COLUMNAS
La apreciación de la sublimidad en la sociedad
Del arte y otras cosas
Ana Castañeda
Directora General de las Artes, Ministerio de Cultura y Deportes
Es comprensible que la sublimidad ha sido un concepto clave en la filosofía estética que, en su complejidad elusiva, suele generar debates en cuanto a categorización y caracterización ante el dinamismo de la experiencia estética humana. Y es que el juicio estético ciertamente se ha depreciado y desvalorizado en los últimos tiempos a causa de la inclinación social ante la trivialidad del consumismo, lo mágico de la sociedad virtual y lo alienante de la búsqueda de los excesos. En sentido complementario, vale la pena destacar que el término “sublime” proviene del latín sublimis, que significa “elevado” o “alto”.
En términos filosóficos y estéticos, la sublimidad ha sido entendida como una experiencia estética que va más allá de la belleza cotidiana o vulgar; es decir, una sensación de éxtasis, de euforia, de asombro que, ciertamente, puede surgir ante una obra de arte, un paisaje natural o, incluso, una idea, experiencia, persona o escenario trascendental.
Se trabaja para formar sociedades más sensibles, capaces de reconocer los entornos sociales.
La sublimidad, a diferencia de lo bello, no necesariamente busca armonía o perfección, sino que a menudo está asociada a la divinidad, majestuosidad o a lo infinito. Dicho de otra manera, la sublimidad podría facultarse a un estado del ser que, meritocráticamente, debiéremos vivenciar constantemente dentro de los límites del orden, esfuerzo, equilibrio y sobretodo, en contacto con el arte.
¿Pero, por qué el juicio estético enmarcado en la sublimidad ha experimentado depreciación y desvalorización ante la generalidad social? Nuestras sociedades, especialmente contextualizadas las nuevas generaciones, están sujetas a condiciones como la aculturación, la globalización y otros factores que alteran el equilibrio individual.
Si bien, algunos excepcionales factores de modernización contribuyen a la eficiencia, sentido de urgencia e inmediatez, sobre todo en el parámetro de la información, ciertamente limitan la expresión, la emoción y equilibrio del ser humano, evitando la integración de todas las aristas necesarias para naturalidad y estabilidad humana que trae consigo, la facultad de las experiencias que brindan las distintas categorizaciones estéticas.
Nuestras sociedades en la actualidad se están tornando menos sensibles, menos empáticas, menos resilientes y, por el contrario, se muestran más rígidas, materialistas y con ello, el resultado de posicionarse ante la vulnerabilidad de afecciones y trastornos psicológicos, prisioneros de la volatilidad y efimeridad de la imagen, generados por la carencia de experiencias revitalizantes como cada una de las disciplinas del arte. Cabe resaltar que, si bien el arte no es el único factor necesario en la demanda del ser humano, es un componente medular en la integración de los ámbitos de vida, ya que trastoca diferentes inteligencias múltiples, especialmente la intrapersonal.
Desde el quehacer del arte se comunican las emociones a partir de las diferentes categorías estéticas, se traslada determinado tipo de mensaje encriptado en lo material o inmaterial de la obra. Lo que de ello destaca es el diálogo entre el artista y el espectador y las emociones que son comunicadas a través de la percepción de los sentidos.
Es por eso que, desde el Ministerio de Cultura y Deportes, se trabaja para fomentar, difundir el arte, sus creadores y espectadores, pero también para formar sociedades más sensibles capaces de reconocer los entornos sociales, sus necesidades y dotarnos de esta manera de empatía, respeto y voluntad.
Marielos Carranza mejía
Cada año, el tercer domingo de noviembre, se conmemora el Día Mundial en Recuerdo de las Víctimas de Accidentes de Tráfico, un momento para honrar a quienes han perdido la vida en las carreteras y una oportunidad para reflexionar sobre la alarmante realidad que enfrentan las juventudes en este contexto.
Según la Organización Mundial de la Salud, los accidentes de tráfico son la principal causa de muerte entre los jóvenes de 15 a 29 años a nivel mundial, y en Guatemala, esta situación es aún más crítica, ya que el Observatorio Nacional de Seguridad de Tránsito destacó que los jóvenes son los conductores más involucrados en incidentes de tránsito y representan un alto porcentaje de fallecidos y lesionados.
Las campañas de sensibilización sobre la importancia de la conducción segura deben ser una prioridad, especialmente en las instituciones educativas.
De acuerdo con el Observatorio Nacional, los tipos de sucesos más frecuentes son las colisiones y los atropellos, seguidos de choques, vuelcos y caídas, lo alarmante es que la mayoría de las víctimas son hombres jóvenes.
Los factores de riesgo que inciden en estos desenlaces son el exceso de velocidad, la sobrecarga de vehículos, el manejo bajo los efectos del alcohol y la falta de uso de casco protector; esta realidad exige una respuesta inmediata y eficaz. Desde el Consejo Nacional de la Juventud (Conjuve) hacemos un llamado a la sociedad para que tome en serio esta problemática.
Es fundamental que, como sociedad, trabajemos para cambiar esta narrativa; las campañas de sensibilización, sobre la importancia de la conducción segura deben ser una prioridad, especialmente en las instituciones educativas; asimismo, la promoción de programas de educación vial que incluyan talleres interactivos, charlas y actividades prácticas, para que los jóvenes comprendan el impacto de sus decisiones al volante.
