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COLUMNAS

¿Tiempos finales?

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Dr. Jorge Antonio Ortega Gaytán
ortegagaytan59 @gmail.com

Nombre del artículo: La historia de la humanidad parece ser la del conflicto, desde tiempos inmemorables la guerra ha transformado el panorama de nuestra existencia en la faz de esta tierra. En la mitología griega como en el Popol Vuh el conflicto está presente y nuestro anhelo por la coexistencia pacífica es una utopía.

¿Qué es lo que nos impulsa a destruirnos mutuamente? Cuál es la necedad de ceder el paso a la muerte en nuestro diario vivir, si es algo que tenemos asegurado todos, ¡todos vamos a morir en algún momento! ¿Por qué acelerar su llegada? ¿Cuál es la ansiedad por finalizar nuestra existencia en esta experiencia terrenal?

Hoy, una vez más se estremece el mundo al estar de nuevo en las puertas de una conflagración global, el Medio Oriente está en llamas, el Pacto de Abraham se desmorona ante nuestros ojos, ¡la paz se cohíbe!, el odio se desborda pasando los límites de la razón humana, destruyendo cualquier oportunidad que presente la perspectiva del futuro, la esperanza prácticamente desaparece de las alternativas en la oscuridad de la incertidumbre, ¿qué más podemos esperar?, si el Apocalipsis bíblico ya lo rebasamos, al igual que las profecías de Nostradamus.

“El Pacto de Abraham se desmorona ante nuestros ojos, ¡la paz se cohíbe!”

Cuál es la fuerza que impulsa el interés supremo de ese choque de intereses, de sembrar la discordia, de abatirnos constantemente en duelos múltiples, porque al final eso es la guerra, un enorme duelo, cantidades de tumbas de soldados desconocidos, sin cruces, sin estrella de David, sin medias lunas, solo huesos fragmentados por las balas, bombas y esquirlas.

Todos ellos cubiertos de sangre derramada en el teatro de guerra, al final solo queda en el recuerdo de los deudos que ellos murieron por amor a la causa, a la patria que todo se lo merece, por ella y para ella todo es poco. El enfrentamiento de las fuerzas de la nación ucraniana y las rusas rompió el sueño de un milenio prometedor, la ruptura del equilibrio en el Medio Oriente provoca la apertura de la caja de Pandora para nuestra existencia sobre la faz de este planeta.

La ira de los dioses del pasado y de las profecías están como espectadores en el combate campal de los terrícolas, observando nuestra iniciativa y creatividad en las arengas para entusiasmar los corazones de los combatientes evitando el miedo en ellos y exaltando el espíritu de lucha para neutralizar al oponente, utilizando el máximo de brutalidad.

Sin duda, en nuestro presente estamos extrapolando los instintos más primitivos de los humanos al presente, donde se privilegia la subsistencia sin competencia, donde matar no era delito ni pecado y la devastación era permitida como premio soberbio de la victoria de uno contra otro, que con el pasar del tiempo y las experiencias hicieron que las religiones dictaminarán guerras con causas justas para librar a los dirigentes y sus fuerzas, y librarse de la condena celestial, luego leyes, protocolos y reglas para humanizar los conflictos armados entre Estados; ¿cuándo vamos a entender que no se puede justificar enviar a una generación entera a morir?, cuando la guerra es la continuación de la política por otros medios, que no es más que el reflejo permanente de la incapacidad política de los humanos para resolver la problemática de coexistencia.

Tenemos suficientes experiencias bélicas desde tiempos inmemoriales, solo se requiere de dar una lectura al Viejo Testamento para tener un inventario completo de nuestra presencia en este mundo; pero si es mucho el esfuerzo, si se peca de escepticismo, es posible aproximarse a la era cristiana, esos 2023 años en los que pareciera que el siglo pasado fue el más violento, pero que ahora se ve rebajado por la prospectiva del tercer milenio que abre las puertas del infierno de par en par.

