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COLUMNAS

Salvar vidas, cambiar vidas en Guatemala

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Tania Goossens
Directora y representante de país

El Programa Mundial de Alimentos (WFP, por sus siglas en inglés) ha mantenido un compromiso con Guatemala desde 1973, cuando inició actividades en el país.

A lo largo de estos años, se ha desarrollado diversidad de programas e iniciativas para contribuir con alcanzar el Objetivo de Desarrollo Sostenible 2, Hambre Cero. Como parte de ese compromiso, en 2021, el WFP brindó asistencia de auxilio a más de 300 mil personas en emergencia y que contribuyó a mejorar la nutrición de más de 14 mil personas.

Ese compromiso nos ha motivado para contribuir a transformar las vidas de las personas con quienes trabajamos, razón por la que el WFP ha realizado desde hace algunos años actividades de construcción de resiliencia comunitaria, como las implementadas en cinco departamentos del país donde actualmente se trabaja con unas 35 mil personas en proyectos de soluciones productivas para mejorar su seguridad alimentaria y nutricional.

El WFP está comprometido a promover cambios que mejoren la seguridad alimentaria y nutricional de las personas.

Es importante mencionar que, cuando hablamos de resiliencia comunitaria, nos referimos a la importancia de promover el desarrollo integral, acompañar a las comunidades rurales para que puedan enfrentarse, adaptarse y transformar los efectos causados por elementos externos como el clima, la pandemia del Covid-19 o las crisis económicas, que han limitado el acceso a oportunidades para mejorar las condiciones de vida de las personas más vulnerables.

Son precisamente esas acciones transformadoras las que continuaremos implementando en las diferentes regiones en las que trabajamos y que son parte importante del compromiso que ha asumido en mi rol de representante del WFP en Guatemala.

Como WFP Guatemala, continuamos comprometidos para impulsar cambios que mejoren la seguridad alimentaria y nutricional de las poblaciones y facilitar soluciones nacionales inclusivas, por lo que proporcionamos asistencia técnica a las instituciones nacionales y locales, así como acompañamiento para fortalecer las estrategias de gobierno como la Gran Cruzada Nacional por la Nutrición.

Estamos comprometidos con continuar trabajando para contribuir a reducir las causas subyacentes de la inseguridad alimentaria y la malnutrición mediante la transformación rural, el cambio social y de comportamiento, y la promoción de vías sostenibles para desarrollar el capital humano nacional.

Es importante mencionar que uno de los elementos primordiales para alcanzar los objetivos planteados es continuar coordinando de forma estrecha con los socios estratégicos que se han convertido en aliados importantes para mejorar las condiciones de vida de las personas con quienes trabajamos; entre los que se encuentran la cooperación internacional, las instituciones gubernamentales, los gobiernos locales, las organizaciones de base comunitaria, la sociedad civil, el sector privado y los organismos de las Naciones Unidas, entre otros.

Estos compromisos nos llevan a planificar acciones que ponen a las personas beneficiarias al centro de nuestro trabajo, por lo que, en todas las intervenciones tomamos en cuenta enfoques transformadores que faciliten la generación de oportunidades para las comunidades más vulnerables; en particular, las poblaciones indígenas tradicionalmente excluidas.

Además, se busca promover la igualdad de género, el empoderamiento de las mujeres y adoptar un enfoque basado en el ciclo de vida que considere las necesidades de los diferentes segmentos de población.

Salvar vidas, cambiar vidas continúa como la premisa que nos motiva como equipo de WFP en Guatemala para continuar con el trabajo y enfocar los esfuerzos a fin de impulsar acciones integrales y transformadoras y que las personas en las comunidades guatemaltecas con quienes trabajamos puedan transformar y mejorar las condiciones de sus familias y entornos.

Colaborador DCA
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COLUMNAS

Turismo generador de desarrollo y de experiencias de vida

Recorriendo el camino

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Rodolfo Zelada

Periodista

[email protected]

El crecimiento del 11,6 por ciento registrado en el sector turístico de enero hasta el pasado 12 de septiembre, comparado con los primeros nueve meses del año anterior, según los registros del Banco de Guatemala, lo posiciona como una actividad económica generadora de desarrollo en el país.

