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COLUMNAS

Confrontando el pasado a cinco siglos de la conquista (II)

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Dr. Jorge Antonio Ortega G.
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La mayoría de los historiadores hispanoamericanos conocen las Cartas de Relación entre Pedro de Alvarado y Hernán Cortes durante la primera fase de la conquista del territorio de lo que hoy pertenece a Guatemala, pero muy pocos han tenido contacto con el Memorial Sololá y/o los Anales de los Cakchiqueles; texto con datos precisos de interés histórico, sobre pueblos y comunidades.

En ellos se da noticia de acontecimientos relevantes de la historia del pueblo kaqchiquel: pestes, terremotos, arribo de personajes importantes y otros hechos; tiene un valor literario y abundante información histórica, de muestra un extracto del Memorial de Sololá: “Durante este año (1524) llegaron los castellanos a Guatemala… El día 1 Ganel (22 de febrero de 1524) fueron destruidos los quichés por los castellanos. Su jefe, el llamado Tunatiuh (el sol), conquistó todos los pueblos.

Hasta entonces no eran conocidas sus caras. Hasta hacía poco se rendía culto a la madera y a la piedra… Luego salieron (los españoles) para la ciudad de Gumarcaah, donde fueron recibidos por los reyes Ahpop y el Ahpop Qamahay, y los quichés les pagaron tributo.

Entender el presente es comprender el pasado que, a su vez, permite visualizar el futuro.

Pronto fueron sometidos los reyes a tormento por Tunatiuh. El día 4 Qat (9 de marzo de 1524) los reyes… fueron quemados por Tunatiuh (D. Pedro de Alvarado no tenía compasión por la gente el corazón de Tunatiuh durante la guerra. Enseguida llegó un mensajero de Tunatiuh (D. Pedro de Alvarado) ante los reyes (Kaqchikeles) para que le enviaran soldados: “Que vengan los guerreros… a matar a los quichés”, … la orden fue obedecida al instante y dos mil soldados marcharon a la matanza de los quichés.

El día 1 Hunahpú (14 de abril de 1524) llegaron los castellanos a la ciudad de Iximché (Guatemala)… De esta manera llegaron antaño los castellanos ¡Oh, hijos míos! En verdad influían miedo cuando llegaron. Sus caras eran extrañas. Los Señores (Reyes) los tomaron por dioses. Nosotros mismos, vuestro padre, fuimos a verlos cuando entraron (a la ciudad).”

Este memorial, como los otros documentos indígenas poseen un valor incalculable debido a que se constituyen como un indicador legítimo para corroborar los datos contenidos en esas crónicas de antaño con la versión ibérica. Además, proporciona noticias complementarias que abren nuevas líneas de investigación y permiten la construcción de ponencias académicas de los temas más diversos, diseñando un universo paralelo del conocimiento de la conquista a cinco siglos.

Los documentos indígenas derivan en su mayoría de una memoria colectiva hecha tradición oral, que luego fue trasladada al papel en idioma indígena, haciendo uso del alfabeto castellano.

Al Memorial de Sololá y al Título de los Señores de Totonicapán se pueden sumar las siguientes crónicas: Historia Quiché, de don Juan de Torres; Título de la Casa Ixcuín Nehaíb, Señora del territorio de Otzoyá; Título Real de don Francisco Izquín Nehaíb; Historia de los Xpantzay de Tecpán Guatemala; Título del pueblo de Santa Clara La Laguna; el Título de los C´oyoi; Título del Ajpop Huestzitzil Tsunún; el Título de Alotenango y el Manuscrito Xecul.

Con una trascendencia visual se encuentra el Lienzo de Tlaxcala, en el cual de sus 80 láminas las últimas cinco corresponden a los sucesos de la conquista del territorio de Guatemala con una visión retrospectiva a 500 años de los sucesos de la conquista.

Conforme pasa el tiempo, es mucho más fácil aproximarse al pasado desde diferentes ángulos y especialidades con la certeza de las evidencias y los análisis que ahora permite la tecnología de punta. Entender el presente es comprender el pasado, que a su vez permite visualizar el futuro, pero, para ello, se necesita confrontar las diversas fuentes.