Dr. Jorge Antonio Ortega G.
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COLUMNAS

Premios por trayectoria y aportes al arte guatemalteco

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Fernando Soto, 

Director de Fomento de las Artes, Ministerio de Cultura y Deportes 

[email protected]

Guatemaltecos, cuyos nombres han trascendido las fronteras de nuestro país por su valor artístico, forman una constelación de estrellas en el firmamento del arte nacional. Nombres como Joaquín Orellana, Carlos Mérida, Efraín Recinos o Miguel Ángel Asturias, son algunas de estas figuras del arte nacional que dan renombre a Guatemala en el universo artístico. 

El Estado de Guatemala, por medio del Ministerio de Cultura y Deportes, constitucionalmente tiene la obligación primordial de proteger, fomentar y divulgar la cultura nacional y, anualmente, reconoce a los artistas por medio de la entrega de los Premios por Trayectoria y Aportes al Desarrollo del Arte.

El Estado tiene la obligaciòn de proteger, fomentar y divulgar la cultura nacional.

Marimba, teatro, danza, música, artes visuales y artes circenses son las disciplinas en las que se premia a mujeres y hombres guatemaltecos dedicados al arte nacional, enalteciendo, reconociendo y valorando a las y los guatemaltecos dedicados al quehacer artístico nacional.

Durante el año se entregan los premios a los artistas en cada una de las disciplinas en las que han destacado, contribuyendo al desarrollo del arte, ya sea por medio de la docencia, la proyección de su arte como destacado intérprete, o la labor  creadora de obras artísticas, fruto de años de dedicación y esfuerzo, sirviendo como ejemplo a las nuevas generaciones de niños y jóvenes que inician o se están formando en el arte y, a la vez, proyectando su obra creadora a la sociedad guatemalteca, dejando un legado artístico que muestra  la grandeza del arte a nivel nacional e internacional.

Educadores que transmiten a las nuevas generaciones su conocimiento y experiencia en las escuelas de arte, conservatorios o academias comunitarias que existen en el territorio nacional;  dramaturgos, compositores y coreógrafos que  plasman en su obra historias y vidas, paisajes sonoros, lenguajes corporales cadenciosos con el fin de transmitir una idea, un momento, un mensaje, un recuerdo o una realidad; músicos, actrices y actores, bailarinas y bailarines, escultores y pintores, payasos, acróbatas y magos que han dejado su vida en las tablas, en teatros, en galerías, en parques, iglesias, edificios, en festivales o en donde se pueda hacer un escenario o montar una exposición y presentar ante un público diverso y colorido el fruto de la obra creadora
individual o colectiva.

Mientras sigamos reconociendo y valorando a nuestros artistas, seguiremos llenando de estrellas el firmamento artístico de nuestra Guatemala.

Colaborador DCA
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La crisis de la verdad: deepfakes y desinformación

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El Informe sobre Riesgos Globales 2024 del Foro Económico Mundial destaca las principales amenazas que enfrentará el mundo. Entre las más urgentes para los próximos dos años se encuentran la desinformación, los fenómenos meteorológicos extremos, la polarización social, ciberataques y los conflictos armados. 

La desinformación, entendida como información falsa difundida sin intención y como aquella creada deliberadamente para engañar, destaca como una de las amenazas más preocupantes. Dentro de este fenómeno, se incluyen las deepfakes: videos o audios generados con inteligencia artificial que imitan a personas reales diciendo o haciendo cosas que nunca ocurrieron.

No se trata solo de una amenaza tecnológica, sino también de un reto cultural.

Estas herramientas, que utilizan modelos de aprendizaje profundo para crear contenido casi indistinguible de la realidad, están ahora al alcance de cualquiera con acceso a un software básico, convirtiéndose en una poderosa arma de manipulación.

En un país como Guatemala, donde persiste la polarización política y la desconfianza en las instituciones, las deepfakes representan un riesgo enorme.

La rapidez con la que se difunde la información a través de plataformas como Facebook, WhatsApp o TikTok, sumada a la tendencia de la población a consumir información superficial sin verificarla, crea un terreno fértil para el éxito de este tipo de
manipulaciones.