Las estadísticas detallan que este año las divisas generadas por el turismo ascienden a 817 millones 070 mil dólares, contra los 732 millones 128 mil dólares registrados en el mencionado período de 2023.

El turismo puede ser un agente de cambio, transformando vidas y generando impacto positivo. 

Es por ello que ahora la apuesta de las autoridades de Gobierno, así como del sector en mención, está orientada a que el mismo no sea solo un motor económico sino que también se convierta en un agente transformador de comunidades, en el cual se respeten las culturas ancestrales y que ofrezca oportunidades reales para jóvenes, mujeres y las comunidades rurales guatemaltecas, donde el turismo tiene el potencial de ser un agente de cambio, transformando vidas y generando un impacto positivo a largo plazo.

Al inaugurar el XV Congreso Nacional de Turismo, la presidenta en funciones, Karin Herrera consideró que “Guatemala posee toda la riqueza necesaria para que una visita se convierta en una verdadera experiencia de vida y motive a los turistas a seguir explorando y visitando el país”, lo cual contribuiría a alcanzar el objetivo descrito anteriormente.

En ese sentido, la dignataria hizo un llamado a unir esfuerzos entre el gobierno, la iniciativa privada y las comunidades del país, toda vez que, a su criterio, en estos momentos existe “una oportunidad única” para que el turismo sea sostenible e inclusivo, sobre todo, que contribuya al desarrollo de las comunidades, especialmente, de las que se encuentran en situación de vulnerabilidad y que han sido guardianes de las tradiciones, la historia y los recursos naturales.

La propuesta gubernamental es bien recibida por el sector privado, específicamente por la Cámara de Turismo de Guatemala, cuyo presidente, Rolando Schweikert, también apuesta por una “gobernanza colaborativa”, en la cual deben incluirse aspectos relacionados con legislación, infraestructura, sostenibilidad e inteligencia, para el desarrollo del sector y las comunidades.

Estos factores, según él, permitirían diseñar políticas públicas efectivas, así como formular una agenda legislativa para facilitar la inversión y el desarrollo sostenible.

Colaborador DCA
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COLUMNAS

Aire interior de casas contamina las ciudades

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César Martín-Gómez y Arturo H. Ariño 

Investigadores del Instituto BIOMA y profesores de la Escuela de Arquitectura

La contaminación del aire puede ser uno de los mayores riesgos ambientales para la salud en el mundo, según la OMS. Hay estudios que sugieren que la contaminación del aire afecta a muchos órganos, además de los pulmones, y quienes más sufren son las personas más expuestas o vulnerables, de modo que, se convierte en un asunto transversal que afecta a toda la sociedad pero enfatiza las desigualdades.

Las personas pasan parte de su tiempo fuera de las viviendas y parte dentro, y cabe preguntarse qué aire está más contaminado. Al fin y al cabo, en el interior de una vivienda las personas están expuestas a diferentes tipos de contaminantes químicos, que en bajas concentraciones pueden causar dolor de cabeza, mareos, fatiga, náuseas y a largo plazo producir efectos nocivos para la salud.

Tal vez la nueva revolución en edificación venga de la mano de la sensorización.

Uno de los factores fundamentales que provoca el deterioro de la calidad del aire es la construcción de edificios más herméticos para mejorar la eficiencia energética. Este hermetismo hace que el ambiente interior se regenere menos, porque entra menos aire fresco del exterior.

Y sucede que ese mismo aire interior contaminado y usado que enferma a más de un tercio del planeta acabará siendo expulsado al medio ambiente, es decir, a la ciudad en el caso de los edificios urbanos. ¿Cuál es, pues, la contaminación del aire exterior generada por un edificio? ¿Cuáles son los contaminantes que exhalan los edificios? ¿Se diluyen lo suficiente?

Y más aún: ¿Los sistemas de ventilación de los edificios que expulsan esos contaminantes al exterior, a la ciudad, los reintroducen luego en los edificios? ¿Estamos ante un círculo vicioso similar al de los residuos plásticos que se vierten al océano y que luego entran en las personas a través de la cadena alimentaria?

