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COLUMNAS

Juan José Arévalo Bermejo (1904-1990), fascismo, neofascismo y autoritarismo (I)

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Oscar Peláez Almengor, Ph.D. (Tulane University, 1996).

Centro de Estudios Urbanos y Regionales.

Universidad de San Carlos de Guatemala.

El doctor Juan José Arévalo Bermejo nos cuenta en suobra Despacho Presidencial (2008) que, al asumir el poder, el mundo aún estaba en guerra. El 15 de marzo de 1945, Alemania ardía en sus fronteras este y oeste, así como en el mar del Norte. La guerra continuaba en marzo y abril en el norte de Italia, Austria, Yugoslavia y Checoslovaquia.

A inicios de mayo, los últimos combates se desarrollaban en el centro de Alemania, Holanda, Dinamarca y Noruega. Roosevelt falleció el 12 de abril; Mussolini fue ejecutado el 28 y Hitler se suicidó el 30. Alemania capituló el 7 de mayo, pero Japón siguió luchando. En mayo, junio y julio, las fuerzas aliadas estadounidenses, británicas, francesas y australianas combatieron por aire, mar y tierra en Okinawa, Indochina, Birmania, el Pacífico central e Indonesia.

El fascismo italiano y el nacionalismo alemán fueron regímenes que llevaron al mundo al borde del abismo, con una destrucción masiva.

El 26 de julio, los aliados (EE. UU., Reino Unido y China) presentaron un ultimátum a Japón. Ante la negativa nipona, se lanzó la primera bomba atómica sobre Hiroshima el 6 de agosto, seguida de una segunda sobre Nagasaki el 9. El 15 de agosto cesaron las hostilidades, y el 2 de septiembre se firmó la rendición total a bordo del acorazado USS Missouri, en la bahía de Tokio.

El fascismo italiano y el nacionalsocialismo alemán fueron regímenes que llevaron al mundo al borde del abismo, con una destrucción masiva como la realizada por los nazis en los campos de concentración, donde asesinaron a más de 6 millones de judíos en cámaras de gas. 

Se estima que, solo en la Unión Soviética, 25 millones de personas perdieron la vida en la lucha contra los nazis. Las pérdidas humanas fueron aterradoras. 

A esto se suman los enormes daños económicos que la guerra causó. Como señaló el presidente Arévalo: “Es lo que ocurre cuando el poder político en algunas grandes potencias cae en manos de líderes mentalmente perturbados”.

Colaborador DCA
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COLUMNAS

¿Estamos preparados en Guatemala y CA para la IA?

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Juan Carlos Rodríguez Paniagua

Homeland Cloud Software

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El libro The Coming Wave, de Mustafa Suleyman, explora un futuro inevitable: la inteligencia artificial (IA) está transformando nuestras vidas a gran velocidad. Pero ¿cómo impactará esta revolución en sociedades como las de Guatemala y Centroamérica? 

La IA ha demostrado su capacidad para cambiar economías enteras, automatizando procesos y optimizando recursos. En Guatemala, donde las desigualdades son profundas, la adopción de IA puede ser un motor para el desarrollo, pero también puede aumentar las brechas si no se maneja con cuidado.

Las alianzas entre gobiernos, empresas y universidades serán clave para cerrar la brecha tecnológica.

En el sector agrícola, la IA podría mejorar la productividad a través del análisis predictivo y el uso de sensores, optimizando recursos y generando mejores rendimientos. Esto podría transformar a pequeñas y medianas empresas agrícolas, permitiéndoles competir a nivel internacional. Sin embargo, barreras como la falta de infraestructura tecnológica en zonas rurales y el acceso desigual a la educación digital, lo limitan.

La IA tiene el potencial de revolucionar el comercio y la industria. Las grandes empresas en Guatemala ya están explorando su uso, pero las pequeñas carecen de los recursos para integrarla, lo que podría ampliar la brecha entre sectores. En un país donde muchos empleos dependen de tareas no cualificadas, la IA podría generar un desempleo masivo si no se toman medidas para reconvertir a los trabajadores y fomentar la educación tecnológica.

El reto para Centroamérica es lograr un equilibrio entre la adopción de IA y la protección de los empleos. Las políticas públicas deben enfocarse en la capacitación y en crear nuevas oportunidades laborales para quienes puedan verse afectados.

Suleyman también resalta la necesidad de un marco ético y robusto para gestionar la IA. En Guatemala, la regulación tecnológica es limitada. A medida que la IA toma relevancia en sectores clave como la seguridad y la salud, será crucial establecer normas que protejan los derechos de las personas y aseguren la transparencia.

La protección de los datos personales y la ciberseguridad también deben estar en el centro de las políticas públicas para evitar abusos en el uso de la IA por parte de empresas o gobiernos. Los países que logren adaptarse rápidamente a la IA serán los grandes ganadores. Para Guatemala, esto implica apostar por la educación tecnológica, fomentar la colaboración entre el sector público y privado, y desarrollar infraestructura digital. Las alianzas entre gobiernos, empresas tecnológicas y universidades serán clave para cerrar la brecha tecnológica. El desarrollo de talento local en áreas como el análisis de datos y la ciberseguridad es esencial.

La llegada de la inteligencia artificial es inevitable. The Coming Wave nos advierte de los peligros de no prepararnos, pero también nos muestra las oportunidades que puede traer si tomamos las decisiones correctas para aprovecharla.

Colaborador DCA
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COLUMNAS

La Revolución de las Normalistas (II)

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Glenda García García

Psicoantropóloga social e investigadora feminista. 

