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COLUMNAS

Cambio climático

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Héctor Morales

Héctor Morales

Oficial de Comunicaciones y Abogacía, Oficina de la Coordinación Residente, ONU Guatemala  [email protected]

Aunque las inversiones en energías renovables e infraestructuras
sostenibles siguen creciendo, el gasto mundial en combustibles fósiles superó al de las energías verdes entre enero de 2020 y marzo de 2021. 

Muchos países no cuentan con los recursos financieros para acometer la transición a fuentes de energía limpia y modos de vida sostenibles que podrían revertir el cambio climático.

La ONU considera que el financiamiento relacionado con el clima es la respuesta adecuada, ya que no invertir será más costoso a largo plazo, pero también porque existen importantes oportunidades para los inversores. 

Es el dinero que hay que gastar para toda una serie de actividades que contribuirán a frenar el cambio climático y que ayudarán al mundo a alcanzar el objetivo de limitar el calentamiento global a 1.5°C por encima de los niveles preindustriales. Para alcanzar este objetivo, el mundo necesita reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero prácticamente a cero en 2050; la frase “emisiones netas cero o de valor cero” también se escucha mucho en el contexto del financiamiento o la financiación climática. Entre las iniciativas que deben costearse para alcanzar estas emisiones de valor cero están las que reducen las exhalaciones de gases nocivos.

La semana anterior fue presentado el Informe de Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático PPCC.

El financiamiento y las soluciones son necesarias para la transición a lo que la ONU llama una economía verde. La energía renovable, que proporciona electricidad sin producir dióxido de carbono ni otras formas de contaminación atmosférica, es un elemento fundamental para impulsar el crecimiento económico sostenible.  

Con el aumento de las temperaturas a nivel global, los cambios en los patrones climáticos, la subida del nivel del mar, el aumento de las sequías y las inundaciones, las poblaciones más vulnerables se enfrentan a riesgos cada vez mayores, como la inseguridad alimentaria, y tienen menos oportunidades de salir de la pobreza y conseguir una vida mejor.

De hecho, la ONU estima que el cambio climático podría empujar a otros 100 millones de personas a la pobreza de aquí a 2030.

Para hacer frente a estas preocupantes tendencias, se necesitan importantes recursos financieros, inversiones adecuadas y un enfoque global sistemático.  Para hacerlo realidad, se necesitan inversiones importantes y es fundamental contar con cooperación internacional. 

Hace más de una década, los países desarrollados se comprometieron a aportar de forma conjunta 100 000 millones de dólares al año para 2020 en forma de apoyo a la acción climática en los países en desarrollo.

Puede parecer mucho, pero compárelo con el gasto militar mundial en 2020, que se estimó en algo menos de 2 billones de dólares, o con los billones de dólares gastados por los países desarrollados en ayudas a sus ciudadanos relacionadas con el Covid-19.

Según un informe de expertos elaborado a petición del Secretario General de la ONU, el objetivo de destinar 100 000 millones de dólares para esas naciones no se está cumpliendo (los últimos datos disponibles para 2018 son de 79 000 millones de dólares), a pesar de que la financiación relacionada con el clima sigue una “trayectoria ascendente”. Por lo tanto, sigue habiendo un gran déficit de financiación. 

Los Fondos de Inversión en el Clima: Este Fondo dotado de
8 000 millones de dólares trata de “acelerar la acción climática potenciando las transformaciones en tecnología limpia, acceso a la energía, resiliencia climática y bosques sostenibles en los países en desarrollo y de renta media”.

El Fondo Verde para el Clima: creado por la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático en 2010, es el mayor fondo global dedicado al clima. Su mandato consiste en apoyar las acciones de mitigación y adaptación en los países en desarrollo. 

Existen otras fuentes de financiamiento como el Fondo de Adaptación, el Fondo para el Medio Ambiente Mundial, el Programa ONU-REDD y el Fondo de Tecnología Limpia.

Héctor Morales
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COLUMNAS

Priorizando la vacunación para personas con discapacidad

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Consejo Editorial Conadi

Desde la pandemia de Covid-19, la inmunización se ha constituido como un tema de trascendental importancia, al ser una herramienta crucial para salvaguardar a nuestras comunidades. El acceso equitativo a la vacunación no solo constituye un componente esencial de la atención primaria de salud, sino que también se establece como un derecho humano fundamental.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha subrayado que sin las vacunas, las epidemias de numerosas enfermedades prevenibles podrían resurgir, dando lugar a un aumento significativo en los casos de enfermedad, discapacidad y, lamentablemente, fallecimientos.

