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COLUMNAS

Cuando el árbol cae

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Y para complemento de la sentencia popular, ¡ay de los caídos! Ninguna obligación tenía de renunciar el expresidente Otto Pérez Molina, siendo la renuncia –por su propia naturaleza– un acto absolutamente voluntario.

Podía no haber renunciado –hubiera estado en Ley– y, sin embargo, lo hizo.

De conformidad con la Ley, ni el antejuicio declarado con lugar, ni la detención provisional, ni la preventiva, ni la vinculación a proceso, podían separarle del cargo que tenía, sino tan solo de su ejercicio y, en consecuencia, pudo seguir siendo Presidente hasta que concluyera su mandato o se produjera sentencia en contra suya.

Si no hubiera renunciado, aunque en prisión preventiva y vinculado a proceso, hubiera seguido siendo el Presidente de la República, si bien suspendido en el ejercicio del cargo, y el vicepresidente hubiera continuado en esa calidad: vicepresidente en ejercicio del cargo de Presidente, por ausencia temporal del titular, lo que hubiera impedido que pudiera proponerse una terna vicepresidencial y que el Congreso eligiera “otro” vicepresidente, no existiendo en nuestras leyes la figura de un “vicepresidente temporal”, sujeta a la condición resolutoria, su permanencia en el cargo, de que el Presidente volviera al ejercicio del suyo –si absuelto– y el vicepresidente dejara entonces de sustituirlo.

Me permito hacer este recordatorio de carácter estrictamente jurídico para que se aquilate en su justa dimensión la decisión política que asumiera el expresidente Pérez Molina –decisión de un hombre de Estado que– a cuatro días de elecciones – superadas las intentonas golpistas de establecer un gobierno inconstitucional provisorio, consideró mejor, para Guatemala –decisión política, reitero– de un hombre de Estado, –que un nuevo Presidente como tal– y siguiendo los pasos de la Ley –Presidente Constitucional, legítimo– ocupara el cargo, cargo para el cual Pérez Molina fuera electo por el pueblo y que completara el período constitucional correspondiente, período que concluiría el 14 de enero de 2016, ni un día antes, ni uno después.

Lo cortés no quita lo valiente, dice la sentencia popular, e, independientemente de cualquier otra consideración –las imputaciones en contra suya, como debe ser– se encuentran en manos de los jueces, pienso que es justo que se reconozca aquella decisión política del expresidente Otto Pérez Molina, en su justa dimensión.

Alguien puede pensar que su suerte estaba echada y que si no hubiera renunciado, el Congreso hubiera declarado con lugar el antejuicio en su contra y que ya declarado se hubiera dictado orden de captura y se le hubiera detenido y procesado, lo cual es más que probable, pero todo eso tan solo le hubiera suspendido en el ejercicio de su cargo.

Considero justo, también, que valoremos la ponderación y el respeto con que ejerció su autoridad frente a las protestas en su contra –algo inédito en nuestra historia– respetuoso de todas las libertades ciudadanas y de los derechos humanos de todos, ejemplo cívico, el suyo, al mismísimo nivel que el habido en las expresiones de protesta: pacíficas, ordenadas y enmarcadas en las leyes. Ninguna represión hubimos de lamentar, y si es ejemplar para el mundo la actitud de los manifestantes, no menos ejemplar, reitero, la asumida por el ahora exgobernante: las dos conductas, ejemplares.

¡Qué alegría, en verdad, que el símbolo de este movimiento sea el movimiento mismo y no la de un mártir como lo fuera para las justas de 1944, María Chinchilla, la vida de todo ser humano, milagro de Dios, irrepetible! ¡Qué diferente la primavera guatemalteca –una verdadera primavera– de las llamadas “primaveras” árabes, todas sanguinarios fracasos.

En nuestro caso –por el contrario– con idéntico civismo, manifestantes y autoridades –triunfante–entre nosotros– la institucionalidad del Estado.

Importante también su anterior decisión política –también de un hombre de Estado– de incluir en la terna de candidatos a vicepresidente a Alejandro Maldonado Aguirre, quien, a su renuncia, fuera el Presidente.

Todos estos hechos caracterizarán, positivamente, lo que fueron las decisiones y las acciones finales –finales, matizo– de aquel mandato.

En lo que respecta a las graves imputaciones que se han hecho al expresidente Pérez Molina –por mandato constitucional expreso– debe presumirse su inocencia que, por mandato constitucional expreso, inocente es en tanto no exista sentencia condenatoria y firme en su contra, inocencia que se sostiene casi tres años después y que se sostendrá en tanto no se demuestre lo contrario.

Sujeto se encuentra, dando la cara, tal y como anticipó que lo haría, ante los tribunales de justicia.

La culpabilidad del exfuncionario no está en nosotros declararla sino en los jueces, y serán estos quienes lo absuelvan o condenen; tres años de prisión preventiva, existiendo mecanismos alternativos para asegurar su presencia en juicio y sin que ningún peligro pueda haber ya para el entorpecimiento de las investigaciones que, a estas alturas, se supone que tienen que estar archiconcluidas, mal exhiben y ridiculizan nuestro sistema de justicia.