Asimismo, se necesita reforzar las leyes de tránsito y promover medidas que garanticen la seguridad en las carreteras; además de establecer controles más efectivos sobre el consumo de alcohol. Por otro lado, la creciente influencia de la tecnología, como el uso de aplicaciones móviles y redes sociales, también impacta el comportamiento de los jóvenes al volante, aumentando el riesgo de accidentes.
La conmemoración de este día debe servir como un recordatorio de que cada vida perdida en un accidente de tráfico representa un futuro truncado; cada joven que fallece en las carreteras es una familia que llora, una comunidad que se duele y un sueño que se apaga. La seguridad vial es responsabilidad de todos, y es hora de que la juventud tome la delantera en esta causa.
Unidad de Comunicación y Relaciones Públicas
CONADI, Guatemala.
El deporte es una poderosa herramienta para mejorar la calidad de vida de todas las personas. No solo favorece la salud física y mental, sino que también facilita la asimilación de valores y fortalece el trabajo en equipo. Cuando el deporte se enfoca en personas con discapacidad, se convierte en un puente hacia múltiples beneficios: aporta autonomía, además de fortalecer su autoconfianza, promoviendo así una inclusión social más efectiva.
En los últimos años, los espacios para la participación deportiva han demostrado que el deporte debe ser accesible para todos. La familia, los amigos y la comunidad juegan un papel esencial en la integración de niños y jóvenes con discapacidad, quienes encuentran en el deporte una vía para desarrollarse plenamente.
¡Promovamos juntos una participación plena y efectiva, para todos y todas!
Un ejemplo destacado de inclusión en el deporte son los XI Juegos Centroamericanos para Estudiantes con Discapacidad, organizados por el Consejo del Istmo Centroamericano de Deporte y Recreación (Codicader).
Este evento, que se celebrará en la Ciudad de Panamá durante noviembre de 2024, se presenta como una plataforma de desarrollo deportivo para jóvenes y una oportunidad para fortalecer la paz y la unidad en la región. En este escenario se demuestra que no existen barreras y que los límites, solo están en la mente de las personas.
El Consejo Nacional para la Atención de las Personas con Discapacidad (Conadi) extiende sus felicitaciones a la Dirección General de Educación Física (Digef), que coordina la participación de los atletas guatemaltecos en esta justa.
Conformada por estudiantes con discapacidad sensorial, física e intelectual, la delegación guatemalteca competirá en disciplinas como natación adaptada, paratletismo, paranatación y goalball. Estos jóvenes, provenientes de diversos establecimientos públicos y privados de distintos departamentos, son dignos representantes del país y del derecho al deporte y la recreación.
Con su participación en los Juegos Centroamericanos, los estudiantes nos muestran que el deporte transforma vidas y permite una inclusión plena en la sociedad. Nos recuerda que estamos obligados como sociedad a abrir espacios para garantizar la accesibilidad, promoviendo el reconocimiento de la discapacidad como una condición y no como un impedimento. Niños, niñas y adolescentes con discapacidad deben encontrar en el deporte, el arte y otras disciplinas un espacio para su desarrollo integral.
Frank Gálvez
Locutor y Escritor
A lo largo de la historia, nuestra civilización resuena con relatos de grandeza y valor. Sin embargo, en el corazón de cada legado perdurable se encuentran dos virtudes eternas: el honor y el amor.
Juntos, estos elementos actúan como el centro focal de todo lo que se venera, dejando una marca indeleble en la humanidad. Ya lo dijo Marco Aurelio: “El eco de lo que hacemos ahora, resuena en la eternidad”.
El honor no es simplemente un código de conducta; es la savia del carácter, la responsabilidad inquebrantable de defender la virtud por encima de todo. Él requiere que se actúe con integridad incluso cuando uno no es observado, y que nuestras elecciones reflejen lealtad a la verdad y la justicia.
”Nadie puede adquirir honor haciendo lo que está mal“. Thomas Jefferson
Este compromiso con la rectitud constituye la piedra angular de un legado duradero, ya que las acciones arraigadas en el honor se ganan el respeto de las generaciones futuras. Es altruismo, con la disposición a sacrificar ganancias personales por el bienestar de los demás.
Esas intenciones nobles dejan una marca indeleble, una narrativa de respeto y devoción que resuena a través de los siglos. En palabras del filósofo Sócrates: “Considera tu buen nombre como la joya más rica que puedas poseer”. Es a través de esta virtud que las personas se convierten en leyendas, dejando ejemplos para ser aspirados, emulados y de los que se obtiene fortaleza.
Mientras que el honor forma la columna vertebral moral, el amor insufla el significado a la existencia. Este, en su forma más pura, no se limita al afecto romántico, sino que encarna una dedicación inquebrantable a algo más grande que uno mismo. Es energía ilimitada y generosa que induce a nutrir, proteger y cultivar.
Mahatma Gandhi expresaba al respecto: “Allí donde hay amor hay también vida”. Ya sea amor por la familia, por lo que hacemos o por la humanidad misma, este profundo compromiso enriquece el camino y el legado de cada uno, haciendo hincapié en la fuerza vivificante que el amor infunde en todo cuanto hacemos.
Continuará…