Por consiguiente, resulta imperativo tomar conciencia sobre la importancia de que los programas de inmunización sean accesibles para todas las personas, especialmente para aquellas que viven con alguna discapacidad.

La vacuna salva millones de vidas cada año.

La International Disability Alliance (IDA) ha emitido un llamado enérgico instando a los países a implementar planes de vacunación que prioricen a todas las personas con discapacidad. Este colectivo enfrenta barreras tanto actitudinales como ambientales que pueden obstaculizar su acceso a los servicios de salud, lo cual subraya la necesidad de una atención prioritaria.

Es importante tener en cuenta que las personas con discapacidad, según su condición, pueden estar especialmente expuestas a enfermedades infecciosas y correr un mayor riesgo de sufrir complicaciones graves. Por lo tanto, la vacunación adquiere una relevancia aún mayor para proteger su salud y bienestar.

La Red Latinoamericana de Organizaciones de Personas con Discapacidad y sus Familias (Readis) ha destacado que las personas con discapacidad constituyen un grupo vulnerable dentro de la población, lo que implica la necesidad de que los gobiernos garanticen y prioricen la vacunación para este segmento, independientemente de diversos factores como género, edad o tipo de discapacidad.

Para garantizar el derecho a la salud de las personas con discapacidad y crear un entorno seguro, es esencial incluir a asistentes personales, cuidadores familiares y trabajadores de servicios relacionados con la discapacidad en los programas de vacunación.

Esto supondría un avance significativo en la priorización de los sectores vulnerables que conforman nuestra sociedad. En el ámbito nacional, el Organismo Legislativo ha dado pasos importantes para garantizar el acceso a los programas de vacunación, como la aprobación en 2022 del Decreto 6-2022, Ley de Vacunación, normativa que garantizará la vacuna voluntaria y gratuita a todos los guatemaltecos y que hace posible la inmunización con pertinencia cultural en todos los departamentos del país.

La Semana Mundial de la Inmunización, celebrada del 24 al 30 de abril, nos brinda la oportunidad de unirnos al llamado global para garantizar programas de vacunación dirigidos a personas con discapacidad y sus familias. La salud es un derecho fundamental respaldado constitucionalmente, y su provisión debe ser equitativa y libre de discriminación.

Colaborador DCA
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El abandono de la lectura

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Mary Macmillan

Facultad de Artes Liberales

En los últimos años se ha visto un aumento significativo en la producción de textos dirigidos a un público infantil. Numerosas editoriales tanto consolidadas como aquellas que conocemos como independientes han considerado explícitamente en sus catálogos a esos “locos bajitos”, como diría Serrat. Si visitan ferias de libros habrán notado esta oferta de libros colorinches, incluso para pre lectores con tapas duras, con una variedad de temas y estilos singulares que marcan cada propuesta editorial.

Los niños de hoy en día son “consumidores” de libros y los padres están dispuestos a invertir económicamente en este ítem. Sin embargo, ocurre un fenómeno curioso y preocupante: una vez que el niño supera la etapa de la infancia y entra a la adolescencia o a la preadolescencia, deja de leer o interesarse por comprar nuevos libros.

Se supone que si un niño está familiarizado con el libro tanto como objeto como con el proceso de lectura seguiría de modo casi espontáneo con la lectura en niveles más complejos.

Por supuesto que siguen leyendo los textos de lectura obligada en sus colegios, pero ya no compran sus propios libros. ¿Por qué ocurre este fenómeno? Intentaré dar algunas luces. Se supone que si un niño está familiarizado con el libro tanto como objeto como con el proceso de lectura seguiría de modo casi espontáneo con la lectura en niveles más complejos.

Pero no es así. Una primera respuesta a este problema radica en la enorme oferta de libros para niños que no poseen una suficiente calidad literaria que le permita hacer una experiencia de lectura significativa.

Muchos padres no lectores conciben la compra de libros para sus hijos como una inversión en términos de un capital informativo o de lectura como herramienta laboral. Pero la experiencia de lectura implica muchos aspectos que van más allá de lo informativo.