En todo caso, me parece correcta la separación tajante que formulo: las imputaciones que se le hacen deben estar en las exclusivas manos de los tribunales de justicia, en tanto que sus decisiones políticas finales, su sujeción a la Ley y su respeto, irrestricto, por los derechos humanos de los manifestantes, su renuncia y sometimiento a la Justicia –pueden evaluarse, desde ya–son parte de la historia– y justo es que lo hagamos, decisiones que en mucho coadyuvaron a la preservación del sistema democrático y que adquieren especial relevancia cuando vemos las reacciones habidas en un país hermano, Managua, León, Chinandega, Ocotal, dolorosas y trágicas reacciones –vidas humanas pérdidas para siempre– que, afortunadamente, no hubimos de sufrir.

Una cosa, lo que se encuentra sujeto a proceso, y otra, sus últimas decisiones y actos de gobierno.

Cada cosa en su lugar. ¿No le parece?

De árbol caído, todos hacen leña, y más aún entre nosotros. ¡Ay de los caídos! Las ratas abandonan los barcos, y todo cuanto ocurre se produce para que se repita una historia.

¿Y vos, también, che? la que escribiera Borges –ya lo había hecho Shakespeare– referida a César.

El señor Presidente no es el protagonista de la obra asturiana, sino la propia tiranía.

Sumisos todos ante el poderoso, y déspotas con los débiles –preso este mismo, el señor Presidente, de su trama– tiranos, todos, en una cadena interminable, el Pelele, la expresión final del oprimido.

Acisclo Valladares Molina
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COLUMNAS

Día Mundial del Libro y Derecho de Autor en Guatemala

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Saraí Flores Gómez
[email protected]

Los libros son un recurso imprescindible para el proceso formativo, en Guatemala, según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), en el último censo realizado, el 93 por ciento de los jóvenes entre 13 y 30 años sabe leer y escribir; pese a ello, se estima que solo el 1 por ciento lee por placer.

Los libros son conocimiento y han evolucionado en tiempos pasados las paredes de cuevas en la época prehistórica servían como libros, posteriormente los pergaminos, y actualmente los libros electrónicos.

Los libros sirven como capsulas de tiempo que ayudan a recordar el pasado, a soñar el futuro, moldea nuestro intelecto, permite transportarnos a otras épocas y tener muchos panoramas.

La lectura es el ejercicio para la mente, un viaje para la imaginación y conocimiento para la vida.

La lectura es un proceso dinámico que ayuda a decodificar palabras para darle un significado, mientras que construye mundos de conocimiento, todo se hace en conjunto de palabras que ayudan a formar ideas. El acto de leer es un esfuerzo transformador, que ayuda al vocabulario, a la redacción, agudiza el pensamiento crítico, fomenta el amor por el aprendizaje y la imaginación, además de ayudar con la vida diaria.

En Guatemala existen clubes de lectura que ayudan a fomentar la lectura de una forma más interactiva; entre ellos, el que imparte Nueva Acrópolis Guatemala, que cuenta con una variedad de clubes entre ellos, Reading Roulette, Poesía por Leer, Pensamiento Crítico, Panorámica Literaria del Siglo XXI, Nuevos soñadores, Literarias, Letras Nocturnas y el Club de las Aprendices, los cuales son virtuales y presenciales.

La lectura es un placer que se adquiere desde temprana edad, solo así se fomenta el hábito y el placer por leer; como dijo Gabriel García Márquez: “Sería ideal que un niño dedicara parte de su fin de semana a leer un libro hasta donde pueda y donde le guste ­que es la única condición para leer un libro, pero es criminal, para él mismo y para el libro, que lo lea a la fuerza en sus horas de juego y con la angustia de otras tareas”.

El 23 de abril se celebra el Día Mundial del Libro y del Derecho de Autor, para promover la importancia de estos. Conjuve reconoce la importancia de los libros en el desarrollo de la juventud, así como el reconocimiento de jóvenes escritores.

Colaborador DCA
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COLUMNAS

Productividad, crecimiento económico y ley de competencia

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Antonio Romero

Viceministro de
inversión y competencia, Mineco

Guatemala está muy cerca de dar un paso trascendental hacia una economía moderna y más justa. Me refiero a la aprobación de una ley de competencia, orientada a garantizar que los empresarios eficientes, visionarios y dispuestos a regirse por las reglas del mercado, estén protegidos de prácticas anticompetitivas de sus competidores. 

En esencia, la iniciativa promueve y salvaguarda la competencia en los mercados. Implica la prevención de las prácticas monopolísticas, la eliminación de los obstáculos a la entrada y el fomento de la igualdad de condiciones para todos los participantes en el mercado.

