatro salas donde se conocen los orígenes, variaciones y continuidades que ha experimentado a lo largo del tiempo el traje, mismo los instrumentos de tejido, los materiales y las técnicas.


Exposición temporal


Su fin es destacar dimensiones y rasgos propios de la tradición textil guatemalteca, así como difundir la colección del museo y la riqueza cultural, técnica y estética que encierra. Investigaciones realizadas con el propósito de sustentar los guiones museográficos, enriquecen la documentación y la colección textil.

Visitas guiadas

Educación Ixchel ofrece una visita guiada por las diferentes salas de exposiciones permanentes y temporales cuyo objetivo es el aprendizaje en torno a la tradición textil de esta ancestral cultura. Este incluye una guía por todas las salas de exhibición y la presentación del video Indumentaria maya de Guatemala y para los estudiantes de primera el video animado de Tradición textil de Guatemala. Al final se imparte un taller sobre diferentes técnicas textiles.
Si desea más información escriba a [email protected] o al teléfono 2331-3739.

Marisol Vásquez Fotógrafo: Cecilia Vicente
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Revista Viernes

Alimentos que relatan una historia

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El cacao, el tamal de carne y la piedra de moler son parte de la arqueogastronomía que fusiona el mundo antiguo con el presente

Se ha preguntado los orígenes de algunas recetas, de sus métodos de preparación, utensilios o ¿cuánto ha evolucionado desde hace más de tres siglos el tamal de carne? ¿Qué dicen las vasijas sobre lo que consumían antes los antepasados o cómo lo preparaban? Una combinación de disciplinas despeja las dudas sobre estas interrogantes.


Arqueogastronomía es un término emergente en Latinoamérica, estudia la alimentación en el mundo antiguo, a través de la historia y la arqueología. De acuerdo a la página web kuanum se centra en aprender las formas de transformar los alimentos desde los tiempos más antiguos hasta la actualidad. “Los rastros que quedan en las vajillas, en los desperdicios o incluso en los depósitos de las letrinas, es decir, los váteres de los antepasados romanos, nos ayuda a saber qué se comía en el pasado y cómo se hacía”, cita.


María Regina Moraga domina el tema de los alimentos y la arqueología porque estudió profesionalmente ambas. Es arqueóloga y chef guatemalteca, pionera en el desarrollo de la propuesta teórico metodológica de arqueogastronomía, que estudia la relación entre la comida y las culturas mesoamericanas. Aún se considera un concepto nuevo, el cual se diferencia de la historia de la gastronomía porque aplica los conocimientos obtenidos a partir de las técnicas propias de la ciencia.


“El término es nuevo para América Latina, lo pensé sin saber si existía y luego averigüé en Internet, porque mi intención era algo que nos identificara como guatemaltecos”, expresó la profesional. Indicó que en México, por ejemplo, se trabaja mucho la antropología de la alimentación y aquí es diferente; además, encontró que esta práctica la usaban en Italia y España. “Ellos la utilizan para propiciar el turismo arqueológico”, aseveró.


Moraga ha impartido cursos en universidades, charlas, conferencias, para brindar una visión integral de la alimentación que pasa por diferentes períodos de la historia en Guatemala, prehispánico, hispánico, al explorar técnicas de investigación como el análisis e interpretación que permiten hacer sobre los restos arqueológicos y la reconstrucción a través de inferencias de las preparaciones, los métodos, utensilios que se usaron hasta la actualidad. De cómo cada coyuntura afectó el modo de hacerlos y también las implicaciones en la cosmovisión. Empezó con gastronomía mesoamericana, pero como investigadora continuó sus estudios porque, como bien enfatiza, no se puede desligar la gastronomía de la identidad del país.


“Todo se refleja en el sabor de la comida y su idioma, que nos identifican que somos del mismo país. Ahí me doy cuenta de que faltaba un término para unificar ambas disciplinas”, mencionó. También recalcó que la arqueología va a brindar esa historia evolutiva de los procesos gastronómicos para entender cómo es la de hoy. Reconstruir la historia culinaria de Guatemala por medio de la evidencia que proporciona la arqueología desde la perspectiva de la interpretación y aplicación de la cocina.

Algunos datos de la experta

La gastronomía petenera es diferente, porque está más relacionada con la península yucateca y Belice.
No hay receta maya, enfatizó la arqueóloga, pues en ningún dintel o vaso aparece una descripción estandarizada del proceso. A su consideración, no existen las recetas mayas, tampoco definirla como comida típica: “Nuestra memoria, no alcanza para dimensionar la evolución de 500 años y cómo ha trascendido”. Ejemplifica cómo desde el siglo XVI han cambiado la preparación de los tamales en los pueblos originarios. “Es comida tradicional guatemalteca, debido a que señalarla como típica es un concepto pobre para definir algo elaborado con procesos, tradición, raíces y herencia”, declaró.
Mostró su preocupación de que los jóvenes solo ingieren comida rápida y los preparados, de perder los momentos para compartir con la familia, la identidad como célula principal de la sociedad, también la de sus comunidades.

Congreso de Gastronomía Guatemalteca

En el Tercer Congreso de Gastronomía Guatemalteca que se realizó en Tikal Futura Hotel & Convention Center, en el marco de la Feria Alimentaria 2024, se expuso sobre principales descubrimientos de la presencia del cacao en los monumentos arqueológicos de los mayas en Guatemala. La especialista durante su exhibición explicó sobre sus orígenes, las vasijas, representaciones artísticas, regiones dónde se manifestaba, rutas principales de distribución y más.
El kakaw: fruto de los dioses mayas demostró cómo este influyó en la cultura guatemalteca desde la época prehispánica hasta el presente.
El escritor colombiano Alonso Sánchez Baute explicó: “Varias investigaciones han concluido que el origen del cacao no hay que buscarlo ni en México, ni en Honduras, ni en Guatemala, sino aquí, en Suramérica”.
De cómo el simbolismo y mitología: el significado espiritual del cacao para los mayas y otras culturas mesoamericanas, de su asociación con dioses y rituales. “Era muy preciado en la cultura maya donde se asociaba con el simbolismo del inframundo por necesitar la sombra del cacahuananche para crecer”, expresó Tomás Pérez Suárez, investigador del Instituto de Investigaciones Filológicas del Centro de Estudios Mayas.
Dentro de los elementos y métodos que han trascendido se incluye la piedra de moler, así como las técnicas y los métodos artesanales y de raíces ancestrales, como calentar esta herramienta al momento de trabajar. También conservar mezclas clásicas, como atol de masa y cacao (chilate), mezclas de achiote, pinol con achiote y otras.

Marisol Vásquez Fotógrafo: Norvin Mendoza
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