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Revista Viernes

Ceiba, el árbol sagrado de los mayas

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De veneración ancestral, brinda sombra y microclimas favorables para otras especies vegetales y animales

Ilustración: Sergio Espada

La presencia majestuosa de la ceiba y su gran sombra favorece la diversidad biológica debido a sus más de 50 metros de altura. Fue declarada Árbol Nacional de Guatemala desde 1955, gracias a la iniciativa del botánico Ulises Rojas.


Es reconocida como sagrada para los guatemaltecos. De acuerdo con el Consejo Nacional de Áreas Protegidas (Conap), toda su constitución se acompaña de una visión divina desde la cual sus ramas representan el cielo; el tronco, el plano terrenal, y sus raíces, el inframundo. De esta forma, se conectan y comunican los tres niveles de la cosmogonía maya. Lourdes del Rosario Rodas Duarte, bióloga con especialización en helechos y encinos, explicó: “La ceiba está intrínsecamente ligada a rituales y ceremonias religiosas que honran la naturaleza y agradecen por la fertilidad de la tierra y la abundancia de los recursos naturales. Estos han contribuido a su conservación en algunas comunidades, al fomentar un sentido de respeto y reverencia hacia este árbol”.


Su nombre científico es Ceiba pentandra, considerada uno de los árboles más grandes de América Latina. Sus ramas frondosas y extendidas ofrecen cobijo a aves, reptiles, anfibios, mamíferos e invertebrados. Sus raíces columnares o “gambas”, que se extienden horizontalmente, crean espacios donde se acumula hojarasca, que atrae a microorganismos y pequeños animales. Sus hojas caídas y ramas muertas se descomponen rápidamente, que liberan nutrientes en el suelo y promueven la fertilidad.


“La ceiba enfrenta amenazas debido a la deforestación y la pérdida de hábitat. La expansión agrícola, la urbanización y la explotación forestal irresponsable representan desafíos urgentes para la conservación de este árbol icónico y los ecosistemas que sustenta. Por lo tanto, es crucial promover medidas de protección y manejo sostenible de los bosques”, concluye la investigadora.


Con información de https://investigacionparatodos.usac.edu.gt/, Universidad del Valle de Guatemala, bióloga Lourdes del Rosario Rodas y Centro de Estudios Conservacionista de la Usac.

Dónde admirarla

En el Jardín Botánico de la Universidad de San Carlos de Guatemala (Usac), ubicado en la avenida
La Reforma 0-63, zona 10.
Jardín Botánico de la Universidad del Valle de Guatemala (UVG), situado en la 18 avenida 11-95, zona 15, Vista Hermosa III.
En el centro del mercado de Palín, Escuintla.
En el centro de la Plaza del pueblo de San Francisco, Petén. También en el Parque Nacional Tikal.
En la plaza Sacapulas, en Quiché.
En Amatitlán, en el Parque J. Oscar Reynosa.

Marisol Vásquez
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Revista Viernes

Monja Blanca,ícono de belleza y pureza

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La flor nacional aún es conservada y estudiada para reproducirla e insertarla en su hábitat

Ilustración: Sergio Espada

Guatemala está rodeada de riqueza cultural y también natural y entre su diversidad ancestral se encuentra la Monja Blanca, con forma taxonómica que perdió su pigmentación rosada (o morada) y solo conserva la amarilla en el centro del labelo, por lo que técnicamente los especialistas la clasifican semialbina en su especie.


Aunque su descubrimiento para la ciencia ocurrió a mediados del siglo XIX, es una planta que ha sido utilizada por la cultura maya y asociada a rituales durante cientos de años. Los mayas la descubrieron en las tierras altas de la Verapaz, antes de la conquista española, una de las ideas de su nombre es que la llamaban Saqi ixq, que significa mujer blanca o hembra blanca, por la apariencia que tiene la columna reproductiva.


Con la llegada de los españoles a la región, el nombre cambió al que posee actualmente, ya que ellos indicaban que parecía una monja en posición de oración.


“Los pobladores Q’eqchi’ la han utilizado en rituales o como ornamento de sus jardínes, en la época colonial para adornar algunas ermitas, dándole a la planta una gran importancia y colocándola entre su grupo de plantas sagradas”, explicó Fredy Archila, botanista guatemalteco.


La orquídea por excelencia ha circulado en Guatemala en las monedas de 50 centavos y fue declarada Flor Nacional el 11 de febrero de 1934, durante el gobierno del general Jorge Ubico, es considerada uno de los símbolos patrios. Su nombre científico es Lycaste virginalis forma alba (Dombrain), pertenece a la familia de Orchidaceae (orquídeas). Conserva características especiales brindadas por los bosques húmedos de las Verapaces, pero ha sufrido amenazas como la destrucción de su hábitat y por el saqueo sistemático cuando la extraen ilegalmente. Esta situación se ha considerado como las causas de la desaparición de la especie, por lo que desde hace aproximadamente dos décadas no se encuentra en su entorno.