Además, cultiva un entorno en el que las empresas deben competir por la preferencia de los consumidores, por medio del mérito, la calidad y el precio, en lugar de depender de tácticas anticompetitivas para sofocar la competencia.

Tenemos una oportunidad única para crear una institucionalidad sólida, técnicamente competente y que goce de prestigio. 

Hace unos días, después de mucho ir y venir, se aprobó en el Congreso de la República, en segunda lectura, el citado anteproyecto de ley, identificado con el número 5074. El texto propone la defensa de la competencia a través de: i) La prohibición de prácticas anticompetitivas y la creación de la institucionalidad para supervisar e impedir que estas se produzcan; ii) La supervisión de la concentración de los mercados y iii) La promoción de la competencia.

Una de las principales fortalezas es que plantea crear una superintendencia de competencia autónoma y descentralizada, que gozaría de independencia y capacidad técnica para hacer cumplir la ley.

En las discusiones recientes sobre el tema, se han obviado los efectos que las políticas de competencia tienen sobre el crecimiento y la productividad de las economías. La reciente publicación del Informe Económico América Latina y el Caribe, del Banco Mundial, bajo el título Competencia: ¿el ingrediente que falta para crecer?, hace un aporte muy oportuno a la discusión en Guatemala.

En primer lugar, señala que la ausencia de competencia en la región hace que los consumidores paguen precios más altos por bienes y servicios de menor calidad, lo que reduce el bienestar general y contribuye a una desigualdad más elevada.

A diferencia de los hogares con mayores recursos, los más pobres no pueden acceder a bienes y servicios en mercados extranjeros con mayor competencia. No les queda otra alternativa que acudir a mercados monopolizados, en los que no existen incentivos para mejorar los precios y la calidad.

El informe centra su análisis en el papel fundamental de la competencia como estímulo al crecimiento económico. El problema de ello radica en que las empresas en la región nacen y operan en un contexto de baja competencia, sin los incentivos necesarios para mejorar sus capacidades.

La composición de las empresas en América Latina y el Caribe reflejan la existencia de pocas compañías muy grandes, coexistiendo con una multitud de empresas diminutas. No existe un segmento de pequeñas y medianas firmas fuertes, capaces de ejercer presión competitiva sobre las más grandes. Según el estudio, esta distribución asimétrica es causa de la baja productividad y la alta
desigualdad.

Respecto a los resultados de las agencias de competencia en la región, el estudio advierte sobre elementos de diseño que limitan su efectividad como la falta de independencia de autoridades adscritas a los ministerios de Estado y la carencia de personal y presupuesto suficientes. En Guatemala se deben considerar estas lecciones para crear una agencia de competencia independiente y dotada de los recursos necesarios. 

Tenemos una oportunidad única para crear una institucionalidad sólida, técnicamente competente y que goce de prestigio. Allí están el Banco de Guatemala y la Superintendencia de Bancos como ejemplo de que apostar por instituciones robustas da buenos resultados. El proyecto de ley de competencia presenta una oportunidad estratégica para que el país aborde los problemas económicos sistémicos que han obstaculizado su progreso.

Colaborador DCA
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COLUMNAS

Los estudiantes y amanuenses también dibujaban (V)

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Ricardo Fernández Gracia 

Cátedra de Patrimonio y Arte Navarro

Otros dos motivos destacan en el libro por su profusión: la cruz de Calatrava y los corazones. En cuanto al emblema de la mencionada orden de caballería, hay que hacer notar que figuró desde la reconstrucción del complejo monástico por fray Prudencio de Sandoval entre 1616 y 1619, en numerosas cartas de profesión de las monjas estellesas y que llevaban en el hábito hasta fines del siglo XIX, además de aparecer en varios escudos del monasterio en el frontal bordado del altar mayor, obra del maestro aragonés José Gualba, entre 1761 y 1763.

Respecto a los corazones, en un convento benedictino y en el siglo XVIII puede tener un dúplice contenido.

Las décadas centrales del siglo XVIII, cuando se fecha el libro, coincidieron con la difusión del culto al Corazón de Jesús, con la creación de numerosas congregaciones auspiciadas por los jesuitas. 

En primer lugar, el corazón de Santa Gertrudis, monja de la orden del siglo XIII, cuyo atributo iconográfico es un corazón en su pecho en el que está el Niño Jesús, en referencia a la famosa frase: “Me encontrarás en el corazón de Gertrudis”. El cristocentrismo de sus escritos místicos se revaloriza con el corazón, como símbolo del amor divino.

Pero si importante era aquel signo en el monasterio benedictino, las décadas centrales del siglo XVIII, cuando se fecha el libro, coincidieron con la difusión del culto al Corazón de Jesús con la creación de numerosas congregaciones auspiciadas por los jesuitas. En aquel movimiento devocional destacaron la ciudad de Estella y el duque de Granada de Ega.

Varias páginas del libro de cuentas ostentan tanto el corazón de Jesús como el de María. En ambos casos, los anagramas de los nombres de ambos figuran en su interior.

Colaborador DCA
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