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Desde este paradigma se fortalecieron los procesos educativos, intelectuales y artísticos de mujeres que pertenecían a una sociedad patriarcal, quienes, al practicar los principios de libertad y participación, transgredían su propia realidad y la de su sociedad.

La Escuela Nueva materializó un tipo de formación para mujeres que estimuló a muchas más en su deseo de educarse y de esta manera se potenciaron las condiciones de igualdad intelectual entre los géneros, igualdad que se alcanza con el desarrollo cognitivo, más aún, si la educación que se recibe es liberadora.

La Escuela Nueva materializó un tipo de formación para mujeres que estimuló a muchas más en su deseo de educarse y de esta manera se potenciaron las condiciones de igualdad intelectual entre los géneros.

Entre los postulados pedagógicos de la Escuela Nueva que sustentaron el cambio cultural feminista originado por las normalistas, se encuentran: 

Democracia y formación para la actuación ciudadana, expresada desde las aulas en el autogobierno estudiantil y la organización en comisiones de trabajo para la conducción escolar en su conjunto.

Formación liberadora que enaltecía el desenvolvimiento de la personalidad, la creación libre, la intelectualidad y la participación en el aula y fuera de ella. 

Libertad para una formación plena que, mediante la acción libre, estimulaba la creación, el servicio, el deber colectivo y la responsabilidad. Se establecieron las condiciones para el desarrollo del teatro, la danza, los deportes, la música, la escritura, la poesía, entre otras expresiones artísticas.

Promoción de la expresión libre y la comunicación cristalizadas en ideas reproducidas en periódicos (periodismo estudiantil), radio y revistas.

Formación dirigida hacia propósitos de vida y no de acumulación de conocimientos; desarrollo de la libertad interior que centraba la importancia de la experiencia y la calidad de vivir que se aprenden en el contacto con la realidad, no solamente en las aulas desde una enseñanza sistematizada. 

No se educaba para llegar a ser algo sino la experiencia educativa es la vida misma que se forja desde ese momento y no para un después.

Relación horizontal entre educadores, estudiantes y la comunidad educativa en su totalidad.

La enseñanza desde el enfoque de la Escuela Nueva, fortalecida con las políticas públicas impulsadas por los gobiernos revolucionarios (1944-1954), estableció condiciones para el acceso de niñas y mujeres a la educación pública a nivel nacional, originando un cambio cultural feminista que desde entonces hasta el presente, abrió espacios para que las mujeres se destacaran en la educación, la política, las artes, la literatura, la ciencia, los deportes, la conquista de derechos, la paz y la vida en democracia. 

A 80 años de la Revolución de Octubre, muy poco se sabe de las estudiantes normalistas y de la revolución pedagógica y cultural que nos heredaron desde aquel 13 de julio de 1944. 

Sea este escrito un acto de homenaje y gratitud a su legado. 

Guatemala, 20 de octubre de 2024.

Colaborador DCA
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COLUMNAS

Sevicia

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Raúl Figueroa Sarti
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Conocí el poema Vámonos patria a caminar, de Otto René Castillo, cuando se lo escuché declamar alrededor de 1973 al estudiante Neri Espinoza, quien por entonces tendría unos 22 o 23 años. Era un momento en que el movimiento estudiantil y popular se empezaba a recuperar de la brutal represión sufrida en años anteriores. En julio de ese año se produjo la gran huelga de los maestros que desafió al régimen criminal del general Carlos Arana Osorio.

En 1980, luego del asesinato de mi hermano menor (tenía 17 años), salí hacia Nicaragua en donde me volví a encontrar con Neri. De Nicaragua él salió hacia Canadá en donde vivió durante muchos años. Hace pocos años volví a saber de él y me enteré de que se casó con María Eugenia Molina, hermana de mi querida amiga de toda la vida Lucrecia Molina Theissen.

Es urgente que el Congreso nombre una comisión especial que investigue los delitos de Consuelo Porras Argueta.

El 6 de octubre de 1981 miembros del Ejército de Guatemala secuestraron en su casa de habitación al niño Marco Antonio Molina Theissen, de 14 años de edad. Hoy, Marco Antonio, que tendría 58 años, continúa desaparecido. Por ese hecho en 2018 fueron condenados los militares Benedicto Lucas García, Manuel Callejas, Hugo Ramiro Zaldaña y Francisco Gordillo.

En los últimos años se ha convertido en práctica común de los abogados que realizan la defensa de acusados por crímenes de lesa humanidad durante el conflicto armado interno la descalificación y amenazas de jueces, fiscales, testigos y parte acusadora. De ahí que no haya resultado del todo sorprendente que la abogada Karen Fisher haya tenido la osadía perversa de acusar a Neri Espinoza (74 años) de ser realmente Marco Antonio Molina Theissen (hoy tendría 58 años). 

La crueldad implícita en semejante acusación no es de extrañar cuando viene de una persona que tiene como héroes a personas que asesinaron y torturaron durante el conflicto armado. Lo que es absolutamente inadmisible es que el Ministerio Público se sume a semejante patraña y, a pesar de que tal acusación ya fue desestimada, persista en su afán de criminalización a la familia Molina Theissen, convirtiendo a las víctimas en victimarios.

Es urgente que el Congreso de la República nombre una comisión especial que investigue los delitos de Consuelo Porras Argueta. No hacerlo compromete al Estado de Guatemala frente a la justicia internacional.

Colaborador DCA
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