Por ejemplo, una fuente son los cosméticos empleados en el baño. Los niveles de compuestos orgánicos volátiles que se expulsan a través de la ventilación siguen una dinámica compatible con su pauta de uso diario. Por otro lado, la contaminación por partículas está relacionada con las cocinas.  Estos dos grupos de contaminantes, a los que hay que añadir el metano (un potente gas de invernadero), parecen ser las principales contribuciones de los edificios a la calidad del aire de las ciudades.

Otros contaminantes exhalados tienen un origen más dudoso, menos regular en el tiempo: por ejemplo, el monóxido de carbono. Cabría atribuirlo al tabaco o a otras combustiones, porque la fuente principal (tráfico) no sería aplicable al interior de una vivienda. Su presencia en el aire exhalado de viviendas libres de fumadores sería un indicador claro de contaminación exterior entrando en el edificio y concentrándose allí a través de la ventilación.

Estos datos y otros comparables pueden llevarnos a la conclusión de que controlar la ventilación de los edificios y de las viviendas, y especialmente ajustar esta ventilación a las condiciones del aire exterior (aumentando o disminuyendo el intercambio en función de los diferenciales de contaminantes entre el interior y el exterior), resulta crítico para garantizar la mejor calidad posible del aire interior. Tal vez la nueva revolución en edificación venga de la mano de la sensorización distribuida de bajo coste: una evolución natural de la que ya se practica en garajes o salas de calderas (detección de monóxido), pero extendida a todas las viviendas.

De hecho, en 2016, la OMS publicó un informe estadístico titulado “Monitorización de la salud para los Objetivos de Desarrollo Sostenible”, en el que se define como meta para 2030 reducir la tasa de mortalidad atribuida a la contaminación del aire en los hogares y en el ambiente. 

Colaborador DCA
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COLUMNAS

Envejecimiento saludable para Chile

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Agustín Ibáñez

Doctor en Psicología. Director del Centro de Neurociencias Cognitivas (CNC) de la Universidad de San Andrés

Chile es uno de los países de América Latina con una de las tasas de envejecimiento más rápidas. Según el INE, casi un tercio de la población chilena será mayor de 60 años en 2050. El número de personas con demencia está en aumento, afectando la calidad de vida, la economía y la sociedad.

El aumento de la población mayor afecta la fuerza laboral y los sistemas de pensiones. Además, el conocimiento de los factores de riesgo en el envejecimiento en Chile y la región es insuficiente, al igual que la innovación en esta área. 

Necesitamos cambios intersectoriales que trasciendan la medicalización. Programas de investigación para el envejecimiento saludable pueden proporcionar las bases científicas necesarias para nuevas terapias, y desarrollar políticas y prácticas basadas en evidencia más efectivas.

La innovación en productos y servicios para personas mayores puede abrir nuevas oportunidades.

El Estado tiene un rol crucial en el desarrollo y financiación del plan nacional de demencia a largo plazo. Políticas de apoyo para la inclusión de personas mayores en la sociedad son esenciales para garantizar que todos los ciudadanos puedan disfrutar de una vida digna y activa.

Los programas comunitarios y las políticas de salud pública deben centrarse en promover la actividad física, la participación social y el bienestar mental.

La innovación en productos y servicios para personas mayores puede abrir nuevas oportunidades económicas, por ejemplo, viviendas adaptadas para personas mayores y tecnologías avanzadas de cuidado en el hogar. 

La creación de productos y servicios diseñados específicamente para las necesidades de los adultos mayores puede abrir nuevas oportunidades de mercado y mejorar la calidad de vida. La colaboración entre el gobierno, el sector privado y la investigación es vital para abordar estos desafíos. 

Aunque los datos sobre el envejecimiento en Chile son alarmantes, aún estamos a tiempo. Hay un potencial significativo para desarrollar una nueva economía basada en el capital cerebral y la experiencia de la población mayor. 

La inversión en innovación, investigación y desarrollo puede transformar los desafíos del envejecimiento en oportunidades económicas y sociales. La clave radica en reconocer el valor de nuestros adultos mayores y crear un entorno que promueva su salud, bienestar y participación activa.

Colaborador DCA
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