Crear un deepfake no requiere de equipos sofisticados; basta con programas accesibles y suficiente material visual de la persona que se desea imitar. Casi cualquiera con intenciones maliciosas puede producir contenido para difamar a figuras públicas, marcas o influir en decisiones políticas y sociales. En un país donde muchos ciudadanos se quedan en la superficie de lo que ven o escuchan, las consecuencias  pueden ser tremendas.

Vivimos en una era de sobrecarga de información y contenido instantáneo, donde la veracidad de los hechos importa menos que las emociones que estos generan.  

Campañas de desprestigio y contenidos falsos no solo capturan la atención del público y manipulan sus percepciones, sino que también distorsionan la verdad y alimentan la polarización social, aumentando el clima de desconfianza.

A nivel global, estudios como los del MIT han demostrado que las noticias falsas y los deepfakes, se difunden más rápido y llegan más lejos que las noticias verdaderas, especialmente en el ámbito político. Esto se debe a su novedad, apariencia y a su capacidad de generar emociones fuertes como miedo, disgusto y sorpresa, haciéndolas más propensas a ser compartidas en redes sociales.  

No se trata solo de una amenaza tecnológica, sino también de un reto cultural. Las redes sociales, que surgieron como espacios para la libre expresión, hoy pueden adormecer el razonamiento crítico, convirtiendo a los usuarios en presa fácil de la manipulación. En lugar de profundizar y cuestionar, muchos se quedan en la superficie de los titulares y contenidos virales, adoptando posturas emocionales antes que basadas en hechos.

Como ciudadanos, tenemos una gran responsabilidad ante esta amenaza. No debemos consumir toda la información que nos llega sin cuestionarla. Necesitamos practicar un escepticismo saludable, fomentar la alfabetización mediática, la cultura de verificación y análisis crítico educándonos para identificar y combatir la desinformación.

Si no aprendemos a discernir entre la verdad y la manipulación, seguiremos siendo vulnerables y presas fáciles. Solo con una ciudadanía informada y crítica podremos proteger nuestro derecho a tomar decisiones .

Colaborador DCA
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Un compromiso municipal con la discapacidad

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Unidad de Comunicación y Relaciones Públicas
CONADI, Guatemala.

En Guatemala, se estima que 1,025,465 personas viven con al menos una dificultad, lo que equivale al 9.53% de la población total. Durante muchos años, las personas con discapacidad en nuestras comunidades han sido olvidadas y excluidas de diversos ámbitos sociales.

Este es un tema de preocupación para el Comité de Expertos de las Naciones Unidas, que, desde la ratificación de la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad en Guatemala, ha emitido 83 observaciones y recomendaciones al Estado guatemalteco.

Las OMD representan el enlace entre las personas con discapacidad y las entidades municipales.

Para cumplir con estas recomendaciones el CONADI, cuenta con el Departamento de Servicio Nacional de Discapacidad. A través de sus delegados departamentales trabaja con organizaciones e instituciones dedicadas a las personas con discapacidad.

El objetivo es influir en la voluntad política de las autoridades para que integren la temática de discapacidad en los Planes, Programas, Proyectos y Políticas municipales.

En seguimiento a este mandato, CONADI colabora activamente en la Comisión Departamental de Discapacidad (CODEDIS) y con la Comisión Municipal de Discapacidad (COMUDIS); y a partir de la publicación del Acuerdo Gubernativo 137-23024, el pasado 2 de septiembre en el Diario Oficial, el CONADI podrá participar con voz y voto en los Consejos Departamentales de Desarrollo Urbano (CODEDES).

Estos esfuerzos buscan fomentar la participación ciudadana y crear espacios específicos para la instalación de Oficinas Municipales de Discapacidad en los municipios del país.

Hasta la fecha, se han establecido 131 Oficinas Municipales de Discapacidad (OMD) y 2 Direcciones Municipales de Discapacidad (DMD), que sirven como enlace directo entre las personas con discapacidad y sus familias en cada municipio.

Las aperturas más recientes incluyen las oficinas de Santa Catarina Mita, Jutiapa; Melchor de Mencos, Petén; Samayac, Suchitepéquez, San Rafael las Flores, Santa Rosa; Olopa y Quezaltepeque en Chiquimula; así como en Jocotenango y Pastores en Sacatepéquez.

Colaborador DCA
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