Colaborador DCA
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COLUMNAS

Premios por trayectoria y aportes al arte guatemalteco

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Fernando Soto, 

Director de Fomento de las Artes, Ministerio de Cultura y Deportes 

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Guatemaltecos, cuyos nombres han trascendido las fronteras de nuestro país por su valor artístico, forman una constelación de estrellas en el firmamento del arte nacional. Nombres como Joaquín Orellana, Carlos Mérida, Efraín Recinos o Miguel Ángel Asturias, son algunas de estas figuras del arte nacional que dan renombre a Guatemala en el universo artístico. 

El Estado de Guatemala, por medio del Ministerio de Cultura y Deportes, constitucionalmente tiene la obligación primordial de proteger, fomentar y divulgar la cultura nacional y, anualmente, reconoce a los artistas por medio de la entrega de los Premios por Trayectoria y Aportes al Desarrollo del Arte.

El Estado tiene la obligaciòn de proteger, fomentar y divulgar la cultura nacional.

Marimba, teatro, danza, música, artes visuales y artes circenses son las disciplinas en las que se premia a mujeres y hombres guatemaltecos dedicados al arte nacional, enalteciendo, reconociendo y valorando a las y los guatemaltecos dedicados al quehacer artístico nacional.

Durante el año se entregan los premios a los artistas en cada una de las disciplinas en las que han destacado, contribuyendo al desarrollo del arte, ya sea por medio de la docencia, la proyección de su arte como destacado intérprete, o la labor  creadora de obras artísticas, fruto de años de dedicación y esfuerzo, sirviendo como ejemplo a las nuevas generaciones de niños y jóvenes que inician o se están formando en el arte y, a la vez, proyectando su obra creadora a la sociedad guatemalteca, dejando un legado artístico que muestra  la grandeza del arte a nivel nacional e internacional.

Educadores que transmiten a las nuevas generaciones su conocimiento y experiencia en las escuelas de arte, conservatorios o academias comunitarias que existen en el territorio nacional;  dramaturgos, compositores y coreógrafos que  plasman en su obra historias y vidas, paisajes sonoros, lenguajes corporales cadenciosos con el fin de transmitir una idea, un momento, un mensaje, un recuerdo o una realidad; músicos, actrices y actores, bailarinas y bailarines, escultores y pintores, payasos, acróbatas y magos que han dejado su vida en las tablas, en teatros, en galerías, en parques, iglesias, edificios, en festivales o en donde se pueda hacer un escenario o montar una exposición y presentar ante un público diverso y colorido el fruto de la obra creadora
individual o colectiva.

Mientras sigamos reconociendo y valorando a nuestros artistas, seguiremos llenando de estrellas el firmamento artístico de nuestra Guatemala.

Colaborador DCA
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COLUMNAS

La crisis de la verdad: deepfakes y desinformación

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El Informe sobre Riesgos Globales 2024 del Foro Económico Mundial destaca las principales amenazas que enfrentará el mundo. Entre las más urgentes para los próximos dos años se encuentran la desinformación, los fenómenos meteorológicos extremos, la polarización social, ciberataques y los conflictos armados. 

La desinformación, entendida como información falsa difundida sin intención y como aquella creada deliberadamente para engañar, destaca como una de las amenazas más preocupantes. Dentro de este fenómeno, se incluyen las deepfakes: videos o audios generados con inteligencia artificial que imitan a personas reales diciendo o haciendo cosas que nunca ocurrieron.

No se trata solo de una amenaza tecnológica, sino también de un reto cultural.

Estas herramientas, que utilizan modelos de aprendizaje profundo para crear contenido casi indistinguible de la realidad, están ahora al alcance de cualquiera con acceso a un software básico, convirtiéndose en una poderosa arma de manipulación.

En un país como Guatemala, donde persiste la polarización política y la desconfianza en las instituciones, las deepfakes representan un riesgo enorme.

La rapidez con la que se difunde la información a través de plataformas como Facebook, WhatsApp o TikTok, sumada a la tendencia de la población a consumir información superficial sin verificarla, crea un terreno fértil para el éxito de este tipo de
manipulaciones.