Un libro es un espacio en el que se nos introduce en un entramado simbólico, de tradiciones culturales previas, de estructuras narrativas complejas y también de belleza estética. Llenar al niño con libros colorinches no es necesariamente llevarlo a una competencia lectora.

En una experiencia de lectura el niño se plantea sus propias preguntas, cultiva un lenguaje rico en resonancias y connotaciones, sigue una narración de la que se hace parte con apuestas anticipatorias, rechaza o confirma finales, se mueve en planos morales sobre conductas o comportamientos de los personajes, etcétera.

La lectura es un acto complejo en el que la mediación de un adulto empático y criterioso sigue siendo de suma importancia. Es lo que la estudiosa de literatura infantil, Teresa Colomer, denomina como “implicación sociofamiliar”.

Esto porque “a menudo no hay adultos formando ese entramado socioafectivo en casa ni en el entorno social”. En los tiempos que corren este planteamiento puede ser juzgado de adultocéntrico y de impositivo.

Pero desconocer la importancia de la mediación es olvidar el contexto intergeneracional en que brota el trascendental hábito de la lectura por gusto. Entendemos la mediación lectora como un compartir y debería estar lejos de situaciones del tipo “adivina qué tengo en la cabeza” (Gordon Wells).

Es decir, ese hábito docente en el que “los niños se esforzaban por saber qué esperaba el maestro que respondieran, en lugar de pensar realmente en el cuento sobre el que eran interrogados” (Colomer). La lectura libre que surge del mismo sujeto solo perdurará si ha sido previamente impulsada por un adulto interesado en el niño, que sabia y prudentemente lo ayude a encontrar ese libro que lo estimule y lo introduzca en su propio camino.

Colaborador DCA
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¿Es posible un mundo sin plásticos? (II)

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Andrea Cocchini 

Profesor de Derecho Internacional de la Universidad de Navarra

Estos datos manifiestan la inadecuación de los sistemas de reciclaje actuales, así como de alternativas, aparentemente más sostenibles, como los plásticos biodegradables o los bioplásticos.

Claro está que no se puede pedir que el futuro tratado regule y resuelva los múltiples retos, técnicos, económicos y sociales, que suponen todas las fases de vida de los plásticos (la extracción de las materias primas, el diseño de los productos, su consumo, la gestión y el traslado transfronterizo de los desechos plásticos).

El borrador sugiere excluir del ámbito de aplicación del futuro tratado las fases de extracción y transformación de las materias primas necesarias para la producción de plásticos.

No obstante, en atención a la gravedad y la urgencia del problema, parece que una (¿quizás ya la única?) solución aún posible para invertir el rumbo al que nos llevan las cifras referidas sería la inclusión en el nuevo tratado de una prohibición a los estados partes de producir nuevos plásticos innecesarios. Sin embargo, después de la tercera ronda de negociaciones del INC (de las cinco previstas), la sensación es que los delegados estatales no están realmente barajando esta posibilidad, ni siquiera a medio plazo.

En el momento en que se escribe, disponemos de un segundo borrador de tratado que será el documento de referencia para las negociaciones de la cuarta sesión, que tienen lugar del 21 al 30 de abril de 2024 en Ottawa (Canadá). El documento recoge las diferentes posturas de los representantes nacionales durante la tercera ronda de negociaciones que tuvo lugar en Nairobi (Kenia), en noviembre de 2023.

Este segundo borrador cubre un amplio abanico de alternativas, en ocasiones diametralmente opuestas. Por un lado, mantiene la propuesta de prevenir, reducir progresivamente y eliminar la futura contaminación plástica para 2040, reflejando así las posturas de los países más interesados en erradicar el problema, como los reunidos en la Alianza de Pequeños Estados Insulares.

Por otro lado, de acuerdo con los Estados que proponen centrarse más en la gestión racional de los residuos plásticos y en la mejora del diseño del plástico para hacerlo más reciclable (como los del Consejo de Cooperación para los Estados Árabes del Golfo), el borrador sugiere excluir del ámbito de aplicación del futuro tratado las fases de extracción y transformación de las materias primas necesarias para la producción de plásticos (esencialmente, crudo y gas).

  Continuará… 

Colaborador DCA
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