Iniciativas para su conservación


Se prohibió la recolección y exportación de esta especie para promover su preservación, que fue en 1946, en el gobierno de Juan José Arévalo. En la actualidad hay un centro de rescate denominado Estación Experimental de Orquídeas de la familia Archila que se encarga de estudiar los especímenes. Introdujo  400  monjas blancas en el 2017 a los bosques de Guatemala e insertó 300 más al año siguiente. 


Asimismo, el Consejo Nacional de Áreas Protegidas (Conap), por medio del Fondo Nacional para la Conservación de la Naturaleza (Fonacon) en 2014, buscó generar conocimiento y reproducir ejemplares para que fueran reintroducidas a su hábitat natural. Realizaron un estudio y acciones estratégicas para su rescate y conservación.
Con información de CONAP, MSc Luis Javier Aju, curador del Herbario UVAL,

Su día

Cada 11 de febrero se celebra el Día de la Monja Blanca, que fue declarada Flor Nacional por Jorge Ubico en 1934.

Marisol Vásquez
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Revista Viernes

María Josefa García Granados

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Ilustración: Sergio Espada

La pluma irónica de Pepita

Poetisa y periodista, también conocida como El ruiseñor de los estudiantes. Maria Isabel García Granados nació el 10 de julio de 1796 en Andalucía, España. Llegó a Guatemala en 1810. En su familia le apodaba Pepita.

Fue la única mujer que asistió a las tertulias político-literarias que se realizaban en la casa de José María Castilla. Su mejor amigo era José Batres Montúfar y juntos escribieron Sermón, un poema pornográfico en el cual hicieron sátira al canónigo Castilla. También fundaron el periódico Cien veces una, que sirvió para satirizar el que se llamaba Diez vez diez, que era editado por liberales guatemaltecos en San Salvador. Luego colaboró en el diario La Aurora, con artículos políticos y literarios. Asimismo, en La República, donde firmaba sus escritos con el seudónimo Juan de las Viñas. Escribió retratos satíricos dedicados a funcionarios públicos y a sus esposas, entre ellos Francisco Morazán y Pedro Molina.

Cuando intentaron aprehenderla, se autoexilió en Chiapas. Sus adversarios políticos le llamaban Neroncito con faldas. Escribió los poemas Jesús de la Parra, Boletín de cólera morbus (en el que ridiculizó a los médicos y sus curaciones del cólera), Himno a la luna, La resolución, A la esperanza, La ceiba de Amatitlán, A una hermosa joven desgraciadamente enlazada con un achacoso viejo, Plegaria, A una abeja, Descripción de la erupción del Cosigüina y Despedida.

Luego de 1844 dejó de escribir y se dedicó a las prácticas piadosas, ya que, según ella, Pepe Batres había regresado del ultramundo a confirmarle la existencia del
infierno.

Katheryn Ibarra
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Revista Viernes

Literatura

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Diálogos con alguien que ya no está

La novela La escritora y Martel, del autor Mario Alberto Carrera, narra la vida de una pareja cuyas profesiones y actividades literarias chocan de frente con la vida práctica, aunque a veces se armonizan con ella. Un hombre y una mujer que se aman y se odian. Hablan libremente de esos sentimientos tan opuestos y de sus celos. Ella es una escritora exitosa a quien él recuerda con saudade odio cuando caen en diatribas exquisitamente crueles.

En el Cementerio General de Guatemala, él sostiene monólogos interiores frente a la tumba de ella, donde figuran especímenes de la literatura nacional y las familias que son el entorno de la pareja.
Amor, pasión y muerte. Dos vidas: la de ella que ya concluyó y la de él que está por extinguirse. Este libro es el dolor del mundo y la condición humana desgarrada. Esta a la venta en editorial Cultura a 150 quetzales.

La realidad nacional a través de Pepe Milla

Cuadros de Costumbres de José Milla y Vidaurre brinda pinceladas que describen a Guatemala, sin realzar ningún personaje en específico, siendo en sí todos a la vez. Un único protagonista que revela la riqueza de los guatemaltecos desde tiempo atrás, donde el chapín luce en cada rincón de los diferentes pueblos.
Los lectores pueden disfrutar de toda esa esencia de la vida, sin saber de dónde se originó o cómo se hizo tradición y que simplemente se sigue haciendo, por costumbre, inculcada por los antepasados durante el siglo XIX, a través de varias generaciones.

Está a la venta en las instalaciones de la Tipografía Nacional, 18 calle 6-72, zona 1. Su valor es de 20 quetzales.

Redacción DCA
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