Crear un deepfake no requiere de equipos sofisticados; basta con programas accesibles y suficiente material visual de la persona que se desea imitar. Casi cualquiera con intenciones maliciosas puede producir contenido para difamar a figuras públicas, marcas o influir en decisiones políticas y sociales. En un país donde muchos ciudadanos se quedan en la superficie de lo que ven o escuchan, las consecuencias  pueden ser tremendas.

Vivimos en una era de sobrecarga de información y contenido instantáneo, donde la veracidad de los hechos importa menos que las emociones que estos generan.  

Campañas de desprestigio y contenidos falsos no solo capturan la atención del público y manipulan sus percepciones, sino que también distorsionan la verdad y alimentan la polarización social, aumentando el clima de desconfianza.

A nivel global, estudios como los del MIT han demostrado que las noticias falsas y los deepfakes, se difunden más rápido y llegan más lejos que las noticias verdaderas, especialmente en el ámbito político. Esto se debe a su novedad, apariencia y a su capacidad de generar emociones fuertes como miedo, disgusto y sorpresa, haciéndolas más propensas a ser compartidas en redes sociales.  

No se trata solo de una amenaza tecnológica, sino también de un reto cultural. Las redes sociales, que surgieron como espacios para la libre expresión, hoy pueden adormecer el razonamiento crítico, convirtiendo a los usuarios en presa fácil de la manipulación. En lugar de profundizar y cuestionar, muchos se quedan en la superficie de los titulares y contenidos virales, adoptando posturas emocionales antes que basadas en hechos.

Como ciudadanos, tenemos una gran responsabilidad ante esta amenaza. No debemos consumir toda la información que nos llega sin cuestionarla. Necesitamos practicar un escepticismo saludable, fomentar la alfabetización mediática, la cultura de verificación y análisis crítico educándonos para identificar y combatir la desinformación.

Si no aprendemos a discernir entre la verdad y la manipulación, seguiremos siendo vulnerables y presas fáciles. Solo con una ciudadanía informada y crítica podremos proteger nuestro derecho a tomar decisiones .

Colaborador DCA
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COLUMNAS

Un compromiso municipal con la discapacidad

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Unidad de Comunicación y Relaciones Públicas
CONADI, Guatemala.

En Guatemala, se estima que 1,025,465 personas viven con al menos una dificultad, lo que equivale al 9.53% de la población total. Durante muchos años, las personas con discapacidad en nuestras comunidades han sido olvidadas y excluidas de diversos ámbitos sociales.

Este es un tema de preocupación para el Comité de Expertos de las Naciones Unidas, que, desde la ratificación de la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad en Guatemala, ha emitido 83 observaciones y recomendaciones al Estado guatemalteco.

Las OMD representan el enlace entre las personas con discapacidad y las entidades municipales.

Para cumplir con estas recomendaciones el CONADI, cuenta con el Departamento de Servicio Nacional de Discapacidad. A través de sus delegados departamentales trabaja con organizaciones e instituciones dedicadas a las personas con discapacidad.

El objetivo es influir en la voluntad política de las autoridades para que integren la temática de discapacidad en los Planes, Programas, Proyectos y Políticas municipales.

En seguimiento a este mandato, CONADI colabora activamente en la Comisión Departamental de Discapacidad (CODEDIS) y con la Comisión Municipal de Discapacidad (COMUDIS); y a partir de la publicación del Acuerdo Gubernativo 137-23024, el pasado 2 de septiembre en el Diario Oficial, el CONADI podrá participar con voz y voto en los Consejos Departamentales de Desarrollo Urbano (CODEDES).

Estos esfuerzos buscan fomentar la participación ciudadana y crear espacios específicos para la instalación de Oficinas Municipales de Discapacidad en los municipios del país.

Hasta la fecha, se han establecido 131 Oficinas Municipales de Discapacidad (OMD) y 2 Direcciones Municipales de Discapacidad (DMD), que sirven como enlace directo entre las personas con discapacidad y sus familias en cada municipio.

Las aperturas más recientes incluyen las oficinas de Santa Catarina Mita, Jutiapa; Melchor de Mencos, Petén; Samayac, Suchitepéquez, San Rafael las Flores, Santa Rosa; Olopa y Quezaltepeque en Chiquimula; así como en Jocotenango y Pastores en Sacatepéquez.

Colaborador DCA
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